Fernando Iwasaki. Fotografía: Manuel Gutiérrez |
IWASAKI: EL CLIMA, EL BETIS, LAS PALABRAS Y HASTA BOLÍVAR CORONADO
**Alberto Hernández**
Vivir en Sevilla, respirar el mismo aire de aquellos 800 años de árabes construyendo almenas y palabras, precisa de muchas oraciones y frases para elaborar un imaginario. Vivir en Sevilla mientras el flamenco crece su alegría en tablaos y esquinas y traduce el gusto por un aire puro. No es de extrañar entonces que un peruano como Fernando Iwasaki, para más señas escritor, tenga en el clima de esa ciudad uno de sus más conspicuos compañeros. Pero también el Betis, el equipo de fútbol de los andaluces, quienes defienden, desde bares y estadios, los nombres que forman parte de la escuadra de goleadores.
El peruano, cruzado de sangres diversas. Un crucigrama genético cuyo ADN se afirma en japoneses, italianos y ecuatorianos, suma a este legado biológico el idioma que habla. También es español porque la lengua así lo dice.
Y desde Sevilla recurre a Eduardo Llosent para hablar de la intemperie literaria de ese lugar donde se pronuncia su rancio ambiente. Por eso, el escritor de apellido nipón afirma: “La ranciedad española se ha convertido en un colesterol bueno”.
Y si el Betis es una referencia, una recurrencia callejera, el calor de Sevilla supera el de Sahara, el tropical americano y el del mismo infierno, si albergamos hipérboles gitanas, que en esa tierra abundan como el salero de sus bailaoras y el cante de quienes descifran su rico pasado.
Iwasaki llegó a esa ciudad con la intención sagrada de meter sus narices en el Archivo de Indias, “mi sueño como historiador”. Y así lo hizo. Se quedó en España y hasta se enamoró del modo de hablar de los nativos de aquel cosmos donde los morunos dejaron su impronta.
La entrevista que leerán luego de estas palabras, no deja tema suelto. Ni resquicio por donde escapar: clima, fútbol, literatura, política, autores, países, radio, educación. El escritor latinoamericano se extiende y entiende que hay que soltar la lengua para que el lector sepa dónde está ubicado el mundo donde él y otros viven.
De su novela Libro del mal amor, sin permiso del Arcipreste de Hita, una mención obligada en esta conversación, así como la tesis de que hay que leer mucho para poder escribir. Y dejar a un lado la pereza y no formar parte de los zombis que se valen de los subsidios para existir. Un tiro a la meta para criticar el populismo. Y destinar su futuro al sólo hecho de sentirse extraterritorial más allá de la cultura, más allá de todas las sangres que en su cuerpo lleva revueltas.
Levita, pisa tierra: habla sin mucho afecto de Paul Auster. Prefiere a Coetzee. Pero es más radical cuando dice que se queda con Kafka, Borges, Proust, Faulkner y Joyce, para que los ignorantes o los sabuesos de la literatura renueven sus gustos o bucen en la gran biblioteca del mundo. No en vano discute sobre verdad, ficción o verosimilitud, y acerca esta opinión sobre los clásicos: “La maravilla de la literatura es que los viejos temas son tan incandescentes que no se apagan nunca”.
Las dos Españas también tienen recadero en sus palabras: la de la península y la de América Latina. La que se luce con tantos acentos y escritores que ayudaron a construir el edificio narrativo de la España actual. La del boom que dejó herencia.
De su Ajuar funerario, microrrelatos que comenzaron como un juego hasta hacerse un libro de editor, también habla. Y se despoja del saco para opinar acerca de la realidad audiovisual, las películas y la lectura. Y para él la mejor novela de todos los tiempos: La cartuja de Parma.
Rafael Bolívar Coronado |
Y un souvenir para los venezolanos, el reconocimiento de Rafael Bolívar Coronado como un “monstruo” genial que se encargó de regar obras ajenas, birladas, para demostrarle al mundo español su capacidad de ser, hasta convertirse en un personaje digno de una novela.
De todo hay en esta entrevista, que será un grato viaje en los lectores.
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Fernando Iwasaki: «A nuestros alumnos universitarios les tomaría el B2 de español el primer día de clases»
Publicado por Ángel L. Fernández Recuero, Paula Herrero, y David del Toro.
¿Llegaremos a ver algún día un
Premio Nobel de literatura que empezara autopublicándose en Amazon?
Mientras la dinamita continúe
explotando… [Risas]
Amazon almacena las posiciones
donde los lectores abandonan sus libros, ¿nos llevaríamos una sorpresa si
publicasen datos sobre la lectura del Quijote, que además puede descargarse
gratis?
Sí, nos llevaríamos una sorpresa,
pues me consta que el Quijote traducido al chicano tiene más descargas que el
Quijote original.
Primeras líneas de la primera parte del Quijote (capítulo I )traducidas al spanglish por Ilan Stavans:
"In un palacete de La Mancha of which nombre no quiero remembrarme, vivía, not so long ago, uno de esos gentlemen who always tienen una lanza in the rack, una buckler antigua, a skinny caballo y un greyhound para el chase. A cazuela with más beef than mutón, carne choppeada para la dinner, un omelet pa' los Sábados, lentil pa' los Viernes, y algún pigeon como delicacy especial pa' los Domingos, consumían tres cuarers de su income. El resto lo employaba en una coat de broadcloth y en soketes de velvetín pa' los holidays, with sus slippers pa' combinar, while los otros días de la semana él cut a figura de los más finos cloths."
"In un palacete de La Mancha of which nombre no quiero remembrarme, vivía, not so long ago, uno de esos gentlemen who always tienen una lanza in the rack, una buckler antigua, a skinny caballo y un greyhound para el chase. A cazuela with más beef than mutón, carne choppeada para la dinner, un omelet pa' los Sábados, lentil pa' los Viernes, y algún pigeon como delicacy especial pa' los Domingos, consumían tres cuarers de su income. El resto lo employaba en una coat de broadcloth y en soketes de velvetín pa' los holidays, with sus slippers pa' combinar, while los otros días de la semana él cut a figura de los más finos cloths."
Los lectores leen ya más prensa
digital que en papel, aunque en muchas ocasiones no pasan del titular o la
noticia breve. ¿Hay que preocuparse, pues, más por la calidad que por la
cantidad de lo que se escribe?
De izquierda a derecha: Oudejans, Constant, Guy Debord y Armando. Munich, 1959 |
Difícil. Por ejemplo, yo tengo un
problema con la lectura digital, pues de lunes a viernes leo la prensa en iPad,
mientras que los fines de semana sí recibo la prensa en papel. Así, cuando
hojeo El País o el ABC me entero de más cosas que cuando los leo en tableta.
¿Por qué? Porque ya tengo entrenada la vista para leer en diagonal y por lo
tanto soy capaz de recordar nombres, títulos y datos sin haber leído la noticia
completa. Eso no me ocurre con las pantallas y entonces soy más ignorante que
antes, porque de lunes a viernes estoy condenado al «papiro digital». Por eso
el formato de la plataforma Kiosko y más es más agradecido, porque muestra la
página tal como es en papel.
En España, aparta de mí estos
premios, a través de relatos de ficción, haces una ácida e hilarante crítica a
todo lo que se mueve alrededor de los concursos literarios. ¿Qué te impulsó a
escribir este libro? ¿Cómo ves el mundo de los premios? ¿Ya están completamente
desenmascarados?
Nunca quise escribir un libro
contra los premios. Más bien, siempre sostuve —y creo que lo he podido defender
con cierto garbo— que España, aparta de mí estos premios era un libro contra la
frivolización, la banalización y lo que Debord llamó la sociedad del espectáculo. Mi libro ridiculizaba todo aquello, pero el mundo de los premios
era ideal para cumplir ese cometido, porque en los premios es donde se refugia
lo identitario y porque Bolaño había escrito un cuento maravilloso titulado
«Sensimi», donde el protagonista era un escritor piel roja que salía a la
pradera para cazar los premios búfalo, premios alimenticios que te servían para
comer y abrigarte hasta el próximo invierno. Escribí España, aparta de mí estos
premios para hacer la caricatura de las identidades y de la sociedad del
espectáculo. Dicho lo cual, los premios provincianos son los únicos premios que
da gusto ganar, pues son unos premios químicamente puros que han ayudado a
numerosos escritores a llegar a fin de mes. Desde Félix Palma hasta Juan Manuel de Prada, pasando por Bolaño y Luis Sepúlveda.
Haruki Murakami. |
¿Se merece Murakami el Premio
Nobel?
A mí me da igual, pues no tengo
una especial predilección por Murakami. Leí Crónica del pájaro que da cuerda al
mundo, Kafka en la orilla y Tokio Blues —porque me encantan los Beatles— pero
no me pareció tan bueno como Coetzee. Coetzee es extraordinario. El libro de la
correspondencia entre Coetzee y Paul Auster deja a Paul Auster en situación
desairada, porque Paul Auster comenta banalidades y lo que responde Coetzee son
maravillas.
Comentaste una vez que escribir
el libro de microrrelatos Ajuar funerario te tomó varios años. ¿Los
microrrelatos se cocinan a fuego lento?
Bueno, además de tardar muchos
años en escribirlo no tenía ninguna prisa por publicarlo. A lo largo de ocho
años los fui escribiendo, leyendo en público y regalándolos en folios sueltos
que después aparecían colgados en internet. Mi amigo Andrés Neuman habló con
Juan Casamayor —editor de Páginas de Espuma— y ambos me propusieron publicar
aquel libro que ya existía, porque en 1998 la editorial Lengua de Trapo eligió
diez micros de Ajuar funerario para una antología que se tituló Líneas aéreas.
Por lo tanto, no es que tardara ocho años en escribirlo, sino que no me hubiera
importado seguir escribiendo ocho años más. No tengo prisa ninguna. En vida me
quedan por publicar dos novelas y luego todo lo que salga será póstumo.
¿El microrrelato hay que dejarlo
reposar?
Sí, porque de lo contrario te
sale el mismo microrrelato varias veces. Lo primero que escribía era la idea
del micro en una libreta. Entonces dejaba pasar una semana y si entendía mis
anotaciones, significaba que la idea era potable. Muchos apuntes fueron
descartados. Luego escribía una primera versión y a los tantos meses la volvía
a revisar para darle un retoque más, y ahí quedaba. Así escribí los microrrelatos
de Ajuar funerario.
Te gusta poner en relieve la
importancia de los autores contemporáneos, aunque creo que nunca has llegado a
mencionar a los que integran la Generación Nocilla. ¿No te interesan?
No es verdad, pues he presentado
hasta tres libros de Agustín Fernández Mallo en Sevilla. Y la semana pasada
presenté a Manuel Vilas, aunque ahora Vilas juraría por sus muertos que jamás
perteneció a la Generación Nocilla. En realidad, pienso que la Generación
Nocilla —como tal generación— nunca existió. Agustín Fernández tiene un mundo
detrás que no todos conocen y ha sido capaz de darle forma en una serie de
libros que han funcionado muy bien. Como suele suceder en estos casos, la
prensa metió en el mismo carro de la Nocilla a varios escritores y al final
todos resultaron muy distintos, pues Manuel Vilas no tiene nada que ver con
Javier Calvo y Javier Calvo no tiene nada que ver con Agustín Fernández Mallo.
Ninguno de los tres aceptaría pertenecer a ninguna otra generación que no fuera
musical, porque el rock los une más que cualquier otra cosa.
Agustín Fernández Mallo |
Tus libros, como los de Juan Bonilla, parecen hipertextuales, cada texto te lleva inexorablemente a
descubrir un nuevo autor.
Juan Bonilla, Felipe Benítez Reyes y Andrés Trapiello son tres autores con quienes me identifico, pues nos
une la búsqueda de los raros, la curiosidad por el rescate o la posibilidad de
dar a conocer alguien que no sea suficientemente conocido. Y todo eso lo
aprendimos del poeta, editor y librero de viejo, Abelardo Linares.
¿Y quién fue Rafael Bolívar Coronado?
Un monstruo. Un fenómeno
venezolano que escribía simultáneamente con cientos de seudónimos y que se reía
de los editores porque falsificó crónicas de indias y se inventó a docenas de
poetas apócrifos de Bolivia y Costa Rica que compiló en dos antologías
delirantes que le coló a la editorial Maucci. En Venezuela mucha gente tampoco
lo conoce porque fue un maldito que estuvo a punto de ser borrado de la memoria
literaria, de no ser por la letra de la canción «Alma llanera», que es el
segundo himno nacional de Venezuela. Bolívar Coronado fue el autor de aquella
canción y sin duda se merece una novela.
¿Cómo surgió tu afición al
flamenco?
No me corresponde ponerme
medallas que no merezco. A mí me ha caído en suerte el privilegio de dirigir la
Fundación Cristina Heeren, que es como dirigir el Sevilla o el Betis. Sé que
son legión las personas que darían la vida por gestionar lo que estoy
gestionando, pero cuando salgo del trabajo y me voy a mi casa escucho otras
músicas. No puedo decir que soy un gran aficionado, porque un verdadero
aficionado dedicaría todo su tiempo libre —como decía Perales— a escuchar
flamenco, ir a actuaciones o acudir a festivales. No es mi caso. Por eso no
sería justo que presumiera de ser un gran aficionado, porque no estaría
diciendo la verdad. Dicho lo cual, a mí quien me introdujo en el flamenco fue
el guitarrista Eduardo Rebollar en 1985. Diez años después, cuando Cristina
Heeren me ofreció dirigir su fundación, en la primera persona que pensé fue en
Eduardo Rebollar y así lo fiché como profesor, donde continúa hasta ahora.
Tus viajes con los flamencos por
Nueva York y otras ciudades dan para un anecdotario. ¿No piensas recogerlo por
escrito?
A mí lo que me encantaría
publicar sería un libro titulado Flamencos de película, que no sería una obra
de ficción, sino la crónica gráfica de las incursiones de muchos artistas
flamencos famosos como extras de películas célebres. ¿Cuánta gente sabe que el
gran bailaor Farruco apareció en Lawrence de Arabia como jeque del desierto
aliado de los ingleses? Cada vez que se rodaba una película el mánager Pulpón
reclutaba de los tablaos a docenas de artistas flamencos que luego salían de
indios, piratas, beduinos u odaliscas. Ese es el libro que me gustaría escribir.
Más del ochenta por ciento del
público que asiste a los estrenos de la Bienal de Sevilla proviene del
extranjero, pero en todo el programa de la Bienal apenas hay artistas
extranjeros. ¿Va a dejar el flamenco de ser una expresión artística cerrada
para los intérpretes de otros países en los festivales y escenarios andaluces?
A corto plazo no lo creo, pero a
largo plazo sí. Pienso que a largo plazo el futuro del flamenco estará fuera de
España y que habrá muchos más artistas no andaluces, porque los estudios
profesionales de flamenco serán oficiales en el extranjero antes que en
Andalucía. Por eso habrá más intérpretes de flamenco nacidos fuera de
territorio español, como ya ocurre con el tango argentino y el jazz. Por otro
lado, tampoco sería nada nuevo, ya que después de la guerra civil los
principales bailaores flamencos fueron mexicanos, argentinos, italianos y
guatemaltecos. Pienso en Roberto Ximénez, Paco de Ronda, José Greco y Manolo
Vargas.
¿Cuánto le debe Andalucía a los
bailaores Shoji Kojima y Yoko Komatsubara?
Muchísimo, pues gracias a su
fascinación por el arte jondo empezaron a llevar artistas flamencos hacia
Japón. Estoy seguro de que el patrimonio de numerosos artistas flamencos se
formó gracias a las galas, tablaos y clases impartidas en Japón. Todavía existe
una afición flamenca increíble en Japón, aunque no tan multitudinaria como la
que mueve la salsa. En Japón lo que más gusta es la salsa, luego el tango
argentino y finalmente el flamenco.
¿Qué necesita el flamenco para
ser reconocido mundialmente como el tango o el jazz?
Necesita planes de estudios
reglados y titulaciones oficiales. Sería estupendo que tales cosas existieran
en Andalucía, pero a estas alturas ya da igual que los promuevan en Francia,
Japón, Estados Unidos o México. En uno de esos cuatro países se creará el
primer grado universitario en flamenco del mundo, y la pena es que los mejores
artistas andaluces no podrían enseñar en
esas escuelas, por carecer de titulaciones universitarias.
Esa carencia es la que intentáis
solventar con la fundación…
Nos gustaría que una universidad
andaluza considerara la posibilidad de crear un grado en arte flamenco
patrocinado por nosotros. Cuando hablo con las autoridades académicas me
objetan que no hay doctores en flamenco, pero entonces replico que tampoco hay
doctores en cocina y sin embargo existen grados en gastronomía. Lo que pasa es
que la gastronomía da mucho dinero, tiene marketing, están los concursos de
televisión y Chicote en todos los canales. ¿Por qué el flamenco no puede ser
igual? En Valencia incluso hay grados universitarios en heladería artesanal.
Doctores congelados tiene que haber, pero doctores en Heladería… lo dudo.
De momento habéis conseguido que
haya un instituto que el año que viene empieza.
Sí, comenzamos en enero a
impartir clases de cante, baile, guitarra y compás en el bachillerato de Artes
Escénicas del IES Carmen Laffón de San José de la Rinconada.
Carmen Linares |
ç
Nos decía Carmen Linares que al flamenco le hacen falta apoyos institucionales y visibilidad, mucho más que lassubvenciones. ¿Compartes esa afirmación?
Sí, del todo. Además, bastaría
con que ese apoyo institucional se limitara al reconocimiento que proponemos, pues
la ausencia de reconocimiento provoca situaciones ingratas, como el malestar
del Conservatorio de Sevilla, que se opone a que nuestros profesores impartan
clases de flamenco en un instituto público, aunque el cien por cien de la
financiación sea privada.
Miguel Poveda |
¿Qué te parece que Miguel Poveda se lance a cantar flamenco en catalán?
Me parece muy bien. Soy
partidario de que los japoneses canten por soleá, los franceses por alegrías y
los alemanes por seguiriya, cada quien en su propia lengua. Después de todo, la
música sería siempre la misma. Ni un madrileño ni un argentino
—hispanohablantes ambos— podría cantar flamenco con la dicción andaluza sin
impostarla. Y ya de los rusos ni hablemos. Los forasteros que quieran cantar
flamenco no deberían imitar el rajo andaluz, porque no pasarían de ser
andaluces postizos. Conozco cantaores extranjeros muy talentosos, cuyas voces
no traicionarían el flamenco si se animaran a romper los moldes.
¿Hay una impronta africana en el
flamenco?
Sin duda. Santiago Auserón acaba
de defender una tesis doctoral sobre el asunto, además de haber publicado La
huella sonora, un importante estudio al respecto. El habla andaluza está llena
de africanismos. ¿De dónde viene «mojiganga»? ¿De dónde viene «perendengue»?
Todo eso viene de voces africanas transformadas por el español. La España del
Siglo de Oro estuvo poblada por negros que todavía habitan en las comedias de
Lope y en las Novelas ejemplares de Cervantes. Esos negros andaluces llegaron
hasta el siglo XIX, cuando combatieron contra los franceses en las guerras de
independencia. Los negros españoles desaparecieron con aquellos batallones de
pardos y morenos masacrados por la artillería napoleónica, o se mezclaron hasta
difuminarse por los arrabales de Sevilla y Cádiz. La sevillana Hermandad de los
Negritos sería otra «huella», como diría Santiago Auserón. ¿Qué ha quedado de
la música de los antiguos negros andaluces? Estoy convencido de que en el
flamenco encontraríamos la respuesta.
Jacinta Escudos |
Para finalizar, recomiéndanos un
autor o autora novel hispanoamericano imprescindible y la mejor novela de todos
los tiempos según tu criterio.
Para mí, la mejor novela de todos
los tiempos sería La cartuja de Parma. Comprendo que es muy antigua y que nos
coge bastante a trasmano, pero me continúa fascinando como la primera vez y me
sigue pareciendo la mejor novela de amor de la historia. Qué arranque más
poderoso, con aquel Fabrizio del Dongo que busca la batalla de Waterloo, sin
darse cuenta de que está en medio de la batalla de Waterloo. Y un autor hispanoamericano
¿desconocido aquí?,¿de qué edad?, ¿jovencito él?, ¿jovencita ella?
Carlos Cortés. |
Sin edad. Alguien para descubrir.
Me gustaría recomendar a un
escritor de Costa Rica llamado Carlos Cortés. Es un escritor de mi edad que ha
publicado siempre en Costa Rica. En América Central tiene un gran prestigio,
pero al sur de Panamá ya es menos conocido y me da una pena enorme, porque es
un escritor extraordinario que merecería tener más lectores. Jacinta Escudos es
otra escritora así, salvadoreña en este caso. El Salvador y Costa Rica, dos
países que casi no existen para los lectores españoles.
Ahora si terminó la entrevista.
Documentación: Loreto Igrexas
Ahora si terminó la entrevista.
Documentación: Loreto Igrexas
Tomado de Jot Down Magazine.
Enlaces relacionados:
Fernando Iwasaki: Mis éxitos literarios se los debo a mis fracasos amorosos. Entrevista. Parte I/III
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Alberto Hernández
Fundador de la revista literaria Umbra, es miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo y colaborador de publicaciones locales y extranjeras. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria.
En Venezuela ha publicado sus trabajos en la Revista Nacional de Cultura, Imagen, Solar, Poda, et al.
Miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo. en “Crear en Salamanca”, página digital de la ciudad castellana. Igualmente, en Cervantesmileshighcity de la ciudad de Denver, Estados Unidos. Y en diferentes blog nacionales e internacionales.
Ha publicado ensayos y textos poéticos en las revistas Turia de España, Arcos de la Frontera, Piedra de molino, España, en Il foglio volante de Italia, ; , entre otras.
Ha participado como conferencista o lector de su obra en varias ediciones de la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (FILUC), en Venezuela.
En 2012 recibió de manos de las autoridades rectorales la máxima condecoración de la Universidad de Carabobo, la Orden “Alejo Zuloaga”, en el marco del X Encuentro Internacional de Poesía de la UC.
En 2018 fue reconocido en la XVII Edición del Premio Anual Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana por su novela “El nervio poético”.
Ha publicado los poemarios La mofa del musgo (1980), Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el libro de cuentos Fragmentos de la misma memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999). Stravagnza (Italia 2012), 70 poemas burgueses (Caracas 2014), Ropaje (Cancún, México. 2012), Los ejercicios de la ofensa (Estados Unidos. 2010)
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