Comandancia central de la policía Estadal ubicada en la calle Navas Spínola. Imagen tomada de aquí. |
EL
PERRO INSOMNE
**Alberto Hernández**
La única manera de entender lo que nos pasa
es a través de un relato. La narrativa del país nos frecuenta en la sombra. La
muerte, la asignatura más reveladora, se nos acerca con tanta indiscreción que
pernoctamos en el cadáver ajeno. Venezuela es un camposanto invadido de tumbas
abiertas. Alguna nos espera. No dejemos que el tiempo señale la hora. Que sea
largo el aliento: es la esperanza de todos. Pero el poder, el trozo de carne
podrida que nos acosa, se empeña en desacreditar la edad, en quitarnos del medio
para él renacer de nuestra descomposición moral y corporal.
Los sucesos de Valencia, la de Venezuela en los que
murieron violentamente más de 80 detenidos en la Comisaría Central de la Navas
Spínola nos lleva la cuenta. No es la primera vez que este régimen comete este
tipo de atrocidades. No es la primera vez que el asombro nos deja sin palabras
y sin acciones.
Son tantas las masacres que perdimos la
cuenta. Las ONG´s se han encargado de hacer el inventario nacional para que los
organismos de derechos humanos hagan su trabajo más allá de nuestras fronteras.
Las calles han sido manchadas de sangre: muertos sonrientes. Muertos
demacrados. Muertos pálidos. Otros torturados.
En las ergástulas chavo/ maduristas los
presos, políticos y comunes, mueren la vida como si ésta fuese una permanente
muerte. No hay quien responda por esos crímenes.
Familiares de los reclusos que murieron durante un motín y un incendio en las celdas del Comando General de la Policía de Carabobo, cargando los ataudes de sus deudos el 29 de marzo de 2018.Imagen tomada de aquí |
Que un numeroso grupo de detenidos haya
sido incinerado y luego tiroteado tiene reflejo en los más brutales eventos
cometidos por los nazis, los fascistas y los comunistas de todo corte, sean
soviéticos (que todavía existen), chinos, coreanos, cubanos, las guerrillas
colombianas, etc; y por los regímenes militares y civiles como los de Pinochet,
Videla, Noriega, Somoza, Trujillo, etc. No hay parangón: todos son asesinos.
Que un grupo de muchachos universitarios
haya sido enviado a las Colonias Móviles de El Dorado o a las cárceles para
presos comunes es un delito de lesa humanidad. La invención de “La Tumba”, creación del
general Rodríguez Torres, no tiene nada que envidiarle a La Rotunda, al Castillode Puerto Cabello de los tiempos de Gómez. No tiene nada que envidiarle a
Guasina, Palenque* u otro reclusorio de los días de Pérez Jiménez. No tiene nada
que envidiarle a la Isla del Burro. Todos los gobiernos tienen sus pecados,
pero éste, éste en particular, se ha ganado todos los trofeos.
Calabozos numerados en la cárcel "La Rotunda" en Caracas. |
Esos muertos de Valencia, los que “vos
matáis” y que “gozan de buena salud” en nuestras conciencias ciudadanas, tienen
dolientes familiares. Tienen amigos. Un país que siente que son parte de su
carne. Más allá de lo que hayan hecho con sus vidas, merecían vivir. Y quienes
cometieron el crimen deben pagar: desde el presidente de la república (conminúsculas), pasando por la ministra de prisiones, el gobernador de Carabobo,
el comandante de la policía y los policías hasta el que negó tales desmanes
para ganarse el salario del terror, un supuesto abogado que se hace llamar
doctor.
Foto del campo de concentración Guasina, inundado por el Orinoco. Imagen tomada de aquí |
Una suerte de perro insomne nos persigue.
Una bestia ciega de odio. Un can diabólico. Un engendro del diablo se ha
aposentado en este país. Los muertos saldrán de sus tumbas a reclamar justicia.
Y lo harán con sus nombres y apellidos.
No es fácil llevar la cuenta de los tantos
crímenes cometidos durante estos casi veinte años de régimen militar. Desde los
sucesos de Zulia y Falcón donde familias enteras eran sacadas de sus casas con
bombas lacrimógenas, mientras los niños se ahogaban. Eran casas en campos
petroleros. El terrible incendio donde fallecieron varios venezolanos en Pdvsa
Occidente, y de cuya humareda salió la voz del que dijo que el show debía
continuar.
General Miguel Rodríguez Torres |
Los presos, siempre los presos. Los
suicidios. El hambre. La gente que come de la basura. Los jóvenes que deambulan
por pueblos y ciudades descalzos, en chancletas, quienes suman más del 40% de
los que han dejado las aulas escolares. Los ancianos que lloran en una cola.
Los que caen infartados. La mujer que muere de hambre acostada en un banco de
una plaza mientras Simón Bolívar se mantiene amarrado a un caballo. El hombre y
la muchacha que fornican en plena calle en presencia de un niño a las 12 del
día. La mano estirada que pide un mango, un pan, un trozo de dolor. Todo eso se
suma a los muertos de Valencia, los de las diferentes cárceles, hospitales
donde no hay insumos ni médicos porque se han marchado del país.
Castillo San Felipe o Libertador en Puerto Cabello |
Las largas colas para escapar de este
infierno. Imagen negada por Maduro, el falso fiscal, los militares, los
hermanos Rodríguez y los tantos otros que engordan a costa de la miseria
colectiva.
Familiares de los reclusos que murieron durante un motín y un incendio en las celdas del Comando General de la Policía de Carabobo, reaccionan frente a una funeraria en Valencia, Venezuela el 29 de marzo de 2018.Imagen tomada de aquí |
No hay paisaje más aterrador que los
montones de cuerpos en los campos de concentración en Alemania. Los cráneos de
los días de Pol Pot en Camboya, los fusilados por el Che, Raúl y Fidel en Cuba,
los ahorcados en cualquier país por pensar distinto, por no contar con el mismo
dios. El fanatismo entonces se ha apoderado de mi país, del país que creía mío.
Del país que creía de mis padres, de mis hijos y nietos. Del país de mis
amigos. Del país de todos.
Deudos de los prisioneros muertos en la comandancia central de la policía estadal en la calle Navas Spinola. Imagen tomada de aquí |
Los muertos de la Navas Spínola de Valencia
enjuician la historia de este pedazo de tierra. Pero sobre todo, marcarán para siempre el nefasto paso por este mundo de quienes se
han creído los dueños de nuestras vidas. De nuestro pasado, presente y futuro.
Esos muertos recorrerán las calles. Y un
perro insomne será quien los guíe.
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*Palenque: Presidio al aire libre ubicado en el estado Guárico creado por el dictador Juan Vicente Gómez en 1926, cuando se inició la construcción en los llanos de la carretera El Calvario – Las Mercedes del Llano, a partir de la troncal Calabozo – El Sombrero donde enviaban a los prisionero, sobre todo los estudiantes o profesionales considerados que actualmente serían considerados presos políticos. En la novela "Fiebre", primera escrita por Miguel Otero Silva, aparece el personaje Vidal Rojas, quien fue conducido a ese lugar. Parte de la Generación del 28 sufrió penurias en ese granzonal bajo el terrible sol llanero. Palenque es descrita por algunos así: “barracas techadas con láminas de zinc, sobre columnas de troncos de palma llanera, sin paredes, cuyo espacio lo ocupaban varias cintas de alambre de púas no muy espaciadas entre sí…dentro de la alambrada, el pollino o excusado”
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Alberto Hernández
Fundador de la revista literaria Umbra, es miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo y colaborador de publicaciones locales y extranjeras. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria.
En Venezuela ha publicado sus trabajos en la Revista Nacional de Cultura, Imagen, Solar, Poda, et al.
Miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo. en “Crear en Salamanca”, página digital de la ciudad castellana. Igualmente, en Cervantesmileshighcity de la ciudad de Denver, Estados Unidos. Y en diferentes blog nacionales e internacionales.
Ha publicado ensayos y textos poéticos en las revistas Turia de España, Arcos de la Frontera, Piedra de molino, España, en Il foglio volante de Italia, ; , entre otras.
Ha participado como conferencista o lector de su obra en varias ediciones de la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (FILUC), en Venezuela.
En 2012 recibió de manos de las autoridades rectorales la máxima condecoración de la Universidad de Carabobo, la Orden “Alejo Zuloaga”, en el marco del X Encuentro Internacional de Poesía de la UC.
En 2018 fue reconocido en la XVII Edición del Premio Anual Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana por su novela “El nervio poético”.
Ha publicado los poemarios La mofa del musgo (1980), Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el libro de cuentos Fragmentos de la misma memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999). Stravagnza (Italia 2012), 70 poemas burgueses (Caracas 2014), Ropaje (Cancún, México. 2012), Los ejercicios de la ofensa (Estados Unidos. 2010)
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