jueves, 27 de agosto de 2020

Alberto Hernández: Para José Pulido el exilio es un aprendizaje desde la pérdida.

Una nota sobre el libro “NUNCA ES UN ARTIFICIO EL VIEJO EXILIO”




Crónicas del Olvido


“NUNCA ES UN ARTIFICIO EL VIEJO EXILIO”, DE JOSÉ PULIDO


**Alberto Hernández**


1.-

El tema, el actual, el que infla las meninges a algunos fabuladores de tesis, porque creen que el oficio radica en escribir una novela desde la perspectiva de una rebuscada peregrinación del yo fuera del afuera. Digo, afirmo, se escribe desde lo que está y no está, desde lo que es y no es: todo lo que es ya ha sido. Y se imagina desde lo que estuvo o está. Con o sin ese yo a veces estorboso. Es decir, se escribe desde las tripas y desde el alma, si es que el alma ya no es también un artificio.

Y desde lo que no está presente en todo ese complejo, como afirma Raymond Jean, quien precisa que todo texto literario está constituido a partir de una ausencia. Una de esas ausencias de nuestra actualidad está en la incertidumbre. Nuestra falta de certeza nos lleva a fijar el ojo en la realidad circundante, tan necesaria para escribir como la ausencia misma.

Raymond Jean. Sophie Bassouls / Sygma / Corbis. Imagen tomada de The national


Trazo estas líneas porque la pose crítica desborda el destino de quienes creen que el éxito (también el arribismo) es el modelo que habrá de convertir nuestra literatura en pieza inmortal. Se deslizan derivaciones para destacar que existe una literatura que no forma parte de los grandes titulares de la aprensa y otra que debe pasar inadvertida porque no está en el “ranking”, no forma parte de ese ´canon´ que prestigia desde las grandes editoriales o grupos de apoyo social, político, familiar, amistoso derivados de viejos acuerdos que distancian y crean muros o alcabalas de contención.

Este impertinente abrebocas aparece en estas líneas porque el tema que ha elegido José Pulido para desnudar su realidad tiene antiguo salvoconducto, como si el exilio no fuese (la flecha va dirigida a los que se revelan más allá de la calle y las pestes prefabricadas o artificiales), en la fritanga de algunos, una dolorosa experiencia, un tema a tratar para desvestir anécdotas o metáforas.

¿O es que acaso la Historia no se forja desde la escritura que retrata la realidad?

La historia no es la realidad. La realidad construye la historia.
Pobre Homero. Pobre Cervantes. Pobre Joyce. Pobre Dos Passos. Pobre Adriano González León. Pobres todos aquellos que crearon miles de ficciones ancladas en la “real edad” que los consumía.

Desde los primeros hombres que pisaron la tierra, la bíblica o la desmelenada de la cultura universal, el exilio ha sido tema para decir, elaborar, pensar, sufrir y construir tradición. De manera que escribir el exilio, desde su hondura, desde la biografía de los desterrados, es tema que no se agota. No es asunto baladí. Por supuesto, siempre está presente aquello de la factura del texto, la calidad del lenguaje, de la estructura, el oficio y el rostro compungido de quien pasa muchas horas frente al papel o la pantalla. Y para afirmar esto recurro a una cita de Leonard Cohen de su libro “Los hermosos vencidos: “El tiempo que uno pasa con el trasero pegado a la silla se refleja en la cara”.



Fijados los carteles que atienden al tema, el lector se sumerge en la escritura de José Pulido: “Nunca es un artificio el viejo exilio”, publicada por Ediciones Pavilo, Colección Manuscritos Madrileños, 2020, con prólogo de José María Muñoz Quirós y epílogo de Enrique Viloria, título que contiene una crítica que hace a un lado la quebrantada tendencia de quienes creen que la realidad no es producto de un imaginario frecuentado en el tiempo que nos toca, en la casa, en la calle, en el barrio, en el país que se escogió para emigrar, etc. Pero sobre todo en la muerte, en las heridas, en la represión, en la tortura, en el poder como noción de crimen y castigo.

Cabe la respuesta a un posible equívoco haber afirmado todo lo que arriba se dijo, pero eso es lo que se ha entendido de ciertos afanes publicitarios acerca de novelas o de libros de poesía, luego de ser asimilados por la anuencia y los aplausos a cierta arrogancia internacional, que se ajusta la correa y afirma desde un lejos casi infinito el placer de ser celebrado. Podría ocurrir que el desaguisado de quien esto escribe sea sólo un desliz que provoque una torcedura de boca, porque es asunto trillado convocar a los duendes y no dar respuesta.

Nada, es sólo una osadía. Eso no podría importar.

Pero salgamos del camarote del barco ebrio, del hundido por el tiempo, y entremos en el libro de José Pulido.

José Pulido en Italia.


2.-

Afirmar “Nunca es un artificio”, nos dice que no se trata de un dibujo, de un invento, de una trácala, de un artefacto para salir volando. Se trata de hechos incuestionables, como lo son la muerte, un disparo en la cabeza o un infarto al miocardio. Y el “nunca” taxativo, explosivo, oclusivo, le añade fuerza, verdad, tiempo. De modo que esa parte del título responde a muchas de las impertinencias asomadas en este intento. Y “el viejo exilio” compone el cuadro de un evento histórico que no termina de ser, que siempre ha sido y que será. Y así, la imagen de Moisés cruzando el Mar Rojo o la larga e interminable fila de venezolanos que pisan fronteras huyendo del hambre y la perversión política de un país arrasado, le siguen dando la razón a la incertidumbre.

¡Cuán importante ante esta realidad podría ser un poema para que se afirme que el tema está demasiado usado como un guante!

En su “Canto a EspañaAndrés Eloy Blanco se hundió hasta los hombros en el mar de Occidente. José Pulido sumergió los suyos en el cielo desde una escalinata, sobre la cual contempla todo el contenido de su poema, de ese que se materializa en una ciudad extraviada, en una costumbre que ha dejado de ser, en el tener que irse del paisaje y hacerse parte de otro que les es extraño.

Mar y cielo, contrarios que se reflejan desde lejos, desde el exilio, sobre una escalinata como soporte del mundo que acoge a los desterrados.

El poeta venezolano de hoy, como el de ayer, se mira desde un yo vertido en plural en la geografía de la memoria, la casi perdida para siempre, en la lejanía de un eco, de un acento, en el país que ha comenzado a ser un recuerdo.

Por aquí pasan la juventud, el trabajo, la edad, las calles y los amigos, la agonía. La muerte. Todas esas limitaciones obligadas por una realidad terrible, que sólo se puede expresar a través de la sensibilidad de un autor, así como se puede mostrar a través de la aguda paciencia de un historiador o la osadía de un periodista.

Este libro de José Pulido, escrito desde la más amable pero también terrible poética cotidiana, establece la idea de que el exilio es un aprendizaje desde la pérdida. Dejar Caracas y ser ahora parte de Génova significa convertirse, ser el otro en el mismo, el que ahora se somete a ser visto de otra manera, el que no es del sitio pero debe asimilarse como tal.

Desde esa perspectiva cabe invocar, nuevamente, la crítica, la del ´libro que vendrá´, como lo ha escrito Maurice Blanchot. El artista, el que escribe, lo hace desde su momento, desde el tema que lo agobia, desde la realidad que lo perturba. Ese “Nunca” imperativo que abre el título niega la equívoca resistencia de quienes ven en la literatura una puerta sólo para expresar “literatura”, es decir, técnicas. Este libro vendrá, quedará por y para decir lo que somos hoy. No en vano seguimos leyendo el país de aquel Pocaterra con grilletes en los tobillos.

José Rafael Pocaterra.



La poesía, como la narrativa, es un reflejo de lo que nos sucede. Parece una perogrullada, pero es preciso recordar –sobre todo a los nuevos lectores o escritores- que somos víctimas de la realidad, esclavos de sus desdenes, y desde ese espacio se hace ficción. Se desdobla quien escribe.

No me fajo con la palabra lírica. Los ´liridas´ o líricos se los dejo a los pajaritos. El poeta es un ser que pisa la tierra. No anda en las nubes, se ha dejado de ser romántico despistado, ese que se corta la venas o se muere de hambre por un amor, razón por la cual el hombre de hoy escribe con todo: con el hedor de las heces, con el aroma de un día, con la puñalada en el pecho, con el pus que emerge de la llaga, con la herida abierta, con las vísceras, con rabia, con un jardín, con el odio o con el amor. Con el cerebro. Pero sobre todo, contra el poder. De modo que se ha perdido aquello de ser un soñador. Hasta los sueños forman parte del exilio. El destierro es una pesadilla. Y muchas veces cuando se sueña se hace con los ojos abiertos frente al pelotón de fusilamiento.

3.-

Van aquí fragmentos de este libro del poeta venezolano de Aragua, en los que se podrían fijar algunos tópicos de lo antes señalado que le dan la razón para escribir sobre el momento que nos abruma, sobre ese “nunca” que jamás dejará de ser. Sobre ese exilio que nos ha convertido, a los que se fueron y a los que nos quedamos, en seres inciertos, acosados por la realidad:

“El cielo hundía mis hombros en plena escalinata. 
¿Qué te corresponde intuir o negar? 
Todo lo pesado es libertad ajena
la tristeza balancea sus brazos en la calle de abajo
la montaña que alivia mis pulmones en su alma de mentol
se dejaba caer

como cuando era niño…”

(***)


“Todo lo que existe y lo que no ha existido
 habitan el ciego espacio que tenemos por dentro,
 digo a la soledad cuyo silencio la mantiene enjaulado (…)

Todo eso que un día nos servirá
para que la muerte sea un borrón tan milagroso como el nacimiento
para que la muerte sea tan leve como la picoteada pelusa de una
pluma…”

Con este libro de José Pulido esta crónica celebra el extenso poema de nuestro autor, quien una vez desnuda su voz para decirnos que el exilio será siempre tema para la poesía, que no se trata de un tema modal, que se trata de escribir para vencer el desarraigo y el terror.

Descarga el libro Nunca es un artificio el viejo exilio pulsando aquí.



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José Pulido. Fotografía de Gabriela Pulido Simne


José Pulido:

Poeta, escritor y periodista, nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.

Vive en Génova, Italia. 

En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.

(Ha fundado y dirigido varios suplementos y revistas de literatura. Si se requiere información detallada sobre estas publicaciones, favor solicitarla a este  correo: jipulido777@gmail.com)

Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras. Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. Participó, en 2012, como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En el 2018 y en el 2019 invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova. 

Publicaciones más recientes:

El puente es la palabra. Antología de poetas venezolanos en la diáspora.

Compilación: Kira Kariakin y Eleonora Requena, para Caritas.

Poeti Uniti per il Venezuela, Parole di Libertà  (Poetas Unidos por Venezuela, Palabras de Libertad) publicado por Borella Edizioni, evento respaldado por la Associazione culturale Orquidea de Venezuela, con sede en Milán.

Poemario Heridas espaciales y mermelada casera editado por Barralibro Editores.


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Alberto Hernández. Fotografía de Alberto H. Cobo.


Alberto Hernández, es poeta, narrador y periodista, Fue secretario de redacción del diario El Periodiquito. Es egresado del Pedagógico de Maracay con estudios de postgrado de Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar. Es fundador de la revista literaria Umbra y colabora además en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Ha publicado un importante número de poemarios: La mofa del musgo (1980), Última instancia (1985) ; Párpado de insolación (1989),  Ojos de afuera (1989) ganadora del 1r Premio del II Concurso Literario Ipasme; Nortes ( 1991), ; Intentos y el exilio(1996), libro ganador del Premio II Bienal Nueva Esparta; Bestias de superficie (1998) premio de Poesía del Ateneo de El Tigre y diario Antorcha 1992 y traducido al idioma árabe por Abdul Zagbour en 2005; Poética del desatino (2001); En boca ajena. Antología poética 1980-2001 (México, 2001);Tierra de la que soy, Universidad de Nueva York (2002). Nortes/ Norths (Universidad de Nueva York, 2002); El poema de la ciudad (2003). Ha escrito también cuentos como Fragmentos de la misma memoria (1994); Cortoletraje (1999) y Virginidades y otros desafíos.  (Universidad de Nueva York, 2000); cuenta también con libros de ensayo literario y crónicas. Publica un blog llamado Puertas de Gallina. Parte de su obra ha sido traducida al árabe, italiano, portugués e inglés. 

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