domingo, 23 de agosto de 2020

“FAHRENHEIT 451” Y LAS BIBLIOTECAS HUMANAS.


Fahrenheit 451 en la edición más popular en Venezuela. La de la Editorial Orbis de 1985



Crónicas del Olvido


**Alberto Hernández**

1.-

Podría suceder –de suceder- que los lectores sientan contra Guy Montag un frío remordimiento por no haberlo conocido a tiempo. O porque éste no haya reaccionado cuando pudo. Podría pasar que emerjan las ganas de pasar un filo acerado por el cuello del exbombero porque sus manos estuvieron cerca de muchos libros que fueron incinerados. O porque pudo esconder algunos volúmenes que eran pateados por su antipática esposa y él no dijera nada. Y una vez que él se alejó del régimen totalitario que violaba hogares y bibliotecas, universidades y escuelas con la criminal intención de acabar con fuego los textos que tanto odiaba el poder, inició un peligroso período que se convirtió en desagravio porque Montag decidió conspirar contra el crimen que los déspotas civiles y militares cometen contra la cultura.

Su mujer, Millie, lo denunció y por eso se convirtió en un conspirador, en un desertor de su oficio de bombero donde compartía la imagen del placer de convertir en pira las páginas de los libros.

Millie decía: “-Los libros no son gente”. Y salía en su carro a atropellar conejos y perros. Porque le parecía divertido.

Su jefe, el insidioso capitán Beatty, depredador que lo tenía vigilado, terminó quemado por el mismo Montag en una arranque de ira, por haber matado a a la joven Clarisse, quien al parecer es la metáfora humana de un libro.

El profesor Faber supo de su inclinación hacia el respeto a la libertad y lo acogió, lo aconsejó, hasta que éste, Faber, también terminó muerto en las garras del Sabueso Mecánico, un perro de metal sincronizado para matar a los enemigos del régimen. Bestia electrónica que es el reflejo de la tecnología de nuestros días.

El mundo se le abrió a Guy en su huida en la que se topó con Granger, el jefe de un grupo disidente de intelectuales que había memorizado muchos libros de autores imprescindibles, con la intención de recuperar el pasado cultural del mundo.

Entre ellos estaban los que se grabaron a Swift, Darwin, Schopenhauer, Einstein, Schweitzer, Aristóteles, Gandhi, Buda, Confucio, Love Peacock, Jefferson, Lincoln y otros tantos.

Ray Bradbury en 1950. 


2.-

En una reunión a cielo abierto, en pleno monte, Guy Montag conoció a las bibliotecas humanas. Es decir, a los libros andantes, “vagabundos por el exterior, bibliotecas por el interior”; bibliotecas de carne y hueso, que servirían para recuperar “el hombre memoria”.

“-Somos ciudadanos modélicos”, dice Granger.

-Bienvenido de entre los muertos.- Montag inclinó la cabeza. Granger prosiguió: -Será mejor que nos conozca a todos. Este es Fred Clement, titular de la Cátedra Thomas Hardigan, en Cambridge, antes de que se convirtiera en una “escuela de Ingeniería Atómica”. Este otro es el doctor Simmons, de la Universidad de California en Los Ángeles, un especialista en Ortega y Gasset; este es el profesor West que se especializó en Ética, disciplina olvidada actualmente, en la Universidad de Columbia. El reverendo Padover, aquí presente, pronunció unas conferencias hace treinta años y perdió su rebaño entre un domingo y el siguiente, debido a sus opiniones. Lleva algún tiempo con nosotros. En cuanto a mí, escribí el libro tituladoLos dedos en el guante; la relación adecuada entre el individuo y la sociedad” y…aquí estoy. ¡Bienvenido, Montag!”.

Montag se identificó como un don nadie, un “estúpido", pero se había leído el Eclesiastés. Por eso fue bien recibido.

3.-

Para los que no creen que la ficción se topa con la realidad, la novela de Ray Bradbury se adelantó a este presente nuestro. “Fahrenheit 451” habla del “Circuito moral”, para hacer referencia a los medios de comunicación controlados por la dictadura. También de “Los Guardianes de la Felicidad”, como aquel ministerio que en Venezuela se creó como una burla.

Una lectura que va más allá de nuestros deseos. Que nos confronta.


Fahrenheit 451. Primera edición.  19 de octubre de 1953



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Alberto Hernández. Fotografía de Alberto H. Cobo.


Alberto Hernández, es poeta, narrador y periodista, Fue secretario de redacción del diario El Periodiquito. Es egresado del Pedagógico de Maracay con estudios de postgrado de Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar. Es fundador de la revista literaria Umbra y colabora además en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Ha publicado un importante número de poemarios: La mofa del musgo (1980), Última instancia (1985) ; Párpado de insolación (1989),  Ojos de afuera (1989) ganadora del 1r Premio del II Concurso Literario Ipasme; Nortes ( 1991), ; Intentos y el exilio(1996), libro ganador del Premio II Bienal Nueva Esparta; Bestias de superficie (1998) premio de Poesía del Ateneo de El Tigre y diario Antorcha 1992 y traducido al idioma árabe por Abdul Zagbour en 2005; Poética del desatino (2001); En boca ajena. Antología poética 1980-2001 (México, 2001);Tierra de la que soy, Universidad de Nueva York (2002). Nortes/ Norths (Universidad de Nueva York, 2002); El poema de la ciudad (2003). Ha escrito también cuentos como Fragmentos de la misma memoria (1994); Cortoletraje (1999) y Virginidades y otros desafíos.  (Universidad de Nueva York, 2000); cuenta también con libros de ensayo literario y crónicas. Publica un blog llamado Puertas de Gallina. Parte de su obra ha sido traducida al árabe, italiano, portugués e inglés. 



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Actualizada el 22/08/2023


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