martes, 4 de septiembre de 2012

La larga y silenciosa pérdida del patrimonio de esta tierra llamada América






La larga y silenciosa pérdida del patrimonio

  La devolución al Museo de Historia Natural del esqueleto de una especie extinta, y que sería el ave más grande conocida, por parte de un museo alemán, reinstala el debate sobre la acción de huaqueros en la pérdida del patrimonio material y la restitución de invaluables piezas que hoy son exhibidas en museos de Europa o colecciones privadas.



Domingo 14 de noviembre de 2010| por Mauricio Becerra


 
A fines de septiembre volvió a Chile el Pelagornis chilensis, considerada el ave más grande del mundo. No voló como lo hacía hace unos 6,8 millones de años, cuando surcaba el cielo del Pacífico. Lo hizo embalado en una caja desde Frankfurt, donde había llegado transportado por huaqueros.

Sus huesos de entre 5,20 y 6,10 metros de longitud fueron hallados en El Morro, en las proximidades de Bahía Inglesa, donde habían llegado a morir desde hace millones de años especies marinas, aves y hasta mamíferos que hoy están extintos. El sitio es conocido por huaqueros, quienes al identificar que se trataba de unos huesos con gran valor paleontológico los vendieron a un coleccionista privado en una feria en Europa, quien a su vez lo vendió al Museo Senckenberg en 35.000 euros.


El valor de este esqueleto es excepcional para los científicos nacionales. Se trata de un ave dentada cuyo diámetro comprueba que hubo especies que alcanzaron los 5,2 metros de envergadura. El fósil está intacto en 70%, pese a que su especie se exterminó hace aproximadamente dos millones de años. Hasta ahora sólo se habían encontrado fragmentos menores.

De no ser porque el museo alemán decidió donar el esqueleto al Museo de Historia Natural, otra pieza más de incalculable valor se hubiese perdido en el permanente tráfico de bienes culturales desde América Latina a museos, universidades o colecciones privadas de Europa y EEUU, efectuada ayer por saqueo conquistador y hoy por la acción incesante de huaqueros. Por ahora, la pieza no está en exposición para el público debido a que el Museo de Historia Natural se encuentra cerrado por los daños que sufrió tras el terremoto de febrero pasado. "Esperamos abrir nuestras puertas el 2012", confirmó María Soledad Villagrán, del museo.

Huaqueros

Lina Nagel, del Centro de Documentación de Bienes Patrimoniales (CDBP) de la Dibam, advierte que "este caso nos muestra, por una parte, que también los fósiles son sacados ilegalmente del país, en donde hay un gran mercado para la adquisición de estos ejemplares, ya sea en Europa y Estados Unidos".

Se sabe que el huaqueo se vale de las rutas destinadas al tráfico de drogas y se liga a estos traficantes al convertir las piezas arqueológicas en moneda intercambiable en el mercado negro. Las piezas de arte indígena o restos fósiles reemplazan a los dólares y se mantienen adornando salones esperando un buen precio.

Así pasó con el esqueleto del Milodón; cerca de cuatro mil piezas desenterradas en Machu Picchu que hoy son parte de una disputa con el Estado peruano y la Universidad de Yale; la mayoría de los códices aztecas y la totalidad de los códices mayas.

Del animal más grande que se ha datado en territorio de Chile sólo queda una réplica en la llamada cueva del Milodón. Un ovejero, cuyo nombre nadie recuerda, Ernesto von Heinz y Hermann Eberhard llegaron a ella en 1885 y abrieron una caja de Pandora a medida que sacaban huesos y llegaban más naturalistas buscando al Yeti de la imaginería decimonónica.

Un capitán náufrago, Charley Milward, que se instaló en Última Esperanza, aprovechó la ocasión para dinamitar la cueva, desenterrar grandes trozos de piel y pilas de huesos del Milodón y enviarlos al Museo Británico luego de un buen regateo. Recibió 400 libras esterlinas. Hoy cualquier chileno que desee conocer dichos restos debe ir a Londres y pagar la entrada al museo.

"Ellos sienten que tienen más derecho a tener ese patrimonio porque están obteniendo dividendos con ellos. Cualquier latinoamericano que quiera estudiar su propia cultura tiene que obtener una beca del más alto nivel y gastar un dineral para ir de museo en museo registrando esas piezas", comenta Fernando Báez, escritor venezolano, quien en su reciente libro, "El saqueo cultural de América Latina", detalla el paradero de los códices aztecas que se salvaron de la hoguera de la Inquisición: la mayoría están en museos de EEUU o Europa.

Del saber de los mayas sólo se conservan pocos códices. Ninguno está hoy en territorio mexicano. El Códice Dresdensis, hoy en la Biblioteca Estatal de Sajonia, Dresden, fue saqueado de la región de Chichén Itzá. Dicho códice muestra los ciclos del planeta Venus y estuvo a punto de ser destruido cuando la ciudad fue bombardeada en 1944.

El Códice Pereziano, que data del siglo XIII, hoy está en la Biblioteca Nacional de París; y el Códice Tro-cortesiano, originario de la península del Yucatán y que contiene la visión astronómica y cálculos temporales mayas, figura en el inventario del Museo de América de Madrid.

La experiencia de Báez en el tema lo hace concluir que "cualquier arqueólogo de los países europeos te habla de cualquier tema, pero cuando le tocas el de la devolución de los bienes culturales saqueados, de inmediato va a decir que es una pregunta inoportuna. Hay un programa mental en los estudios anglosajones y europeos. Es una respuesta automática y muy cómoda, pese a que tenemos ya unos 200 años hablando de estos temas".

Y la lista sigue: El penacho de Moctezuma, último emperador azteca a la llegada de Cortés a México, está junto a un collar de plumas de quetzal, oro y piedras preciosas en el Museo Etnológico de Viena. Báez agrega que "estos bienes culturales son ostentados como trofeos de guerra y ninguno de esos museos tiene la voluntad de devolverlos, ya que eso supondría admitir que están basados en el robo. No hubo préstamo ni obsequio alguno, sino que deberían admitir que sus colecciones fueron fruto del robo".

Así pasó con los códices aztecas: Los códices Bécker I y Vindobonensis Mexicanus 1, saqueado por Hernán Cortés y enviado a Carlos V, están en la Biblioteca Nacional de Viena; el Códice Zouche-Nuttall, que registró a las dinastías de Teozacualco, Culipan y Tilantongo y elaborado por los artesanos mixtecos, está en el Museo de Humanidades de Londres; el Códice Ciuacóatl (también llamado Códice Borbónico) está en la Biblioteca del Palacio de Bourbon en Francia; o el Códice Tudela, que data del siglo XVI, lo tiene el Museo de América de Madrid.

Otra valiosa colección, llamada el Grupo Borgia, que data del periodo Pos-clásico tardío (entre el 1200 y 1300) está en la Biblioteca Apostólica del Vaticano. Pese al valor incalculable de estas piezas para la historia de México, los pedidos de devolución de su gobierno han sido inútiles.

La Biblioteca Nacional de París, por su parte, tiene Los Anales de Tlatelolco, compuesto en 1528, siendo una tentativa de los sabios náhuatl en el uso del alfabeto latino para transmitir la experiencia de conquista que sufrían y una decena de códices aztecas como el Xolotl, el Tlotzin o el Ixtlilxóchitl.

El silencio huaqueo

La mayoría de estas piezas llegaron a Europa luego del saqueo de siglos pasados. Pero si la expoliación de patrimonio cultural fue ostentosa, hoy el huaqueo, práctica silenciosa, clandestina y mucho más difícil de detectar, es la que se encarga de engrosar las colecciones de museos y casas particulares en los países ricos.

Nagel sostiene que "el daño es enorme, ya que el huaquero rompe todas las evidencias científicas del sitio arqueológico, que son irreproducibles. Ellos sacan de estos sitios solamente los objetos comerciables". Daniel Schavelzon, arquitecto y arqueólogo argentino dedicado al tema de la conservación, añade que "un sitio huaqueado se acabó para la ciencia, no hay marcha atrás".

Schavelzon detalla la paradoja trasandina que pasó de ser un país donde casi no había tráfico arqueológico o era muy reducido por su escaso valor en el mercado internacional a que éste aumentara luego de la legislación patrimonial de 2003. Comenta que se produjo "un efecto rebote que aumentó de manera insólita los precios por ser más difícil el acceso a los objetos. Ahora los objetos de culturas antiguas sí son apetecibles por el mercado internacional, lo que incrementó mucho el saqueo en todo el país. Ahora que tenemos una Ley de Arqueología, se aumentó la destrucción".

Ser huaquero además se transformó en una ocupación. Esto, según Báez, "ha contribuido a desmantelar los principios de convivencia dentro de algunas comunidades, ya que se volvió una tradición. El abuelo lo hizo, luego el padre y ahora el hijo por unos dólares han estado vendiendo la memoria de su país".

Pese al daño ocasionado al patrimonio nacional, la ilegalidad del huaqueo hace difícil hacer una estimación. A la situación se suma la no existencia de inventarios de los bienes culturales en la mayoría de los países latinoamericanos contribuye a la pérdida de piezas de gran valor.

En Chile, El CDBP asesora a los museos en el eficiente inventario y documentación de sus colecciones. Nagel cuenta que "el registro de los objetos, además de permitir a los museos controlar sus colecciones y saber exactamente qué tienen, ayuda a la protección de los bienes patrimoniales ante un robo. La ficha de un objeto patrimonial con una información textual y visual permite a la policía la búsqueda del objeto en forma directa".

El arqueólogo argentino acusa que en su país "no existe una cuantificación ni en cantidad de sitios, ni de objetos ni de dinero transado respecto de bienes patrimoniales. Al haberse transformado en un mercado negro, todo es más complejo. Y el que no exista es muy grave, pero son las instituciones de la arqueología las que deberían llevar esas estadísticas año a año".

Compara la situación con Guatemala, donde desde hace 20 años hay listas de sitios mayas con sus planos y la ubicación de cada pozo de saqueo. "Muchos países, incluso Argentina, tenían evaluaciones de salida de objetos y su valor año a año, pero desde que el Estado monopolizó todo, se acabó, nadie lo hace. Hoy no se elabora pensamiento crítico sobre el tema, es como si las leyes cerraran los problemas".

Los investigadores coinciden en que la salida es educar a la población sobre la importancia del patrimonio. Báez propone la formación de los agentes de aduanas y policía para reconocer piezas auténticas de artesanales, una "política legislativa más completa para la definición de bienes culturales, tanto materiales como inmateriales y una interacción más eficiente que detenga los flujos de los bienes culturales, que ataque no sólo a los huaqueros, sino a las fuentes del mercado negro que pagan altas cifras por una pieza inca".

Respecto de la devolución de los bienes, Báez recomienda que "la reacción debe ser de insistencia, de no bajar la guardia y buscar compromisos legislativos a niveles supranacionales que permitan que esos bienes sean devueltos". //LND


  Tomado de La Nación


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