Miguel Angel Asturias. Imagen tomada de aquí |
"Solo el tiempo nos dirá cuanto quedará del llamado Boom latinoamericano."
UNA ENTREVISTA A MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS
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MIGUEL ÁNGEL
ASTURIAS | 17 DE OCTUBRE DE 1968
"Los
premios Nóbel y Lenin no implican compromisos políticos"
Por Lorenzo
Batallán
Su cortesía
emana espontáneamente de su carácter amable y se comprueba sincera y no
producto del ejercicio profesional de la diplomacia. El Premio Nobel agradó a
su espíritu pero no rozó a su orgullo. Al parecer, nada ha cambiado. Solamente
el perfil de su rostro es más oblicuo y el ademán de cadencia más
aristocrática, como corresponde a los grandes arquetipos de la estirpe maya.
Desciende del
avión que le trajo de Bogotá, acompañado del poeta Pablo Neruda. Ambos
viajan con sus respectivas esposas.
¿Qué hubo,
compadrote?, dice sonriendo mientras abraza a Miguel Otero Silva, cuyo
hijo Miguel Enrique es ahijado del novelista guatemalteco.
La entrevista
rápida, precipitada, directa, por el lugar y las circunstancias, no incomoda a Miguel
Ángel Asturias. Con el mismo tono equilibrado responde simultáneamente al
empleado de aduana y al periodista.
—¿Dónde está la verdad de su obra, en lo que
plantea o en lo que afirma?
El novelista
–responde– solamente plantea, no afirma. Aporta situaciones de todo orden y
crea una circunstancia de características diversas que afectan a la esencia
misma del ser humano. No es el novelista quien debe afirmar, solamente
plantear. Le corresponde al lector obtener las consecuencias de la lector
obtener las consecuencias de la lectura y formarse el criterio que le haya
merecido.
—Su literatura ha expresado brillantemente las
fatalidades guatemaltecas y por extensión, latinoamericanas. ¿En qué contribuye
su obra a resolverlas?
—Toda la
literatura nuestra, trata de crear una emoción universal de atención a nuestros
problemas continentales. Esa es la filosofía que recoge y señala el documento
de la Academia
sueca al otorgarle el Nobel: “por el señalamiento que en sus novelas hace de la
realidad latinoamericana”.
—¿Cree usted
que el Occidente contemporáneo es indigno de su cultura y de su herencia?
—De ninguna
manera. Nos hacemos una idea falsa sobre todo lo que se está realizando. La
realidad demuestra otra cosa. Las máquinas electrónicas, el manejo de la alta
matemática y sus conclusiones y hallazgos y toda la poderosa tecnología que
terminará con la conquista de la
Luna antes de 1970.
—¿Su novelística bananera le crea dificultades en
el ejercicio diplomático con algún país determinado?
—No, en ningún
momento y bajo ninguna circunstancia he tenido ni tenía por qué tener el menor
contratiempo.
—¿Qué critica y qué aplaude del llamado boom
literario latinoamericano?
—Todo lo que
contribuya dar a conocer nuestras letras y nuestros escritores merece total
aceptación. Debo decirle que en la creación literaria latinoamericana, siempre
hubo, hay y habrá ese fenómeno que algunos definen como boom. Yo me felicito,
por las letras continentales, que así sea. Ahora bien, en cuanto a su calidad
intrínseca, el tiempo nos dirá cuanto queda y de quién queda.
—¿Los
premios Nobel y Lenin que usted posee, le crean algún compromiso político?
—De ninguna
manera —dice sonriendo. Absolutamente ningún compromiso, ni político ni de
ningún orden.
—¿Está en peligro la libertad de creación?
—Corre peligro
de estarlo. Marcuse define esta situación muy bien y la esclarece, señalando la
alineación del hombre y su desarrollo dentro de la sociedad capitalista y
también socialista, por la exigencia de pensar de determinada manera,
especifica en ambos casos.
—¿Qué opina de esta experiencia cinematográfica?
—Le diré esto.
Si llego a conocer el cine hace 30 años, no me hubiera dedicado a la
literatura. Me gusta mucho. El cine carece de limitaciones y en él, todo puede
suceder simultáneamente. Este poder, me apasiona.
—¿Qué libros debe leer la juventud de 1965?
—Lo que
nosotros hemos leído, más lo que se sigue escribiendo.
—¿Le preocupa el futuro de la población indígena
americana?
—Y el presente
también. Me preocupa muchísimo; en todo momento siento ese (…) y es por el que
sufro y me angustio, mucho más cuando contemplo que no exista una política
social para los niños. En América se discute de todo, se habla de todo, se
practican reuniones para todo y se estructuran ponencias de todo tipo. De todo
y para todo… menos para nuestros indígenas.
Tomado de El Nacional
Actualizada el 29/01/2024
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