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| La escritora norteamericana recibió a 'El País Semanal' en su casa de Portland (Oregón, EEUU). / Dan Tuffs (Getty Images) |
Estimados Amigos
Richard Montenegro
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Harry Potter me parece convencional y predecible.
Una entrevista a Ursula K. Le Guin
“La ciencia ficción es una gran metáfora de la vida”
La octogenaria autora norteamericana, una Swift contemporánea, ha
abordado con maestría la diferencia de sexos, la ecología, los peligros
del poder o los sistemas políticos. Pero desde mundos fantásticos.
Jacinto Antón
28 OCT 2012
Portland (Oregón)
no es Gueden, ni Terramar, ni Anarres, ni ninguno de los otros mundos
imaginados por Ursula K. Le Guin, pero hay que ver lo lejos que está
para una visita rápida. Cuando llego a la puerta de la casa de la gran
dama de la ciencia ficción en las afueras de la ciudad tras un viaje de
9.000 kilómetros y 17 horas, me siento tan extranjero, extraño,
solitario y melancólico como uno de sus viajeros siderales. Falta aún un
rato para la hora de la cita, así que deambulo por la calle flanqueada
de bosques en busca de pájaros con mi pequeño catalejo, lo que no deja
de crear alguna alarma en el tranquilo vecindario. En fin, como dice Le
Guin, un extraño es una curiosidad; dos, una invasión. Hacía calor en el
downtown de Portland, pero aquí arriba se ha levantado un
airecito frío y al cabo de un rato estoy temblando: parece muy adecuado
para visitar a la creadora del planeta Invierno.
Le Guin (Berkeley, California, Estados Unidos, 1929) es la
indiscutible reina y decana de la ciencia ficción y la fantasía, además
de un referente en la literatura más allá de cualquier género. Entre sus
novelas, que abordan a la vez de manera apasionante y reflexiva temas
como la diferencia de sexos, la ecología, los prejuicios, los peligros
del poder o los sistemas políticos, siempre en otros mundos que nos
espejan, se cuentan títulos antológicos que han fascinado a millones de
lectores como La mano izquierda de la oscuridad, Los desposeídos, El nombre del mundo es bosque o Un mago de Terramar.
Es imposible describir la conmoción que provocan esas historias, llenas
de extraña belleza, sentimientos delicados como hebras de plata, sueños
y advertencias. La escritora, en parte una Swift contemporánea, es
autora además de cuentos, ensayos, poesía, libros infantiles y de
fotografía, y un amplísimo reguero de artículos y críticas. De su
influencia baste decir que su adolescente mago es un claro precedente de
Harry Potter y que es imposible ver Avatar sin pensar en alguna de sus novelas. Ahora se publica en España (RBA) un volumen con tres de sus novelas más conocidas, El mundo de Rocannon, El planeta del exilio y Ciudad de ilusiones, agrupadas bajo el título Mundos de exilio e ilusión.

A sus 83 años recién cumplidos (el pasado día 21 de octubre), dotada de
una mente privilegiada, Ursula K. Le Guin, pionera del feminismo
moderno, continúa siendo una activa intelectual, con una opinión
respetada sobre cualquier asunto y que, por ejemplo, ha encabezado una
protesta contra Google por el uso de material con derechos de autor que
se pone en la Red sin permiso. Cuando me decido a llamar a la puerta,
acude la propia escritora a abrir. El pelo corto a lo chico, como lo ha
llevado siempre, le da un curioso aire juvenil y hasta travieso. Pasamos
a un saloncito decorado con sobrio buen gusto y en el que dominan la
penumbra y una atmósfera de paz casi monacal. Se respira una ordenada
armonía que me hace pensar en el interés de Le Guin por el taoísmo.
“Tendrá que ser té, no tengo café”, dice antes de encaminarse a la
cocina y dejarme solo con el gato, un cobby joven y travieso llamado Pard. Regresa con una taza con la imagen de Virginia Woolf (!) y se sienta frente a mí en un sillón.

Ese cartel de la entrada, acerca de cuidar que no se escape el gato…
Es por los coyotes, son peligrosos para él. ¡Esto es el Oeste americano!
Eso me recuerda lo de la serpiente de cascabel con la que se enfrentó una vez.
Sí, he visto muchas e incluso las he comido fritas, pero esa fue muy
especial. Ocurrió en el valle de Napa, en el viejo rancho de la familia.
Estaba en una mecedora en el porche y oí el ruido de los cascabeles.
Estuvimos mirándonos largo rato como si fuéramos los únicos seres en el
mundo. Hubo algo muy intenso entre nosotros. De contacto entre especies
alienígenas. Mi marido, Charles, me ayudó luego a llevarla lejos, sin
matarla.
No se lo va a creer, pero ¿sabe qué he visto en los árboles
de enfrente?: un ave de presa que me ha parecido un cernícalo americano
(‘Falco sparverius’), un gavilán, el apodo de Ged, el protagonista de
‘Un mago de Terramar’; parece un buen augurio para el encuentro.
Imagino que sería más bien un halcón de cola roja, en propiedad un busardo, un águila; hay muchos por aquí.
¿Colibríes?
Claro. ¿No tenéis en Europa? ¿No? Qué
pena. ¿Sabes qué hay maravilloso en las Rocosas?: las luciérnagas
voladoras. Hay seres tan extraordinarios en el mundo… Una vez monté en
una alpaca. Parecen de otro planeta. Y he estado en Australia, ¡eso sí
es diferente! Aparte de ver pájaros, ¿has visto algo de Portland?

He pasado un buen rato en Powell’s.
¡Nuestra gran librería! ¡Una opción estupenda!
Refugiarse en una librería es como disponer del ‘ansible’,
ese instrumento que inventó en sus novelas y que permitía comunicarse
instantáneamente entre mundos. En el viaje, en el que he tenido mucho
tiempo, he releído ‘La mano izquierda de la oscuridad’. Hay tanto que no
recordaba…
A mí me encanta releer, lo que leímos hace 10 años es ahora un libro nuevo, diferente.
Me ha conmovido cuánto hay sobre la amistad.
Filosofía, amistad, traición y fidelidad… amor.
Y en la segunda parte, el viaje por los parajes helados del
planeta Invierno, tirando de un trineo, recuerda las expediciones
polares.
Me encantan los relatos de los exploradores. Pensaba
en Shackleton y Scott cuando lo escribí. Amundsen en cambio no me parece
muy interesante, pero los ingleses eran muy buenos escritores. Por eso
hice que mi planeta fuera así de frío. Para narrar una aventura
parecida. Hay que conocer los hechos para escribir, aunque sea una
fantasía, me gustan los hechos en mis novelas.

Los paisajes, terrestres y extraterrestres, tienen una gran presencia en su obra.
Seguro, son una de las bases de mi narrativa. Empezando por California, donde crecí, y Oregón, donde vivo desde 1958.
Oregón parece hermoso.
Interminablemente hermoso.
¿Ha estado en España?
No, y cómo lo siento. Entonces estaba Franco y no quisimos visitarla. Mi hija mayor vive en Madrid.
¿Sabe? En realidad no es la primera vez que nos vemos. Hace
dos años estuve aquí, en Portland, y tras una larga cola usted me dedicó
‘La mano izquierda de la oscuridad’ en una firma de libros en Powell’s.
Vine entonces para entrevistar a Jane Auel, la autora de ‘El clan del
oso cavernario’. Ya es curioso que las dos grandes novelistas de
Portland escriban una del futuro y la otra de la prehistoria.
La conozco. Tiene mucho éxito. Creo que en realidad no le gusta mucho
escribir. Lo que le gusta es documentarse y estar en contacto con los
científicos, sentirse uno de ellos, ir a las cuevas, esas cosas.
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Ray Bradbury. Imagen tomada de aquí
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Se nos ha muerto Ray Bradbury.
Era un hombre muy
dulce, y genial. Sin enemigos, lo que es mucho decir cuando tienes éxito
y vives en Los Ángeles. Solo nos encontramos brevemente, pero lo quería
mucho. Adoro las Crónicas marcianas, no hay nada igual en la ciencia ficción, me mostró lo que se podía hacer en el género, y Fahrenheit 451 es una parábola perfecta. Otros libros no, demasiado sentimentales para mí.