Saludos, amigos de la página LiPo, buscadores de perspectivas para ver lo que todos vemos desde un ángulo diferente.
Aquí está hoy un texto del poeta Sergio Quitral. Yo lo he visto como una confesión, algo así como el poeta contando lo que tiene en su alma y por ello escribe poesía.
Y si, de una manera de lo más juglaresca y agradable nos cuenta por qué comenzó a escribir y sobre todo por qué ha seguido en ello y por qué actualmente lo sigue haciendo.
Hay frases importantes, y notables en esta confesión, por ejemplo
"la falta de poesía en la poesía proviene de su enfermedad natural que es vivir en la conciencia ordinaria"
Yo he disfrutado mucho estos párrafos, como espero que ustedes lo hagan. Hasta muy pronto, hay mucho por leer, afortunadamente.
Graciela Bonnet
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Sergio Quitral
Deseo comenzar por una auto
interpretación biográfica. Para mi ser poeta es un accidente. Mi profesión
heredada es la de empleado público y la de comerciante. Mis padres fueron empleados de tesorería,
personas de archivos, recuentos, códigos ahora inútiles y dedos pintados de
tinta. Luego vino la dictadura y trastornó todo. Debíamos ser sacudidos en
nuestras vidas para buscar nuevos rumbos y tener una manera diferente de ver
las cosas. Es sobre esto que deseo hablar, sobre la visión de las cosas.
Con el tiempo se aprende a ver de
muchas maneras diferentes. Incluso al revés de cómo se veía originalmente. Esta
interpretación existe más allá de nuestros ojos. Lo que es malo se vuelve
bueno, como en el cuento chino del labrador y su buena o mala suerte (1).
La mirada es muy importante en
poesía, el paisaje construido por el destierro nace desde la mirada de un otro,
siempre extranjero, escondido en el yo ordinario y cotidiano. Ser poeta incluye dos cosas, estar dormido y “despertar”
para ver con otra mirada. No podemos estar siempre despiertos y atentos a todo,
hay largos estados de inercia ante la realidad, por eso uso este verbo en forma
transitiva, como algo que esta ocurriendo. Esta relación con lo poético puede
ser cultivada por mi relación con las cosas. Hay un viejo poema chino que
refleja el problema de la mirada y la relación poética con el mundo
ampliamente: El poema dice así:
“Una
criada lleva un pollo a vender al mercado
El pollo, atado, lanza desesperados cacareos
El pollo, atado, lanza desesperados cacareos
En casa quedan otros pollos picoteando granos
y gusanos
sin sospechar que el compañero va destinado a la cazuela
Para el hombre, todas las criaturas vivientes son iguales;
ordeno a la criada que desate el pollo;
su fin aún no ha llegado
Sigo con la mirada el río que corre al pie y se aleja ondeando como una bandera.”
sin sospechar que el compañero va destinado a la cazuela
Para el hombre, todas las criaturas vivientes son iguales;
ordeno a la criada que desate el pollo;
su fin aún no ha llegado
Sigo con la mirada el río que corre al pie y se aleja ondeando como una bandera.”
Como ven, el tema de este poema son los
pollos pero algo trasciende a ellos y esto es “el destino”. La emotividad de la
vida y la muerte y el reclamo ante el terrible destino que en el caso de los
animales es decidido por el hombre, pero ¿qué hay de la suerte del hombre?, el
río es aquí una figura melancólica que surge a los pies alejándose sin
detenerse. Como ven hay varios estratos en un poema, los inmediatos y
ordinarios en los que vivimos siempre, mientras nuestra conciencia está dormida
y los hechos eminentes o elevados que exigen de nosotros una visión despierta y
trascendente.
Ambas miradas están juntas pero solo vivimos
en la primera. Miramos la vida como algo aburrido y corriente. Esta visión es la visión ordinaria del mundo,
en ella hasta nuestra vida parece eterna y sin cambios, lleno de afanes y
problemas, la energía de este primer mundo dormido, pero que vivimos a
diario, es muy baja y solo requiere de nuestros instintos. En este nivel ordinario
se maneja nuestra vida como si la guiara un piloto automático, la sociedad, la
guerra y prácticamente todo lo que existe sigue su marcha ciega. La poesía no existe en este nivel de ser. Está allí,
pero no la vemos. Algo interior debe ser transformado para darnos cuenta
quienes somos y hacia donde vamos. Nosotros lo sabemos, pero es más plácido
olvidarlo, mantenerlo en el terreno de lo cotidiano. Creando más y más
preguntas sin que dejemos al silencio interno espacio para respirar y existir. Pero
el silencio es la respuesta.
Yo nunca me sentí un poeta público,
hecho hacia fuera, declamador y arrogante, aun no sé qué es ser poeta realmente,
tampoco me adorné con ese adjetivo tan cargado de gloria ante otros, por
razones de pudor. Comencé a escribir poesía a los 16 años, después de nuestro
viaje a Venezuela en 1980 en que todo era descubrimiento, revelación, y
sobretodo aislamiento. Después de Julio de ese año, me quedé escribiendo para
siempre. Ella ( la poesía ) ha ido evolucionando lentamente como un magma que
tiene que ir sedimentando y purificando solo a través del tiempo, la poesía es
para mi como algo que va solidificando y cristalizado desde algo muy ardiente
en el alma, a veces con demasiado esfuerzo buscando una forma y sobretodo su
identidad propia y personal, como el estilo y un manejo natural del lenguaje,
igual que las piedras, los peces, las cosas, han recorrido un largo viaje para
quedar a un lado del camino o para ser parte del camino, aquí hay algo que no
puede ser apurado y cuyo final es incierto.
Todo poeta cree ir en pos de lo
lírico con sus miedos y contrariedades. Entre los ruidosos poetas declamadores
hay también los silenciosos, los tocados por la tragedia, para mi ellos estaban
cerca de la idea y de la esencia de lo
que exige la poesía, la poesía es y fue para mí el silencio, el lado silencioso
de la vida o algo que va hacia el silencio. Silencio que es íntimo con el
hombre. Poesía es aun para mi sinónimo
de íntimo y sacro como lo era para los
antiguos hebreos quienes se reservaban el nombre de Dios porque pronunciarlo
era quitarle su sentido sagrado. Así la poesía no es de los poetas, es el
hombre el que pertenece a la poesía. Si la poesía no pertenece al poeta
exclusivamente es porque ella es
patrimonio de todas las cosas. El poema es una forma de amor, y lo que siente
el hombre, lo sienten todas las especies, lo que el hombre sabe lo sabe todo el
universo. Él hombre es naturaleza igual que el Universo y las fuerzas que
operan en él son las mismas en cada espacio del cosmos. Esa es nuestra verdad, el uno es igual al todo.
Todo es sagrado. Cuando falleció
mi padre, veníamos de vuelta del entierro y dentro de mí creció un gran
silencio. La totalidad se volvió transparente, contemplé las nubes sobre el
pasto, toda la belleza en el universo era como el cristal recién tallado, me di
cuenta que la totalidad del universo estaba en un largo y frágil suspenso, supe
que “el todo” que es algo único y largamente forjado también desaparecería.
Todo lo que contemplamos está suspendido
antes de borrarse. La gracia y la belleza que surge única e irrepetible debe
perderse en un Universo que es también un accidente, una explosión de fuego y
energía que va rumbo a apagarse y toda la solemnidad y belleza extraordinaria del
universo, lo que vemos y lo que no vemos, lo que conocemos y lo que no
conocemos va a desaparecer para crear nuevas cosas quizá, pero lo importante es
el sentido de lo único que llena todo el universo.
Todo lo que podemos
entender de la belleza, la flor simbólica de su orden, coexiste con el latente
final, y en ese momento tuve la certeza
de que “todo es único y bañado por lo sagrado”, así es un consuelo, porque la
muerte hace sagradas las cosas. Solo por eso comparto a poetas con esperanza en
la vida y así todo sufrimiento siempre será bueno vivirlo.
¿ A qué aspira esta poesía que es
solitaria y hecha a la vez para todo lo humano? aspira a lo sublime, como lo
lírico aspira al encuentro con lo abstracto en su puro intento de evocar lo
innombrable, a volar como otros han dicho, en las alas del espíritu. Hay en ella
un aspecto de sublimación. Esta poesía
quiere sublimarse y sublimar lo humano. Aspira a ser también pura aceptando su
impureza, es basta pero quiere cristalizarse por efecto de su amor. El poeta
habrá de morir pero su poesía permanecerá. La vida de cada hombre y mujer, tiene la
necesidad de la perfección, y su sentido es éste, sublimarse. Encontrar lo
sagrado. La vida es la belleza imposible, un poeta debe entender esto,
encontrar algo digno de alabar no se producirá si en él no hay cariño por la
palabra y por aquello que ella describe.
El estilo para todo escritor es
arduo, quizá el estilo es todo, pero su forma no se reconoce sino cuando toda
la vida para uno se ha extinguido. Sin embrago encontré algo extraordinario
como poeta, algo que debo a mi búsqueda y era no hablar de mi mismo sino de lo
colectivo, era esa poesía que habla de miles de personas haciendo lo mismo.
Imaginé a miles de personas barriendo y haciendo sus camas, a miles durmiendo a
la misma hora y amando, como si la mirada
recorriera todo el mundo de un vistazo. No se trata del hombre que sufre
individualmente, sino del aspecto social de ser, y escribí todo un libro como
un fenómeno global. Eso me gusta de mi
poesía, su capacidad de hablar no como un individuo, como hace casi toda la
poesía actual venezolana, necesitaba hablar
por toda la gente, como una coreografía humana que va al ritmo de una
melodía. Todos cierran sus puertas al mismo tiempo, todos cierran los ojos y
todos duermen a la vez, todos sueñan y en sueños son libres. No tienen nombre, no
son diferentes a otros, no son buenos o malos, no son una nación, no importan
sus creencias, todos con sus diferencias son uno solo . El libro anterior “ La
promesa que nos hace la noche” era girar en torno a una cosa. Este me parecía
más aéreo, más libre.
La poesía es algo que debe
encontrarse, así como cada poeta debe encontrarse con ella, es necesario estar
vacío como exige el taoísmo. Matsuo Bashō, el célebre poeta japonés de pleno
siglo XVI contemplaba las cosas durante horas de observación antes de comunicar
una idea sobre ellas. Bashō las “internalizaba” de alguna manera. Un sapo para
él debía ser sentido en toda su soledad como si el poeta fuera ese animal
rodeado de todo el universo.
Matsuo Bashō era un poeta apasionado
de la naturaleza. Como lo fueron los pintores y artesanos en esa cultura de la
perfección. Imaginen una palmera durante
seis horas de observación, ¿qué habrá podido cambiar en ella?, ¿ ha dejado de
ser lo que es?. Bashō hacía mención del estado de sus hojas, de su
desgarramiento ante la lluvia y el viento. Él podía imaginar ese estado
vegetal, sometido a las fuerzas exteriores, sin embargo algo de él frente a la
lucha estaba en calma. La poesía es una especie de vivencia.
Cada vez que uno percibe algo de
manera diferente, en relación con el todo, esta interiorizando la poesía que ya existe potencialmente en el mundo,
pues en esencia todo lo que denota un sentido sublime de belleza desde la cosa
más pequeña a la más grande, desde una burbuja de aceite, en su insondable
perfección y brevedad, que es una parodia del universo hasta el vaho de una montaña,
todo es poético por el poder que encierra una fuerza que las gobierna a ambas.
La fuerza fundamental que creó el
universo aun se manifiesta en las flores, en la gravedad de la lluvia, en la
dinámica del vuelo, en los átomos que pese a su aparente desorden dan sentido a
la arquitectura de toda la materia, todo se mueve en orden incomprensible a
nosotros. Ese ritmo, esa armonía, es siempre constante como nuestra respiración,
para el poeta es arte, pero arte es solo una palabra que quiere decir reunión
de cosas. Según su etimología es igual a religare, “reunirse con Dios” ,
religión, volver a la unidad con el uno, que es todo. Así arte, religión y
poesía que significa simplemente “hacer”
van encaminadas a lo mismo. A integrar lo que está desunido.
La poesía en toda su diversidad , como fenómeno social, parece a veces
algo muerto, ¿La ha matado el capitalismo, este sistema que nos dice que todo
se basa en la utilidad y que debe dar, para su justificación existencial, un
resultado comercial?.No. El poeta debe darse cuenta que su meta no es ser éxito
en ventas, que no busca la fama ni el poder o volverse rico, hay otros caminos
mejores que la poesía para eso, su obligación no es con la sociedad o con Dios,
todo esto está en su camino, pero su viaje tiene otro sentido, yendo solo hacia la experiencia de la totalidad de la
vida está obligado a convencerse de que no necesita allí más herramientas que
su humor y su conciencia, su vida con su éxito y fracaso. Este es el tema profundo de la poesía, la
conciencia que encuentra un mundo que está desapareciendo, fruto de sus mismos
cambios. No aspira al pasado sino a la belleza latente de todo lo que
desaparece. Al darnos cuenta que todo es único, porque nunca en el universo se
repite nada exactamente como el río de Heráclito que es siempre cambiante, comprenderemos
que todo es sagrado.
Le sorprenderá al lector saber que la falta de
poesía en la poesía proviene de su enfermedad natural que es vivir en la
conciencia ordinaria, no ser capaz de trascender la primera mirada. Allí, en la primera conciencia solo hay
agotamiento interior, deseo individual de placer o fama, desgaste y miedo, se
piensa en la enfermedad y en la crisis, en la maldad que parece estar siempre
en aumento y se vive en ese sueño
colectivo que es el de toda la humanidad.
Al traspasar a una segunda conciencia más elevada todo eso desaparece. En
poesía hay solo un camino y ese cultivar el silencio interno, todo lo que en
ella hay de falsedad, de recurso manido, de fetichismo por al palabra retórica proviene
del ruido interior. El Universo procede del aliento primordial, la falta de ese
aliento es la marca de un poema
mediocre, lo contrario para un poema concentrado e intenso. A eso aspiramos
algunos, a estar siempre interesados en la vida, siempre conmovidos,
siempre activos. Busquen en la poesía lo
contrario a la pasividad. No los polos de la descripción ni la imaginación, la
mezcla de ambas es lo humano, busquen lo que no fuese digno de alabar y busquen
allí cómo lo vería un hombre enamorado, así
encontraran las respuestas.
(1) Una historia china habla de un anciano
labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el
caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador
se acercaban para condolerse con él, y lamentar su desgracia, el labrador
les replicó: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe? Una semana después, el
caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos.
Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Este les
respondió: «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?». Cuando el hijo del
labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una
pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador,
quien se limitó a decir: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?». Una
semana más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los
jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del
labrador con la pierna rota le dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte? ¿Mala
suerte? ¿Quién sabe?
Graciela Bonnet
Nació en Córdoba, Argentina, en 1958. Es Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela (1984). Ha trabajado 25 años como correctora de pruebas y supervisora de ediciones por contrato para todas las editoriales venezolanas, entre ellas Monte Avila, Planeta, Biblioteca Ayacucho, ediciones de la Casa de la Poesía, Pomaire, Eclepsidra, Santillana, Editorial Pequeña Venecia, La Liebre Libre. Experiencia de tres años como redactora free lance para una editorial de libros de autoayuda. Escritora fantasma (sin firma) realizó investigaciones para crear libros, novelas, tesis y monografías.Es dibujante amateur. En 1997 el grupo editorial Eclepsidra publicó su poemario "En Caso de que Todo Falle." En 2013 editorial Lector Cómplice editó "Libretas Doradas, Lápices de Carbón" En el año 2000 participó del encuentro de Mujeres Poetas en Cereté, Colombia.
Y su blog es: Graciela Bonnet Vertiente Recíproca
Sergio Quitral nació en 1964, en Chile, residenciado en Venezuela desde 1980. Profesor egresado de la Universidad de Carabobo en Ciencias Sociales. Ensayista en temas de arte y poesía, colaborador de "Tuna de Oro" y revista "Poesía" en la UC. Profesor de Arte del Centro Piloto Luis Eduardo Chávez, del Ateneo de Valencia. Libros publicados: "La promesa que nos hace la Noche", 1er. Premio Bienal "Roque Muñoz", editado por Secretaria de Cultura Gobierno de Carabobo, en la colección María Clemencia Camarán (2002). "La balsa de Medusa" Colección Primer Libro Poesía de la Universidad de Carabobo (2002). "Aquel Viento sin Nombre", edición personal Hermana Poesía (2004). "Sobre tigres, hombres y sueños" Premio Conac, Poesía Concurso Nacional de las Artes, edición "Cada día un libro" (2006) “El reino del pájaro silencioso”, Colección Breves Contemporáneos, editorial El Perro y la Rana, 2009.Caracas. El fuego protector", editorial El Perro y la Rana, 2013,Caracas.
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Sergio Quitral nació en 1964, en Chile, residenciado en Venezuela desde 1980. Profesor egresado de la Universidad de Carabobo en Ciencias Sociales. Ensayista en temas de arte y poesía, colaborador de "Tuna de Oro" y revista "Poesía" en la UC. Profesor de Arte del Centro Piloto Luis Eduardo Chávez, del Ateneo de Valencia. Libros publicados: "La promesa que nos hace la Noche", 1er. Premio Bienal "Roque Muñoz", editado por Secretaria de Cultura Gobierno de Carabobo, en la colección María Clemencia Camarán (2002). "La balsa de Medusa" Colección Primer Libro Poesía de la Universidad de Carabobo (2002). "Aquel Viento sin Nombre", edición personal Hermana Poesía (2004). "Sobre tigres, hombres y sueños" Premio Conac, Poesía Concurso Nacional de las Artes, edición "Cada día un libro" (2006) “El reino del pájaro silencioso”, Colección Breves Contemporáneos, editorial El Perro y la Rana, 2009.Caracas. El fuego protector", editorial El Perro y la Rana, 2013,Caracas.
Actualizada el 16/12/2023
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Actualizada el 24/02/2024
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