El libro Ex sesos y asa res, borrones para versos no
tan perversos de Erro hace un repaso por esa contrapoesía (o mejor) por esa poesía despeinada y sin corsé de
ninguna índole hasta convertir el poema en un animal vivo, en palabra activa,
en metáfora resbalosa. Ender Rodríguez, alias Erro o viceversa, juega con el
poema y pasa revista a las posibilidades de la palabra poética desde sus
distintas perspectivas (el caligrama, el poema-objeto, la guturalidad, etc.) No
escribe Erro una poesía convencional, mucho menos el poema militante, sino más
bien el poema libre albedrío, el poema ebrio, el poema que desentona y no calma
ningún apetito espiritual. Erro escribe hojillas de afeitar, navajas
desprovistas de sutilezas para cortarle la yugular de la mirada al lector menos
atento. El antiprólogo del libro el
poeta César Seco hace su balance tanto del libro y de una poesía creativa y
menos bostezante de lo habitual.
Carlos Yusti
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Antiprólogo para un
libro que epiloga todo prólogo
Parafraseando
mal, muy mal a Borges, la partitura de este libro está en todas partes y en
ninguna. Por ahora no voy a decir el cómo y el por qué, y la razón de la sin
razón tal vez sea porque el acto de prestidigitación escritural que entraña su
libre construcción se nos disolvería en
sesudas sospechas literarias o sería puro alarde pedante del crítico que no
soy. Así que voy de ensayo, nada más.
Borges |
En
este libro no hay intención ninguna de escribir poesía, en el sentido común,
apenas sí, de reescribirla, es decir, en todo caso, no escribirla en ese
lenguaje (lírico o versolibrista) que ya
se le cae la costra de usado, de manipulado entre una y otra versificación, cesanteado
entre los sucesivos ismos o guarimbeado por las falsas vanguardias que terminan
por probar la dulce agua de la tradición y comprobar que no han roto siquiera
un plato de la indomable, siempre libre poesía.
El
autor de estos erropoemas (aquí estoy tentado a decir que antipoemas, pero incluso
en los artefactos del maestro Nicanor hay una intención consciente: romper con
el nerudismo gigantón y melancólico, sacar la poesía de toda insufrible
solemnidad). Ahora bien, qué es esto de erropoemas. Lo que sólo pudo
ocurrírsele a un artista llamado Ender Rodríguez, que bien puede ser un viejo
tipógrafo cansado de los tipos y que los mueve en la mesa más que como
calculadas jugadas de ajedrez, como un le
grand jeu, tan íntimo como espiritual, tan serio como risible; o bien un
encandilado por la mortecina luz que expele la pantalla del monitor y las
palabras le hablan desde el vacío de manera distinta a como soplan al oído del
esteta señorito al que las metáforas e imágenes solidifican línea a línea,
verso a verso, y que muere precisamente en ese que ufanamente se llega a llamar
el poema “bien hecho”, al que se le quita una sola palabra y el edificio se
viene abajo.
César Seco y Ender Rodríguez |
No,
Erro o Ender, ha elegido errar. Esta
escritura lo que supone o invita es a desleer antes que a leer. Es decir, la
punta del iceberg que se desintegra es la del significado, la del sentido, para
que advenga el desdecir, y es aquí cuando aparece su rasgo cuestionador: como
cuando le vi manejando su carrito por las encumbradas calles de San Cristóbal
donde reside: puede manejar en primera, en segunda, hasta clavar el neutro en
condiciones inesperadas, inadvertibles digo (si se trata de su posible lector o
copiloto), pero en retroceso, sólo por necesidad de cruce, de pasar de la
derecha a la izquierda, en un acto que tengo como desmitificador, primero con
el Amor, “palabra gastada, no su sentimiento”, luego con la “voluntad de poder”
(Nietzche dixit) que cada vez es menos humana, demasiado menos humana; entre
tanto que accede al ritual de sus vivencias, a sus años de espabilado en el sarisariñama hasta el corazón de la tura
en la sierra falconiana, no como registro antropológico, sino, acaso, de
nostalgia mágica de “eso” que sabe no volverá a repetirse y de lo cual sólo van
a quedar en el papel trazas, huella de lo invisible de donde provino, dice: Escribir es siempre una pregunta. Este
lector agregaría, un no saber balbuciente, por ello es que la marca visible en
esta escritura es la falta de hilación, de tejido significante, y cuando ocurre
es por la intensión secreta de la poesía, no de su autor.
Foto: sarisarinamavenezuela.blogspot.com/ |
Como
en Octavio Armand, la escritura de Erro “contraria el flujo de lo literario”
para que aparezca otro crear: la aparentemente enloquecida sucesión
tipográfica, el caligrama de la data de Apollinaire, al que junto a su
intención constructiva-figurativa agrega una fuerte dosis de humor negro. Como
diría el mismo Armand: “una escritura
que/ se va de las manos”. No se ahorra Erro el habla soez (no callejera
como en otros poetas nuestros, soez en el hecho de que es muy suya, de su habla
particular, rebelde, nada complaciente), la deja discurrir, sirve a su
cuestionamiento de la cursilería, y no sólo de ésta sino de todo lo que le
parezca pomposo, institucional, amañado, simuladamente abstracto, barroco, o de
lo que en nuestra poesía pasa por sencillo y sólo es sensiblero. Otro tanto
ocurre con las formas escriturales a las que deforma para dar otro forma, como
un artesano que no labora para el mercado: el haiku, el verso breve, el
cuarteto, el terceto en esta escritura son otra cosa.
Foto: sarisarinamavenezuela.blogspot.com/ |
Por
supuesto, este libro se coloca al margen y es bueno que ocurra entre nosotros,
donde la mayoría quiere acceder al “hall de la fama” de los que escriben bien
(bonito cabayo, me diría Ender muerto de risa con una Solera por escanciar).
Corre riesgo, pero jamás irresponsable. Él sabe donde va a caer la piedra
porque conoce el tensar de su onda. El exceso, el borrón: el pago de cuenta del
exceso lo libera el borrón, la tachadura. Conferirle al lector la posibilidad
de desleer, de meditar en otra vía el poema, ya había sido apuntada por
Bataille, y este es un campo que el mismo surrealismo se privó en unas
instancias y es en Artaud, donde se va a abrir un campo luminoso que no inhibe
el dolor, la locura, posibilidades filiales a las que asume este Ender
Rodríguez, con su escritura transgenérica, inusual, rebelde y epifánica a su
manera. Escritura sin limitación de lengua o idioma, escritura mestiza,
globalizada, pero igualmente cuestionadora de la desinformación en los
contenidos virtuales.
Artaud |
Estamos
frente a una promesa nada desestimable en la poesía de hoy. Saludo su riesgo y
su valentía. Creo tan sólo haberme aproximado al por qué y al cómo. Voy a
desleer cuantas veces me sea necesario. Me alumbraré con la lámpara de
Diógenes.
César Seco
Fogaje de arena, marzo,
2013
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Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto.
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Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 40 exposiciones individuales. Fue el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Colabora con las publicaciones El correo del Caroní en Guayana y el Notitarde en Valencia y la revista Rasmia. Coordina la página web de arte y literatura Códice y Arte Literal
Tomado de Letralia
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César Seco.
Poeta y escritor venezolano. Sus libros de poesía publicados hasta 2006 fueron reunidos y prologados por Gonzalo Ramírez en Lámpara y silencio, Monte Avila Editores Hispanoamericana. Con El viaje de los Argonautas obtuvo el premio Bienal de Poesía Ramón Palomares (2005). Ha publicado así mismo Transpoetica, ensayos, por El perro y la rana (2007). Recién ha publicado dos libros que dan continuidad a su obra poética: La playa de los ciegos, Ediciones Imaginaria, y El poeta de hoy día, Ediciones Madriguera. Ha participado en diversos eventos literarios fuera y dentro del país, como el Festival Internacional de Poesía de Medellin (2006), su poesía ha sido parcialmente traducida al ingles, italiano, portugués y árabe sirio.
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