**Alberto Hernández**
Una entrevista bien vale un café, un estado de ánimo en
el que la gracia, esa confirmación benigna de la divinidad, sea parte de las
palabras que esgrime, tanto el entrevistado como el que hace las preguntas.
Lúcidas, a tiempo, el clima de la conversación ahonda en el poema. En la
poesía, en la hondura de su aparición o en el arraigo de sus sonidos y
silencios, pero también en la crítica, en la rozadura de quien emerge y agita
las aguas para buscar en el fondo la precisión en quienes –de un modo u otro-
se zambullen a buscar imágenes.
En este atado de alusiones, en este revelador encuentro,
el poeta venezolano nacido en Chile, Sergio Quitral, hace de las respuestas un
balance de la vida de la poesía que trabaja y el origen de su tránsito por
estas tierras, pero más ese hacer inteligente y bien enhebrado de lo que podría
significar entrarle de lleno a la imaginación y verterla sonidos, silencios,
atascos, salidas. En fin, una entrevista en la que Quitral se pasea por su
intelecto y lo vacía sin ambages en la conciencia de los lectores. Pero más, en
las de los que escriben poesía.
Cuatro preguntas que se convierten en respuestas
conceptuales, cotidianas, personales y ajenas: la poesía viaja en este trabajo
a dúo.
Queda una huella, un “rastro” que edifica la conciencia
de quien lee. Hacer posible el tiempo, la estética y la ética de quien ha
asumido el reto de ser poeta, de haber sido marcado por el imago de esa
perpetración tan delicada.
Un poeta podría ser un santo o un demonio. Ambas
condiciones revelan el momento en que alguien es poseído por la poesía. La
literatura sublima el encuentro, lo matiza, permite que las aguas no se queden
quietas.
He aquí entonces que Quitral hable de la ciencia y de la
poesía. Y que resuelva el asunto de una manera en la que quien lo lee sale
dispuesto a no atenerse a descuidos. Habla para decirnos que el ser humano es
un paisaje que se borra, pero que tiene la capacidad de adquirir la conciencia
del poema si la poesía lo atrapa.
Habla en primera persona sobre sus asuntos. Habla en
plural también desde lo que atañe al otro. Y así, hasta el final de estas dos
voces, entrevistado y entrevistador, anudadas en el progreso de una
conversación enriquecedora.
Cierra el palabreo con “consejos” a los jóvenes que se
arriesgan a escribir poesía.
Una buena ocasión para seguir envuelto por las palabras,
por las buenas palabras que exigen adentrarse en la lectura, en la escritura.
En la aventura de vivir en poesía.
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Entrevista al poeta Sergio Quitral
El poema es el rastro de un estado de conciencia.
Entrevista al poeta Sergio Quitral, por Daniel Oliveros
Tu poesía resalta algunas de las
preocupaciones modernas: el tiempo y la trascendencia, el deseo y la belleza,
la vejez y la muerte, todo, a través de espacios en donde habitualmente no
transita la mirada descuidada, espacios con los que mantenemos relación y en
los cuales permanecemos extranjeros a la experiencia de habitarlos. Tu poesía
los destaca, dándoles otra relevancia mediante el lenguaje que obedece a una
poética al servicio de la exposición de una intrarealidad a través de lo común
y corriente. ¿Cómo se origina y cómo desarrollas ese proceso creativo?
La poesía no ha hecho más que ayudarme a recordar y constatar. Para mí la pregunta en torno al origen de la poesía no es únicamente de carácter literario, si fuese así, la poesía sería un acto intrascendente. Tampoco se trata de mí, como una partícula aislada. El germen de la poesía se origina en la escala de la totalidad. Esa totalidad se encuentra conectada con esta particularidad y viceversa, haciendo un todo. Quiero decir con esto, que la poesía es expresión de una verdad trascendente y no un asunto de palabras estéticas. La conciencia de que no estoy separado de las cosas me hace escribir.
La poesía no ha hecho más que ayudarme a recordar y constatar. Para mí la pregunta en torno al origen de la poesía no es únicamente de carácter literario, si fuese así, la poesía sería un acto intrascendente. Tampoco se trata de mí, como una partícula aislada. El germen de la poesía se origina en la escala de la totalidad. Esa totalidad se encuentra conectada con esta particularidad y viceversa, haciendo un todo. Quiero decir con esto, que la poesía es expresión de una verdad trascendente y no un asunto de palabras estéticas. La conciencia de que no estoy separado de las cosas me hace escribir.
Por ejemplo repentinamente me doy cuenta de que todo ya
sucedió, este lugar, este instante, el jardín donde me encuentro. Este momento
es sólo un recuerdo pero simultáneamente está sucediendo. No soy yo quien lo
perpetúa como individuo, es el tiempo mismo quien lo recuerda. Viajar en esta
visión me ayuda a escribir y descubrir poéticamente. Así que el poema comienza
con un grado de conciencia que las palabras tratan de plasmar y es en este
momento donde ocurre lo literario. Con esta idea viene una segunda conciencia,
que me dice que no sólo este momento sucedió, sino que el resto de toda la
historia humana y del tiempo también están sucediendo justo ahora, la historia
del tiempo fue, y a la vez, sigue siendo en el momento en que estoy solo en mi
jardín. Esta experiencia ocurre en pocos segundos, y la poesía nivelada con
esta conciencia, lo convierte en elevado, yendo incluso donde la experiencia no
puede ir.
Así saboreo algo que puede o no, estar en el poema, pero
que el poema me ayudará a recordar sucesivamente. El poema es la aproximación a
una certeza, una constatación verbal pero que ocurre en otro plano. Podríamos
decir que el poema es el rastro de un estado de conciencia. Así, para mí, la
poesía al igual que el mito, es el recuerdo de la experiencia. Una fotografía
del instante que logra o no comunicar la experiencia real o incluso
trascenderla. Es como un símbolo, todo arte lo es. Nuestro error viene de
interpretar el símbolo por la cosa a la que simboliza. El arte está
continuamente recordando lo trascendente, pero la trivialidad humana confunde
el recuerdo de lo trascendente con lo trascendente en sí mismo.
¿Puede darme la ciencia una idea más poderosa del sentido
de la totalidad que aquella que estoy experimentando como poeta? En el libro
sobre la naturaleza Spinoza dice lo siguiente: los esfuerzos que hace el hombre
por conocer la naturaleza son los esfuerzos que hace la naturaleza por
conocerse a sí misma. El filósofo, el poeta, nuestros sueños, son también
naturaleza, ¿Qué es la naturaleza? Mucho más que el hombre, mucho más que el
pensamiento, deberíamos pensar en esto todos los días porque es asombroso.
El arte ha venido muriendo debido a la trivialización y
esto daña lo sagrado. Una mente trivial es peligrosa. No solamente duerme para
sí misma sino que simultáneamente mata al mundo. Ya no sabemos lo que es la
belleza de los tigres o la presencia subyacente con que fueron construidos los
templos, miramos, pero se nos ofrece algo ya extinto, pues el mundo va
continuamente desapareciendo. Ha muerto también la poesía por exceso de
banalidad. Cuando leo sobre los cultos religiosos antiguos percibo cómo se ha apagado
la esencia del culto a los osos y al alma de los animales salvajes, que son
nuestras primeras manifestaciones de lo misterioso y numínico.
Junto al encuentro con el alma de todas las criaturas
salvajes está el alma universal. Habría que preguntarse ¿Por qué?, ¿dónde está
ahora el alma de la naturaleza?, ¿encerrada en parques y zoológicos?
Uno olvida, y el olvido es peor que el sueño. Esta
ingente banalización del espíritu es expresión de una sociedad depredadora que
sólo vive para la automatización. Marcha como esas botas brillantes en los
desfiles que simbolizan el culto a lo que hay de máquina en el hombre. Es como
el empleado que pone las etiquetas en el supermercado. Nombrar los objetos,
etiquetarlos. Así el poeta nombrando al mundo también se ha vuelto banal y ha
perdido su sentido.
Un poeta para mí, está a medio camino entre dos mundos,
no alcanza a es un ser espiritual, pero tampoco es del todo un ser terrenal,
así el poeta con su intuición salvadora puede liberarse del mundo pero sigue
atrapado en él. Es un chamán que olvidó algo, cree que el poder se encuentra en
las palabras y no es así.
Naciste en Chile, donde transcurrió tu infancia hasta el golpe militar que
te movilizó junto a tu familia a Venezuela, país en el que has publicado toda
tu obra hasta hoy. El concepto del viaje no escapa a tu poesía; observamos,
además del traslado de sentidos y significados a través de la construcción de
tu lenguaje poético, un traslado del cuerpo y las emociones. Un viaje real,
personal, podríamos decir. ¿El movimiento constante entre ambos países ha
afectado el desarrollo de tu poesía?
La separación para mí tiene importancia en varios planos, después de todo
la poesía se compone de este único tema. El poeta está enajenado, separado de
lo que ama, y también por extensión de la realidad que invoca. De otra manera
no habría nada que decir.
La separación hace posible el verbo, el grito, la expresión. Esto se
relaciona con la religión y el éxodo bíblico, los cantos épicos del destierro
del Cid o las miserias de Troya. ¿Que sería Ulises sin el viaje interminable o
Dante que fue capaz de atravesar sin daño el Infierno o el viaje alucinado que
se vuelve un viaje hacia la razón en Don Quijote? He allí que un estado de
separación es la fuente de todos los mitos. Así que el héroe sin el despliegue
de fuerzas que dan inicio a la adversidad y por ende a su crecimiento, quedaría
sin ningún desarrollo.
Respecto al viaje, un poeta para mí es la encarnación de la paradoja,
porque no pertenece ni a este ni a otro mundo, diría que su naturaleza es estar
en medio de un mundo que no es ni terrestre ni celestial. Su viaje es circular
sin pertenecer a nada. Un mundo que no le permite ser del todo aéreo como en el
caso de los mártires y santos, pero que tampoco pertenece al mundo terrestre de
origen. Así la poesía es también una prisión cercana a la locura. Sin embargo
sólo al poeta le es dado contemplar la realidad desnuda en un momento dado, al
igual que Set el hijo de Adán y regresar al principio galvanizado y
transformado.
Set. Icono de Zhdan Dementiev |
En Venezuela, después
de la aparición de los grupos literarios y las llamadas vanguardias a mediados
de los años 60, la crítica parece haber sufrido una condición de nulidad al
momento de definir con precisión la delimitación generacional de sus poetas. Un
vacilante apego a lo etario, fechas de publicaciones, incluso la casualidad o
las relaciones públicas han determinado de manera poco clara los conjuntos de
autores de nuestra tradición. Dentro de ese complejo panorama, ¿dónde ubicas tu
trabajo poético?
La crítica es un corpus complejo y variado que ayuda a comprender qué es lo
que pasa en un país, hacia dónde dirige sus fuerzas, cuáles son sus pulsiones
internas, qué es lo que crea y finalmente qué es ella misma. Dicho corpus
muestra un grado de salud, de vitalidad frente a sí misma, de la misma manera que
la de los artistas se expresan a través de su arte, pues nos dice que hay
intelectuales que se ocupan del tema crítico. Nos recuerda que hay periodistas,
sociólogos, escritores y humanistas alrededor de una sociedad que produce
riqueza artística. La ausencia de crítica es un mal síntoma que nos habla
claramente de una crisis. En muchos países el sistema crítico es resultado de
un largo periodo de silencio impuesto por una prohibición: guerras, ostracismo,
dictaduras. Así la literatura y la crítica que la acompaña es resultado de una
necesidad cultural. Siendo la crítica tan importante como el arte, debiendo ser
fundamentalmente histórica, constante, exigente, monográfica, menuda y
profunda.
Eugenio Montejo |
En Venezuela los años para la génesis literaria se ubica mucho antes de
aparecer una generación de escritores, en un proceso de formación que la
antecede. Esta génesis es la década del treinta, es decir, al concluir una de
las más largas y atroces dictaduras en el país. A esta génesis pertenecen
Rafael Cadenas, Ramón Palomares, Eugenio Montejo, Salvador Garmendia, Adriano González León y un sin número de voces que eclosionan y son la generación del
50 y 60. Lo mejor de esa generación nacida en los ’30 y ’40 es que vienen de
una sociedad atormentada. Es el efecto del siglo más turbulento de la historia,
de un estado militar mundial cuyo grito se apaga finalmente en los ’80.
Así el siglo XX parece concluir en los ’80 y terminar antes de tiempo. Hay
un fenómeno en todo el mundo que es el fin de los absolutos, el término de una
era y esto se produce en los ’80 con la aparición real de la posmodernidad. Es
decir, un nuevo principio que no cree en los mandatos de la gran historia ni en
los patriarcados ideológicos como Jung, Freud, Nieszche o Marx, sino que
comienza un nuevo período conformado por los conjuntos y no por
individualidades, los micro-relatos de la historia y no una única historia. Es
el período de la variedad racial y sexual de la que deviene la nueva era. En
otras palabras, no está conformada por los valores que concluyen con la guerra
fría, sino que corresponde a un tiempo de una nueva génesis. Se ha apagado el
grito del siglo XX y comienza a construirse el siglo XXI.
¿Dónde se ubica mi poesía? En la búsqueda y continuidad
estética que se aleja de la poesía agresiva, como bomba incendiaria o política,
para adentrarse en un escenario más profundo, donde el poeta es un acechador de
la realidad con un profundo sentido de lo sagrado. Somos una línea muy fina de
la poesía subjetiva que escapa a los rastros de la generación beat, que está
presente en casi toda la mala poesía urbana.
Quiere decir que la revista fue un modelo estético de
nuestra juventud. Luego seguimos nuestro rumbo, se acabó todo, nos liberamos de
los talleres y de la mentalidad de taller. Los talleres son dañinos a la larga
y su continuidad es nefasta para un poeta, tanto para el que dicta como el que
asiste, pues conforma una monotonía temática de tipo profesoral y sobretodo
subraya un modelo de tipo estético y moral que en poesía no debe existir.
No fuimos una eclosión grupal, por el contrario gozamos
de una larga preparación. Fuimos el resultado de un imperativo estético pero
también de auto realizarnos interiormente, o podríamos también decir,
espiritualmente.
Adehely Rivero, Carlos Osorio y Reynaldo pérez So en la entrada de la sala de revistas del Departamento de literatura de la Universidad de Carabobo. |
Esta condición moral y sagrada figura fuertemente en
poetas como Carlos Osorio Granado y Adhely Rivero. Para este nivel de auto
exigencia no hay más que halagos. En esta primera generación está presente el
sello que impone el modelo de influencia y se hace reconocible a través de
ellos. Mi poesía conscientemente escapa a este modelo. Este modelo es la forma.
El contenedor, pero creo personalmente que Osorio y Rivero son poetas
extraordinarios y profundamente subvaluados. El tema de lo sagrado, del yo
sagrado, es un distintivo de la poesía mística y está presente en la poesía
venezolana de muchos autores. Creo que este es el signo de mi generación,
aunque no es el único distintivo, está el gusto por la palabra táctil, la
interioridad como paisaje, las atmósferas, los objetos, etc.
Adhely Rivero |
Azul Urdaneta |
Lo que caracteriza a mi generación es el camino hacia la interiorización como vía espiritual, y eso es único. Cintia de Santis, Azul Urdaneta, Luis Alberto Angulo en una vertiente más cínica y beat, Enrique (el gallo) Mujica con temas ya planteados por la generación del 60, como era el desarraigo, la vida rural en la mente del hombre urbano (para nombrar sólo algunos de nuestros poetas que aún siendo de otras regiones pasan a ser valencianos), conforman nuevas líneas de poesía, la sagrada, la rural, la femenina y corporal, también como autodescubrimiento. Todo esto tiene que ver con el desarraigo que genera la ciudad. La apertura de los marginados es propia de los ’80 y no sólo ocurre en Venezuela, es un fenómeno global donde las universidades juegan un papel preponderante. Corporeidad poética y sensualidad, y una interiorización como lugar y paisaje fueron líneas matrices de este nuevo tiempo.
Hoy día, frente
al caos social generado por varios sistemas económicos y políticos, podría
considerarse absurdo e ingenuo dedicarse a la escritura de poesía sin esperar
algo a cambio: reconocimiento oficial, publicidad, lucro; esto se hace más
evidente cuando observamos que los productos editoriales de la industria
cultural intentan disimular su condición y meta natural de mercancía, una
mercancía “reguladora del gusto”. ¿Cómo crees que esta convulsión sociocultural
afecta el trabajo del poeta actualmente?
Cada escritor se verá acariciado por estos dilemas y
angustias del trabajo, incluso donde su campo de compromiso es la poesía y lo
que hace es realmente lo que ama. Sin embargo este poeta no debe descuidar aquí
el sentido de lo grande en relación consigo mismo.
Casi todo lo que existe está expresado en lenguaje
poético. Es fundamentalmente el lenguaje del universo, pertenece asimismo a las
ciencias y matemáticas como a los poetas en una dimensión tanto de orden como
de caos y misterio. Está en las visiones del cielo y del infierno y en las
profecías. No está ausente de los mitos de todos los pueblos, ni en el amor y
dolor o en lo religioso. Fluye con el sentido de lo eterno y lo efímero que
acontece con la desaparición y la muerte. Goza de una variedad de formas
infinitas que subyacen en la música, los cuentos, el teatro y las danzas pero
también está presente donde no existe lo humano.
Esto quiere decir que lo poético es nuestro lenguaje
primordial y no pertenece a una profesión u oficio particularmente. No
pertenece a un país en el primer o en el tercer mundo. No es propiedad de una
cultura, país o individuo. La poesía jamás desaparecerá y las dificultades no
hacen más que fortalecerla. No nos quedaremos tampoco sin trabajo, ya que la
poesía está antes que nosotros y que el trabajo. Ella es también un guía que
disipa la oscuridad y estará presente en el grito del último ser humano en la
tierra.
Con esto quiero decir que no vale la pena preocuparse por
el destino de la poesía. Ahora, en los términos en que está planteada la
pregunta ¿Es absurda la poesía porque no paga o no garantiza los frutos del
prestigio y el esfuerzo? Es aquí un asunto del individuo y no de la poesía. Mi
opinión frente a la poesía como trabajo es que tiene fundamentalmente tres
maneras de realizarse:
1. Como oficio y por lo meramente literario.
2. Para
otros, es decir para el reconocimiento social vivo o después de muerto.
3.
Desde la trascendencia de la escritura, por algo que se propaga más allá de lo
literariamente poético, donde las palabras no siempre alcanzan la experiencia.
Un poeta cree trabajar simultáneamente por las tres
cosas, pero para llegar a entender esto no hay que esperar nada de nadie, sólo
allí la vida aparece despojada de toda mentira. Si el ser profundo del poeta es
banal e inmediato, no podrá escribir desde la muerte. Así, la primera manera es
para cubrir los gastos, la segunda por amor a sí mismo buscando el
reconocimiento social, y en la tercera se está solo. Se trata del
descubrimiento real de la muerte y esto es algo individual, solitario, como la
muerte de un perro. En esta muerte de perro, el poeta puede lograr verse a sí
mismo totalmente desnudo. La poca y verdadera poesía, se escribe desde allí y
eso sucede raras veces.
Hay muchos espacios digitales destinados a la promoción y
difusión del trabajo literario de autores jóvenes, así como una efervescencia
de movimientos editoriales independientes que, más temprano que tarde, darán
testimonio de la claridad o no de sus visiones. ¿Qué le dirías a esos jóvenes,
qué les recomiendas?
Vivimos una era de variadas paradojas. Por un lado la
sociedad humana nunca experimentó un control hegemónico tan total de los
carteles de precios y mercancías, en manos de unas pocas corporaciones con el
suficiente poder económico para adueñarse y controlar todo el mundo físico.
Esto es más que la obra de todos los imperios del pasado juntos, y por otro, la
humanidad nunca gozó de la posibilidad de equilibrar ese poder devorador con el
potente poder individual que ofrece el internet como medio masivo. Así, un
individuo sentado frente a su computador puede interactuar literalmente con el
mundo, sin los intermediarios del orbe físico sometido a otras leyes.
Reynaldo Pérez So. |
La segunda paradoja, es que hay demasiados libros, poetas
y voces circulando en un mundo ya contaminado de libros, poetas y voces. Este
aspecto tiene consecuencias que ahondan en la trivialización. En un medio
plagado de frases, clichés, publicidad, venta de objetos y un grupo de poder
mundial que controla los deseos y las mentes, el poeta y sus palabras ya son
parte de la basura que produce la sociedad a gran escala, de la misma manera en
que el mundo ha terminado por ser un gran mercado mundial de objetos y
chatarra. No se puede lavar la sangre con sangre dice un viejo proverbio que
tomaremos en sentido literal… Imagina a las ranas y sapos cantando de noche,
todos diciendo: yo, yo, yo, yo… Esto es la sociedad contemporánea. No podemos
cambiar el escenario, ni el ruido. La única posibilidad para un poeta, es
hacerse amigo íntimo del silencio. Aprender de él. Es la única manera.
Me pides hablar con los jóvenes y doy siete consejos:
1. Que escapen al modelo existente, el contenedor de su
propia poesía los matará si escriben por ejemplo como Reynaldo Perez Só y lo
tienen a él por modelo, porque el futuro leerá a Reynaldo a través de ustedes.
2. Sean autocríticos, la poesía no brota por voluntad de
su autor, se requiere respirar, en medio de las palabras hay una respiración
desesperada. Esa respiración es más importante que lo que se dice. Ese es el
principio de la autenticidad.
3. Buscar la originalidad no es más importante que crear
un buen poema. Por el deseo de diferenciarse se pierde el sentido del trabajo,
es como el amor o la música, no puede ser más importante la manera que el fin.
¿Qué queda de Trilce? Es original pero es mala poesía. En cambio un poeta tan
retrógrado y conservador como Martín Adán sigue interesando, lo mismo Lope,
Santillana y otros. No se ha perdido la esencia.
4. La originalidad aparece con los propios hallazgos,
auto-descubriendo, como el trabajo de un arqueólogo en sí mismo. Pero ten en
cuenta que si la originalidad puede crearse artificialmente, el buen poema no.
5. Ser demasiado macabro o soez, no te hará mejor poeta,
de otro modo los periódicos amarillistas serian buena poesía y no lo son. No te
parezcas a diarios, revistas y cosas que existen .No te parezcas a nada que siendo
lo que es, es mejor que tu poema.
6. Un consejo moral: No intentes sobresalir por ganar el
aprecio de alguien, la admiración de los otros puede ser una droga que te
convertirá al final en alguien vacío y miserable.
7. Busca lo sublime que se encuentra en tu propia
experiencia actual y pasada. Conéctate con este momento porque la poesía que
emana de estar vivo ahora, se termina en este instante, y este momento no
volverá a repetirse jamás.
Tomado de Poesía UC
Tomado de Poesía UC
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Alberto Hernández
Nació en Calabozo, estado Guárico, el 25 de octubre de 1952. Poeta, narrador y periodista. Se desempeña como secretario de redacción del diario “El Periodiquito” de la ciudad de Maracay, estado Aragua.
Fundador de la revista literaria Umbra, es miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo y colaborador de publicaciones locales y extranjeras. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria.
Ha publicado los poemarios La mofa del musgo (1980), Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el libro de cuentos Fragmentos de la misma memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999). Recientemente ha publicado «Poética del desatino» y «El sollozo absurdo».
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Sergio Quitral nació en 1964, en Chile, residenciado en Venezuela desde 1980. Profesor egresado de la Universidad de Carabobo en Ciencias Sociales. Ensayista en temas de arte y poesía, colaborador de "Tuna de Oro" y revista "Poesía" en la UC. Profesor de Arte del Centro Piloto Luis Eduardo Chávez, del Ateneo de Valencia. Libros publicados: "La promesa que nos hace la Noche", 1er. Premio Bienal "Roque Muñoz", editado por Secretaria de Cultura Gobierno de Carabobo, en la colección María Clemencia Camarán (2002). "La balsa de Medusa" Colección Primer Libro Poesía de la Universidad de Carabobo (2002). "Aquel Viento sin Nombre", edición personal Hermana Poesía (2004). "Sobre tigres, hombres y sueños" Premio Conac, Poesía Concurso Nacional de las Artes, edición "Cada día un libro" (2006) “El reino del pájaro silencioso”, Colección Breves Contemporáneos, editorial El Perro y la Rana, 2009.Caracas. El fuego protector", editorial El Perro y la Rana, 2013,Caracas.
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Actualizada el 24/02/2024
19/06/2024
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