sábado, 12 de marzo de 2022

HUMUS: El mas reciente poemario de LEONARDO ALEZONES LAU

 





Crónicas del Olvido

“HUMUS”, DE LEONARDO ALEZONES LAU


**Alberto Hernández**

1.-

En cada trazo poético hay un dislocamiento, porque la poesía envuelve aporreos, esguinces, amores, vicios, ángeles, nombres, lugares, desviaciones, magias, locuras, aforismos, tentaciones, revelaciones, herencias, largas travesías como extensos poemas aún por escribir porque la página se niega, porque no ha llegado el momento o porque no terminará de llegar hasta que no se alisten los sueños y las pesadillas. Y entonces, alguien pronuncia una palabra y nada queda, sólo el abono, un rayo de sol, las cenizas, la tierra, el humus para sembrar lo que no se sabe sembrar o lo que de alguna manera se aprende a diario desde la misma semilla.

La poesía de Leonardo Alezones Lau en este libro, “Humus”, recoge una totalidad, un conjunto de travesías, viajes desde el adentro y el afuera: desde lo que le dijo su generación, lo que le canta la memoria, lo que le dice la ciudad o el mismo olvido que, en definitiva, no es más que una acumulación de recuerdos que se tropiezan unos a otros y terminan siendo poemas, textos largos o cortos, dos o tres líneas que acaparan en mundo y lo refundan.

En esta nueva aventura de nuestro poeta el lector tendrá la suerte de extraviarse para encontrarse de nuevo con un sujeto multiplicador de imágenes, creador de emociones, de voces que lo confirman el poeta que es desde los otros para hacerse él mismo. 

“Humus” es una confrontación con el mismo autor. Alezones Lau se pasea por muchos temas porque la página en blanco, siempre porfiada, lo obliga a meditar acerca del todo que consagra la existencia: el poeta vive con todos los sentidos, sobre todo si los convierte en el desorden que es la realidad. Desde ellos, desde sus poemas, el autor nos lleva por todos los senderos por donde pasa su curiosidad, su desnuda curiosidad, capaz de decirnos desde qué tiempo y lugar nos habla, desde qué secretos o tentaciones lo hace. Desde la canción que es la poesía, a veces silenciosa, otras concebida desde el ruido de la madrugada revelada por el ruido de los vehículos. Desde el sueño que no termina. Desde el humus donde fue sembrado el padre, el pasado y donde lo será el futuro, los diferentes tiempos debidamente conjugados.

2.-

El poeta se sienta a asumirse palabras, a rescatar recuerdos, a encontrarse. O a extraviarse para luego volver a la línea donde estará el primer verso.

El yo que canta, el yo que es música, alienta el inicio de este libro, y desde la misma primera hoja en la memoria, un 

“SUSTRATO

“Y una vez aquí/ soy parte del dominio/ de la página en blanco

(…) para abatir este silencio”.

La página no se niega, acepta las palabras, los versos, el poema que habrá de fundar a la poesía, al hallazgo, para llegar a expresar que “el arte es cosa del diablo decían”.

Pero igual el autor eleva el comentario:

“cuentan que el ángel/ había nacido/ en un nido de serpientes”.

El poeta se sienta a buscarse, a encontrar lo que a muchos se les ha perdido. 

3.-

La figura del padre, tan revelada en la poesía, está también en la memoria poético/afectiva de nuestro autor. Parte de la tierra, del humus del universo: el padre permanece vivo.

Dice el poeta:

“Mi padre ha muerto/ yo hablo por él”.

Y como si el cuerpo de su padre fuese el propio, afirma:

“me siento a escuchar/ el ruido que hacen mis huesos”,

Y vuelve a los del padre:

“antes de ver tus huesos desamarrarse”.

La poesía rescata la esencia de esa memoria, la hace parte de todos los instantes, y así:

“por iluminados y mortales”,

Permanece el poema en la mirada, en el tiempo indetenible. 

En el capítulo ´La elegía como género literario privilegiado”, parte del libro “El padre, imagen y retorno”, de José “Pepe” Barroeta, nos encontramos con esta nota:

“La exaltación de la figura paterna supone un deseo de repetir la vida, de ser el doble de la muerte, de testimoniar una atmósfera cálida, por ejemplo en Gerbasi…”, y así en estos textos donde el padre de Leonardo es también los huesos de quien los canta.

Vicente Gerbasi.


vuelve Barroeta: “El poeta necesita un padre, un paisaje, un deseo, una esperanza que le sirva de laberinto, de castillo en el que encuentre y pierda el filo del discurso”.


José Barroeta. Fotografía de Héctor López Orihuela


4.-

Entonces, los lugares por donde transita el autor, por donde han vivido los nombres que menciona, los cuerpos que ambulan, el paisaje que se recorre con la mirada detenida en lo alto de los cerros. 


Parte frontal del Centro Comercial Camoruco. Imagen tomada de wikimapia.


Nombra a “Camoruco”, y dice de un sujeto:

“Vi a Jesús y olía a cigarro y colonia barata”, 

y el tiempo de ser en su pequeña geografía:

“la madrugada y el ruido de los carros”.

Tacarigua, la gran laguna, también es espacio para su poesía.

Lugares donde distintos ecos se hacen gerundio de voces:

“me mira mi sombra y no es ella”. 

La metáfora  donde los pájaros también son palabras, y en creaciones como ésta:

“el caballo que bebe/ en la poza donde se abandonan los ángeles/ a veces se sabe unicornio”.

Poetas cercanos, el veguero Adhely Rivero y su conjunción campesina. 


Adhely Rivero. 1995 Fotografía de Yuri Valecillo tomada del libro Rostro y poesía.




Y Tortolero, dicho así:

“mis drogas nunca fueron falsas”, en clara contradicción con el título del poeta carabobeño, lo que alimenta la añoranza y promueve la lectura del desaparecido autor.

Teófilo  Tortolero. Fotografia Héctor Lopez Orihuela.


La ciudad se hace presente. Es parte de todo lo anterior. Los iconos de Valencia, como


Imagen tomada de Foursquare.



HOTEL LE PARÍS 

El recuerdo se mina de fantasmas//dado que no supimos mentir en un poema…”.

El sitio donde el desparpajo juvenil jugó sus tretas con el tiempo.

También “dios me habita / y la palabra me enluta…”.

Después se niega:

“ni soy ni significo”.

Trata de borrarse, de trucarse, pero

“hay mar/ en mi lágrima”,

lo que podría significar que es porque el mar está dentro de él. 

De pronto, una crítica que podría tomarse como un golpe a la realidad colectiva:

“aquí no cabe la sed de ningún redentor”,

Y el lector podrá leer hasta donde llega el contenido de esa oración.

5.-

“una hoja/ no es nada sin el paisaje”.

Esta bella imagen resume a un lector. Lo conmueve, lo hace visible, como a  la misma hoja ante tanta inmensidad. 

Y de nuevo la realidad sufriente:

“irse/ es ese país/ al que diariamente/ todos intentamos salvar”. 

Y que los redentores callen.

6.-

Una lectura al final nos aproxima a Ginsberg:

“TENGO ÍDOLOS

                                      Para mi Generación

Soy el poeta del hongo/ya llegué aquí/ imito para aprender…

Tengo amigos zombies a la droga homosexuales, lesbianas sádicos…”,

la lista es larga y el “Howl”, el alarido del poeta norteamericano, es ocurrencia en quien lee.

El humus, la tierra alimentada, la generación extraviada, reconquistada, la muerte, la reencarnación de las palabras, la poesía a cuestas.


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Leonardo Alezones Lau es poeta, artista plástico egresado de la Escuela de Artes Arturo Michelena, autor del poemario Arcada (2007), Amalivaca (2012) y la plaquette I.N-R.I (2016), actualmente alterna su trabajo literario con una serie de pinturas digitales y se desempeña como Coordinador de las Escuelas de Arte de la Secretaria de Educación de la Gobernación de Carabobo.

Tomado de Ciudad Valencia.

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Alberto Hernández. Fotografía de Alberto H. Cobo.


Alberto Hernández, es poeta, narrador y periodista, Fue secretario de redacción del diario El Periodiquito. Es egresado del Pedagógico de Maracay con estudios de postgrado de Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar. Es fundador de la revista literaria Umbra y colabora además en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Ha publicado un importante número de poemarios: La mofa del musgo (1980), Última instancia (1985) ; Párpado de insolación (1989),  Ojos de afuera (1989) ganadora del 1r Premio del II Concurso Literario Ipasme; Nortes ( 1991), ; Intentos y el exilio(1996), libro ganador del Premio II Bienal Nueva Esparta; Bestias de superficie (1998) premio de Poesía del Ateneo de El Tigre y diario Antorcha 1992 y traducido al idioma árabe por Abdul Zagbour en 2005; Poética del desatino (2001); En boca ajena. Antología poética 1980-2001 (México, 2001);Tierra de la que soy, Universidad de Nueva York (2002). Nortes/ Norths (Universidad de Nueva York, 2002); El poema de la ciudad (2003). Ha escrito también cuentos como Fragmentos de la misma memoria (1994); Cortoletraje (1999) y Virginidades y otros desafíos.  (Universidad de Nueva York, 2000); cuenta también con libros de ensayo literario y crónicas. Publica un blog llamado Puertas de Galina. Parte de su obra ha sido traducida al árabe, italiano, portugués e inglés. 



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