Rubén Osorio Canales (Barinas, 1934-, Isla de Margarita, 2019) |
Crónicas del Olvido
IN LUDO VERITAS
-Alberto Hernández-
I
Los ángeles de Caupolicán Ovalles y Orlando Araujo no dejaban de mirarse de reojo, porque mientras la República del Este le hacía frente a los constantes rumores de golpes de Estado de pocos infiltrados que decían guardar en el baúl de la casa una novela, un poemario o el testamento de un abuelo poeta perdido entre la naftalina y el almanaque de Rojas Hermanos, Rubén Osorio Canales revisaba el ánimo luminoso de algún loco despistado que se colgaba de la solapa de Denzil Romero y, un poco más allá, del sombrero de Vicente Gerbasi, quien recogía con su particular ebriedad las rosas de Canoabo sembradas en la barra. La poesía entonces era una verdadera República, más allá de las borracheras de un tal Platón que se pavoneaba entre las mesas, buscando con insistencia el eco caído del Olimpo, con la esperanza de que alguien le brindara un palo.
Y así, Ludovico, irreverente en el silencio que de pronto lo asaltaba, luego de hacer contacto telepático con su maestro Juan David García Bacca. En verdad, fue nuestra única y verdadera República: no se ufanaba de llevar buhoneros en el alma y menos ocuparse de convocar encuentros de intelectuales, porque todos los conocidos se burlaban de esa vaina entre poemas, cuentos, actores, locuras y buenos tragos, por la gracia de Dios, con la verdadera gracia de la inteligencia, pese a que algunos que por allí pernoctaban, hoy se creen los fundadores de la quintaesencia de una republicana majadería.
Rubén Osorio Canales. |
II
Gracias a Rubén nos enteramos de que la República del Este sigue viva, con sus detractores, conspiradores y golpistas que no pegan una, porque para tumbar ese gobierno se precisa de una muy buena y aceitada artillería despojada de consignas y demás tartufadas de otros tiempos.
Este Rubén Osorio Canales, barinés de Barinas, es abogado para sobrevivir, salido de las aulas de la Universidad Andrés Bello y de la Universidad degli Studi di Roma, y para darle la vuelta al derecho, también estudió dirección teatral en la Libera Academia di Teatro, dirigida por Pietro Scharoff en la capital de Italia, mientras las ruinas del Coliseo miraban en silencio su peregrinación por la Via Appia a galope de duende. También estudió Radio, Cine y Televisión en la Universidad Pro Deo de Roma, por lo que no pasará inadvertido en el momento de aplicarle -a este republicano del Este- la muy agraciada Ley Mordaza. Por aquellos lares se tuteó con Pirandello, O’Neill, Sartre, Hugo Betti al dirigir piezas de estos tipos, siempre presentes cuando se precisa de buscar actores y aventuras. Dramaturgo con cinco obras inéditas, una fuera de ese lote, titulada Mañana será distinto, fue montada en Roma y Florencia, por supuesto, en italiano, en 1964.
Y por ser fundador de una República, por aquello de venir de las tantas perdidas antes de la Independencia y después de ella, incluyendo la cuarta, nuestro amigo y poeta Rubén Osorio Canales ha escrito Imágenes del sueño (1955), Las distancias infinitas (1958), La vida por los pies (1967), Asuntos (1971), La rara tregua (1976) y El nuevo reino (1981). En el morral mantiene otros libros inéditos: Poemas de amor, Extravíos, Estado de sitio, Amigo mío, hermano mío y Ars poética, de próxima publicación.
III
Osorio Canales ha sido profesor en la Escuela de Teatro de la Dirección de Cultura de la UCV, de la Escuela Nacional de Teatro, director General del Inciba (Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes), miembro fundador –ya lo hemos advertido- de la República del Este y redactor de su Carta Magna, inspirada en los héroes civiles, poetas y felices bebedores de caña, Orlando dixit. Por ese mismo sendero fue director de Radio Nacional de Venezuela, de la Televisora Nacional Canal 5 y luego presidente de VTV, sin La hojilla, por supuesto.
Rubén Osorio Canales es gastrónomo de fogón y hornilla, razón por la cual es autor de un libro de 80 platos caseros venezolanos, titulado La mesa compartida, en la que nunca dejan de asistir el pana Jesús y los once apóstoles, porque Judas no hace falta. Y así, para seguir aguándonos la boca, escribe Fogones de Venezuela, sin leña, porque está escasa. Inventó, con todas las de la ley, Las Tertulias en “El maní es así”, y escribe en La Razón la columna “El plato del domingo”, que para muchos es el de todos los días, puesto que es un semanario.
Y así, pasada la larga resaca, nos topamos hoy con este venezolano que asegura vivir en el ostracismo, aunque de ostra nada tiene, pero dicen prepara unos sabrosos guacucos margariteños. Y como la verdad del vino de Ludovico continúa demandando amigos, nos agregamos al juego de la poesía, al placer del afecto. Salud, buen provecho.
(9-12-2004)
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Alberto Hernández, es poeta, narrador y periodista, Fue secretario de redacción del diario El Periodiquito. Es egresado del Pedagógico de Maracay con estudios de postgrado de Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar. Es fundador de la revista literaria Umbra y colabora además en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Ha publicado un importante número de poemarios: La mofa del musgo (1980), Última instancia (1985) ; Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989) ganadora del 1r Premio del II Concurso Literario Ipasme; Nortes ( 1991), ; Intentos y el exilio(1996), libro ganador del Premio II Bienal Nueva Esparta; Bestias de superficie (1998) premio de Poesía del Ateneo de El Tigre y diario Antorcha 1992 y traducido al idioma árabe por Abdul Zagbour en 2005; Poética del desatino (2001); En boca ajena. Antología poética 1980-2001 (México, 2001);Tierra de la que soy, Universidad de Nueva York (2002). Nortes/ Norths (Universidad de Nueva York, 2002); El poema de la ciudad (2003). Ha escrito también cuentos como Fragmentos de la misma memoria (1994); Cortoletraje (1999) y Virginidades y otros desafíos. (Universidad de Nueva York, 2000); cuenta también con libros de ensayo literario y crónicas. Publica un blog llamado Puertas de Galina. Parte de su obra ha sido traducida al árabe, italiano, portugués e inglés.
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