Estimados Amigos
Hoy tenemos el gusto de compartir con ustedes un texto que nuestro amigo Pedro Téllez dedicó a los monosílabos trilíteros del escritor venezolano Santiago Key Ayala. Este texto fue publicado en la edición del año 2007 del libro Cateos de Bibliografía de Santiago Key Ayala realizada por el Fondo Editorial del Caribe.
En esta edición el prólogo fue realizado por el escritor valenciano Carlos Yusti. En este texto Yusti afirma: "Santiago Key Ayala (1874-1959) es un escritor que ha pasado si no inadvertido por lo menos subvalorado el el contexto literario nacional. Algunas antologías de ensayistas lo incluyen, pero haciendo énfasis en sus escritos de caracter historico como para cumplir con el encargo de no excluir a nadie.
La perspectiva distinta sobre este escrior singular me la ofreció Pedro Téllez..."
Disfruten ahora la peculiar perspectiva de Téllez sobre Santiago Key Ayala.
Richard Montenegro
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Pedro Téllez
Santiago Key-Ayala
(1874-1959) fue un bibliógrafo "raro", pues no sólo se ocupó de los
libros raros y curiosos, sino también de los inexistentes. Propuso una
clasificación que incluía libros míticos, quiméricos, nonatos, malogrados y
ajusticiados; Key justifica esta ampliación de sus investigaciones: "El
bibliógrafo está obligado a ocuparse, y lo que es mejor, a preocuparse de esos
engendros, de los cuales unos jamás existieron; otros, fueron concebidos y no
llegaron a nacer; otros no nacieron viables; otros tuvieron muerte accidental y
prematura; otros en fin, fueron ajusticiados, sin que esto quiera decir que su
destrucción fuere justa, ni siquiera disculpable" (Key, 1977). Así Key
se preocupará por las "Memorias" de Guzmán Blanco; las obras
colosales de Félix Bigotte; los manuscritos de Sanz, y las traducciones de
Lucrecio; así mismo se pregunta por la obra perdida de Romero García -alguien
recordaba un baúl lleno de originales- una Historia de Venezuela escrita en laRotunda por el autor de Peonía; o los recuerdos de Heraclio Martín y las
series biográficas de Larrazábal. Todos ellos, libros (quiméricos, míticos,
nonatos, malogrados o ajusticiados) que merecieron su atención.
Es importante recordar,
sobre todo aquí en Valencia, que fue Key quien dio por finalizada la polémica
en torno al "raro y misterioso" libro de José Luis de Cisneros
Descripción exacta de la provincia de Benezuela. Key demostró que fue
editado en Valencia de España y no aquí en 1764, como algunos postulaban.
El título de esta nota
es "Key, monosílabo trilítero y bibliógrafo", pero bien pudimos
agregar "hemero-bibliógrafo", pues se interesó igualmente por
revistas y periódicos. Realizó breves biografías de revistas
"fenecidas" como el Semanario de Caracas donde colaboraron
Miguel José Sanz y José Domingo Diez; también sigue el rastro a una publicación
hebdomadaria como se decía entonces, o semanal: El Canastillo de Costura
que como su nombre sugiere era destinado a las mujeres; El Orbe, un
periódico que medía 66 x 45 mms. y en papel satinado incluía
editorial, crónica, poesías, proverbios y "se dejaba leer"
literalmente de un tirón -micrografía titula Key ese ensayo-; el Parlamento, de
una hoja, y el Centenario de Páez, de cuatro, eran diarios políticos; El Zulia
Ilustrado, mensual, que circulaba desde 1888: "Con el principal objeto
de dar a conocer en el resto del país y en el extranjero al Zulia con todas sus
producciones y bellezas"; además de la América Ilustrada y Pintoresca,
y de la Revista Universal. Todas ellas publicaciones del siglo XIX venezolano,
del cual Key era un experto.
Las revistas reseñadas
por Key eran tan anacrónicas como al lector de hoy podrían parecerles las
publicaciones periódicas desde donde el mismo Key escribía, y, en cuyas
colecciones reposa la mayor parte de su obra. "Recuérdese que a los 60
años sólo había publicado folletos, traducciones, muchos artículos de crítica
los más con el seudónimo de José Montenegro" (Guerrero, 1976).
Publicaba en El País, El Pregonero, El Tiempo, El Progresista, hoy
prácticamente desconocidos. Anota Carreño que "además, ha sido
colaborador de Ciencias y Letras, Cosmópolis, El Cojo Ilustrado,
Atenas, Sagitario, Élite, Bitácora, Revista Nacional de Cultura, y otras"
(Carreño, 1952). De esta última, la Revista Nacional de Cultura en su
etapa 'Pereira' debemos aclarar su situación especial: muerta en vida es
doblemente anacrónica. Hasta su muerte -volvemos a Key, vivió 85 años- colaboró
en El Universal y en El Heraldo, firmando como Montenegro o como
S. K. A, para protegerse de un público que creía potencialmente agresivo, punto
éste que desarrollaremos más adelante.
Key escribió sobre las revistas y desde las revistas, pues no fue precisamente
un "hacedor de libros", su obra está descentrada, y sus libros
propiamente dichos serán las selecciones de un octogenario. Cuando se publica
en 1952 el libro clave Motivos de conversación. Monosílabos trilíteros de
la lengua castellana, su bibliografía para la fecha incluía 18
"entradas": dos libros nonatos, una traducción de Martín- Maillefer,
cuatro discursos y una decena de folletos que integrarían sus obras selectas;
para 1952 se mencionan con sus títulos quiméricos nueve libros inéditos y seis
míticos libros -en preparación- incluyendo una Historia de las
exploraciones del alma de Bolívar. Con estos rasgos editoriales Key será
paradigmático de toda una generación, citemos a Oscar Rodríguez Ortiz,
justificamos lo extenso de la cita: "La dilatación productiva de Santiago
Key-Ayala (sobrevivió temporalmente a todos sus contemporáneos) y la
contracción literaria de Cesar Zumeta actúan como signos del ensayo venezolano
y de la vida intelectual de ese tiempo y otros: los libros tardíos o postumos,
la duda del libro y el rechazo a la superstición del libro, como la ha llamado
Luis Beltrán Guerrero. Su coyuntura de silencio fortalece el papel de la
crónica y el artículo en el ciclo positivista y modernista y da bulto a la
ensayística. A ella confluye la actualidad de muchos órdenes: desde la política
a la información y la crítica. Sus extremos son la paradoja de la literatura
venezolana y de la historia de sus signos escritos: una cultura de la necesidad
fragmentaria del momento. Inconscientemente hay el reclamo de lo mayor, la
angustia de lo que no se fija en libros para permanecer, la exigencia de una
obligación social de concluir en lo palpable, la impertinencia de lo que no
cuajó organizado y se disgregó. Pero para el hecho hay una racionalización
verosímil: todo el país conspira contra lo orgánico. También los tiempos fueron
y serán malos como excusa. Sin embargo, la concreción literaria tropieza con la
gravedad frecuente: el tamaño inflacionario de las letras del país, el dilema
de lo que perdurará. Hay todavía una penúltima pena: toda esa literatura que,
por dispersa en revistas y periódicos, no ha pasado a la historia o lo hace
lentamente, dejando siempre incompleta la verdadera fisonomía de los géneros,
la del ensayo, entre otras" (Rodríguez, 1999).
El boxeo de sombra. En
la penúltima pena señalada por Rodríguez Ortiz, también es Key paradigmático:
su rostro de ensayista está desdibujado en el disperso conjunto de sus
trabajos; se puede decir que su existencia editorial y "bibliográficamente
hablando" se debe a las Obras Selectas de Ediciones Edime
preparadas por Key en 1955, y donde se reeditan completos los Motivos de
conversación. Monosílabos trilíteros de la lengua castellana; de estas
Obras Selectas hay otra edición de 1977. Se trata de una serie de
"clásicos y modernos hispanoamericanos" que incluía a Uslar, Picón Salas e Iragorry. En una reseña de la época, escribe Grases: "De los
cuatro tomos publicados, cada uno tiene su significación y valía. El del Dr.
Key-Ayala, nos parece el más trascendente por las enseñanzas que brinda a los
lectores actuales" (Grases, 1967). Grases le compara con tres de los
mejores ensayistas venezolanos (si no los mejores) y considera a Key y su libro
"El más trascendente", pero su valoración se refiere a la labor
investigativa de Key, y que contrapone al '"rol" de ensayista: "Otros
gustos y otras preferencias atraen a los nuevos escritores, impulsados
probablemente por la brillantez de difusión y consagración, más rápidamente
lograda con la literatura de creación, o con el ensayo y la glosa crítica. El
camino de la investigación apenas se ve transitado y, desde luego, se advierte
un claro menosprecio por los trabajos bibliográficos que en el común sentir
equivalen casi, a malograr tiempo y posibilidades de talento" (Grases,
1967). Grases enfrenta al ensayo con las investigaciones bibliográficas, una
reedición del pugilato entre la crítica literaria y el género ensayístico; lo
interesante es que esa misma contradicción está resuelta favorablemente en el
seno de la escritura de Key, pues sus "investigaciones" no son sino
ensayos donde el contenido merece su continente y, la ironía que les recorre
convoca más al goce del lector que a su sabiduría. Creemos leerle a la luz que
el mismo Key irradia a sus "Conversaciones". Pero ya Grases advierte:
"Sé que se me objetará que es más decisiva siempre la obra de creación
y que con la investigación y la crítica se va a remolque de lo que entrega a la
historia el novelista, el poeta, el cuentista, el ensayista o el dramaturgo.
Reconozco que tiene razón quien así replique, pero no toda la razón, porque la
parte que en toda cultura corresponde al trabajo de crítica erudita y bibliográfica
es, también indispensable, no tan sólo para que el conjunto cultural tenga
fisonomía armónica y no adolezca de la carencia de elementos del propio haber
civilizadores, en cada país, lo que da buena porción de alma y espíritu a la
creación estética" (Grases, 1967). ¿Cómo no estar de acuerdo?
El libro llave de la
primera mitad del siglo XX venezolano. Más allá del boxeo de sombra entre el
ensayo y la crítica, en las obras de Key -es decir, en las
"selectas"- encontramos una convergencia desde la periferia de sus
escritos, hacia los Motivos de conversación: desde el culto al héroe
presente en su Vida ejemplar de Simón Bolívar, y la recopilación de su
descendencia lexicográfica, hasta los Cáteos de bibliografía y su
aluvión hemerográfico; de las anécdotas en Long. Primero a los textos que
reflejan 'momentos de vida y literatura" se preparan tanto el escritor
como el lector para los Motivos de conversación. Monosílabos trilíteros de
la lengua castellana. En verdad sólo por esos ensayos breves Key se
ubicaría en una posición comparable a la de Uslar, Picón o Iragorry, y con un
nivel de escritura ensayística quizás más trascendente.
¿Quiénes o qué son los
monosílabos trilíteros? Citemos a Key: "Están constituidos por una
vocal entre dos consonantes. Pueden considerarse los átomos del idioma. La
vocal hace de protón. Las con sonantes, de electrones. Además, la consonante
inicial y la final poseen cargas eléctricas diferentes, una especie de
sexualidad que les impone funciones bien distintas. El núcleo del vocablo es
con toda evidencia, la vocal. Ocupa el centro y determina la sonoridad del
vocablo. Hija de la idiosincrasia de las lenguas, la sexualidad de las letras
se aprecia por su conducta en los ayuntamientos de los cuales se forman las
sílabas" (Key, 1952). Los trilíteros sobro los cuales nos
invita a dialogar son: Bahi, Boj, Cal, Can, Cid, Col, Coz, ('hal, Don, Dos,
Faz, Fin, Gas, Haz, Hez, Hoy, Hoz, Lar, Ley, Lid, I .u/. I l;n Mal, Mar, Mes,
Mil, Non, Paz, Pan, Par, Pez, Pie, Pre, Pao, Pus. Ras
Red, Rey, Ron, Ros, Sal, Sed, Ser, Sol, Son, Sor, Sur, Tez, Ton, Tos,
Tul, Vez, Vid, Voz.
El libro se inicia con
el monosílabo Pan, y culmina con el monosílabo Fin. La bella edición de la
Línea Aeropostal Venezolana finaliza con el monosílabo Key, redactado en
homenaje modernista por Luis Villalba Villalba. Le denomina: "Llave que
abre el escriño de su amistad sin salvedades". Buscamos en el
diccionario la palabra "escriño" que creíamos un diminutivo de
"escritura", pero en realidad su significado es otro, y el
diccionario reporta dos acepciones: cesta de mimbre que sirve para dar de comer
a los bueyes, y una segunda acepción -seguramente preferida por Villalba- la de
cofrecito para guardar joyas. Nosotros nos quedaremos con ambas definiciones,
tanto joyero, como recipiente para que coman las bestias. Así, buena parte de
nuestros críticos e historiadores de la literatura le han leído como bueyes,
han pasado de largo frente a los valores artísticos de estos ensayos breves.
Pocos son los que dentro del público han leído en él un joyero. Entre ellos
Carreño, Luis Beltrán Guerrero, Vicente Gerbasi, Paz Castillo o Carlos Yusti.
Todos ellos artistas también.
Alguien del público opina sobre Key. Eduardo Carreño, poeta, pero hoy
más (des) conocido tanto por la confusión con el autor de un manual de
urbanidad, como por su vida anecdótica de venezolanos, que dicho sea de paso,
ambos -el de "Eduardo" y los otros fundamentales para comprender la
vida cotidiana en nuestro siglo XIX. El gusto por las anécdotas de Eduardo
Carreño está presente en otros escritores como en el Key que prologó el
volumen, y sirvió de fuente para algunos textos. Pues bien, también Carreño
prologó la primera edición de Motivos de conversación. Monosílabos
trilíteros de la lengua castellana; allí escribe: "Caso curioso,
Key-Ayala, que lleva en su propio nombre el trilítero Key, manifiesta su mayor
simpatía hacia los monosílabos sustantivos que asumen relieve y acortan las
frases en que figuran. Y entre ellos los que juntan en una sílaba tres letras.
Dentro de la estrechez de esos límites, su ingenio se asutila y saca a relucir
tal cúmulo de conocimientos, que asombra y maravilla. Encierra en cortas
páginas un mundo de ideas" (Carreño, 1952). Buscando una radición para
estos textos, Carreño declara que "su prosa de pura estirpe castellana,
viene en línea directa del siglo llamado con toda propiedad de oro"
(Carreño, 1952).
Otro lector (y
escritor) en la misma línea de Carreño nos precisa que Key: "Tiene la
estirpe de Gracián y de Azorín, aun cuando no alcanza la gracia en el vocablo
de uno, ni la emotividad en el paisaje del otro" (Paz, 1964). Paz
Castillo destacará el volumen que motiva esta charla: "entre los libros
de Key-Ayala es de particular interés, por su variedad e ingenio, ese tratado
gracianesco titulado Monosílabos trilíteros de la lengua castellana,
en el cual se muestra, desde el mismo epígrafe del volumen, el virtuosismo del
autor en el idioma. Obra de experiencia y de saber. En ella Don Santiago
derrama en cada trilítero escogido para la prueba, como en un pequeño vaso
hábilmente labrado, todas sus observaciones acerca de las palabras, del arte y
de la vida. Los párrafos de cada uno de los artículos que integran el texto,
son una urdimbre de conocimientos múltiples, unidos principalmente por el
ingenio del autor y por el espíritu de la obra" (Paz, 1964).
Luis Beltrán Guerrero
nota en el estilo de Key: "Metálicos resaltes; sus metáforas, sus
alusiones, constantemente invaden el dominio de la física, ciencia que estudió
con predilección, al lado de Alberto Smith. Pudo tener un más extenso nombre en
el ámbito de las letras castellanas (...) Nunca publicó en revistas ni
periódicos más allá de las fronteras. El interés de sus escritos, máximo
interés, es para venezolanos. Mientras el país sea más respetable, no sólo por
sus recursos económicos, sino por la moral de sus costumbres y el resplandor de
sus ciencias y letras, más se le apreciará" (Guerrero, 1976).
Key opina sobre el público. Definía en otros el libro de jornal como
aquel: "Que no ve la luz de un golpe, sino por anillos, imprimiéndose
en el periódico a medida que se escribe". (Key, 1977). Y así debió ser
el origen de estas "conversaciones" que en 1947 eran 29 motivos para
llegar en 1959 -un año antes de su publicación en forma de libro- a la cifra de
53. También al público confiesa que: "Han venido a mi cerebro y a mi pluma
como emanación directa de mi yo más íntimo". Y ahora pensamos en su
metáfora del "libro jornal": ¿Qué más del árbol que el dibujo de sus
anillos?... Intimidad profanada por el hacha, montejiana hacha de seda, del
lector. ¿Es que el yo íntimo se hace poco a poco, pero se muestra al otro de
golpe, talado? En las "primeras páginas" de las Obras selectas
aclara sus precauciones desde que comenzara a escribir en su adolescencia:
"Desde esa remota época, para resguardarme, intenté una separación lo
más radical posible entre mi persona y el escritor, entre mi yo efectivo y el
otro, entre el que me pertenece por entero y el que pertenece al público, señor
levantisco y arbitrario". (Key, 1977). La arbitrariedad de los
lectores podría llevar a prostituir al escritor, parece temer Key cuando
gracianescamente protesta: "El público pretende disponer del albedrío
de quien escribe para servirse de él a su talante, cual ocurre a las infelices
mozas del partido". (Key, 1977).
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Pedro Téllez y Carlos Yusti |
Los que le conocieron
refieren su carácter difícil, "las peleas con sus contemporáneos",
esa actitud del cascarrabias está presente cuando envidia a los autores que han
logrado crear un seudónimo célebre y prestigioso, seudónimo que "les
sirve de antemural contra el público, mientras, ellos ignorados, y, por lo
tanto libres, señores de sus personas, se escurren por entre los demás, cifra
de muchedumbres, oscura y autónoma. La personalidad literaria de estos varones
prudentes y afortunados emerge de las aguas en que se esconden como un
periscopio. El dueño del periscopio se desliza tranquilo mientras el seudónimo
carga con la curiosidad indiscreta y agresiva de las gentes". ¿Se
trata otra vez de la cerradura del cofre, o del disfraz de cesta para bueyes?
Cerradura o llave, hoy aparecen José Montenegro el nombre y Santiago Key, el
seudónimo de alguien que evitó la vida literaria. La condición de monosílabo
trilítero del tímido autor, autoriza a este público, todavía levantisco y
arbitrario, a leer (o conversar sobre) estos ensayos a través de una clave
autobiográfica.
BIBLIOGRAFIA
CARREÑO. E. (1952):
"Santiago Key-Ayala y su obra". En: Motivos de conversación.
Monosílabos trilíteros de la lengua castellana. Ediciones Línea Aeropostal
Venezolana, Caracas.
GERBASI, V. (1949):
"El diálogo y la cultura. Santiago Key Ayala". En: Revista
Nacional de la Cultura (Caracas) No. 75, Págs.: 191-193.
GUERRERO,
L. (1976): Candideces. Novena serie. Editorial Arte, Caracas.
GRASES.
P. (1967): Gremio de discretos. Ediciones Ariel S.A., Barcelona.
KEY.
S. (1977): Obras selectas. Ediciones Edime, Madrid.
KEY, S. (1952):
Motivos de conversación. Monosílabos trilíteros de la lengua castellana.
Ediciones Línea Aeropostal de Venezuela, Caracas.
PAZ, F. (1964):
Reflexiones de atardecer. Ediciones del Ministerio de Educación, Caracas.
Richard Montenegro. Perteneció a la redacción de las revistas Nostromo y Ojos de perro azul; también fue parte de la plantilla de la revista universitaria de cultura Zona Tórrida de la Universidad de Carabobo. Es colaborador del blog del Grupo Li Po: http://grupolipo.blogspot.com/. Es autor del libro 13 fábulas y otros relatos, publicado por la editorial El Perro y la Rana en 2007 y 2008; es coautor de Antología terrorista del Grupo Li Po publicada por la misma editorial en 2008 , en 2014 del ebook Mundos: Dos años de Ficción Científica y en 2015 del ebook Tres años caminando juntos ambos libros editados por el Portal Ficción Científica. Sus crónicas y relatos han aparecido en publicaciones periódicas venezolanas tales como: el semanario Tiempo Universitario de la Universidad de Carabobo, la revista Letra Inversa del diario Notitarde, El Venezolano, Diario de Guayana y en el diario Ultimas Noticias Gran Valencia; en las revistas electrónicas hispanas Alfa Eridiani, Valinor. miNatura, Tiempos Oscuros y Gibralfaro, Revista de Creación Literaria y de Humanidades de la Universidad de Málaga y en portales o páginas web como la española Ficción Científica, la venezolana-argentina Escribarte y la colombiana Cosmocápsula.
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Pedro Téllez (Valencia, Venezuela, 1966). Ensayista. Conferencista. Bibliófilo. Médico psiquiatra. Ha publicado los libros: Añadir comento (1977). Fichas y remates (1998), Tela de araña (1999), La última cena del ensayo (2005) y Un Naipe en el camino de El Dorado (2007). Ha sido redactor y colaborador en las revistas Poesía y Zona Tórrida, publicaciones de la Universidad de Carabobo. Colaborador en publicaciones periódicas tales como Predios, Arte de leer, Mañongo y Tiempo Universitario. Colaborador en publicaciones periódicas tales como: Predios, Arte de Leer, Mañongo y Tiempo Universitario. Fue redactor de la revista Zona Tórrida.
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