“La literatura
no es simplemente lenguaje; es también voluntad de figuración…”
Harold Bloom
Carlos Yusti
Un indiscutible anticanon
lo estructuró la iglesia cuando compiló aquellos libros que contrariaban los
dogmas sacrosantos. Las autoridades eclesiales consideraron que determinados
libros eran perniciosos y que soliviantaban el bostezo anodino de la costumbre,
sin mencionar que arruinaban la mente y el alma de incautos e inocentes
lectores. Para remediar semejante despropósito decide agrupar en índice todos
aquellos libros más dignos de la hoguera que de una decente biblioteca
familiar. El libro “Index Librorum Prohibitorum” compila, como su nombre lo indica,
en orden alfabético a libros y autores cuya lectura es indigna para el
espíritu. El Índice de libros prohibidos que descansa en mi biblioteca es uno
de mis predilectos; lo atesoro como talismán para exorcizar mis prejuicios a la
hora de leer.
José Carlos De Nóbrega publica
EL
ANTICANON LITERARIO DE CARABOBO. Un bosquejo resbaladizo, editado por
Fábula ediciones. Este anticanon, no tan cerrado y adusto como el índice (y no
tan santo claro) reúne a una serie de autores y un conjunto de obras que
podrían ser catalogadas como indispensables leer. Este anticanon de nuestro
estimado De Nóbrega a diferencia del índice no se ciñe a un orden rígido, sino
más bien aleatorio; mucho menos se esmera en resaltar clásicos ya que su
preocupación va la caza de una serie de autores cuyos libros quizás no resistan
el tiempo, o no lleguen a futuro sufriendo nuevas lecturas y despertares. Si un
canon literario va a lo seguro, es decir apoyándose en escritores clásicos que han
resistido todas las tempestades y han sobrevivido, incluso a este tiempo de megabytes
y libros electrónicos. Por eso es que Harold Bloom en su libro “El canon occidental” acota: “El canon,
una palabra religiosa en su origen, se ha convertido en una elección entre
textos que compiten para sobrevivir, ya se interprete esa elección como
realizada por grupos sociales dominantes, instituciones educativas, tradiciones
criticas o, como hago yo, por autores de aparición posterior que se sienten
elegidos por figuras anteriores concretas”.
Harold Bloom |
El canon de Bloom es tan
caprichoso como el anticanon escrito por De Nóbrega. Si el primero responde al
criterio ya expresado por el crítico estadounidense, el segundo se va por el atajo
de la simpatía y la amistad que despiertan algunos libros y uno que otro autor
(cuestión que De Nóbrega no oculta, sino que más bien lo expone sin prurito);
por supuesto en el anticanon priva el gusto interesado. Aunque el autor postule
que su libro busca más bien evidenciar el trabajo literario con cierto espesor
de constancia, disciplina y cosa o como él lo escribe: “Este trabajo
ensayístico, no en balde su provocador título, no pretende una visión parricida
o nihilista de la literatura en el estado Carabobo, Venezuela. Por el contrario,
propone una muy personal consideración de autores y obras representativas de la
región”.
Milagro Haack |
No obstante el anticanon
marca distancia por su estilo desencuadernando (aunque lamento que no sea un
breve tratado de parricidio) y su tono desfachatado e irónico busca deslindarse
de esa investigación académica tan envarada para dar rienda suelta a un afán
lector fuera de pautas y estrecheces valorativas. Este anticanon busca punzar
la memoria tan perdida estos días o como lo escribe el propio autor: “Las obras
y los autores reposarían en los mausoleos infames de bibliotecas, centros
educativos y culturales carentes de vivacidad. Este anti-canon, reiteramos,
procura un combate insomne a la desmemoria y el mal de sueño que en este
instante padece con intensidad la ciudad de las naranjas tropicales, el lago en
el que vomitan el detritus sus factorías y hogares, y la indiferencia de buena
parte de su sufriente e insufrible ciudadanía”.
Iris Meneses. Imagen tomada del libro Rostro y Poesía del año 1996 |
Sobre esos autores
dejados al margen de este anticanon De Nóbrega escribe: “Esta muestra
polifónica carabobeña está incompleta, pues en nuestra mesa de trabajo tenemos
pendiente la lectura crítica de autores como Rafael Arvelo, Otto D’Sola, Felipe
Herrera Vial, Pedro Francisco Lizardo, Harry Almela, Carlos Ochoa, Julio Rafael
Silva, Rómulo Aranguibel, Francisco Martínez Liccioni, Maritza Jiménez, Milagro
Haack, Iris Meneses, Armando Amanaú [un escritor inclasificable], Luis Eduardo
Gallo, Rumilda Jiménez, Luis Cedeño, entre muchos otros.
Otto D’Sola |
Escribir en Valencia
siempre ha sido una actividad compleja. Algunos factores síquicos, no es
gratuito que tengamos un manicomio, y otros de orden político conspiran contra la creación literaria y no
por casualidad el autor del anticanon anota: “La composición multinacional de
la escritura en Carabobo, está marcada como tatuaje incómodo y simbólico por
una serie de circunstancias históricas y sociológicas como la industrialización
de Valencia a partir de la década de 1950, la condición de efímera capital
portátil de la república en el siglo XIX, el terrorismo mítico que todavía
inspiran el Tirano Aguirre y Boves, la destrucción del proyecto bolivariano de
la Gran Colombia y el indeseable sesgo conservador de la bien llamada
Valencianidad”.
Felipe Herrera Vial |
Este anticanon se me
antoja una curiosidad lírica por parte de José Carlos De Nóbrega, un vuelo
rasante (sin motor claro) por algunos autores y por esos libros que uno ha
dejado como olvidados a la espera de renovadas relecturas. Este vuelo posee
cierta alquímica música debido a que es una reconciliación con la palabra
escrita en la que se encuentra una realidad menos tiránica y si más profunda.
Vuelo no oficial que nos sitúa en esa realidad pensada desde las palabras,
desde su belleza arquitectónica y desde esa metáfora que pisotea de alguna
manera esa realidad nefasta creada desde el poder político que se adereza de
engaños y discursos recargados de artificialidad y mala literatura.
Harry Almela |
Un canon (o su opuesto)
es en suma algo así como un santoral y el escritor más que ser leído, o
sobrevivir a los avatares del tiempo, se preocupa de eso que inquieta tanto a
Bloom como es lograr cierta estética al momento de utilizar las palabras de
siempre. Esmerarse con ese complicado arte de las palabras sería el fin último
de todo artista de la escritura. Los escritores municipales y de la comparsa a
su modo también batallan para que sus libros no sean bodrios en la mesa de los
más vendidos (o formen pasto de ediciones de lujo editadas por los bancos o la
secretaría de la presidencia). Ya que muy en el fondo un escritor, coloquemos
por caso a Paulo Coelho, lo que en verdad quiere es ocupar su lugar en el
santoral donde se encuentra Jorge Luis Borges (independiente que algunos libros
de Coelho, por azar, tengan títulos similares con ciertos textos del escritor
argentino). Y Bloom propina una buena estocada: “La verdadera utilidad de
Shakespeare o de Cervantes, de Homero o de Dante, de Chaucer o de Rabelais,
consiste en contribuir al crecimiento de nuestro yo interior”. Cuestión que
Coelho y compañía han tratado de hacer, digo yo ¿no?.
Luis Cedeño. Foto de José Antonio Rosales. Fotografía tomada de Biblióntecario |
Contrario a Bloom creo
que todo escritor y todo libro son prescindible y no, ya que lo importante es
que la palabra escrita siga fluyendo, con sus altas y bajas estéticas, que
prosiga moldeando nuestro sentido de humana sensibilidad algo así como hace el
agua con las montañas.
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Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto.
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Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 40 exposiciones individuales. Fue el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Colabora con las publicaciones El correo del Caroní en Guayana y el Notitarde en Valencia y la revista Rasmia. Coordina la página web de arte y literatura Códice y Arte Literal
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