domingo, 21 de octubre de 2018

Ludoteca en Valores








Ana María Marín/Carlos Yusti


He logrado ser medianamente  mejor gente debido a dos cosas, y de las cuales no tuve noción en su momento. Una fue que durante mi infancia, a pesar de haberme criado en el Barrio Bello Monte 2 (de la zona sur de la ciudad de Valencia), jugué mucho. Primero solo, mis otras tres hermanas no compartían muchos juegos conmigo, y después con otros niños del barrio. Realizo un vistazo retrospectivo de mi niñez y siempre me veo jugando con carritos, un fuerte de vaqueros de madera con sus apaches y vaqueros. Estoy allí en las calles del barrio jugando metras o volando papagayos con Tijo, Chiquito, Toño, Oswaldo. O jugando pin-pong con una mesa improvisada con el catire, con Humberto. Si no jugando ajedrez con Barquisimeto.

Lo otro fue que durante la adolescencia leí a mis anchas tumbado en el sofá de la sala. En ese tiempo devoré todos los suplementos posibles, todas las novelitas vaqueras y todos los clásicos como Balzac, Sthendal, Proust, Quevedo, Calderón de la Barca, Gide, Wilde. Juego y lectura fueron los componentes esenciales para mi formación.

Todo este bagaje de lectura y juego me ha permitido embarcarme con otros soñadores (la gente de la asociación civil TEPUI (https://tepui.ch/) , en la creación de LUDOTECAS en las escuelas. Con un país tan desmantelado como el nuestro hoy en día, embarcarse en semejante empresa es más bien una locura. No obstante con sus contratiempos de rigor se avanza.

¿Cuál es la importancia del juego?

El juego, sin espíritu de competencia o ganancia, no tiene un producto final, es si se quiere una actividad que sirve para algunas importantes cuestiones, ya que motoriza una serie de actitudes vitales que transforman al individuo que juega. El juego conlleva una sensación de exploración y descubrimiento y viene a ser una especie de “ensayo para la vida” ya que permite la resolución de posibles situaciones problemáticas, lo que produce en el jugador subrayados y significativos cambios personales. El juego activa y edifica las relaciones humanas. Jugando, las personas intercambian estímulos sin prejuicios ni ataduras y se preparan para encarar aquellas situaciones esenciales que le van a permitir delinear su propia identidad. Y algo que parece puntual es que el juego ayuda al jugador a darle importancia a
sus propios errores o fracasos, y  esto de alguna manera endurece su resistencia a la frustración.





 ¿Por qué una ludoteca?

Educar no es instrucción (aprender matemáticas, castellano, etc.), sino introyectar y fortalecer valores como la honestidad, la responsabilidad, el respeto, la tolerancia. La ludoteca puede ser el epicentro ideal para el fortalecimiento de valores tan dejados al margen en estos globales días.

La ventaja de la ludoteca es que refuerza el trabajo colectivo, cuando un padre compra un juguete a su hijo, el niño es su dueño y puede romperlo, destruirlo, compartirlo etc., queda a criterio del niño y al equilibrio que puedan tener sus padres; mientras que en la ludoteca los juguetes son colectivos, son de todos y no tienen dueños, pero lo pueden disfrutar a sus anchas y por lo tanto  deben cuidarlo, mantenerlo y devolver en buen estado como se lo entregaron y con todas sus piezas. Esto permite reforzar la honestidad el niño no se lleva el juego aunque le guste y lo desee, lo comparte y lo disfruta, es responsable porque responde por lo que le entregaron, sin darse cuenta está aprendiendo a ser responsable, honesto, a ser solidario a ser tolerante, en fin a ser ciudadano.

Aparte de introyectar valores tratamos de convertir los libros y la lectura en juegos inesperados a través del Libro de artista, la pesca del cuento, la cadena del ¿quién soy?. Que la lectura también sea una experiencia creativa y placentera.

Otra innovación que buscamos con estas ludotecas es que el niño o niña pueda llevarse el juguete a la casa. Que los padres, familiares y vecinos del niño o la niña compartan el juguete y luego cuente a sus otros compañeros la odisea del juguete en la casa y en la comunidad. Con esto aparte de reforzar el valor de la responsabilidad, la honestidad y la solidaridad, queremos que los padres se conviertan en Ludotecarios familiares y que los vecinos se conviertan en Ludotecarios comunitarios.


Lo que sostenemos no es utopía ni palabrería barata, ya que hemos visto crecer los niños espiritualmente en la escuela Yocoima donde tiene un año funcionando una LUDOTECA, ya iniciamos el proceso para instalar otra Ludoteca en Castillito.  Ya que creemos que como sociedad nos ha costado introyectar los valores de la responsabilidad y la honestidad, por esos hay que trabajarlo fehacientemente con los niños para tener una mejor sociedad. Predicar con el ejemplo es parte del reto.




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ANA MARÍA MARÍN


Sociólogo egresada de la Universidad de Oriente, con estudios en Orientación sexual. Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y adolescente, con dos diplomados en derecho de Familia, parte Civil y Penal. y otras áreas vinculadas con la conciliación, la orientación y la paz. Se ha desempeñado como:   DELEGADO DE PRUEBA del Ministerio de Justicia tratamiento a Delincuentes Primarios. Directora de Cultura de la Municipalidad de Caroní, Jefe del programa JUSTICIA DE PAZ, Atención Social en ALMACARONI, Consejera de Protección de Niños Niñas y Adolescente, Orientador en dos instituciones Públicas y privadas.  


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Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto.

Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 40 exposiciones individuales. Fue el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Colabora con las publicaciones  El correo del Caroní en Guayana y  el Notitarde en Valencia y la revista Rasmia. Coordina la página web de arte y literatura Códice y Arte Literal

 Tomado de Letralia



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