jueves, 11 de mayo de 2023

Václav Havel: No quiero creer que toda la civilización constituya un error fatal del espíritu humano

 




LA CARA OCULTA DEL ALMA HUMANA, por Václav Havel


 

“Junto con los mitos tradicionales hemos enterrado también un orden en las esferas oscuras de nuestra existencia. Y todo lo que la inteligencia moderna hace para sustituir dicho orden, se revela siempre como algo erróneo, falso y pernicioso, puesto que resulta siempre ilícito, sustitutivo, sin raíces, sin ontología y moral; hasta ridículo, como el culto del Ente Supremo durante la Revolución Francesa, el folclore colectivista de los sistemas totalitarios o su arte de homenaje realista. Parece como si enterrando el mito hubiésemos renunciado a un estado probado en que durante milenios se criaban los animales misteriosos de la ignorancia humana; esos animales fueron puestos en libertad –con la convicción trágicamente errónea de que se trataba de quimeras solamente-, y ahora están devastando el paisaje. Lo asuelan y al mismo tiempo crean sus establos auxiliares en los lugares en que no los esperamos; por ejemplo, en los secretariados de los partidos políticos modernos. Estos tabernáculos de la inteligencia moderna les prestan su autoridad y su aparato, de manera que el asolamiento es amparado por la concepción más científica del mundo. Los demonios han sido soltados del establo del mito, y grotescamente se visten de hombres honrados del siglo XX que han dejado de creer en fantasmas”.

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Tengo ante mí la famosa Filosofía Oculta, de Cornelio Agripa de Nettesheym, y leo que al ingerir el corazón vivo (latiendo aún, si es posible) de la abubilla, la golondrina, la comadreja o el topo, el hombre adquiere el donde de profetizar. Son las nueve de la noche, y yo decido poner la radio.

 

La locutora lee en voz seca y objetiva las últimas noticias: Indira Gandhi fue asesinada por dos sijs de su guardia personal. El cadáver del sacerdote Jerzy Popieluszko, secuestrado por oficiales de la policía polaca, fue encontrado en una represa del Vístula. Se está organizando una ayuda internacional a Etiopía, donde la falta de víveres amenaza a millones de personas, mientras el régimen del país invierte millones de dólares en los festejos de su décimo aniversario.

Los científicos norteamericanos elaboraron un proyecto de observatorio permanente en la Luna y el inicio de exploraciones de Marte por los hombres. El corazón de un papión fue trasplantado con éxito a una muchacha de California, por lo que protestaron diversas asociaciones protectoras de animales.


LOS MITOS HABLAN AL HOMBRE DE UN PODER QUE LE TRASCIENDE Y QUE NUNCA HA SABIDO COMPRENDER


Los mitos antiguos son, ciertamente, algo más que una simple realización de las imágenes arquetípicas de la ignorancia humana colectiva. Pero son, sin lugar a dudas, también esto. Numerosos secretos del ser y del hombre mismo, numerosas visiones oscuras de él, obsesiones, anhelos, presentimientos, el saber confuso anterior al científico o fuera de lo científico, y posiblemente también numerosas seguridades metafísicas importantes, habían sido cifrados en los mitos antiguos.

Es natural que los mitos trasciendan al hombre; a través de sus creadores hablaba algo superior, algo fuera de ellos, algo que ellos mismos no habrán podido comprender y nombrar en su plenitud. La autoridad de que los mitos gozaban ante los hombres de las viejas culturas demuestra que el poder superior –cualquiera que sea- era otrora percibido o reconocido generalmente.

Según la interpretación de los mitos por Jung, es evidente que los mitos introducían un orden parcial o temporal en el mundo complicado de los presentimientos ignorantes, las seguridades incomprobables, los instintos ocultos de las pasiones y los anhelos que forman parte inseparable del alma humana. Y que la autoridad de los mitos ejercía algo así como un control o una supervisión sobre las fuerzas de la inconsciencia humana.

La civilización moderna ha privado a los mitos antiguos de su autoridad. Apostó por el intelecto frío y descriptivo cartesiano, y reconoce sólo el pensar en forma de nociones. No quiero creer que toda la civilización constituya sólo un brazo equivocado de la historia y un error fatal del espíritu humano. Representa más bien sólo una fase indispensable que el hombre y la humanidad deben cumplir y que el hombre –si sobrevive- vencerá después a un nivel superior, imposible sin la fase actual.

Sea lo que sea, lo cierto es que toda la orientación racionalista de la nueva época, renunciando a la autoridad de los mitos, ha sucumbido a la peligrosa gran ilusión: creer que han dejado de existir inclusive aquellas potencias superiores y oscuras, tanto en la inconsciencia humana como en el cosmos enigmático, a que los mitos se referían de algún modo, que atestiguaban y cuyo control relativo garantizaban.

 

Actualmente predomina la opinión de que podemos “aclarar todo de una manera sensata”, según se dice, mediante descripciones lógicas de la inteligencia vigilante. No hay nada oscuro, y si algo hay oscuro, es necesario alumbrarlo con rayos del conocimiento científico para que deje de serlo.

Es obvio que se trata sólo de una autoilusión grandiosa del espíritu moderno. Aunque lo afirmáramos mil veces la cara oculta del mundo y del alma humana, no la suprimiríamos ni la suprimiremos jamás. La ahuyentaremos más a la sombra. A lo sumo, lograremos que todo el mundo complejo de los oculto encuentre sus formas suplentes, enmascaradas y aún más desconcertantes.


El enigma de Hitler, por Dalí.



EL ORDEN RACIONALISTA ES ERRÓNEO, FALSO Y PERNICIOSO 


Que el orden que había introducido otrora el mito, y merced al que el hombre tenía por lo menos una orientación general acerca de sus potencias y un control por lo menos limitado sobre ellas, desaparezca junto con el mito, y que aquellas fuerzas de la noche sigan actuando caóticamente y sin control, dejando al hombre siempre consternado por su presencia, ahora ya completamente inexplicable.

Y no sólo eso, sino que junto con las oscuras potencias han sido enterradas –de hecho, también como oscuras- las potencias buenas: el olimpo ha sido abolido en su todo, con los maliciosos y sus justos. De manera que no hay quien castigue el mal y ponga en fuga a los fantasmas. El bien, en su cortesía, tiende a tomar en serio el gran entierro y a desaparecer; el mal, por otro lado, siente que ha llegado su momento a raíz de que la gente ha dejado de creer en él.

Hasta ahora no podemos entender cómo es posible que una gran nación civilizada de Europa –o por lo menos su mayor parte- haya podido dejarse fascinar en el siglo XX por un pequeñoburgués ridículo y lleno de complejos, dar fe a sus teorías seudocientíficas y en su nombre aniquilar a los pueblos, conquistar los continentes y cometer increíbles crueldades. La ciencia positivista, inclusive el marxismo, ofrece aclaraciones científicas varias del enigmático fenómeno.

Pero dichas explicaciones, más que eliminar, acentúan la imposibilidad de su comparación. Puesto que la inteligencia objetiva y fría, que no habla de esas explicaciones, subraya de hecho la extraña desproporción entre sí misma –como una potencia supuestamente decisiva para esta civilización- y la demencia masiva, la cual no tiene nada que ver con el sano juicio.

Sí, junto con los mitos tradicionales hemos enterrado también un orden en las esferas oscuras de nuestra existencia. Y todo lo que la inteligencia moderna hace para sustituir dicho orden, respectivamente, lo que en esa zona oscura (o por lo menos algunas potencias de ella) se encuentra, su orden suplente y su expresión moderna, se revela siempre como algo erróneo, falso y pernicioso, puesto que resulta siempre ilícito, sustitutivo, sin raíces, sin ontología y moral; hasta ridículo, como el culto del Ente Supremo durante la Revolución Francesa, el folclore colectivista de los sistemas totalitarios o su arte de homenaje realista.

Parece como si enterrando el mito hubiésemos renunciado a un estado probado en que durante milenios se criaban los animales misteriosos de la ignorancia humana; esos animales fueron puestos en libertad –con la convicción trágicamente errónea de que se trataba de quimeras solamente-, y ahora están devastando el paisaje. Lo asuelan y al mismo tiempo crean sus establos auxiliares en los lugares en que no los esperamos; por ejemplo, en los secretariados de los partidos políticos modernos. Estos tabernáculos de la inteligencia moderna les prestan su autoridad y su aparato, de manera que el asolamiento es amparado por la concepción más científica del mundo.

 

Los hombres suelen darse cuenta de la realidad de los horrores generalmente sólo en el momento en que ya es demasiado tarde: en el instante en que comprueban que miles de entre su prójimo han sido exterminados por razones completamente irracionales. La irracionalidad disfrazada de juicio sensato, y bajo el manto de concepciones científicas sobre la marcha inevitable de la historia que está reivindicando millones de víctimas en interés de un porvenir feliz para otros miles de millones, es mucho más irracional, y por tanto también más peligrosa, que la irracionalidad que a través del mito confesaba su existencia, habiéndose adaptado al imperativo de las potencias positivas y habiendo sacrificado mayormente sólo a los animales.


LOS DEMONIOS ANDAN LIBRES Y LOS DIOSES YACEN DESTERRADOS EN LA CONCIENCIA HUMANA


Dicho de una forma más sencilla, los demonios hacen lo que les da la gana, mientras que los dioses se esconden tímidamente en el último refugio al que habían sido desterrados, que se llama conciencia humana. Finalmente, la sed de sangre, disfrazada como la más científica concepción del mundo (la cual nos enseña que la conciencia hay que subordinarla a las necesidades históricas), arroja al Vístula al Juan Nepomuceno del siglo XX. Y su pueblo no tarda en canonizar al mártir en su alma.

Los demonólogos marxistas escribieron primero en los periódicos polacos que Popieluszko era un mago negro que, con asistencia del diablo, oficiaba en la iglesia varsoviana misas negras del anticomunismo; luego, otros marxistas científicos lo asaltan de noche, lo golpean, asesinan y arrojan al Vístula; finalmente, otros científicos de toda una sexta parte del mundo afirman que detrás del acto se ha escondido el diablo disfrazado, o sea, la CIA. Se trata de una historia plenamente medieval. Pero sus actores son cientificistas hombres que se protegen con la ciencia y poseen una opinión del mundo presuntamente científica. Tanto más loca parece toda la causa.

Los demonios han sido soltados del establo del mito, y grotescamente se visten de hombres honrados del siglo XX que han dejado de creer en fantasmas. Los sijs ni necesitan disfrazarse de científicos. Se consideran -cara a cara- del mundo moderno por andar con ametralladoras modernas en las manos como un instrumento de la providencia: dicen que castigan, en armonía con antiguos augurios, a la mujer que profanó su Templo de Oro. Después de ello, los hindúes exterminan y queman vivos a los sijs, como si todos hubieran participado en el asesinato de Indira.

¿Cómo es posible todo esto en el siglo de la ciencia y la inteligencia? ¿Cómo lo explicarían la inteligencia y el sano juicio? ¿Qué relación tiene eso con la colonización de la Luna y los preparativos del viaje a Marte? ¿Qué vínculos hay entre ello y la era capaz de trasplantar a los hombres el corazón del papión? ¿Y quién tiene en realidad el corazón del mono zambo, la pequeña muchacha de California o el gobierno marxista de Etiopía, que construye sus mausoleos pese a la falta de víveres?; ¿los oficiales de la policía polaca o los sijs de la guardia personal de la primera ministra india, que muere por su fe en las profecías antiguas como una emperatriz de antaño a manos de su servidumbre?

Me parece que el hombre tiene lo que llamamos el corazón humano, mas a la vez tiene en sí algo del papión. La era moderna ha rechazado esas parábolas, ha hecho del corazón una bomba y ha negado la presencia del simio en nosotros. Por ello, una y otra vez sucede que éste, oficialmente no existente, hace estragos sin ser visto, disfrazado de guardianes personales de una política o con uniformes de la policía más científica del mundo.





El hombre moderno, el empleado ordenado de la gran oficina mundial, ligeramente frustrado por el fracaso de su forma del conocimiento del mundo, desconecta el vídeo de Michael Jakson, que hace de vampiro en la cassette más vendida de la historia de la humanidad (Thriller), y se va a la cocina para sacar del termo –a espaldas de todas las asociaciones protectoras de animales- el corazón aún caliente de la abubilla, y lo come deseando ser favorecido por el don de los presagios.





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VÁCLAV HAVEL, escritor checoslovaco convertido en presidente de su país. La responsabilidad como destino, 1984. Ediciones El País-Aguilar, 1991. [FD, 31/01/2007]


Tomado de Filosofía Digital. (Filosofía Digital)



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