Estimados Amigos
Hoy compartimos con ustedes este texto sobre la escritora cubana Daína Chaviano, rescatado de la revista Glamour en español.
Deseamos disfruten de la entrada.
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Hay un mundo que corre paralelo al nuestro. En él, los más triviales sucesos adquieren un sentido mágico....como de universo seducido. Detrás -hilando las finas hebras de la escritura, o recogiendo el agua de la llovizna del siglo- una mujer delgada, de edad imprecisa y cabello lacio, construye con la penitencia de una Penélope moderna las fábulas o las historias de su imaginación. "La Habana es un mito, un sueño lejano", dice con nostalgia. "Mis padres, mis hermanos, una infancia llena de libros, una familia enorme y risueña con muchos primos, los rincones misteriosos en la casa de mi abuela materna, la finca de mis abuelos donde exploraba los naranjales y trataba de atrapar los colibríes que se acercaban a la enredadera del portal... La Habana es otra vida, una ciudad que nunca recuperaré. Es el lugar donde nací y crecí, un mundo perdido para siempre. Aunque algún día vuelva a caminar por sus calles, La Habana que conocí habrá muerto. Es una ciudad que sólo existirá en mi recuerdo". Esta urbe costera que ha sido la obsesión de tiranos y escritores es la patria de Daína Chaviano. Allí comenzó a darle vida a ese universo de ficción y realidad que la ha convertido en una de las autoras más importantes de Hispanoamérica. Esta ciudad es también el escenario de su ciclo de literatura La Habana Oculta (con las novelas El hombre, la hembra y el hambre, Planeta, 1998, Premio Azorín de novela; Casa de Juegos, Planeta, 1999, y Gata Encerrada, Planeta, 2001).
Conocí la obra de Daína hace veinte años, cuando siendo una adolescente publicó su primer libro de relatos. Los mundos que amo (1980) que se convirtió en un best-seller, algo increíble dentro del atrofiado mecanismo editorial cubano. En aquel entonces, empezaba sus estudios de Lengua y Literatura Inglesas, en la Universidad de La Habana. De la "novia soñada" de toda una generación a la escritora, aún joven y apasionada, de belleza inteligente y distante, ha transcurrido una obra que me ha proporcionado excelentes momentos de lectura. "Mi literatura es deudora de los autores anglosajones. Había leído a escritores de otras latitudes, incluyendo a mis coterráneos, pero quienes me mostraron las verdaderas posibilidades del género fueron los maestros anglosajones. Tuve modelos iniciales -como Ray Bradbury-, pero siempre narré las historias a mi manera, con una mezcla de..., mitología, magia y religión (en el caso de la ciencia ficción), y más tarde de realidad con fantasía, en mis libros más 'realistas' ", dice. "Yo escogí mi carrera porque me interesaba la literatura anglosajona, quería leer a Bradbury y a Shakespeare en su lengua original. Así conocí a otros autores. Pude leer en inglés textos que me marcaron profundamente: El Paraíso Perdido, de Milton; El señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien; Perelandra, de C. S. Lewis; los poetas románticos ingleses, y muchos autores fantásticos". Su exilio a Miami ha creado una falsa imagen de ruptura en su universo creativo, pero lo cierto es que esta mujer de formación "renacentista", como su obra lo demuestra, es una de las autoras más versátiles del ámbito hispánico. "El escritor de ciencia ficción debe tener un conocimiento general de disciplinas como la astronomía, la biología, la física. Es imposible crear mundos coherentes o realidades alternativas si no tienes las herramientas mínimas para delinearlas. El llamado 'Hombre del Renacimiento', ese individuo con conocimientos generales sobre diversas ramas del arte y de la ciencia, es algo que hoy sólo existe entre los autores de ciencia-ficción: Es por eso que Ray Bradbury puede escribir una novela sobre la vida cotidiana en un pueblito de Ohio, pero García Márquez es incapaz de convertirse en un autor de ciencia ficción. Le falta cultura científica. Lamentablemente, se trata de un mal general entre casi todos los artistas de nuestra época".
Fábulas de una abuela extraterrestre
Editorial Océano, de México, acaba de hacer el lanzamiento internacional de la novela Fábulas de una abuela extraterrestre, catorce años después de haber sido publicada en Cuba y en Alemania, donde ganó el premio Anna Seghers 1990, de la Academia de Artes de Berlín. Fábulas... no es la clásica novela de ciencia-ficción dura. De hecho se ajusta mejor a lo que ha sido llamado "fantasía heroica". En ella, aparecen elementos de space opera, un notable tratamiento de la fantasía mitológica, fenómenos parasicológicos, sobrenaturales o mágicos, y una tesis de trasfondo filosófico que puede ser aplicable a cualquier sociedad. Es la poesía de Bradbury y la fantasía de Tolkien en una novela que se transforma en una verdadera "explayadura" imaginativa y que la coloca dentro de lo más selecto de este tipo de literatura a nivel internacional. "La novela surgió de una imagen: una mujer galopando sobre un caballo blanco, perseguida por una secta de sacerdotes, mientras la noche se iba cerrando a su alrededor. Esa visión fue el origen. Se trata de una obra con varias lecturas que implicó un trabajo enorme con el uso de simbologías de diferentes culturas, y de interpretaciones de las leyes físicas relacionadas con los universos paralelos. La fantasía puede ser una evasión... pero también una manera de denunciar. En la novela hay fronteras físicas, mentales, y dogmas que se han adquirido como herencia, y los personajes viven la disyuntiva de atravesar los límites de esos mundos o continuar huyendo. Detrás de todo esto, hay un llamado a la tolerancia, a la superación espiritual, a dominar la inteligencia, la sabiduría y descubrir los poderes de la mente. "Estas características aparecieron en la novela porque son valores en los que creo. Pero también porque en el contexto social en que fue escrita yo sentía que estos valores debían ser rescatados para otros, en especial para los más jóvenes". Entre la realidad y la imaginación no existen fronteras precisas porque comparten un origen común; ésta es una de las tesis de Fábulas... La protagonista, Ana, es la narradora, y la novela podría ser obra de su fantasía... pero luego se convierte en un personaje, y ya no sabemos si es sólo una pieza más del rompecabezas. Esta ambigüedad nos obliga a continuar la aventura, donde la velocidad de la historia contrasta con la poesía de sus descripciones y el lenguaje de míticos personajes, que evitan el uso de los verbos al hablar. "Cuando escribo, trato de ponerme en el lugar de cada personaje o en la situación por la que están atravesando. De lo contrario, pierdo de vista sus emociones. Fábulas... es un juego intelectual, un divertimento poético... Por eso se producen cambios de perspectivas entre la supuesta historia que escribe Ana, las fábulas que narra la abuela, y las imágenes que ve el mago... Todo está relacionado. ¿Cuál de las historias es verdadera? ¿Cuál es falsa? Hay una última lectura que no muchos hacen, pero te la voy a revelar porque no atentan contra la sorpresa de la trama. El universo de Fábulas..., con todos sus mundos, personajes y leyes físicas, es un universo cuántico. Y en un universo cuántico todas las posibilidades son reales". La lectura de esta novela se convierte en una experiencia cinematográfica, que transcurre con rapidez al seguir una historia compleja que sucede en varios tiempos y lugares. Este recurso es dominado con maestría quizás porque el cine y la televisión han sido momentos especiales en la vida de Daína Chaviano. "Mis experiencias en el cine, como actriz, son pocas. Pero para quien escribe, toda experiencia cercana al arte es enriquecedora. Sin embargo, creo que mi labor como guionista fue mucho más influyente. Transformar cuentos de hadas en guiones para la TV o adaptar un relato de ciencia ficción al cine; me llevaron a desarrollar un estilo narrativo más visual, aunque mi literatura siempre lo fue. Conozco los mecanismos de adaptación de una obra literaria a esos medios. Por eso, no sé si me gustaría ver alguna de mis obras en el cine. El cine tiene un lenguaje tan diferente y propio que probablemente lo que vería ya no sería mi historia, sino la de quien la adaptó. Pero no dejo de sentir curiosidad por ver qué interpretación de mis textos puede hacer otro creador". De la experiencia personal se puede pasar a ser víctima de sus propios personajes. Éste no es su caso, pero Daína confiesa que algunas características de sus personajes podrían ser una expresión de su propia vida. "Sé que algunos autores sólo pueden escribir si se basan en sus experiencias. No hacen mucho usó de la imaginación, sino que toman aleatoriamente pasajes de su vida y quizás de algunas ajenas. Esto puede o no ser válido, pero no es mí caso. Como prefiero la literatura de tesis, no puedo inspirarme todo el tiempo en mi propia vida, pero es posible tomar alguna característica personal y aplicarla. Por ejemplo, en el caso de Ana, tengo en común con ella el hecho de que a veces no presta mucha atención al entorno porque está demasiado inmersa en su propio mundo. Por otra parte, el personaje de Arlena es una mujer que se atreve a desafiar el poder de una secta sacerdotal y a poner en peligro su vida cuando le niegan su derecho a saber... ¿Hay algo de Arlena en mí? ¿Quién sabe?"
La puerta del erotismo y la sensualidad
"Me encanta la jardinería. A menudo visito un vivero donde hay plantas, fuentes y un 'mariposario'. Me pasaría horas dentro de esa casita, sintiendo las alitas que me hacen cosquillas en la cara. Me gustan todos los animales, pero mi mascota preferida son los gatos. Siempre tuve uno o dos cuando vivía en Cuba. ¿Supersticiones? Trato de contar mis pesadillas para que no ocurran. ¿Rutinas? Necesito música para escribir. Leo de todo, pero me gusta la literatura con elementos fantásticos o que amplíe mis ideas sobre el universo. Esquivo los libros aburridos y los que no me dicen nada nuevo. Escribo cuando la vida me deja tiempo, aunque lucho con la tenacidad de Arlena por lograrlo".
El erotismo en sus novelas alcanza diferentes niveles. No es el centro de la historia, pero sí tiene -como en la vida- un papel importante. En Fábulas..., sin embargo, se advierte una refinada sensualidad. "Sólo he abordado el tema erótico en una novela del ciclo La Habana Oculta; en las otras, apenas hay dos o tres escenas. En el resto de mis libros siempre he trabajado más con la sensualidad. Para mí, lo erótico debe involucrar creatividad, imaginación y una dosis de elegancia. La vulgaridad no tiene cabida en el erotismo. Es importante el manejo del lenguaje: crear descripciones donde la adjetivación sea tan cuidadosa como manipular una antigüedad de Murano. No por gusto en la mitología griega, Eros desposa a Psique. El simbolismo de esta unión es muy claro y debería recordarle a nuestra cultura dónde se encuentra el verdadero erotismo. Sin los elementos nacidos de nuestra más elaborada inteligencia, de la siquis, no puede existir Eros... ambos se complementan". Ahora el hilo vuelve a su rueca. La palabra se ovilla por el mismo caudal... y como si se corriera una cinta cinematográfica, pasan ante mis ojos el erotismo, las fábulas, la fantasía, La Habana seducida, y la imagen de una mujer que ya se ha vuelto etérea, sin despedidas. La misma sensación de un momento vivido muchos años atrás en el espacio de la literatura; el único lugar donde todas las posibilidades son reales.
POR JOAQUÍN BADAJOZ
Marzo 2003. Glamour en español
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