Crónicas del Olvido
“CINCO MAÑANAS JUNTAS”, DE MILAGRO HAACK
**Alberto Hernández**
“La voz entrecortada, asida a la imagen, a
los sonidos que la albergan, prestigian la senda de este libro de Milagro
Haack. En esta ocasión, como en ´Luto de otra boca´, la autora abreva en el
poema cortante, despojado pero cargado de significados”.
**A.H.**
1.-
Podría parecer un lustro dentro del poema.
Son muchos y muchas las referencias, los instantes vividos mientras el texto se
elaboraba. La poesía afirma y niega, se hace tiempo y espacio, orbital porque
gira mientras es pronunciada. La hora de su elaboración se resume en cada
mañana, en cada amanecer mientras el cuerpo se habitúa al clima y se aposenta
sobre las ideas.
El poema que corta la respiración. Ese
texto afilado, cuchillo, que traza una línea entre la mirada y el soplo del
aliento. La poesía se queda instalada mientras su autora saborea el café frente
a las primeras horas que se hacen semana o devuelven el giro de las horas a su
deseo de escribir lo que ha visto.
Con “Cinco mañanas juntas” Milagro Haack
(Umbra Editores y el Fondo Editorial de la Secretaría Sectorial de Cultura del
Estado Aragua, Maracay 2003), su autora confirma su vocación poética, al
añadirle de sus libros anteriores el tiempo para consagrar las palabras que no
dejan de acosarla.
Con este volumen se topa con el ella
público y casero. La poeta es la voz de su silencio. La alternativa única de
saberse parte de los sonidos que muchas veces interfieren entre el bocado
verbal que la asimila como mujer y el tiempo que la señala como experiencia.
2.-
Por estas páginas pasa la infancia, también
la mujer ya hecha, formada, la mujer que no deja atrás la memoria, que la
conserva y la usa como escenario para labrar las palabras, los versos que hacen
de esas “mañanas” instante para no dejarse llevar por el ruido citadino.
Pero también la mujer/ niña.
Por algo Saint John Perse y E.S. Eliot
forman parte de este conjunto de textos, que se ha hecho organismo vivo. El
primero reza: “Infancia, amor mío, no hay más que ceder… ¿Y lo dije, entonces?
/Yo no quiero aún esos lienzos por remover, en lo incurable, / en las verdes
soledades de la mañana…¿Y lo dije entonces?/ no hay más que servir/ como una
vieja cuerda”.
Eliot se aproxima con estas líneas: “¿Quién
es el tercero que camina siempre a tu lado?/ Si cuento, sólo vamos tú y yo
juntos/ Pero si miro hacia delante por el camino blanco/ Siempre veo al otro
caminando junto a mí”.
Ese alguien, el que se ha ido para siempre,
carne y sangre cercanas, el hermano que ya no está, es la savia de estos
dolores de la memoria que Milagro Haack entregó a los lectores en estas hojas
que hoy leemos de nuevo.
3.-
“Le ruega
a la raíz sacar el retiro
impuesto
sin ningún equipaje
Cuadro uniformado
de cinco mañanas juntas
se ignoró
en la modesta visita”.
Todas las lecturas posibles, el misterio de
su contenido. El momento de ese tiempo, la partida, el extrañamiento de ese
quien avalado por la ausencia convertida en mirada mientras el día comienza. Y
han sido cinco los momentos, los que armonizan con el poema para hacerse
poesía, esa intrusa, arribista, que toma por asalto el sorbo de café y el
parpadeo de las primeras horas.
Allá lejos –tan cerca- ha quedado la
infancia, el aroma del desayuno, la silueta de la montaña, la persistencia de
los recuerdos. El amado que se va para siempre, “el pequeño cuerpo/ sobre la
cama (…) empapado de una extraña ausencia (…) dentro del vestido de la hermana/
saliendo por la puerta/ que da al patio (…) con sobrepeso en sus zapatos/ de
los nunca saboreados/ caramelos/ caminando
Dios/ hacia tu castigo
soportable”.
Es asunto de estarse en el poema, ese
instante, el momento en que ese “pequeño cuerpo” se debate entre la fiebre y la
mañana que se junta en relieve con el patio. ¿Cuántas miradas bastaron para
construir el poema mientras esas mañanas se acumulaban en la memoria? ¿Cuántos
referentes posteriores, señales verbales, corporales, espirituales para
elaborar el ánima del poema?
Cada texto –invención voluble, verbal,
consonante- representa un retiro al silencio. Quien escribe calla mientras pule
con su alma los versos que habrán de celebrar o tributar una vida. Y en estos
poemas de Milagro Haack la lectura promueve un homenaje a aquel que aún está en
el imaginario familiar o personal. Alguien anda por ahí en el poema hecho
poesía. Alguien que ha sido cultivado con el recuerdo se mueve entre los
versos. Ese misterio que a veces es moderación o escándalo, el afecto, el amor
como patrimonio humano.
El poema lo descubre sí:
“Resuelve/ ya decir mucho que llorar/
llamándote/ por todo el sonido/sordo y descalzo a los pies/ hermano/ que
opuesto no alegrarse/ le gusta solo
sueño/ / ya decir lo mucho que llorar/ rincón/ ahora deseando/ que/ la abraces”.
El largo sueño de la muerte habita en cada
vida aquí señalada, porque el texto poético se asume como proximidad en el que
no tiene afinidad con quien se ha ido. Cada poema es una oración, una
veneración, la solidez de la brevedad de la existencia, pero sin olvidar que el
olvido también forma parte del recuerdo. El olvido es memoria acumulada,
escondida. En este caso, la memoria aviva el misterio del texto, a veces
incomprensible, porque así ha sido el dolor, el desgarramiento: unas mañanas
que se juntan para expandir el tiempo.
AsÍ:
“No pretendo/ olvido/ que te parezcas al
señuelo/ impuesto a temprana edad por sortilegio/ sólo/ conoce lo engañoso de
su camino/ azulando hasta el arco sonido// materno antojo// vestido de sola
mudanza/ que ya descoser anunciado
líquido/ desahogo/ sabiéndote// Ave de Paso”.
Eso fue, un instante, un vuelo emergente,
un rato en la vida, “ave de paso”, poema que se lee y se recuerda cada día,
cinco mañanas juntas para jamás olvidar.
Esta lectura promete muchas lecturas. Este
libro se abre como un abanico para permitir la abrupción de otros recuerdos: la
madre, el paisaje que se cubre de interiores, la sombra, una niña que se pasea
entre las palabras, ella, la misma poeta: el luto, pasos y Dios, la poesía.
4.-
Milagro Haack nació en Valencia, estado
Carabobo, Venezuela, en 1954. Estudió dibujo en la Escuela de Bellas Artes
“Arturo Michelena”. Así mismo, ha realizado talleres de lectura y poesía en el
Departamento de Literatura de la Universidad de Carabobo.
Ha publicado los poemarios “”Temple ajeno”
y “Puertas que no me pertenecen”, entre otros. Con éste
obtuvo mención honorífica en la Bienal José Rafael Pocaterra (1990-1992).
Cinco Mañanas Juntas by on Scribd
*******
Alberto Hernández, es poeta, narrador y periodista, Fue secretario de redacción del diario El Periodiquito. Es egresado del Pedagógico de Maracay con estudios de postgrado de Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar. Es fundador de la revista literaria Umbra y colabora además en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Ha publicado un importante número de poemarios: La mofa del musgo (1980), Última instancia (1985) ; Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989) ganadora del 1r Premio del II Concurso Literario Ipasme; Nortes ( 1991), ; Intentos y el exilio(1996), libro ganador del Premio II Bienal Nueva Esparta; Bestias de superficie (1998) premio de Poesía del Ateneo de El Tigre y diario Antorcha 1992 y traducido al idioma árabe por Abdul Zagbour en 2005; Poética del desatino (2001); En boca ajena. Antología poética 1980-2001 (México, 2001);Tierra de la que soy, Universidad de Nueva York (2002). Nortes/ Norths (Universidad de Nueva York, 2002); El poema de la ciudad (2003). Ha escrito también cuentos como Fragmentos de la misma memoria (1994); Cortoletraje (1999) y Virginidades y otros desafíos. (Universidad de Nueva York, 2000); cuenta también con libros de ensayo literario y crónicas. Publica un blog llamado Puertas de Gallina. Parte de su obra ha sido traducida al árabe, italiano, portugués e inglés.
Título parecido al de Hernando Track "Todas las tardes juntas"
ResponderEliminarGracias por la visita y la informacion
Eliminar