HERMENÉUTICA Y POESÍA PARA DEFENDER LO BUENO, DONDE QUIERA SE ENCUENTRE
sábado, 22 de julio de 2023
Los Gatos, La Botánica y Los Últimos días de Milagros Mata Gil
Un texto de José Pulido
Estimados Liponautas
La escritora, editora y miembro correspondiente de la Academia de Lengua de Venezuela Milagros Mata Gil falleció el pasado 7 de julio de 2023 y le hacemos llegar este texto que escribió nuestro amigo el poeta José Pulido a manera de homenaje y despedida...
JOSÉ PULIDO.
Una señora amiga estaba cuidando los gatos y las matas de Milagros en su casa
de El Tigre. “Una amiga está cuidando mi casa y mis gatos” decía Milagros. He
debido pedirle una fotografía de esa casa. Para conocer el solar, la entrada,
los modos en que la luz entra y sale de sus predios.
Milagros y su casa de mujer solitaria, aunque virtualmente acompañada por una
trulla de amigos. Nosotros.
A veces los gatos se comían las matas. Nunca le
pregunté de qué matas me estaba hablando: ¿Orégano, hierbabuena, cilantro,
bella a las once, llantén? Pero siempre le respondí lo mismo: “Ellos se purgan
con el monte: los gatos saben de botánica y esas cosas”.
Aunque habláramos de literatura, de la editorial, de
lo que leíamos, siempre terminábamos conversando sobre los gatos y sus modos de
tratar a la gente y de convivir con la misteriosa especie humana. Los gatos son
espíritus indomables: si los acaricias en un mal momento te rasguñan. Los
olvidas como si formaran parte del moblaje y se te enredan en los pies. A veces
te das cuenta de que están entregándote un morboso cariño, como de tigre
chiquito oliendo el venado asustado que llevamos por dentro.
-Te llamo porque Milagros murió hace unos minutos- me
dijo Eziongeber Álvarez. Y automáticamente comencé a pensar en los gatos de
Milagros, qué será de ellos: ¿la extrañarán? ¿comenzarán a buscarla?
Me dolió la muerte de Milagros como si fuera un
familiar. Y de repente me percaté de que llegamos a esta cercana y fraterna
amistad porque cuando éramos jóvenes agarramos -casi al unísono- una resma de
papel, escribimos encima de cada hoja y la enviamos a un concurso de novela.
Ah: la literatura.
DOS PREGUNTAS
En cierta ocasión le hice estas dos preguntas:
-¿Qué determinó en tu infancia el camino
que seguirías?
-No podría decirlo con exactitud. Tal vez el gusto casi obsesivo por leer,
estimulado, además por mi tío y padrino Manuel Gil. En algún momento, a los 7,
8 años, sentí la necesidad de escribir lo que había en mi entorno. Empecé con
unas coplas y luego supe que por ahí no era. Las monjas de mi escuela nos
ponían como tarea hacer “temas de composición” y eran muy severas en cuanto a
las normas de Ortografía y Redacción. Supongo que todo eso confluyó
naturalmente en mi acercamiento al periodismo, en mis tempranos 13 años y allí
encontré un guía en Américo Fernández, quien entonces trabajaba paralelamente
en El
Nacional y El Bolivarense, allá en Angostura.
-¿Cuál es tu sueño más preciado en este tiempo?
-Morirme en paz, después de haber librado “mi buena batalla”
EL CONCURSO
Conocí a Milagros Mata-Gil la segunda vez que llegué segundo en un concurso
literario: esas experiencias me enseñaron humildad y me hicieron valorar la amistad.
Milagros ganó, en 1989, el primer premio y yo el segundo en el concurso de
novela Miguel Otero Silva que organizó la Editorial Planeta en Venezuela.
En El País,
de España, la corresponsal venezolana Ludmila Vinogradof publicó la noticia,
cuyo encabezamiento fue el siguiente:
«Dos jóvenes periodistas venezolanos ganaron el concurso novelístico Miguel
Otero Silva, de la editorial Planeta, el primero y único certamen de esta
categoría existente en América Latina, que acaba de crear la editorial
española. El primer premio de 100.000 bolívares (300.000 pesetas) lo ganó
Milagros Mata-Gil, con su novela Memorias de una antigua primavera,
y el segundo, de 50.000 bolívares (150.000 pesetas) lo obtuvo José Pulido con
su obra Una mazurkita en la mayor, ambos casi agotados (60%
de ventas de 5.000 ejemplares) al tercer día de presentación oficial.
Mi novela tuvo dos ediciones igual que la de Milagros.
Pero la de ella era una revelación en las letras venezolanas, una obra
verdaderamente bien escrita. Inolvidable escritura la suya. Después de eso nos
veíamos de vez en cuando si ella visitaba Caracas, porque prefería estar
resguardada en su territorio.
Tenía noticias suyas cuando publicaba algo o cuando se
embarcaba en algún proyecto. También me llegaban sus palabras en momentos de
frustración o de enfrentamientos con algo que le parecía injusto: Milagros
guerreaba sin cesar, sus batallas permanecían intactas a lo largo del tiempo.
Quiero decir, sencilla y llanamente que ella no se rendía.
Cuando su socio y gran amigo, el escritor Eziongeber
“Chino” Álvarez me llamó para decirme que estaba enferma y la había llevado al
hospital, temí que había llegado su hora más triste. Era diabética y a veces no
podía cuidarse como lo requiere esa enfermedad.
Ella había estado hablando con nosotros de que no se
sentía bien. Tal como se ha dicho siempre: hacía de tripas corazón, pero estaba
agotada. Milagros había vivido con mucha pasión cada día de su existencia. Dos
semanas antes habíamos conversado un rato por teléfono. Estaba por regresar a
su casa de El Tigre. Quería ver a sus gatos y a sus matas.
-Eziongeber y yo tenemos unos planes interesantes para desarrollar la
editorial, pero necesito estar en mi casa. Cuando regrese te vuelvo a llamar-
me dijo.
Y después de eso quien me llamó fue Eziongeber, con una tristeza tan enorme,
que cuando dijo ¿aló? Me puse a temblar.
José Pulido. Poeta y periodista venezolano. Vive en
Génova, Italia
Poeta, escritor y periodista, nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.
Vive en Génova, Italia.
En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado acreadores y artistas.
Interesante artículo y conmovedor poema.
ResponderEliminarGracias por tu lectura y tu comentario Fanny Jem Wong M. Bienvenida al blog.
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