Eduardo Liendo en tres tiempos
Estimados Liponautas
Hoy compartimos el texto que el poeta José Pulido escribió al escritor Eduardo Liendo (Caracas, 12 de enero de 1941-Caracas, 3 de julio de 2025), al enterarse de de su fallecimiento. El texto lo abre un poema que Pulido le escribió al iniciar el siglo XXI y lo cierra otro poema que le dedicó en el año 2023.
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EDUARDO LIENDO
Sencillez magnífica y voz hechicera
su dulzura cae como guillotina
sobre la cabeza ignorante
veo sus zapatos, el pavimento, desde abajo
capto un chaleco adornado
quizás checoslovaco, rumano, gitano
invocando libertad para los ojos que ruedan por el piso
A veces buscaba su rostro en una biblioteca
donde retoñaba y florecía
como una primera edición de Hamlet
o de Niétochka Nezvánova
pantalones con tirantes elásticos
añorando un tango, una partida de billar
prohibido sonar las elásticas contra tu cuerpo
si estás enfrascado en un silencio donde tu inteligencia
se elevará de nuevo como un cohete en nochebuena
sonrisa interior buscando entre las ruinas de la humanidad
un fulgor razonable
el mago que ha extraído de nuestros corazones
el significado propio del pasado en cada palabra
uno sintiendo que se está ahogando en un párrafo
de aguas ancestrales y te golpean
una ventana desgarrada de estrellas, una mesa
de noche, un pedazo de altar, un rumor de abejas
en el humo,
y un cocodrilo acostado bocarriba advirtiendo
que no te como porque estoy desganado
y por tu parte: agradeces el ámbito que su voz de embrujo ha creado
narrando con cada molécula de su identidad
la verdad más bella, la que nos escuece sin nostalgia
4 de julio de 2025
He estado esbozando esto porque no puedo dejar que nuestros amigos se vayan sin decir algo que no parezca un adiós.
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| Imagen tomada de Somos tu voz. Fotografía hecha por Abraham Tovar. |
EDUARDO LIENDO, TAN VERDADERO
“No escribo para actuar públicamente. Si en algún aspecto de mi vida quiero ser auténtico es en mi actividad de escritor. No me interesa parecer un escritor. Es relativamente fácil parecerse a un escritor. Hay una cantidad de mecanismos que permiten inventar un escritor. A mí me interesa ser, que mis libros existan de verdad, que tengan lectores de verdad. Eso deseo. No tengo al respecto exageradas pretensiones. Sólo la de escribir alguna vez un libro que soporte dignamente el fuerte oleaje del tiempo sin irse a pique demasiado pronto.”
En una de tantas noches soñé que había pensado algo así y el sueño quedó latente, pero hibernando. Presentí ese sentimiento de hallar o no la autenticidad como escritor. Lo viví como abstracción, como la bruma soñada, pero cuando leí ese párrafo lo supe de un modo concreto, se volvió un ritmo iluminador en cada palabra.
Estaría hoy muy eufórico si hubiese sido obra mía ese pensamiento.
Pero me satisface igual, porque lo ha meditado y lo ha escrito Eduardo Liendo, un autor cuya creatividad es un talento incrustado dentro de una infinidad de talentos que le ayudan a cosechar buenos lectores, porque además, su canto es el de la sinceridad del hombre que ha soñado la vida y ha vivido el sueño con humildad de carne y hueso. Él cabalga la realidad lleno de magia.
Es difícil encontrar en la vida un escritor tan verdadero como Eduardo Liendo, él es la escritura como arte, como pasión, como amor y como identidad.
Hemos sido amigos desde los años setenta y nos encontrábamos tanto que nos hemos detenido a conversar en todas las parroquias de Caracas y frente a todos los paisajes que se volvieron nostalgia en esta época. Después, cuando Eduardo comenzó a trabajar en la Biblioteca Nacional tuvimos encuentros más profundos en la cercanía de los libros raros, de los libros cuya vejez no significaba muerte.
Lo entrevisté varias veces y lamento no tener a mano alguna de esas entrevistas, porque Eduardo Liendo era un maestro sincero y sólido usando la palabra. Uno de nuestros últimos contactos de antigua amistad ocurrió en el 2015 cuando tuvo la generosidad de presentar una breve y leve novela mía, jamás a la altura de las suyas pero que se contagió de literatura porque su voz le dio la bienvenida. Eso ocurrió en la Librería Lugar Común y muchos amigos se citaron allí para ver a Eduardo.
Inclusive, yo aproveché esa circunstancia para estar con él otra vez. Admirarlo y quererlo. Había una Venezuela hecha de mujeres y hombres que creaban obras de arte, piezas de arte, páginas de arte conmovedoras, emocionantes, reveladoras que nos hacían sentir orgullosos de ser venezolanos. Una Venezuela hecha de gente especial. Nada mediocre en ellos. Nada fastuoso en ellos. Nada igualable en ellos. Y han muerto tantos. Con Eduardo yéndose es como si a uno le dijeran que al Ávila se le hundió una cumbre, que al Orinoco se le perdió una orilla. Hay que seguir leyendo sus libros. Hay que seguir queriendo su nobleza.
Sí: a uno le falta otro pedazo de alma. Desaparecemos como rompecabezas de lo sublime con cada pieza maestra que se va.
Pero todo permanece si se ama la obra que han dejado, la obra que servirá para reconstruir la calidad humana de un país.
Mis condolencias a la familia, a los amigos y a Venezuela.
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José Pulido. Fotografía de Gabriela Pulido Simne |
José Pulido:
Poeta, escritor y periodista, nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.
Vive en Génova, Italia.
En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.
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