Estimados Amigos
Hoy le traemos esta entrada que muestra una vez más las cotas de polarización política alcanzadas en Venezuela. Este texto forma parte de una serie iniciada con una entrevista de Ricardo Piglia donde afirma que los escritores antichavistas en Venezuela son estalinistas.
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No me siento con escritores(as) chavistas, por Gisela Kozak Rovero
Por Gisela Kozak Rovero
| 13 de Noviembre, 2012
Tomando en cuenta que la literatura no
suele despertar polémicas en Venezuela, podría ser motivo de
satisfacción la atención que se le ha prestado por razones estrictamente
políticas al II Encuentro Internacional de Narradores, organizado por
Monte Ávila Editores. La Agencia Venezolana de Noticias ignoró la
conversación que mantuvimos los narradores Humberto Mata, Carlos Noguera
y yo sobre la tradición literaria venezolana, conversación que se
llevó a cabo en el Aula 201 de la Escuela de Letras de la Universidad
Central de Venezuela; prefirió recoger un tema introducido por el
profesor Carlos Sandoval, miembro del panel y reconocido crítico
literario, acerca del poco interés que despertaba la literatura nacional
en la Escuela de Letras de otras épocas. Se transcriben unas palabras
mías en las que comentaba una afirmación de Sandoval sobre cómo
profesores y críticos extranjeros y directores editoriales de Monte
Ávila cuestionaban la literatura venezolana. Por cierto, estos críticos
extranjeros y exdirectores apoyan ahora al gobierno nacional
abiertamente, lo cual supongo que el o la periodista de la AVN no
sabía. La Escuela de Letras quedó mal parada porque la prensa del
gobierno solo toma lo que le interesa para fines propagandísticos.
Carlos Noguera no me indicó que el encuentro en Letras incluía medios
sino que se trataba de una simple conversación escolar…Se me olvidó que
es comunista y figura del régimen, me dirán algunos ¿Idiotez mía? Él y
Humberto Mata me ayudaron sin saberlo ambos a un objetivo que se cumplió
por lo menos en la escuela de Letras: antes de 1998 existía un país,
una cultura y una tradición. Lamentablemente le seguí la corriente a mi
amigo personal y colega Carlos Sandoval quien le puso a la AVN en
bandeja de plata que antes de que llegara el comandante al poder, los
intelectuales de derecha odiaban la literatura venezolana. Desde luego,
esta estupidez no fue lo que dijo Sandoval, se trata de la
interpretación de cariz goebbeliano que realiza la AVN acerca de que la
Escuela de Letras no moría de entusiasmo por nuestra literatura antes
de estos tiempos de refundación. En fin, doble fue mi idiotez, pero no
me arrepiento de ella porque en política se actúa.
Carlos Noguera |
Dos artículos, uno de Sergio Dahbar en El Nacional y otro de Ana Teresa Torres en Prodavinci,
hablan sobre el encuentro. El primero es una descalificación a los
participantes por prestarnos a olvidar los desmanes de este gobierno. No
sé por qué Dahbar piensa eso de Héctor Torres, Krina Ber, Enza García
Arreaza, Federico Vegas, Antonio López Ortega, Mario Morenza, Carlos
Sandoval, Violeta Rojo y de quien suscribe. En lo que a mí respecta,
trabajé abiertamente en el área del programa de cultura para la MUD y el
Comando Venezuela y no me he movido de Venezuela para nada en los
últimos años. Prácticamente todos mis artículos en publicaciones
periódicas versan sobre política y en la UCV le he hecho frente pública y
abiertamente al gobierno con riesgos personales. Me senté en mi escuela
de Letras a conversar sobre literatura venezolana, pecado nefando para
Dahbar e ingenuidad tremenda para mi amiga entrañable Ana Teresa Torres.
Sí, no me arrepiento, como no me arrepiento de mi acción política
cuando desde el lado del chavismo me insultan y descalifican. Dahbar, a
quien la verdad no conozco más allá de su trabajo periodístico, y
Torres, con quien me unen y me seguirán uniendo no solo lazos de amistad
sino afinidades literarias e intelectuales, quizás no estén enterados
de que Vicente Lecuna, director de la Escuela de Letras, fue quien
permitió que la institución fuese una de las sedes del evento; lo
permitió porque la UCV es una universidad pública en la que estudian,
trabajan y dan clases chavistas y antichavistas. Y tanto Lecuna como yo,
saldremos de la UCV y perderemos nuestra carrera académica si nos
aplican una política similar a la de PDVSA, más allá de si esto es o no
improbable. La situación interna de la UCV llama a aislar a los grupos
chavistas violentos y este encuentro fue una manera pero, desde luego,
Dahbar y Torres no tienen por qué saberlo pues por fortuna ellos no
están en una universidad pública ni tienen familia chavista. Los que
compartimos ambas situaciones tal vez estemos obligados a concesiones
que ellos no, pero creo que el punto no son las concesiones porque yo no
las hago: en la escuela de Letras algunos colegas me han cuestionado
por esto. Y tan no hago concesiones que rompo con la costumbre
venezolana de no nombrar gente pero insinuando de quiénes se trata: yo
sí digo claramente a quiénes me refiero en este artículo.
Independientemente de los defectos de la
Escuela de Letras, doy la cara por esta escuela porque ahí he
aprendido todo lo que sé sobre literatura, política y ética, y la
seguiré dando: la noticia de la Agencia Venezolana de Noticias es una
ofensa a la institución. Sin duda, las noticias goebbelianas de la AVN
son mucho más graves que los señalamientos de Dahbar, cuya opinión es
respetable, y los de una venezolana distinguida como Torres, cuyo
criterio es de extraordinaria relevancia por su obra y comportamiento
personal, orientado por la ética y la claridad política desde siempre.
No obstante, tengo que contestarles a todos en este mismo artículo por
ética y por respeto a mí misma y a la institución en la que trabajo.
Ahora dentro de la oposición está de
moda la división y el dardo. Jamás se me hubiera ocurrido enfrentar así a
la gente que está del lado de la democracia y el futuro, pero en estas
circunstancias cabe preguntarse si vale la pena luchar en un contexto
en el que la supuesta superioridad moral y política olvida la
trayectoria de la gente. Cosas de derrotados, supongo, comprendo porque
yo también perdí. Tal vez irse del país sea la mejor opción, pero
mientras tanto seguiré en la pelea. Respecto a Carlos Noguera y
Humberto Mata, sobra decir que ya no me sentaré con ellos porque mejor
que nadie conocen a su prensa goebbeliana y llevarla a Letras fue
remover la caldera. Les recomendaría a los colegas que organizan el II
Congreso Crítico de Narrativa Venezolana que tomaran en cuenta el
detallito de la prensa pues Carlos Noguera será homenajeado en ese
evento, al que desde luego no asistiré. Imaginen cuando se afirme que la
derecha reconoce el valor literario de un gran humanista como Noguera,
quien baja de las alturas de la probidad revolucionaria a conversar con
los enemigos de la literatura venezolana y los renegados de la Escuela
de Letras.
Sergio Dahbar |
Lejos de mí pensar la soberana tontería
de que puede haber diálogo o acercamiento sin reglas claras y exigiendo a
la contraparte que renuncie a todas sus convicciones. No cabe duda de
que seguiremos como estamos y cada vez nos irá peor entre esta
dictadura legitimada por ocho millones de personas, la abstención y el
ceder espacios que nos pertenecen. Por cierto, Sergio Dahbar debería
cuestionar, si no lo ha hecho ya, a El Nacional y El Universal por
darle cobertura al evento, actos que pueden asumirse como
“colaboración” con el enemigo. Lástima que las polémicas públicas entre
la gente de literatura sean sobre sentarse o no con chavistas y no
sobre temas de mucho mayor interés, como los que siempre converso y
seguiré conversando con Ana Teresa Torres. La invito a que escribamos
sobre asuntos importantes y no sobre reunioncitas que no pasaron de
pocas decenas de personas.
En fin, chica, me dijo un amigo, yo no
me siento con chavistas. Yo no tengo más remedio, le contesté, porque
trabajo en la UCV y están en los pupitres cuando doy clases.
Tomado de Prodavinci
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