Estimados Liponautas.
Hoy tenemos el gusto de compartir con ustedes la siguiente nota dedicada a nuestro amigo Luis Cubillan Fonseca. Le saludamos desde este espacio.
Disfruten de la entrada.
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Un hombre hecho corazón
19 junio, 2018
Un hombre hecho corazón sonríe como un niño que escudriña el mar y sus olas en la mirada y el sueño. Un hombre hecho corazón acaricia el venado de bronce de su casa paterna y tiembla al recordar el murmullo de la fuente que mojaba silenciosa pero cantarina las patas del ciervo. Un hombre hecho corazón recoge en silencio el reconocimiento de una institución, como se recogen en las ramas los granos maduros de café.
El jueves 14 de junio de 2018, Luis Cubillán Fonseca recibía de manos de la rectora magnífica de la Universidad de Carabobo un merecido homenaje, la medalla de la orden de la institución en su única clase, por haber sido electo miembro correspondiente por el estado Carabobo de la Academia Venezolana de la Lengua. Antiguos rectores, el director y la secretaria de la Academia de Historia del Estado Carabobo, buena parte de la intelectualidad valenciana, familiares y amigos que fuimos honrados con la invitación, estábamos allí, en el salón del Consejo Universitario, acompañando a Luis en su casa de muchos años, una antigua estación ferroviaria que aún sirve de férrea vía a conocimientos e ideas, sueños y proyectos, para un país posible, amplio, incluyente, memorioso de su pasado.
Luis Cubillan recibiendo la Orden Universidad de Carabobo. Fotografía Orlando Nader. |
Mis ojos no solo veían a Luis o a la rectora Jessy Divo de Chacón, a Elys Mercado o a Carlos Cruz, a los vicerrectores de la universidad, a doña Irma y a sus hijas, a don Asdrúbal González y a doña Cora de Páez, a don Germán Fleitas Núñez y su ilustre progenie, al doctor César Peña Vigas o a un hombre joven de cabellos teñidos de azul que aplaudía con desenfado, mis ojos temblando de emoción casi tanto como los de Luis veían, claro está, lo que todos veíamos o creíamos ver, pero contemplaban también una potencialidad fundamentada en la tradición, un país alimentado y enriquecido por la presencia de la llamada “provincia” despreciada por el centralismo, aunque la provincia haya definido la historia, como lo han hecho el Orinoco y la laguna de Tacarigua, los Andes y Guayana, Cariaco y Casacoima, Carabobo y la antigua Valencia, no solo del Rey sino también de Venezuela, de ese país henchido de naciente venezolanidad ante las convulsiones de 1830.
Luis Cubillán Fonseca, atildado escritor, riguroso historiador, descubridor de figuras como la de Nicolás Romualdo de Ascanio y Herrera quien puede haber sido el primer escritor nacido en la provincia de Venezuela, curador de arte, experto en conservación, coleccionista y bibliógrafo, cronista de acendrada vocación y pericia, estaba allí para enseñarnos una lección de eso que se llama , patriotismo, entereza, dignidad y grandeza intelectual.
Más tarde, en un almuerzo familiar, bajo la mirada benevolente y embellecedora de doña Irma Mijares de Cubillán, en su hogar de Guaparo, al pie de un alto espejo, junto a cuadros y figuras coloniales, entre
las voces de distinguidos amigos y parientes, la presencia de Luis Cubillán Fonseca presidiendo aquel convite junto al arzobispo y la rectora, me llenaron de fe en el futuro del país.
Un hombre hecho corazón para Valencia, una ciudad amor, una ciudad hecha de amor, volvía a pensar. Una ciudad bendecida por la Virgen del Socorro, una historia y unas historias que en la pluma de Luis Cubillán Fonseca pueden socorrer como crónica, como recordatorio oportuno, la memoria de los valencianos y de Venezuela toda.
Contacto y comentarios: hbiordrcl@gmail.com
Tomado de Notitarde
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