sábado, 18 de julio de 2009

SOBRE POETA Y POESÍA.

Un ensayo de Juan Liscano. ParteIII/III


IV

El principal problema de la poesía estriba en cómo abordar la realidad sin encallar en ella. Hay contradicción desgarradora entre la idea del ser, de la realización anímica y espiritual, y la proposición tecnocientífica y tecnológica, capitalista y política, de manipular el mundo como mercado de explotación, como territorio de conquista y expansión del instinto de poder y rapiña. Leí alguna vez una definición de la poesía que me convenció profundamente. Es ésta: "Una de las fuentes de la poesía es demostrar, sin que quepan dudas, que el mundo es de otra manera".


Hacer poesía consiste precisamente en una revaloración y hermenéutica de la realidad concebida más allá de la limitación conceptual del utilitarismo o del historicismo. Mediante el lenguaje y la inspiración se penetra en los diversos ámbitos de la realidad, de lo temporal hacia lo intemporal, estableciendo nuevas relaciones entre los componentes de la misma, entre la naturaleza dada y nuestra naturaleza, entre el logos y las cosas, entre lo microcósmico y lo macrocósmico, entre lo visible y lo invisible, entre lo que está aquí y lo que está allá. Esta exploración de lo externo hacia lo interno, de la topía hacia la utopía, de lo inmediato hacia lo mítico, de lo existente hacia lo esencial, ofrece según la naturaleza y el carácter individual, grandes misterios estimulantes, relaciones compensadoras ante el absurdo, respuestas inesperadas, o bien sumen en el enigma como ante el destino. En ningún caso se trata de manipular la creación para acumular poder, sino de descubrir su organización primigenia y la jerarquía de las cosas. El poeta es un subversivo y un explorador, siempre en demanda de la otredad, del más allá, del mito y de la metáfora.




 No se puede ser poeta y hacer poesía sino por vocación. El aprendizaje artesanal, formal, lingüístico, para surtir efecto exige la vocación previa. Y esa vocación es un don, una gracia imponderable. A partir de esa gracia, de ese don, el poeta inicia un desarrollo más que todo intuitivo, mediante el cual afirma la otredad del mundo. No es fácil persistir en esa dirección. No se trata de negar la realidad del vulgo en aras de una realidad esotérica, sino de integrar las manifestaciones de la existencia y de la esencia, de lo visible y de lo invisible, en demanda de una armonía universal del ser, de una reorganización física y metafísica, de una liberación, de una meta-realidad. No es fácil mantener esa actitud crítica e inspirada, inusual, mítica, porque a muy pocos interesa esa aventura del espíritu y del logos, inclusive literariamente. Pero no hay otro modo del más allá, del mito y de la metáfora.

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