Estimados Amigos
Hoy le obsequiamos un poema que la escritora venezolana Ida Gramcko (11/10/1924 - 2/5/1994) le dedicó a su amigo el escritor Andrés Mariño Palacio (Maracaibo, 1927-Caracas, 1966). Este texto fue tomado, de la página 41, del libro Ensayos de Andres Mariño Palacio. Este libro fue publicado por el Inciba en 1967 dentro de la colección Biblioteca Popular Venezolana. La selección de los ensayos corrió a cargo de Rafael Pineda.
Salvadas ya las rudas estameñas
de la piel, esos linos ululantes,
y así salvadas las umbrosas breñas
de penumbrosos duelos palpitantes
amo de las raíces, de las señas
de su ser, tan dolidas, tan vibrantes,
contigo ya el gran haz de aladas leñas
que tibian las auroras coruscantes,
contigo, libre ya de las pequeñas
anécdotas, contigo los diamantes
de la paz sin el pánico y sus peñas,
artista de molino y Rocinantes,
soñador de fantasticas alheñas,
tus manos, solo gestos, ya son dueñas,
sólo potentes gestos penetrantes,
de horizontes y amor porque hoy domeñas
los despiertos espacios deslumbrantes,
las regiones sidéreas y sedeñas
donde todo permite que lo encantes;
no duermes para siempre sino sueñas
y el sueño es haz de ideales vigilantes.
Pero a la voz a quien, constante, empeñas,
le hacen falta tus ámbitos distantes.
Ida Gramcko
Ida Gramcko (11/10/1924 - 2/5/1994) |
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Salvadas ya las rudas estameñas
de la piel, esos linos ululantes,
y así salvadas las umbrosas breñas
de penumbrosos duelos palpitantes
amo de las raíces, de las señas
de su ser, tan dolidas, tan vibrantes,
contigo ya el gran haz de aladas leñas
que tibian las auroras coruscantes,
contigo, libre ya de las pequeñas
anécdotas, contigo los diamantes
de la paz sin el pánico y sus peñas,
artista de molino y Rocinantes,
soñador de fantasticas alheñas,
tus manos, solo gestos, ya son dueñas,
sólo potentes gestos penetrantes,
de horizontes y amor porque hoy domeñas
los despiertos espacios deslumbrantes,
las regiones sidéreas y sedeñas
donde todo permite que lo encantes;
no duermes para siempre sino sueñas
y el sueño es haz de ideales vigilantes.
Pero a la voz a quien, constante, empeñas,
le hacen falta tus ámbitos distantes.
Ida Gramcko
Una de nuestras grandes poetas.
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