Orson Scott Card |
Autor polémico por sus posiciones ideológicas, que le
han llevado a trasladar los mitos de su religión a su obra narrativa
con muy poco maquillaje o a posicionarse en contra del matrimonio gay,
levantando bastantes ampollas, Orson Scott Card es, sin embargo, un
extraordinario narrador con ese don especial que ninguna escuela de
escritura conseguirá enseñar: la capacidad para atrapar al lector,
conseguir que deje a un lado cualquier prejuicio y disfrute de la
historia que le están contando, olvidado por completo de cuanto le rodea
y sin advertir esfuerzo alguno. Orson Scott Card nos visitó en la
Hispacón de 1997, celebrada en la ciudad catalana de Mataró, donde nos
demostró su carácter muy accesible, a lo que ayudaba no poco su dominio
del portugués, aprendido como misionero mormón, lengua de la que los
españoles nos sentimos mucho menos separados que de su inglés nativo. El
también gran escritor Rafael Marín, traductor de su obra, fue quien
realizó la siguiente entrevista.
Entrevista publicada originalmente en Artifex vol.18, abril 1998.
EL LIBRO TRADICIONAL VS. EL LIBRO DIGITAL
Fernando Iwasaki: Mis éxitos literarios se los debo a mis fracasos amorosos. Entrevista. Parte I/III
Carlos Saiz Cidoncha: Creo que la ciencia-ficción española está mejorando mucho en los últimos tiempos
Libros que cambiaron mi vida. Parte V: A modo de Epílogo.
Libros que cambiaron mi vida. Parte IV: Del Aleph a King.
Libros que cambiaron mi vida. Parte III: De Cosecha Roja, pasando por El señor de los Anillos a LOS MITOS DE CTHULHU.
Libros que cambiaron mi vida: De Drácula a Tarzán. Parte II
Libros que cambiaron mi vida.Parte I: De Los Cinco al Corsario Negro.
Carpanta, Curtis Garland y sus amigos desembarcan en la Mercè.
Pregón de Javier Pérez Andújar
STAR WARS: UN AJUSTE DE CUENTAS DESDE LA VENERACIÓN
09/06/2024
http://armandoboix.netii.net/
*******
Los académicos no están intelectualmente preparados para leer ciencia-ficción. Una entrevista a Orson Scott Card
Lo primero que te llama la atención al ver así en
persona a Orson Scott Card es que es enorme. Luego, claro, en plan
personal, que se parece mucho a uno de mis mejores amigos. Y después,
cuando charlas con él, no puedes dejar de sorprenderte por la paz y
serenidad que transmiten sus ojos.
Lo que sigue no es puramente una entrevista, sino una
conversación donde, como traductor de Card y seguidor de su obra, me di
el gustazo de preguntarle las dudas y curiosidades que durante todos
estos años me han ido asaltando mientras lo leía y recomponía. A veces
nos vamos por los cerros de Úbeda, hablando de cosas que a lo mejor
tienen poco que ver con su trabajo como autor de ciencia-ficción, pero
sí con su actitud ante la vida. Y en un tipo como Card, parece que es
imposible separar su militancia mormona de su labor como escritor. Me lo
pasé pipa en la conversación, sobre todo con las expresiones de
Kristine, la mujer de Card, que alucinaba con los vericuetos que iba
tomando lo que hablábamos (parece que es superexperta en la obra de su
marido), y con la traductora que la organización de la HispaCon de
Mataró le había puesto, y que agradeció como nadie no tener que traducir
al castellano los larguísimos párrafos con los que Card se despachaba.
Rafael Marín: Me gustaría empezar por la pregunta típica. ¿Por qué elegiste escribir ciencia-ficción?
Orson Scott Card: Tú, como escritor de
ciencia-ficción, sabes que el público de la ciencia-ficción está
preparado para escuchar ideas que nunca ha oído antes. El público
"mainstream", el público "literario"... finge que le interesa la ficción
experimental, pero al menos en inglés los experimentos tienen que ser
del mismo tipo que ha hecho gente como Virginia Woolf, Faulkner, James
Joyce, Ernest Hemingway. Si el experimento parece distinto, si
experimentas en un aspecto diferente de la ficción además del estilo, si
experimentas con las historias que se cuentan y las ideas que se
presentan, no tienen ni idea de lo que estás haciendo.
Rafael Marín |
La ciencia-ficción es despreciada por la mayoría de
los académicos porque no la entienden, no saben cómo leerla. Creo que
fue Samuel R. Delany, pero puede que me equivoque, quien dio el ejemplo a
un académico de una historia de ciencia-ficción que empezaba algo así
como "Bob miró al cielo y vio que la segunda luna no había salido
todavía". Un lector de ciencia-ficción sabe inmediatamente que la acción
no se desarrolla en la Tierra, o que de algún modo hay una nueva luna
en el cielo, o que se trata de una aventura en el pasado cuando sí la
había... El lector de ciencia-ficción pilla las ideas por anticipado, y
espera más información, y tiene una actitud diferente hacia lo que lee.
Sabes que el mundo va a desplegarse delante de ti, y esperas a conocer
las reglas.
Un académico dice inmediatamente: "¿Qué quiere
decir con dos lunas?" (risas) "¿Qué simboliza esto? ¿Está el personaje
loco?". Porque la realidad, para el académico, no se cuestiona. Busca la
metáfora. Y trata de leer metafóricamente lo que en la ciencia-ficción
se presenta literalmente. La cf sigue llena de metáforas, pero se
presenta alegóricamente, con objetivos en la historia, no sólo en el
estilo o la forma de escribir el autor. El académico no está
intelectualmente preparado. Mientras que el lector de ciencia-ficción
está preparado para leer tanto la ficción académica como la
ciencia-ficción. Podemos alternar entre las dos fácilmente. Con
diferencia, el lector de cf es más maduro. Pero trata de decírselo a un
académico... (risas).
RM: Ya lo has dicho en algún sitio con
anterioridad, pero eres distinto a otros autores de ciencia-ficción.
Creo que eres muy buen escritor, con un estilo muy limpio, muy poético
en ocasiones...
OSC: Hace falta un lector español para
apreciar eso... En la ciencia-ficción americana me acusan de no tener
estilo, porque no es un estilo académico. Los autores de ciencia-ficción
que se parecen más a los autores académicos desprecian mi obra, porque
no es académica. No se parece a lo que ellos piensan que es buena
literatura. En los Estados Unidos no parecen conscientes del hecho de
que hago, creo, cosas mucho más interesantes con el lenguaje que ellos.
Sigo aprendiendo. Me esfuerzo mucho trabajando con el lenguaje en formas
interesantes, pero lo que estoy haciendo, mi experimento es tratar de
escribir "oralmente". Escribir tal como se habla. Mis editores se
vuelven locos, porque no puntúo según las reglas del inglés formal.
Puntúo según la respiración, según el ritmo. Trato de hacer en la
ficción lo que Hopkins hizo en poesía, el ritmo, la cadencia del habla
natural, en vez del artificio literario. Y por eso es posible leer mi
obra y no darte cuenta. Suelo escribir los últimos párrafos de una obra
con un pentagrama, no por afectación, sino porque se acerca más al ritmo
que busco, aunque los lectores no sean conscientes, porque da un ritmo
al final de la historia.
RM: Yo suelo ver la música en lo que escribes, esa cadencia...
OSC: No sabes cuánto lo... Eres el primero que me lo dice.
En serio.
RM: Para mí traducirte es fácil,
porque no tengo que cambiar las frases. No hay que darle la vuelta a lo
que quieres decir... Excepto en Alvin.
Card y su esposa, al unísono: ¡Alvin, claro!
RM: ¿Quién está "escribiendo" Alvin, por cierto? ¿El niñito negro, Arturo Estuardo?
OSC: Sí.
La esposa de Card: ¡Bien por ti! (risas)
OSC: La mayoría de la gente no lo sabe.
RM: No llegué a traducir los tres
primeros libros, sólo el cuarto, y tuve que leerme los tres primeros en
muy poco tiempo. Y no llegaba a saber quién "escribía" esa historia.
OSC: Si te confieso una cosa, yo
tampoco lo sabía al principio. Sólo lo decidí en el libro tercero. No
sabía qué personaje debía contarlo. Era un experimento que los
académicos nunca advertirán. Solía coger los párrafos, según el punto de
vista del personaje que tocara, y los escribía con la "voz" de ese
personaje, aunque no sea el "escritor". Cuando escribo, en mi mente
tengo el acento de la gente de la frontera (cambia la voz y empieza a
hablar con un acento casi ininteligible), y cuando atiendo el teléfono
en mitad de lo que escribo, lo hago hablando de esa forma tan rara...
(risas). Y tengo que luchar para volver a escribir al inglés normal.
Pero las secciones que están vistas desde el punto de vista del
predicador, las escribo con un estilo mucho más formal y elegante
(vuelve a cambiar la voz, y ahora parece un predicador de verdad). Así
pensaba mientras escribía. En cierto modo, cuando escribo estoy
actuando. Actúo como si fuera el cuentacuentos.
RM: Al principio pensé que el narrador era Truecacuentos. Pero luego me di cuenta que no...
OSC: Nunca pretendí que fuera Truecacuentos, en parte porque muere antes de que la serie termine, antes de la muerte de Alvin.
RM: ¿Cuánto va a durar la serie, siete libros?
OSC: Originariamente iban a ser tres,
pero tardé tres libros en contar lo que quería para el primero. Y al
final del cuarto aún no he terminado con lo que originalmente quería que
fuera el segundo.
RM: ¿Hay un momento en que Alvin sueña con El señor de los anillos?
OSC: Sí, lo puse como diversión.
Aquí en España parece que todavía tiene mucho tirón, pero en Estados
Unidos fue muy popular en los sesenta y setenta, pero ahora los
estudiantes universitarios ya no lo leen. Creo que porque es demasiado
duro para ellos. Empieza siendo aburrido, muy lento. Y los lectores
americanos se han vuelto perezosos. Los profesores de instituto los
obligan a leer a Hemingway y Moby Dick, a Hawthorne... autores
terribles para los chavales. En cierto modo, esos libros están escritos
en un idioma extranjero. Pero si les das El señor de los anillos y rebasas el principio, es genial.
RM: Es lo mismo que pasa en España con El Quijote. Hay que tener al menos treinta años para entenderlo y disfrutarlo.
OSC: Exactamente. Moby Dick es
magnífico, pero yo traté de leerlo con diecisiete años. Es un libro
difícil, lo leí de nuevo con treinta y tantos y me quedé maravillado. Ya
estaba preparado. Descubrí que era un libro divertido, lleno de humor y
sátira. Cada frase es un delicia. Pero no para un chaval de diecisiete
años. No se deja a un niño de diez años conducir un coche. A los jóvenes
lectores hay que darles primero algo que puedan amar, y una vez que lo
amen, entonces pueden aprender cómo es la literatura.
RM: ¿Qué pasa cuando prefieres, como es mi caso, a Calvin en vez de a Alvin? Creo que mucha gente prefiere al malo que al bueno.
OSC: Calvin es más interesante porque
causa problemas. Los problemas con los que trata Alvin son los problemas
de un adulto, tratar de construir una comunidad y todo eso. Calvin
tiene problemas de niño. Es un niño pequeño que no se controla, que no
sabe quién es, que se siente tentado a hacer cosas malas. Alvin ya ha
superado esas tentaciones. Al final del tercer libro ya ha aprendido que
quiere ser un hombre virtuoso. Sigue fascinándome Alvin, para mí sigue
siendo el centro de estos libros. Pero comprendo que Calvin sea más
entretenido porque se mete en problemas.
RM: Me pasó más o menos lo mismo cuando leí La danza de la muerte de Stephen King. Me caía mejor el malo que la madre Abigail. Era fascinante como personaje.
OSC: El problema de La danza de la muerte
es que Stephen King, conscientemente o no, tiene una visión calvinista
del mundo. El final del libro me irritó, porque todas esas personas
esforzándose y al final todo queda en nada. Para que aparezca el dedo de
Dios y acabe con todo, podía haberlo hecho al principio. ¿Para qué
prepara Dios a todos esos personajes? No creo en ese tipo de Dios (la
mujer de Card se ríe). No me gusta. Aunque me parece que es el mejor
libro de King, junto con La zona muerta y Misery, quizás, me resultó irritante el final.
Yo sí tenía miedo al malo de esos libros. Porque hay
gente así de malvada en el mundo real. El mal no me fascina. Creo que
la gente mala actúa siempre de la misma forma, y una vez que entiendes
cómo funciona la tentación, me resulta sencillamente repugnante. He
conocido a un par de corruptores de niños en mi vida, y sé qué hay en
sus mentes, y siempre es lo mismo. Es como los alcohólicos, o los
cocainómanos. Son todos iguales. Son máquinas para obtener los cuerpos
de los niños. No quiero explorar esos tipos de personajes.
RM: Pero en tus libros sueles sopesar mucho las acciones y sus consecuencias, todos los lados de una situación. Por ejemplo, en Observadores del pasado o en la serie de Ender, la idea del virus como ser inteligente... Sopesas todos los aspectos distintos de una situación.
OSC: Trabajo en ello. Pero eso no es
explorar el mal. Es explorar cuestiones difíciles. Llegará el momento en
que Calvin tome la decisión de destruir todo lo que ha hecho Alvin, y
en ese momento dejará de ser interesante para mí. Todo eso pasará en el
último libro, y veremos a Calvin poner en marcha una cadena de
acontecimientos que acabará por matar a su hermano.
RM: ¿Los nombres Alvin y Calvin son por Abel y Caín?
La esposa de Card: ¡Oh!
OSC: Nunca se me había ocurrido. Es la primera vez que me sugieren esa idea.
RM: Es que soy muy inteligente (risas).
OSC: Pero a partir de ahora voy a decir
que sí, que eso es lo que pretendía desde el principio (carcajada
general). Elegí el nombre de Calvin porque rima con Alvin, y no hay
muchos nombres en inglés que rimen con Alvin. Pero también elegí Calvin
porque quería poner a prueba la filosofía de Calvino, una perversión del
cristianismo que es muy perniciosa.
La historia de Alvin está basada muy libremente en la
vida de Joseph Smith, el fundador de la religión mormona. No fue su
hermano, sino un tal John C. Bennet, quien se convirtió en su amigo más
íntimo y cuando estaba construyendo la ciudad que en los libros de Alvin
es la Ciudad de Cristal, constantemente trataba de minarlo todo,
explotarlo todo para su propio beneficio. Al final, acusó a Smith de
todo lo que él mismo había hecho. Y por eso mataron a Smith, por los
crímenes de John C. Bennet.
RM: ¿Entonces Alvin morirá? ¿No va a triunfar?
OSC: No. Va a fracasar. Pero Arturo
Estuardo liderará al resto de la gente a través del Mizzipy hacia el
País Rojo, y curiosamente en las orillas del Salt Lake (risas)
construirán...
RM: ¿Puedo contar esto?
OSC: Sí. Lo llevo contando desde hace
años. Construirán una nueva Ciudad de Cristal en las orillas del Lago
Salado. Todo el que comprenda la estructura de la historia sabrá que
Arturo Estuardo es mi tatarabuelo.
RM: Para nosotros en España es muy
difícil comprender todas las implicaciones de esa historia, aparte de
saber quién es Napoleón, o La Fayette. Nuestra idea del Oeste son
pistolas, indios, y todo eso. Y la pregunta es cuándo va a aparecer Davy
Crockett y todos los héroes de la frontera...
OSC: Oh, todos aparecerán. Me estoy
divirtiendo mucho jugando con la historia americana. Meto personajes
cada vez que puedo, la rebelión de los esclavos... Introduzco cosas que
son reales, incluso la forma en que éstos usan la magia, que es el vudú.
RM: ¿Has pensado en enlazar la historia de Alvin con una de las posibilidades de alterar la historia de Pastwatch?
OSC: No. Bueno, sí lo he pensado, pero
no lo voy a hacer, porque el mundo físico de ambas historias es
completamente diferente. Son universos distintos y no puedo mezclarlos.
Con Pastwatch,
el próximo libro trata de Noé. Tengo una novela corta y voy a
ampliarla. Y luego, después del Diluvio, haré Adán y Eva. Creo que eso
me creará ya suficientes problemas sin tratar de enlazar la alegoría de
Joseph Smith con el universo de Pastwatch.
RM: ¿Cuál ha sido la reacción del público americano a Pastwatch?
OSC: Como no es parte de una serie que
conozcan, se mueve más lentamente. Mis series venden mejor. Con los
libros que no pertenecen a series, la gente se lo piensa más.
RM: Creo que en Starlog leí una pequeña reseña y decía que no era muy interesante. Y para mí es uno de los mejores libros que has escrito jamás.
OSC: Me alegra que te gustara. Como
traductor, creo que lees las cosas con mucha más atención que un lector
normal. Para mí es la mejor novela de ciencia-ficción que he escrito
como tal. No sé si podré hacer un libro como ese otra vez, en parte
porque fue durísimo. Empezó como un juego, por pura diversión, pero me
enamoré de los personajes, de la situación, y de los temas históricos, y
tuve que hacer un montón de investigación... para mí, al menos, quizá
para un escritor de verdad, no. (risas)
RM: La idea de viajar en el tiempo y la posibilidad de cambiar el pasado como una obligación moral nunca se había tratado antes.
OSC: En realidad, trato de decir que
tenemos la obligación moral de cambiar el futuro con lo que hacemos
ahora. Y lo escribí en el contexto de la agonía de ser un norteamericano
con lo que es probablemente el peor presidente de nuestra historia... y
hay competencia de sobra para ocupar ese puesto. Pero un presidente que
se queda cruzado de brazos cuando tenemos poder para detener las
masacres en Ruanda, o en Bosnia... ¿Es que no hemos aprendido nada de la
Segunda Guerra Mundial? ¿Somos tan estúpidos que vamos a dejar que
suceda lo mismo una y otra vez? No hay otro país con poder para
intervenir. ¿A qué esperaba? Esperaba permiso. A que fuera políticamente
conveniente. Necesitamos un presidente que sea un líder y diga "Esto es
intolerable", y cuando América tiene el poder de detener esta locura,
si a otra gente no le gusta, es una lástima. Pero este tipo de
asesinatos, y matanzas, no pueden existir en el mismo mundo que una
buena nación. No somos una buena nación. Nos quedamos de brazos cruzados
y reelegimos a ese hombre. Me avergüenza mi país.
RM: ¿Has leído Paz interminable, de Joe Haldeman?
OSC: No la he leído. Dejé de leer ciencia-ficción hace cinco años.
RM: Lo traduje este verano y la idea
era forzar a la gente a ser buena, por medio de implantes, y no podían
actuar violentamente. Mientras lo traducía, pensaba en cómo habrías
tratado tú ese tema, porque no era una acción moral obligar a la gente.
OSC: ¿Y Haldeman decía que eso era bueno?
RM: Al final tienen éxito. Aunque el diez por ciento de la gente implantada muera en el proceso...
La esposa de Card: Eso es inaceptable.
OSC: La suma total de las guerras no han matado al diez por ciento de la población terrestre.
RM: Es una de las cosas que se dicen en
el libro, pero aun así... Cambiemos de tema. ¿Qué hay de Ender y
compañía?
¿Has terminado de verdad con la historia?
OSC: La historia de Ender está
terminada, y no volveré a ella. Tengo contratada una novela sobre Mazer
Rackham, que empieza antes de El juego de Ender, y que termina después. Dos mil años antes de La voz de los muertos.
También, si puedo encontrar a los autores adecuados, quisiera autorizar
una serie de libros de otros autores sobre los compañeros de Ender en
la Escuela de Batalla. Me encantaría una historia sobre Bonzo Madrid,
porque creo que es un personaje fascinante. Mucha gente piensa que es un
tipo malo, pero me parece que es alguien atrapado por su propia
personalidad, una figura trágica. Me encantaría leer una historia desde
su punto de vista. Pero yo no tengo tiempo para escribir esos libros.
Tengo que escribir otros libros.
RM: Después de muchos rumores, parece
que por fin has escrito un guión cinematográfico sobre Ender. ¿Qué nos
puedes adelantar sobre la película?
OSC: Me han pedido que escriba el guión
de la película cientos de veces en los últimos diez años. Pero siempre
querían hacer que Ender tuviera dieciséis años, y se enamorara... No
quise vender los derechos, no importaba cuánto me ofrecieran, a menos
que fuera descrito como un niño de menos de doce años. Esto sorprendía a
la gente de Hollywood, porque no están acostumbrados a que se rechacen
sus ofertas. Todos dicen: "¡Pero si vamos a convertirlo en una película!". Y yo les respondía: "Ah, pero es ya
un libro". Finalmente la he vendido a alguien que la hará tal como es
el libro. Claro que hay que cambiar la forma en que se narra la historia
para convertirla en película, pero el productor, Robert Cakartoff es un
hombre que hará la película que yo quisiera ver.
RM: ¿Qué nos puedes adelantar sobre la continuación de Lovelock? Me pareció fantástico, me hiciste llorar por culpa de un mono.
OSC: ¡Sí, esa era la idea! (carcajada general)
RM: Estaba traduciendo y estaba lloriqueando todo el rato, sintiéndolo tanto por aquel pequeño mono... (risas). Y me decía...
La esposa de Card, al unísono conmigo: ¡Es sólo un mono!
RM: Era muy divertido, muy cínico, y al mismo tiempo muy trágico.
OSC: Pero lo más triste de todo es que
la idea original del libro ni siquiera tenía a Lovelock dentro. Cuando
empezamos el libro era la historia de ella, y de ese pueblecito en el
espacio. En la investigación para los personajes, recurrimos a una idea
que tenía desde hace tiempo, los animales como testigos, para observar y
registrar de forma electrónicamente ampliada. La idea original era un
cerdito, pero luego te das cuenta de que los cerdos son limitados. La
gente con más prestigio tendría algo tan sofisticado como un mono por
testigo. Mientras Kathryn Kidd y yo hablábamos, nos dimos cuenta de que
Lovelock era mucho más interesante que los humanos, y robó el libro. Por
eso, la trilogía en vez de tratar sobre los colonos humanos ahora trata
de la búsqueda de Lovelock por crear una familia y fundar una tribu.
Puedo decirte que al final del tercer libro tendrá éxito, y habrá monos
libres en el nuevo mundo... pero habrá muchos problemas por el camino.
El segundo libro se llamará Rasputín, y la
mitad está contado desde el punto de vista de Lovelock y la otra mitad
desde el punto de vista del gato, Rasputín, testigo de un psiquiatra. Y
Rasputín será muy parecido a Lovelock, aunque no comprende su
fascinación por crear una descendencia. Sólo le interesa su propia vida.
Es muy egoísta, como son los gatos (risas).
RM: Entonces estará condenado a perecer.
OSC: Pero no le importa. Porque su vida
es la única vida que le interesa. ¿Qué le importa que la próxima
generación sepa lo que él sabe? Pero a veces actúa contra Lovelock, y
serán antagonistas durante un tiempo, pero al final del segundo volumen
Rasputín hará algo clave para ayudar a Lovelock y acabará siendo un buen
tipo.
RM: ¿Estás trabajando en eso ahora?
OSC: Estamos en el capítulo cuatro. Llevamos un año clavados en el capítulo cuatro. Ahora me toca a mí...
RM: ¿Cómo escribís en conjunto? ¿Por capítulos alternos?
OSC: Yo escribo un capítulo, entonces
Kathryn Kidd lo reescribe y escribe la continuación, yo reescribo el
suyo... Es muy lento. Muy lento. Pero sabemos básicamente adónde va la
historia. Y no nos peleamos. El motivo de los retrasos esta vez es la
película, el haber estado trabajando con el guión de Ender. Y eso me ha retrasado tanto que he tenido que anular algunos contratos de libros.
RM: Comentabas que el actor que haga de
Ender probablemente no haya nacido todavía, porque quieres que sea un
niño de menos de doce años. Si alguna vez se llevara al cine La voz de los muertos, por ejemplo, ¿tienes en mente a algún actor concreto para el Ender adulto?
OSC: (tajante) Yo nunca haría esa película.
RM: ¿Por qué no?
Orson Scott Card en Dallas en el 2000. Imagen tomada de aquí |
OSC: Es demasiado vil, demasiado
sangrienta. Si hicieran la película, yo no querría verla. La mayor parte
de lo que pasa es dentro de las cabezas de la gente. ¿Cómo comprendes
por qué hacen lo que hacen? Hay mucha gente hablando y explicándose
cosas mutuamente, y de pronto hay crueldad. La mayoría de mis libros
serían películas malas. Y los que serían buenas películas, como Wyrms, serían muy tenebrosas. David Lynch está echándole un vistazo a la idea, pero...
RM: ¿Has notado diferencias entre escribir un guión y una novela?
OSC: Bueno, he escrito obras de teatro
durante años. En cierto modo, fue divertido volver a escribir diálogos,
pero en otro sentido una película no puede ser sólo diálogos. Tuve que
ser muy económico con lo que la gente dice, y fue doloroso escribir una
buena escena y luego cortar y cortar... Había veces en que los
productores decían: tienes que incluir esta escena y yo decía no, no es
necesaria.
He escrito varios comienzos y un borrador completo, y
al final empecé de nuevo con otra perspectiva. Mucha gente odia ese
principio, porque revela el "secreto", pero eso pasa en el libro porque
sólo aprendes lo que aprende Ender, está contado desde su punto de
vista. Pero en la película la cámara no está dentro de su cabeza, sino
fuera, y sería mentir al público durante toda la película. La gente
diría que es un fraude.
Imagen tomada de aquí |
RM: Personalmente, me parece mejor idea así. La gente no saldrá del cine pensando que era un videojuego.
OSC: Sabrán que es real desde el
principio. Y el suspense estará en saber cuándo lo descubrirá Ender. Hay
una línea de diálogo que creo que no está en el libro, que dice que
cada vez que Ender descubre una mentira tienes que estar seguro de que
hay otra mentira esperando detrás, para que nunca llegue a la verdad. Y
de eso trata la película, de mentir a los niños. Si pudiera volver atrás
y escribir de nuevo la historia como en la película, pienso que sería
mejor.
Tomada de Bibliopolis
Enlaces Relacionados:
EL LIBRO TRADICIONAL VS. EL LIBRO DIGITAL
Fernando Iwasaki: Mis éxitos literarios se los debo a mis fracasos amorosos. Entrevista. Parte I/III
Carlos Saiz Cidoncha: Creo que la ciencia-ficción española está mejorando mucho en los últimos tiempos
Libros que cambiaron mi vida. Parte V: A modo de Epílogo.
Libros que cambiaron mi vida. Parte IV: Del Aleph a King.
Libros que cambiaron mi vida. Parte III: De Cosecha Roja, pasando por El señor de los Anillos a LOS MITOS DE CTHULHU.
Libros que cambiaron mi vida: De Drácula a Tarzán. Parte II
Libros que cambiaron mi vida.Parte I: De Los Cinco al Corsario Negro.
Carpanta, Curtis Garland y sus amigos desembarcan en la Mercè.
Pregón de Javier Pérez Andújar
STAR WARS: UN AJUSTE DE CUENTAS DESDE LA VENERACIÓN
09/06/2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario