Al fondo Fernando Iwasaki. Fotografía: Manuel Gutiérrez |
Estimados Liponautas
Hoy tenemos el agrado de hacerles llegar una entrevista realizada por Jot Down Magazine al escritor peruano Fernando Iwasaki. En la entrevista nos da su particular parecer sobre la literatura en español. La entrevista está muy centrada en la realidad cultural española razón por la cual salpicamos el texto de hiperenlaces que ayudaran al lector a ubicarse de mejor manera. La segunda libertad que nos tomamos fue la de dividir en tres porciones la entrevista ya que consideramos que era muy extensa para publicar de manera integra y de una sola vez en nuestro blog. Cada una de las tres porciones vendrá acompañada por un texto introductorio pertenecientes a escritores colaboradores del blog donde les harán llegar a ustedes su visión de Fernando Iwasaki o de este texto en particular. La primera porción será presentada por el escritor español Armando Boix, la segunda por el escritor venezolano Carlos Yusti y la tercera parte por Alberto Hernández. La última libertad que nos tomamos fue la de cambiar el título, modificando una de sus declaraciones en la entrevista, y usándolo como título ya que consideramos que era más llamativo que el original.
Ya no seguiremos quitándoles más tiempo así que finalizamos esta breve introducción aquí para puedan disfrutar del texto.
Estaremos a la espera de sus comentarios.
Richard Montenegro
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Ya en la antigua Sumeria, un escriba grabó la preocupación
de un padre ante la poca aplicación de su hijo, comparada con la de sus
ancestros: «Piensa en las generaciones de antaño, frecuenta la escuela y
sacarás un gran provecho. Piensa en las generaciones de antaño, hijo mío,
infórmate de ellas». El mundo, en realidad, cambia poco en lo fundamental y
solo presenciamos una muda de ornamentos. No ha habido desde entonces
generación que dejara de mirar con escepticismo a las que le siguen y se ha
hecho más evidente a medida que los cambios técnicos, sociales y culturales se
aceleraban. Quizá, por repetida, esa percepción se revela falsa en lugar de
confirmada, fruto de una idealización errónea de lo que es la cultura.
¿Son nuestros jóvenes más ignorantes? A lo mejor lo son si
utilizamos como baremo un modo de entender qué es culto perteneciente ya a
otros usos, a otra realidad. Consideramos, desde esa perspectiva de la
educación humanística, más importante entender de gramática, retórica o
aritmética que la adaptabilidad al cambio tecnológico o un bagaje visual,
cuando hoy la imagen es tan importante. ¿Por qué, en nuestros institutos, no
enseñamos el placer de la lectura a nuestros alumnos entregándoles un cómic?
¿Por qué impartimos clases de historia de la literatura y no de cine? ¿Hay
materias superiores o solo se debe a un anquilosamiento de nuestros métodos
educativos, con el paso cambiado respecto a las metamorfosis culturales? Sin
embargo, todo cuanto el hombre piensa y siente lo expresa en palabras. Un foco
más amplio a lo que representa la cultura no debería eximir del dominio de
ciertas herramientas, parte indisoluble de un pensamiento estructurado y
eficaz, como es un correcto uso del lenguaje oral y escrito, comprensión
lectora incluida.
Fernando Iwasaki, puente entre dos culturas que en
realidad son una sola, la española y la latinoamerica, al tiempo que lo es
también entre las mal llamadas culturas alta y popular, reflexiona en una larga
entrevista sobre estos asuntos y muchos otros, como el multiculturalismo, la
relación entre literatura y política, la supervivencia del libro o la
frivolidad de un mundo editorial basado en el espectáculo. ¿Debería ser
obligatorio votar? ¿Necesitaríamos un servicio social obligatorio como antes se
hacía la mili? ¿Hasta qué punto debemos forzar unos deberes como contrapartida
a nuestros derechos? ¿Aumentaría así la legitimidad de nuestras exigencias? Se
esté de acuerdo o no con sus conclusiones, es un placer leer el pensamiento
expresado en voz alta de una mente bien entrenada y a la que ningún tema le
resulta ajeno o despreciable, sea el fútbol y el flamenco o la última
vanguardia literaria… Por cierto, si son ustedes aficionados al género
fantástico, y en concreto al cuento de miedo, no se pierdan Ajuar funerario,
el volumen de micro-relatos de Iwasaki. Me agradecerán la recomendación.
Armando Boix
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Publicado por Ángel L. Fernández
Recuero, Paula Herrero, y David del Toro
Fernando Iwasaki Cauti (Lima,
Perú, 5 de junio de 1961) es narrador, ensayista, crítico e historiador. Aunque
nació en Perú los orígenes de Fernando abarcan, al menos, cuatro países de tres
continentes: su bisabuelo materno era italiano; su abuelo paterno un japonés
que se afincó en Lima en la década de 1920; y la abuela materna, ecuatoriana.
Durante los años que ejerció como historiador fue profesor universitario en
Perú, investigador en el Archivo de Indias de Sevilla, investigador en el
Archivo Secreto del Vaticano y profesor invitado en diversas universidades de
Europa y América. Entre otros es autor de diversos estudios acerca de los
procesos de inquisición y de santidad en Lima colonial, gracias a los cuales
obtuvo en Nueva York el Conference on Latin American History Grant Award
(1996). Su obra abarca novelas, cuentos, ensayos y antologías.
Desde 1989 reside en Sevilla.
Actualmente es columnista del diario ABC, El País, suplemento de La Razón (de
México) y colaborador en la sección «El gabinete» del programa Julia en la onda. También es director de la Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco y
Bético. Nos citamos con él en la Fundación y mientras observamos tocar el cajón
a un rubio de dos metros que viste camiseta de tirantes, pantalones cortos estampados
y unas chanclas playeras le preguntamos sobre lo humano y sobre Borges.
¿Sevilla tiene un color especial?
¡Sobre todo tiene un calor
especial!, que no es lo mismo… He estado en la Amazonia, el Sáhara, el Ecuador
y el Caribe… y nunca he pasado más calor que aquí en Sevilla. Por lo tanto,
cambiaría una vocal para añadir que Sevilla tiene un calor especial.
¿Cómo te hiciste del Betis? ¿Qué
tiene el Betis que no tenga el Sevilla?
Vine a Sevilla en 1985, un año en
el que el Sevilla no andaba precisamente muy fino. Todos los domingos, un
historiador escocés y yo íbamos a ambos estadios, dispuestos a dejarnos seducir
por el juego de los dos equipos de la ciudad. Teníamos clarísimo que no
queríamos ser ni del Madrid ni del Barcelona, pues nos parecía de mal gusto ser
hinchas de unos clubes nacidos para ganarlo todo. Si fuera brasileño o
argentino tendría sentido, pero los peruanos no hemos ganado nunca nada y la
sobredosis de triunfos nos sienta fatal. Sin embargo, aquel año descubrí al
Betis de Cardeñosa, Gordillo, Rincón, Parra, Calderón, Esnaola, Ortega,
Hadžibegić… El Betis tenía un gran equipo y el Sevilla un gran jugador,
Francisco, que a mí me gustaba mucho más que Schuster. Ambas aficiones eran
divertidas, hospitalarias y no existía una rivalidad agresiva, pero la
filosofía del manque pierda es una filosofía fascinante para los hinchas que
venimos de países sin un gran palmarés futbolístico. De hecho, el Sevilla —como
el Madrid o el Barcelona— compite para aspirar a lo máximo, como todos los
equipos apolíneos, pero el Betis es dionisíaco y por eso no necesitamos
terapias de autoayuda, porque ser del Betis ya es terapéutico.
Reconocerás al menos que el himno de El Arrebato es el mejor himno futbolero…
REAL BETIS BALOMPIÉ - Sevilla, España - Temporada 1981-82 - Esnaola, Bizcocho, Alex, Ortega, Peruena y Gordillo; Benítez, López, Diarte, Cardeñosa y Parra . |
Reconocerás al menos que el himno de El Arrebato es el mejor himno futbolero…
El himno del Arrebato es un himno
extraordinario, pero totalmente apolíneo. Es como el «We are the Champions», un
himno solo para los momentos de gloria. Lo bueno del himno del Betis es que
puedes cantarlo volviendo en el autobús, incluso después de haber perdido, como
aquel novio abandonado que cantaba «Eva María se fue».
En 1967 Eduardo Llosent dijo: «Todo ámbito literario de Sevilla lo
satura una atmósfera de ranciedad». ¿Ha cambiado algo en el panorama literario
de esta ciudad?
La ranciedad sigue existiendo,
pero ya no satura porque se ha convertido en una suerte de adorno y hasta en
una seña de identidad. Eduardo Llosent escribió aquella sentencia pocos años
antes de morir, ya en la década de los sesenta, y muchos años después de haber
fundado la revista Mediodía y después de haber constatado que la Generación del
27 había pasado por Sevilla sin conmover sus cimientos culturales. Sin duda,
para Eduardo Llosent aquella ranciedad era un veneno. Sin embargo, con el paso
de los años la ranciedad española en general y la sevillana en particular se
han convertido en otra cosa. Sin esa ranciedad no existiría el cine de Berlanga
y Almodóvar, Amanece que no es poco de José Luis Cuerda o la última película de
Álex de la Iglesia protagonizada por Raphael. La ranciedad española se ha
convertido en un colesterol bueno.
Alex de la Iglesia y Raphael. |
Estudiaste Historia y te
interesaste por los procesos de Inquisición…
Como los países hispánicos no
tuvimos una Reforma religiosa ni nada que se le pareciera —Erasmo encarnó esa
única posibilidad—, en lugar de tribunales teológicos tuvimos consultorios
sexuales. Nuestros heterodoxos fueron extraordinarios, aunque aquellas «vidas
mágicas» que estudió Caro Baroja lo fueron casi siempre en el dominio sexual.
Así, a falta de alguien que desafiara el dogma, la doctrina o la ortodoxia con
alguna elaboración intelectual, abundaron quienes se convirtieron en peligrosos
por culpa de sus incontinencias. Siempre me ha atraído esa suerte de disidencia
pecaminosa que perfuma los expedientes de la Inquisición. Hubo místicos, por
supuesto, que fueron procesados, como Teresa de Ávila, fray Luis de León y Juan
de la Cruz, pero la jerarquía eclesiástica los asimiló y reescribió sus
hagiografías. Sin embargo, también existieron otros heterodoxos que fueron
represaliados y acusados de iluminismo y falsa santidad. Este grupo me interesa
de manera especial.
Llegaste por primera vez a
Sevilla en 1985 como investigador en el Archivo de Indias. ¿Qué ciudad era
aquella para un joven latinoamericano?
Recuerdo que viajé en el vagón
litera de un Talgo nocturno, cuyo billete me salió más barato porque viajaba
con los reclutas que hacían la mili. Aquellos chicos vestían uniformes
militares, acarreaban unas bolsas inmensas y fumaban Bisonte. Nos pasamos la noche
conversando e intercambiando cigarrillos, porque yo tenía tabaco rubio peruano
que ellos encontraron mejor que los Fortuna. Llegué a Sevilla a las seis y pico
de la mañana, y como era demasiado temprano para ir al piso que había alquilado
crucé Marqués de Paradas y entré a un bar para tomarme un café. El camarero que
me atendió quiso saber de dónde era y cuando supo que era peruano me animó a
ser del Betis. Aquella fue mi primera impresión de Sevilla.
Francisco Javier Labandón Pérez mejor conocido como El Arrebato |
Muchas cosas me chocaron de
entrada. Por ejemplo, la manera de hablar, pues estaba persuadido de que todos
los españoles vivían cabreados, molestos y rebotados. Si pedía cualquier cosa
«por favor», me respondían que «¡Nada de por favor! Es mi trabajo». No entendía
por qué me hablaban con tanta agresividad. Muchos años después yo mismo
practico esta manera de hablar que se me antoja muy correcta y más eficaz,
porque no deja lugar a dudas. Los latinoamericanos a veces damos muchas vueltas
para decir una cosa que se puede expresar con más llaneza. Esa fue la Sevilla
que me recibió con un café muy fuerte una madrugada muy fría. Siempre he tomado
café expreso, pero el café en España resultó mucho más fuerte que el que
tomamos en América y que ahora encuentro horrible, asqueroso y aguachento. Y
por último el Archivo de Indias, que era mi sueño como historiador. Así llegué
a Sevilla sobre las seis de la mañana, con una enorme maleta sin ruedas, un
maletín de mano, una cámara de fotos, una mochila y una guitarra. Así viajaba
yo.
Y lograste el éxito literario
gracias a tus fracasos amorosos…
Éxito es una palabra muy
resbaladiza, pero acepto que a la novela de mis calabazas completas [Libro del
mal amor, RBA, N. de R.] no le ha ido del todo mal, quizá porque todo el mundo
acumula más fracasos que éxitos.
Te definiste en una ocasión como
«un lector que escribe». A escribir literatura solo se llega leyendo mucho.
Es cierto, y deberíamos repetir
esto muchas veces, porque ahora abundan quienes piensan que basta con
matricularse en un taller literario para aprender a escribir sin necesidad de
leer. No me considero apto para impartir talleres porque pienso que sería un
mal profesor de escritura literaria. Más bien, pondría al personal a leer y
casi nunca a escribir. Algunos amigos me cuentan que a ciertos alumnos suyos no
les interesa la lectura porque no quieren contaminar su estilo; pero sin ánimo
de ser aguafiestas pienso que solo un buen lector puede llegar a ser escritor.
Eres columnista de El País
Semanal, ABC y otros medios hispanos. En La Razón de México escribes que «los
zombis de las series distópicas podrían ser “burgueses proletarios” europeos
huyendo como escapan ahora los sirios».
Creo que es una imagen muy
persuasiva. Recuerdo un libro que fue finalista del Premio Anagrama de Ensayo
—Filosofía zombi— donde el autor hacía un análisis de los mensajes que subyacen
detrás de todas las ficciones de zombis. Y el caso es que halló alegatos muy
sugerentes contra el capitalismo postmoderno, porque el zombi le parecía un
feroz consumidor privado de voluntad. Sin embargo, desde otra perspectiva
también podríamos decir que los zombis conforman una multitud adocenada que no
necesita trabajar porque vive de subsidios. ¿Cuánta gente elegiría una vida
subvencionada sin obligaciones laborales, rancho diario, sexo seguro, wifi
gratis, ocio infinito y renta universal? Esa vida me parece aterradora y creo
que sería otra forma verosímil de convertirse en zombi.
Tienes ascendientes italianos,
japoneses, ecuatorianos y peruanos, ¿qué opinas de En defensa de la
intolerancia de Žižek?
Se puede ser crítico con el
multiculturalismo y no estar de acuerdo con Žižek. Sobre el mismo tema valoro
más los libros de Peter Slöterdijk, quien en lugar de hablar de postpolítica
prefiere hablar de posthumanismo. En cualquier caso, me siento más extraterritorial
que multicultural, pues mi cultura siempre ha sido la occidental y vivir en
Europa no ha supuesto para mí ningún conflicto como el que experimenta cierta
descendencia europea de inmigrantes musulmanes, seducida por el yihadismo
radical.
¿Sumisión levantó tantas ampollas
porque podría ser profética, como lo fue en su momento Plataforma?
Houellebecq no es un autor que me
disloque especialmente, aunque ahora le doy prioridad a la literatura escrita
en español. Para mí, leer a Martin Amis, Paul Auster o Houellebecq se me hace
igual de complicado. Si Coetzee sacara un nuevo libro sí lo leería, porque
Coetzee me encanta. Pero a los otros autores no puedo seguirlos a la velocidad
que publican. Sé de qué trata Sumisión y comparto su propuesta de que Europa
sufre una crisis de identidad porque los jóvenes no tienen conocimientos
cabales ni de sus propios países. En realidad, los jóvenes franceses
—cristianos, musulmanes o descreídos— lo ignoran casi todo acerca de su país, y
lo mismo podría estar ocurriendo con los jóvenes españoles. La antigua mili te
podía mandar a Jaca, Ceuta o El Ferrol y la hacías con el hijo del notario y el
hijo del pastor, con jóvenes vascos o catalanes.
John Maxwell Coetzee |
No estoy a favor de restaurar el
servicio militar, mas sí soy partidario de un servicio solidario. Puedo
imaginarme a sus objetores de conciencia alegando «por qué tengo que limpiarle
los pañales a un anciano si no se lo hago ni a mi abuelo» o «por qué debo ir al
Estrecho a ayudar a los inmigrantes que naufragan». No obstante, si hubiera un
servicio solidario obligatorio habría jóvenes movilizándose por todos lados
para cubrir las deficiencias de un estado de bienestar arteriosclerótico.
Tenemos ley de dependencia pero no tenemos recursos ni humanos ni económicos.
Imaginemos por un momento que ese servicio solidario obligatorio paliara los
déficits de la ley de dependencia.
Al servicio solidario obligatorio
habría que cambiarle el nombre…
[Risas] He dicho obligatorio
porque la mili lo era; pero si hubiera un servicio solidario —a secas—, sin
duda tendría objetores de izquierdas y de derechas. Europa vive una situación
inédita y muchos ciudadanos exigen opciones alternativas a los bombardeos. Por
supuesto que hay que buscarlas, aunque una de esas opciones consistiría en
recordarle a los ciudadanos que los derechos suponen deberes y que estos
deberes tendrían que ser obligatorios. Por ejemplo, votar en las elecciones. La
democracia no es gratis y una de las razones por las cuales tenemos que votar
es para que no desertemos de nuestras responsabilidades. Si las
responsabilidades se cumplieran nuestra sociedad civil sería más robusta, pero
como la deserción ciudadana es enorme nuestra sociedad civil ni siquiera está
articulada. Vivimos gracias a los abuelos pensionistas, que son quienes le
solucionan la vida a los hijos que se quedaron sin trabajo y a los nietos que
no tienen casa.
Martin Amis |
Una vez dijiste que «hay dos
Españas, una con buen humor y otra sin humor». ¿Cómo las ponemos de acuerdo?
No pueden ponerse de acuerdo,
pues quien carece de sentido del humor no se reirá jamás. Ahora bien, debo
añadir que el sentido del humor no hace mejores a los individuos. Lo tienes o
no lo tienes y ya está, pero nadie es mejor que otro por tenerlo o no. Lo que
pasa es que si lo tienes encuentras complicidades que te enriquecen y que otros
se las pierden. Me figuro que tener profundidad, solemnidad, sobriedad y
capacidad para sentirse estupefacto debe de ser maravilloso, pero yo ya es
estoy curado de espantos y estupores. Nada de lo que no me pueda reír pasado
mañana me merece la pena.
Participas como tertuliano en
Julia en la Onda, pero rara vez hablas de literatura. ¿Qué opinión te merece la
figura del tertuliano? ¿No se merece Borges un «Gabinete»?
Borges uno y María Kodama otro.
En general, cada vez hay menos cultura en los medios de comunicación, pero Juan Adriansens —un colaborador muy querido en la casa— es quien lleva la voz
cantante en los gabinetes culturales de Julia en la Onda. Y los «gabineteros»
varían según los temas. Es cierto que a mí no siempre me toca hablar de
literatura, aunque, si puedo, procuro llevarme los temas de conversación a mi
molino.
Borges decía que en la literatura
hay esencialmente cinco temas: la infancia, la memoria, el exilio, la muerte y
el amor. ¿Estás de acuerdo?
Sí, absolutamente. Además es muy
complicado que existan muchos más temas. El amor, la infancia, el exilio, la
muerte y la memoria. Ahí está todo y todos están en la Odisea, pues la Odisea
es un libro de amor, un libro de viajes, un libro sobre la infancia y una
memoria hecha libro. La maravilla en la literatura es que los viejos temas son
tan incandescentes que no se apagan nunca.
José Ortega Spottorno |
Hoy que está tan de moda el
coaching, «salir de la zona de confort» y utilizar el palabrerío de red social
barata. ¿Es poco cool decir que la felicidad está en Borges o en Ortega Spottorno?
A mí lo cool me da por cool. ¿Por
qué huimos de nuestra lengua? Comprendo que el inglés es muy transversal, pero
el coaching es la tutoría de toda la vida. Todos hemos conocido a alguien que
ha sido un mentor, alguien que nos ha ayudado, supervisado e introducido en
temas novedosos. Todos tenemos en la cabeza a alguien así, y que nunca fue un
coach. El coaching sería —vamos a parafrasear a Lenin— la fase superior del
capitalismo en la tutoría, porque solamente se entiende la figura del coach
cuando has perdido la confianza en las personas de tu entorno, cuando ya no
existen amigos que te ayuden y no tienes más remedio que pagar para ser
aconsejado. En las genuinas relaciones entre discípulo-maestro, alumno-profesor
y pupilo-tutor siempre ha existido algo más que un salario mensual. Y así como
la sensibilidad no es el conocimiento, la ideología no es la ciencia y el
coaching no es lo mismo que la educación. Y ya de la felicidad ni hablemos,
pues si no la has disfrutado en tu casa antes de los diez años, ya puedes
pasarte toda la vida buscándola con un coach.
Documentación: Loreto Igrexas
Continuará
Tomado de Jot Down Magazine.
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Sus últimos libros publicados son la novela La joven a la que amaban las hadas(2012), la antología El noveno capítulo y otros relatos (2014) y el volumen contres novelas cortas En calles oscuras (2015).
EL LIBRO TRADICIONAL VS. EL LIBRO DIGITAL
Fernando Iwasaki: Mis éxitos literarios se los debo a mis fracasos amorosos. Entrevista. Parte I/III
Carlos Saiz Cidoncha: Creo que la ciencia-ficción española está mejorando mucho en los últimos tiempos
Libros que cambiaron mi vida. Parte V: A modo de Epílogo.
Libros que cambiaron mi vida. Parte IV: Del Aleph a King.
Libros que cambiaron mi vida. Parte III: De Cosecha Roja, pasando por El señor de los Anillos a LOS MITOS DE CTHULHU.
Libros que cambiaron mi vida: De Drácula a Tarzán. Parte II
Libros que cambiaron mi vida.Parte I: De Los Cinco al Corsario Negro.
Carpanta, Curtis Garland y sus amigos desembarcan en la Mercè.
Pregón de Javier Pérez Andújar
STAR WARS: UN AJUSTE DE CUENTAS DESDE LA VENERACIÓN
Actualizada el 01/03/2024
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Richard Montenegro. Perteneció a la redacción de las revistas Nostromo y Ojos de perro azul; también fue parte de la plantilla de la revista universitaria de cultura Zona Tórrida de la Universidad de Carabobo. Es colaborador del blog del Grupo Li Po: http://grupolipo.blogspot.com/. Es autor del libro 13 fábulas y otros relatos, publicado por la editorial El Perro y la Rana en 2007 y 2008; es coautor de Antología terrorista del Grupo Li Po publicada por la misma editorial en 2008 , en 2014 del ebook Mundos: Dos años de Ficción Científica y en 2015 del ebook Tres años caminando juntos ambos libros editados por el Portal Ficción Científica. Sus crónicas y relatos han aparecido en publicaciones periódicas venezolanas tales como: el semanario Tiempo Universitario de la Universidad de Carabobo, la revista Letra Inversa del diario Notitarde, El Venezolano, Diario de Guayana y en el diario Ultimas Noticias Gran Valencia; en las revistas electrónicas hispanas Alfa Eridiani, Valinor. miNatura, Tiempos Oscuros y Gibralfaro, Revista de Creación Literaria y de Humanidades de la Universidad de Málaga y en portales o páginas web como la española Ficción Científica, la venezolana-argentina Escribarte y la colombiana Cosmocápsula.
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Armando BOIX (1966). Formado en artes aplicadas, ha desarrollado una carrera profesional como dibujante técnico y diseñador, al tiempo que, desde 1994, empezaba a publicar sus primeros relatos y artículos en fanzines y revistas. Dirigió la revista especializada en cine fantástico Stalker y ha recibido diversos premios literarios, como el Gran Angular de novela juvenil por El Jardín de los Autómatas (1997), el Pablo Rido de relatos o el Gigamesh de ensayo.
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