El sábado 11 de febrero de 2017 nos ha dejado uno de los más
célebres autores de manga, el gran Jiro Taniguchi. Apenas contaba 69 años de
edad, y en sus manos quedan prisioneras infinidad de imágenes que ya no podrá
dibujar. Considerado como el autor japonés más europeo, siendo todo un ídolo en
Francia, encontraremos a faltar su trazo depurado y realista, muy en la línea
clara franco-belga. Por desgracia, su magia se ha apagado para siempre.
Jiro Taniguchi nació en Japón el 14 de agosto de 1947, en la
prefectura Tottori. Sus inicios fueron como los de tantos otros mangakas,
los creadores de cómics japoneses. Siendo aún muy joven, en el año 1966,
entró a trabajar como asistente en el estudio del dibujante Kyota Ishikawa,
donde aprendió la técnica del manga. Ya en 1972, con sólo 24 años de edad,
publicaba su primera obra propia, “Kareta Heya” (La habitación ronca).
Ya en aquellos inicios comenzó a publicar historias cortas
para varias revistas, llegando a crear en 1975 una serie propia, “Namae no
Nai Doubutsu Tachi (Animales sin nombre). Como su título indica, se trata
de una historia protagonizada por animales.
Seguirían años prolíficos, primero formando equipo con el
guionista Natsuo Sekikawa, junto a quien crearía títulos como “Mubio Toshi”
(Ciudad sin defensa), “Nashikaze wa Shiroi” (El viento del oeste es
blanco), “Problemas en mi negocio” o “Lindo 3!”, entroncados
con el género negro. De dicha colaboración destaca la extensa “Botchan no jidai” (La época
Botchan), cinco volúmenes sobre la obra clásica del escritor Natsume Soseki, mostrando el convulso periodo Meiji en Japón. Dicho trabajo obtendría el
Premio Cultural Tezuka Osdamu en 1998.
También conviene mencionar su colaboración con otros
guionistas, en especial Marley Karibou. Con este último desarrolló historias
repletas de gánsteres y detectives, dentro del más puro género negro. Citemos
por ejemplo las historias “Blue Fighter”, “Knuckle Wars” o “Rudo
Boy”. Aparte, en colaboración con Shirow Tozaki, publicó el manga “K”.
Aunque sería de nuevo con Sekikawa y su obra “Hotel Harbour View” en
1986 cuando llegaría a ser conocido en occidente, en especial dentro de EE.UU.,
Francia y España.
Kazuo Kamimura |
Pero una colaboración con otro de los grandes, el también
tristemente desaparecido mangaka Kazuo Kamimura, marcaría un giro
inesperado en su carrera. Fue el mismo Kamimura, de quien Quentin Tarantino
tomaría prestada su Lady Snowblood para Kill Bill, quien facilitó el contacto
de Taniguchi con el cómic occidental. Y aquello lo cambió todo.
Tomando las riendas del guión y orientándose a un público
adulto, Taniguchi comenzó a crear historias con personajes complejos, muy
alejados de los arquetipos del manga juvenil. Hasta las viñetas eran mucho más
elaboradas, ricas en detalles y ambientación, en extremo detallistas. Tan sólo
conservó como característico del manga su pasión por el movimiento, dotando de mayor vistosidad a
las historias. Así desarrolló un estilo propio que fue considerado el puente
entre la forma de confeccionar el cómic occidental y el estilo del manga
japonés.
Ya en los años 90, y con guiones propios de carácter
intimista, fue creando obras de gran enjundia. “Aruku hito” (El caminante),
Chichi no koyomi” (El almanaque de mi padre) o “Haruka-na machi e”
(Barrio lejano), la cual fue merecedora al premio L’Alph Art como mejor
guión en el Festival de Angulema de 2003, obteniendo también el premio a la
mejor obra en el Salón del Cómic de Barcelona de 2004.
Fue tal su éxito que hasta llegó a colaborar con Moebius,
publicando en la revista semanal Morning la obra Ikaru (Ícaro).
Con guiones del propio Moebius y de Jean Annestay, aunque debía proseguir en
varios volúmenes, esta historia de ciencia ficción sobre un joven que vuela
acabó de forma abrupta debido a sus bajas ventas. Al final fue publicada en un
único tomo recopilatorio.
Es en pleno siglo XXI cuando Jiro Taniguchi brilla en todo su
esplendor. Admirado tanto en Japón como en Francia, incluso siendo publicado en
España por el sello Ponent Mon, la lista de sus obras crece cada vez más.
Citaremos por ejemplo “Sosaku Sha” (El rastreador), “Seton”, “Hare
yuku sora” (Un cielo radiante) y “Mahou no Yama” (La montaña mágica).
Esta última sería la primera obra suya publicada en formato europeo y a color.
En 2008 publica “Fuyu no dobutsuen” (Un zoo en invierno), historia
autobiográfica de su juventud, donde narra la marcha de su pueblo natal a la
gran ciudad y sus inicios como ayudante de un mangaka.
Obras de encargo, como “Los guardianes del Louvre” que
es una gozada a nivel visual, se dan de la mano con otras como “El
caminante”, “El almanaque de mi padre”, “El gourmet solitario” o “Furari”.
En todas ellas cada viñeta se convierte en un ejercicio de virtuosismo,
transmitiendo una calidez y una armonía inusitadas hoy en día. Un estilo
contemplativo con un discurrir plácido, captando atmósferas y emociones.
Visionar una obra de Taniguchi es como practicar el yoga o meditar, una fuerza
interior recorre al lector y le llena de paz.
Poesía visual, al igual que en los haikus (poema breve japones compuesto por tres versos de cinco, siete y cinco moras respectivamente) se detiene en el disfrute de la belleza implícita en cada momento.
Nos deleitamos con el vuelo de un ave o la caída de la lluvia, un sorbo de sake
o un caminar sin rumbo fijo; todo resulta hermoso y liviano. Lejos quedan las
prisas y los estruendos. Sólo importan las emociones, los recuerdos, los
instantes que atesoramos.
En definitiva, la grandeza de Jiro Taniguchi radica en que en
todas sus obras nos invita a un viaje emotivo y maravilloso. El destino es un
lugar situado en nuestro interior, donde en apariencia no sucede nada. O tal
vez suceda todo, porque se trata de nuestra propia vida.
Gracias, Jiro Taniguchi, por mostrarnos tanta belleza.
Joan Antoni Fernández.
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Joan Antoni Fernández nació en Barcelona el año 1957, actualmente vive retirado en Argentona. Escritor desde su más tierna infancia ha ido pasando desde ensuciar paredes hasta pergeñar novelas en una progresión ascendente que parece no tener fin. Enfant terrible de la Ci-Fi hispana, ha sido ganador de premios fallidos como el ASCII o el Terra Ignota, que fenecieron sin que el pobre hombre viera un céntimo. Inasequible al desaliento, ha quedado finalista de premios como UPC, Ignotus, Alberto Magno, Espiral, El Melocotón Mecánico y Manuel de Pedrolo, premio éste que finalmente ganó en su edición del 2005. Ha publicado relatos, artículos y reseñas en Ciberpaís, Nexus, A Quien Corresponda, La Plaga, Maelström, Valis, Dark Star, Pulp Magazine, Nitecuento y Gigamesh, así como en las webs Ficción Científica, NGC 3660 y BEM On Line, donde además mantenía junto a Toni Segarra la sección Scrath! dedicada al mundo de los cómics. Que la mayoría de estas publicaciones haya ido cerrando es una simple coincidencia... según su abogado. También es colaborador habitual en todo tipo de libros de antologías, aunque sean de Star Trek ("Últimas Fronteras II"), habiendo participado en más de una docena de ellas (Espiral, Albemuth, Libro Andrómeda, etc.). Hasta la fecha ha publicado siete libros: "Reflejo en el agua", "Policía Sideral", "Vacío Imperfecto", “Esencia divina”, “La mirada del abismo”, “Democracia cibernética” y “A vuestras mentes dispersas”. Además, amenaza con nuevas publicaciones. Su madre piensa que escribe bien, su familia y amigos piensan que sólo escribe y él ni siquiera piensa.
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Actualizada el 02/03/2024
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