domingo, 19 de marzo de 2017

Lamiendo historias en la Taberna Galáctica:

Una entrevista a Josep Maria Beà




Estimados Amigos

El Grupo Li Po les ofrece hoy una entrevista muy especial. En el siguiente artículo del diario La Vanguardia, el periodista Víctor Amela cede la palabra a uno de los más grandes dibujantes de cómics que ha habido: el veterano Josep Maria Beà. El motivo, la próxima reedición de su extraordinaria obra ilustrada “Historias de la Taberna Galáctica”.

La imaginación de este artista es desbordante. Mucho antes de que los Borg asaltasen las pantallas de televisión en la serie “Star Trek – The Next Generation”, el talento de Beà ya había creado naves cúbicas surcando el espacio. Este genio del dibujo comenzó en 1980 a crear historias de ciencia ficción divertidas y transgresoras, donde extraños alienígenas contaban fantásticos relatos en una no menos fantástica Taberna Galáctica. Haciendo gala de un estilo pulcro y rompedor, el artista nos ofreció un universo abigarrado que no dejaba a nadie indiferente.

Un joven Josep Maria Beà

Un servidor posee el tomo de “Historias de la Taberna Galáctica”, editado por Glénat en el año 2002. Y leyendo a Josep Maria Beà no puedo evitar cierta alegría. Porque, según nos cuenta, la nueva edición que ha de ver la luz ha sido autocensurada por él mismo. Tristes tiempos los que vivimos, cuando la libertad creativa existente en los antiguos años ochenta, en la actualidad se ha visto coartada y restringida. Hoy en día hay que vigilar todo lo que se dice y cómo se dice, no sea que alguien se sienta ofendido. Debemos ser “políticamente correctos”, faltaría más.




No obstante, resulta una auténtica gozada leer los comentarios de este enorme artista. Porque, como dice uno de sus personajes de la Taberna Galáctica, “el universo de ahora ya no es como el de antes”. Así nos maravilla conocer las primeras experiencias  de Josep Maria Beà, sus inicios en la mítica editorial Toutain, su costumbre infantil de lamer los tebeos que casi le cuesta la vida… Sin duda se trata de una entrevista fascinante que merece ser leída.

En resumen, como dice también otro de sus personajes:

 “Empecemos. Hoy puede ser el pasado de un futuro feliz”.

                                                                                                                 Joan Antoni Fernández.



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Josep Maria Beà

Tengo 74 años. Soy de Barcelona. Soy urdidor de historias, narrador. Estoy casado con Marian, sin hijos. ¿ Política? Me alejo de convencionalismos, me incomoda el sistema. ¿ Dios? Procuro ser ateo... y no lo consigo: ¡yo sería incapaz de pisotear una estampita!

Josep Maria Beà. Fotografía de Inma Sainz de Baranda



15/03/2017


“Me intoxiqué por lamer las viñetas de los tebeos”




Usted dibuja.

Ya no, que sigan otros. Ya dibujé tantas páginas...

Hasta el virtuosismo.

Veo el dibujo completo en la página en blanco, sólo lo resigo con el lápiz. Empecé con 13 añitos...

¡Era un niño!

De posguerra: ¡qué hambre de imágenes!



¿Hambre de imágenes?

El cine era poco accesible, televisión no había... ¡Una dictadura contra la imagen! Y los seres humanos necesitamos imágenes. Y en aquel desierto... vi una isla de salvación.

¿Qué isla?

¡El quiosco! ¡Con tebeos! Alimento para la vista sedienta. ¡Y qué portadas! En aquella Barcelona gris, plomiza... ¡qué colores! Rojos, azules, amarillos, ¡tan vibrantes! Yo lamía el rojo de las viñetas.



¿Lamía las páginas de los tebeos?

En mi habitación, a escondidas, con siete años: el rojo, sobre todo. Pasaba la lengua hasta dejar blanco el papel. Hasta que tuvieron que ingresarme en el hospital Clínic.

¿Se intoxicó?


Enfermé, vino el médico... y confesé. “¿Y el azul, has lamido el azul?”, se alarmó. El azul era más venenoso: ¡hubiese muerto! “El niño lamedor de tebeos”, me llamaban en los pasillos del Clínic.



¿Qué tebeos... lamía?

TBO, Pulgarcito, DDT, Guerrero del Antifaz, Hombre Enmascarado, Roberto Alcázar... Así muchos nos adiestramos en la lectura.

También yo.

Algunos nos pusimos también a dibujar: éramos doce chavales en Barcelona.




¿Cómo lo sabe?

Me enteré de que existía una agencia de dibujantes, y me personé: Selecciones Ilustradas, fundada por Josep Toutain, de 22 años. Yo tenía 13 años, y aún iba al cole, pero allí empecé a dibujar las tardes de los jueves. Con otros doce, todos menores de 20 años.

¿Y qué decían sus padres?

Cuando confesé a mi padre mi vocación, dijo: “Ese trabajo no existe. Preguntaré a un amigo abogado”.



¿Y?

Vino con el veredicto: “Sí existe, pero con atisbos de miseria absoluta”. Pero yo estaba tan determinado... ¡que hasta superé el mayor terror que he sentido en mi vida!

¿Qué terror?

“Si no superas la paliza del boxeador, no te emplearán como dibujante en esta agencia ni en ninguna otra del mundo”, me informaron mis compañeros de agencia.



Viñetas de Historias de la taberna galáctica


¿Paliza? ¿Boxeador?

De una habitación sacaron a otro dibujante, Espí, con la cara ensangrentada. “¡Te toca!”, me dijeron. Me tragué aquel teatro...

Josep Toutain
¿Y entró?

¡Prefería morir a no ser dibujante! Dentro había un tipo muy fuerte, en calzón de boxeador y guantes, enmascarado. Yo era delgadito y frágil: “Voy a morir”, pensé. Y lloré. Me ordenó desnudarme y se acercó puño en alto... Pero llegó Toutain y todos corrieron.


Viñetas de Historias de la taberna galáctica
Menuda novatada...

Éramos jóvenes... y muy creativos: luego yo participé en jugarretas a otros aún peores...

¿Qué tipo de cómic hacían?

Terror, western, ciencia ficción, bélicos, aventuras... Me harté de dibujar guiones de otros... y me pasé a la pintura: estuve tres años en París. Volví cuando Luis Gasca creó la revista Drácula y me dio libertad total para escribir y dibujar mis propias historias.

Josep Toutain

¿Disfrutó?

¡Mucho! Luego me ficharon Creepy, Vampirella..., ¡las mejores revistas de Estados Unidos! Yo fui el primer español en publicar allí historietas propias, como una de terror que ambienté en una típica masía catalana. Le puse barretina a Creepy, por mero surrealismo. ¡Y les encantó!

¿De dónde sacaba las ideas?

Practiqué sofrología, un método de autorrelajación concentrativa..., y en ese estado afloraban imágenes interesantes.

¿Del inconsciente?

Me acostaba, me sumía en una relajación profunda, un duermevela lúcido: ¡qué serenidad, qué placidez! Y brotaban imágenes, que luego dibujaba: la oruga de Historias de Taberna Galáctica, las naves cúbicas...


¿Sigue practicando esa autohipnosis?

No. Un día sentí que salía de mi cuerpo, temí no poder regresar, y dejé de hacerlo.

¿En qué anda ahora, Beà?

Paseo, voy en bici, converso con amigos, voy a una terraza, leo, veo cine..., ¡me deslizo! Valoro cada minuto: van quedando menos.


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‘Taberna Galáctica’


Fue un pionero del boom del cómic español de la segunda mitad del siglo XX, y nuestro primer historietista en Estados Unidos. La muerte de su padre le deprimió, y sanó mediante autohipnosis que, de paso, le regalaba imágenes inspiradoras. La editorial Trilita (de Albert Mestres) recupera hoy su obra cumbre, Historias de Taberna Galáctica, y publica Josep Maria Beà, el hombre de los mil estilos, repaso de sus trece pseudónimos, su personalidad múltiple para el arte. Cuando Beà y su obra se deslizaban “hacia el negro absoluto”, su álter ego Sánchez Zamora dio luz y aire a su trazo como dibujante, le liberó y le salvó la vida. Hoy... prefiere vivirla sin ya dibujarla.


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¡Pero reeditan ahora su obra!

Sí, aunque me he autocensurado viñetas, por ahorrarme acusaciones de machista, violador, maltratador, pederasta, racista...


¿Y eso?

Ahora veo que España nunca gozó de mayor libertad personal que en la transición, de 1975 a mediados de los ochenta: las viñetas que publiqué entonces... son hoy impublicables.




Pues qué lástima, qué atraso...

Desde los criminales en Siria hasta los intolerantes de aquí, ¡todos empeñados en hacerte sentir mal por ser artista! Pero yo me consuelo: pienso que si le he dado a una persona un ratito de felicidad con mis historietas en este mundo jodido..., 

¡Ya he sido útil!



Tomado de La Vanguardia





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Joan Antoni Fernández nació en Barcelona el año 1957, actualmente vive retirado en Argentona. Escritor desde su más tierna infancia ha ido pasando desde ensuciar paredes hasta pergeñar novelas en una progresión ascendente que parece no tener fin. Enfant terrible de la Ci-Fi hispana, ha sido ganador de premios fallidos como el ASCII o el Terra Ignota, que fenecieron sin que el pobre hombre viera un céntimo. Inasequible al desaliento, ha quedado finalista de premios como UPC, Ignotus, Alberto Magno, Espiral, El Melocotón Mecánico y Manuel de Pedrolo, premio éste que finalmente ganó en su edición del 2005. Ha publicado relatos, artículos y reseñas en Ciberpaís, Nexus, A Quien Corresponda, La Plaga, Maelström, Valis, Dark Star, Pulp Magazine, Nitecuento y Gigamesh, así como en las webs Ficción Científica, NGC 3660 y BEM On Line, donde además mantenía junto a Toni Segarra la sección Scrath! dedicada al mundo de los cómics. Que la mayoría de estas publicaciones haya ido cerrando es una simple coincidencia... según su abogado. También es colaborador habitual en todo tipo de libros de antologías, aunque sean de Star Trek ("Últimas Fronteras II"), habiendo participado en más de una docena de ellas (Espiral, Albemuth, Libro Andrómeda, etc.). Hasta la fecha ha publicado siete libros: "Reflejo en el agua", "Policía Sideral", "Vacío Imperfecto", “Esencia divina”, “La mirada del abismo”, “Democracia cibernética” y “A vuestras mentes dispersas”. Además, amenaza con nuevas publicaciones. Su madre piensa que escribe bien, su familia y amigos piensan que sólo escribe y él ni siquiera piensa.

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                                                                                                        Actualizada el 02/03/2024

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