Salvador Montes de Oca |
Queridos amigos de esta página.
Tenemos el honor de acercarles una vez más un análisis del escritor y crítico venezolano Alberto Hernández, cuya claridad y dedicación al rescate de una literatura excelente pero cada vez más huérfana de promotores, va ganando cada día mayor y merecida atención y gratitud. Nos incluimos, por supuesto.
En esta ocasión se trata del análisis de la más reciente obra editada de José Napoleón Oropeza, notable escritor, promotor literario y critico venezolano, "El cielo invertido" (Bid.co editores, 2017) con el apoyo de Ediciones de la Universidad Católica Andrés Bello).
Monumento a Salvador Montes de Oca en la plaza que lleva su nombre en la avenida Bolívar norte de Valencia |
La historia narrada es apasionante, tanto más que se apoya en un hecho real, ocurrido en la Italia nazi de 1944.
El larense y segundo obispo de Valencia la de Venezuela don Salvador Montes de Oca fue fusilado por el ejército de Hitler en la población de Lucca Camaiore, junto a un grupo de frailes que se ocultaban de los nazis en la Cartuja de La Formeta.
Las razones de su fusilamiento son oscuras, complicadas e involucran desde la godarria ( en Venezuela se les llama godos a los conservadores) eclesiástica venezolana hasta el mismo Papa Pio XI.
Sin duda una historia increíble y notable.
Quedamos agradecidos con José Napoleón Oropeza y con Alberto Hernández e invitamos a todos a leer, que como siempre, es lo que nos rescatará de todo mal.
Graciela Bonnet
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Crónicas del Olvido: El cielo invertido
1.-
El 6 de septiembre de 1944 fue fusilado, por una soldadesca nazi, en la localidad italiana de Lucca-Camaiore, el Obispo venezolano Salvador Montes de Oca, según reza el informe redactado en el momento de su exhumación del Camposanto Monte Magno.
La historia es desarrollada por José Napoleón Oropeza en su novela El cielo invertido (bid & co. Editor, Caracas 2017, con el apoyo de las ediciones de la Universidad Católica Andrés Bello).
Esta novela relata en varias voces la traición contra el prelado caroreño por parte de la llamada godarria religiosa de Valencia y de la misma iglesia católica, encabezada por el Papa Pío XI. Es la historia de una maldad bien orquestada contra un sacerdote que ascendió por sus méritos, pero que era rechazado por quienes aspiraban a ocupar su puesto como Segundo Obispo de la mencionada ciudad de la época.
Una vez expulsado de la Iglesia por los más encumbrados del Vaticano, decidió entregar el resto de su vida al ejercicio de la oración recluido en la Orden Cartuja de La Forneta, ubicada en la misma ciudad donde fue fusilado en compañía de todos los monjes y un grupo de partisanos que ellos ocultaban para evitar que fuesen asesinados por el ejército invasor de Adolfo Hitler.
Este es el final de este episodio inédito en el acontecer nacional. Un hecho que conmovió, no sólo a la sociedad venezolana sino a quienes estuvieron cerca en Italia y en otros países del legado del padre Montes de Oca, quien fue marcado por la mano criminal de Juan Vicente Gómez en contubernio con el poder eclesiástico de esos tiempos afecto a la tiranía.
Sus huesos fueron rescatados por los sacerdotes Don Silvano Tomei, italiano, y el venezolano Luis Rotondaro, “enviado desde Venezuela”. El cuerpo acribillado de Montes de Oca fue enterrado por unas mujeres que lo hallaron en estado de descomposición y luego lo depositaron en el mencionado cementerio. Su Breviario, que no soltó de su mano derecha mientras lo ajusticiaban, fue la prueba más convincente de que se trataba de Salvador Montes de Oca. Luego de las ceremonias realizadas en Europa, su cuerpo fue traído a su país. Una larga caravana desde La Guaira hasta Valencia protagonizó la importancia del personaje quien recibió lo honores en todos los pueblos por donde pasaba. Fue sepultado en la Catedral de Valencia.
Su vida de seminarista se resume en un joven dedicado a la Eucaristía, a la solvencia moral contra la injusticia que en ese momento imperaba en el país a través de la mano de esbirros y criminales dirigidos por el “Bagre” Juan Vicente Gómez.
José Napoleón Oropeza |
2.-
El relato lo lleva a cuestas el joven aspirante a cura Eduardo Montes, quien se desdobla en una suerte de esquizofrenia narrativa en procura de la reconstrucción de la vida del mártir Monseñor Montes de Oca. Son vidas paralelas, la de Eduardo Montes y la del Obispo. Son vidas que se cruzan en tiempos diferentes, distanciados, vidas ejemplares que se revelan en una vocación por la ascensión, por la exculpación de un sacerdote que sufrió dos destierros: el primero porque Montes de Oca se negó a seguir las órdenes de las autoridades gomecistas, que consistían en que no llevara a efecto los actos fúnebres de un joven torturado y luego asesinado por los esbirros del régimen. Los criminales sostenían, como siempre, que se trataba de un suicidio. El Obispo –a través de la familia, quien abrió la urna– comprobó que lo habían masacrado. Montes de Oca fue a dar con su vida, por un par de años, a la isla de Trinidad. La componenda para borrarlo del mapa de la ciudad continuó, pese al afecto que toda la feligresía sentía por el sacerdote.
El segundo destierro fue producto de una conspiración entre las autoridades de la iglesia y el gobierno, a través de la mano de un oscuro sacerdote quien hacía de secretario privado del mencionado futuro ajusticiado.
El mismo Papa Pío XI no atendió a sus reclamos y lo expulsó del cargo, pero desde niño Montes de Oca soñaba con ser cartujo, razón por la cual termina en el monasterio donde –en una orgía de sangre– fue asesinado por los nazis un poco antes de la llegada de las fuerzas aliadas, encabezadas por Estados Unidos.
La línea narrativa contiene una traición que dio al traste con la dedicación de un sacerdote que pudo haber continuado con una obra ejemplar en aquella pueblerina Valencia. La historia personal de un hombre que resume el lado bueno y malo de personajes que se mueven en esta novela, sujetos a los vaivenes de intereses y de afectos que convergen en recrear la también historia de un país que aún no termina de salir del atraso político.
Juan Vicente Gómez. |
3.-
José Napoleón Oropeza demuestra su capacidad como novelista con este trabajo. Su capacidad para contar una historia desde un Eduardo Montes alucinado, investigador, vocacionalmente dedicado a registrar la vida del personaje que hace de “El cielo invertido” un mosaico de voces, un espacio polifónico y coral en el que los personajes comparten sus acentos, se entrecruzan para fundar un modo nuevo de narrar: todos los personajes viven atados a un registro en el que el tiempo se resiste a ser lineal fundido en diversos ecos: se inventa en la medida en que cada uno de los actantes ejecuta las acciones.
Una poética en la que narración y diálogo se combinan y hacen de la lectura un solo instante. Eduardo Montes se mimetiza. Se transfigura. Transmigra. Es Montes de Oca, sufre los mismos avatares del sujeto que investiga con pasión: habla en sueños y hasta logra sentirlo en sus retiros espirituales. Se colma de él, se llena con su espíritu a través de todos los documentos que recibe para armar la novela que escribe luego como José Napoleón Oropeza desde el lector. Entonces también es una autobiografía: el narrador venezolano destaca su nacionalidad verbal a través de lo que él fue como seminarista, como sujeto hablante, como estudioso del latín, el idioma muerto que resucitaba los muertos y hacía posible la presencia de la tradición. He aquí que nuestro autor revela algunos episodios de su vida desde que sale de Puerto Nutrias hasta su llegada definitiva a Valencia.
Eduardo Montes es uno en dos. Es doble: tiene dos vidas, la que dedica a su preparación como estudiante de Dios y la que lo empuja a descubrir la historia de una traición, los momentos cruciales de la muerte de Monseñor Salvador Montes de Oca.
Pero también es Salvador Montes de Oca. Es una suerte de reflejo: “espejo contra espejo”, el contexto del otro, un contexto que lo acosa, que lo busca para que lo descubra como producto de una traición.
Eduardo es un personaje/avatar que comienza a vivir en Las redes de siempre (Monte Ávila Editores, Caracas, 1976) y sigue su curso vital en Las hojas más ásperas (Monte Ávila, 1982) y en Las puertas ocultas (bid & co. editor, Caracas, 2011), hasta convertirse en un “detective” detrás de un personaje a quien investiga para sacarlo de la sombra.
Es decir, con El cielo invertido, José Napoleón Oropeza cierra un ciclo. Esta tetralogía es un recorrido desde Puerto Nutrias hasta Valencia. Un largo viaje del que han quedado muchas páginas, que han hecho de una existencia una ficción vívida y vivida.
El cielo invertido
José Napoleón Oropeza
bid & co. Editor – UCAB
Caracas, 2017
Graciela Bonnet
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Graciela Bonnet
Nació en Córdoba, Argentina, en 1958. Es Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela (1984). Ha trabajado 25 años como correctora de pruebas y supervisora de ediciones por contrato para todas las editoriales venezolanas, entre ellas Monte Avila, Planeta, Biblioteca Ayacucho, ediciones de la Casa de la Poesía, Pomaire, Eclepsidra, Santillana, Editorial Pequeña Venecia, La Liebre Libre. Experiencia de tres años como redactora free lance para una editorial de libros de autoayuda. Escritora fantasma (sin firma) realizó investigaciones para crear libros, novelas, tesis y monografías.Es dibujante amateur. En 1997 el grupo editorial Eclepsidra publicó su poemario "En Caso de que Todo Falle." En 2013 editorial Lector Cómplice editó "Libretas Doradas, Lápices de Carbón" En el año 2000 participó del encuentro de Mujeres Poetas en Cereté, Colombia.
Y su blog es: Graciela Bonnet Vertiente Recíproca
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Nació en Calabozo, estado Guárico, el 25 de octubre de 1952. Poeta, narrador y periodista. Se desempeña como secretario de redacción del diario “El Periodiquito” de la ciudad de Maracay, estado Aragua.
Fundador de la revista literaria Umbra, es miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo y colaborador de publicaciones locales y extranjeras. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria.
Ha publicado los poemarios La mofa del musgo (1980), Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el libro de cuentos Fragmentos de la misma memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999). Recientemente ha publicado «Poética del desatino» y «El sollozo absurdo».
Actualizada el 16/12/2023
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