Javier Domínguez
“No sigas el camino, en lugar de eso,
ve donde no exista uno y deja una huella”
El
tema del liderazgo y los líderes ha sido estudiado desde diversos ángulos desde
el siglo XX. Se pueden tener tantas definiciones como autores se consulten,
ningún concepto de liderazgo parece ser concluyente, existen puntos de coincidencia y divergencia
entre los investigadores, así por ejemplo, para Antonorsi y Szilágyi el líder
es un guía “persona que conduce y enseña a otra el camino, es una persona que
dirige y enseña a otra para hacer o lograr lo que se propone”.1 Sin embargo, para Maxwell el líder es la persona
que puede influenciar a otras: “después de más de cuatro décadas de observar el
liderazgo en mi familia, y después de muchos años de desarrollar mi propio
potencial, he llegado a esta conclusión: el liderazgo es influencia”.2 Aunque ambas son diferentes, las apreciaciones se
complementan y de ahí se puede argumentar que el liderazgo es la capacidad de
motivar y enseñar a otros a trabajar por un objetivo común. Tanto el equipo de
trabajo como el líder forman una dupla simbiótica en la cual el líder conduce a
la meta a través de varios pasos, según Antonorsi y Szilágyi éstos son:
- Definir la
realidad. ¿Dónde estamos?
- Compartir una
visión. ¿A dónde vamos?
- Armar el equipo.
¿Quiénes vamos?
- Guiar al equipo.
¡Vamos!
- Celebrar los
logros. ¡Llegamos!
Este es un esquema que puede verse
dentro de la gestión del Dr. José Napoleón Oropeza quien se ha desempeñado como
presidente del Ateneo de Valencia durante once años. Oropeza nació en Puerto Nutrias, Estado Barinas en 1950, vive en Valencia desde los quince años. De
inteligencia precoz, aprendió a hablar latín fluidamente a los trece años y da
sus primeros pasos en la literatura a través de la poesía. A los diecisiete
recibe un premio literario en el liceo
José Rafael Pocaterra por un ensayo sobre la novela Cubagua -obra que él
considera fundamental dentro de la narrativa venezolana- gracias a este
reconocimiento entra a trabajar en el Ateneo de Valencia. A los diecinueve gana
el Concurso de Cuentos de El Nacional, con la obra La muerte se mueve con la
tierra encima. En 2002 vuelve a ganar este certamen con el cuento Entre
la cuna y el dinosaurio. Obtiene su doctorado en Londres a finales de
los años setenta y actualmente se desempeña como profesor de postgrado de la
facultad de educación de la Universidad de Carabobo, el rol de docente ha
acompañado a Oropeza durante toda su vida. A lo largo de su carrera como
escritor ha publicado alrededor de doce libros y ha sido más reconocido por su
labor como escritor que como gerente cultural. La intención de este ensayo es
la de enseñar esta otra faceta de Oropeza como ejemplo de una gerencia pública
eficiente.
Como ya
se señaló, Oropeza se inicia en el Ateneo a los diecisiete años, desde entonces
se ha desempeñado en varios cargos dentro de la institución lo cual le permitió
concebir su propio concepto acerca de la función de los ateneos y museos. Según
sus propias palabras la función del ateneo es: “debe ser el gran vaso
comunicante entre todas las instituciones... es el espejo de la comunidad y
debe ser su gran líder” así mismo “deberían ser los espejos de la democracia en
el sentido de la alternabilidad, la oportunidad de que la gerencia la efectúen
miembros de la junta directiva de manera alterna.” Oropeza es electo como
presidente del Ateneo en Marzo de 1991. En aquel entonces gana las elecciones
con un programa muy concreto de trece puntos el cual se ha desarrollado desde
el inicio de su gestión. La llegada de Oropeza no es entonces casualidad,
ocurre como consecuencia de una visión muy clara de lo que se deseaba. Él logró
transmitir sus esperanzas y sueños de una forma tan clara que logró hacer que
los demás los tomaran como propios, entonces se puede comprobar que la
influencia es ciertamente uno de los elementos fundamentales del liderazgo.
Desde sus primeros días como presidente, Oropeza se fijó como misión modernizar
la labor del Ateneo, porque éste permanecía anclado a una visión atrasada del
quehacer cultural. Sin embargo, mantuvo
los programas permanentes como el Salón Michelena, la Bienal Pocaterra, los
Cuadernos Cabriales y la biblioteca Enrique Tejera. De esta forma, se inició un
proceso de cambios, conservando los logros de las gestiones anteriores. Oropeza
identificó realidad del momento, decidió lo que debía modificarse y aquello que
debía permanecer, cumpliendo así el primer paso del modelo enumerado al
principio (¿dónde estamos?). El primer año de Oropeza al frente del
Ateneo se inició con metas específicas entre las cuales se destacan:
§
Ampliación de la sede, hasta lograr la
construcción de un edificio de ocho (8) niveles que albergue: biblioteca,
cafetín, salas de exposición, espacio de usos múltiples, dependencias
administrativas, depósito, auditórium y espacio para talleres.
§
Reorganización curricular de la casa de los
talleres.
§
Reorganización de la biblioteca y restauración
de los volúmenes históricos.
§
Creación del teatro infantil Cataplum.
§
Creación del circuito de títeres Correcaminos e
implantación de módulos en diversos sitios del Distrito Valencia.
§
Cursos de formación y capacitación para el
personal que labora en el Ateneo.
Con estos objetivos, el nuevo
presidente fijó las metas de los próximos años, basado en ideas propias y
ajenas, las cuáles transmitió a su equipo de trabajo. De esta forma, Oropeza
pasa al segundo paso del esquema (¿a dónde vamos?) con metas claras y
precisas.
Luego de
rodearse de un equipo de profesionales en las áreas administrativas y
artísticas, formó una estructura organizacional horizontal, se rediseñaron los
talleres creativos para la comunidad y así nació Fundataller, en un modesto
local alquilado en la parroquia San José. Esta nueva fundación se encargaría de
ser un semillero de nuevos artistas en las áreas de narrativa, pintura,
fotografía, escultura, poesía. Además de ser un puente con la comunidad para seminarios
literarios y de apreciación artística. Así Oropeza cumple con el tercer paso
del esquema (¿Con quién vamos?) al rodearse de un equipo de trabajo que
lejos de opacar su labor, ha sido la clave de su éxito dentro del Ateneo.
En el transcurso de once años el Ateneo se ha enfrentado con el sempiterno problema del presupuesto, actualmente funciona con un gasto de doce de millones de bolívares mensuales, este ha sido el presupuesto desde 1996 (es decir, de $25,500 en 1996 a $12.500 en el 2002), sin embargo, la administración eficiente y la búsqueda de otras fuentes de financiamiento dentro de la industria privada (patrocinantes, donativos de materiales, etc) ha permitido no sólo mantener a flote la institución, sino llevar a cabo los programas de modernización. Otra solución ha sido el autofinanciamiento a través de iniciativas como la Librería Cubagua. Esto demuestra una visión que va más allá de detenerse ante los problemas y llevarse las manos a la cabeza, la actitud del presidente ha sido la búsqueda constante de soluciones inmediatas y permanentes. La guía de los líderes en momentos difíciles es vital para mantener el entusiasmo dentro de las organizaciones. En este sentido, Oropeza ha sido un magnífico guía para el personal del Ateneo. Lo cual lo encaja perfectamente con el cuarto paso del esquema principal (¡Vamos!).
Si bien
para Oropeza aún quedan muchas metas por cumplir, es interesante hacer un
balance de los avances durante su gestión, los proyectos enumerados al inicio
de su programa se materializaron en el Museo Salón Arturo Michelena, finalmente
inaugurado en noviembre de 2001, la estructura consta de seis pisos, salas de
exposiciones, áreas administrativas, presidencia, terrazas, biblioteca y centro
de documentación. La reorganización de los talleres dio como resultado la
cátedra de estudios libres Ida Gramcko, Fundataller pasó a instalarse
definitivamente en la calle posterior al Ateneo y ahora se conoce como la casa
de los talleres. Así mismo en el año 1994 se iniciaron los cursos de
apreciación artística que evolucionaron hasta permitir la creación del Centro
Piloto Luis Eduardo Chávez en 1999. Este instituto tiene como misión la
formación de profesionales en diversas áreas del arte y gerencia cultural,
además de los talleres individuales de fotografía, dibujo, pintura, orfebrería
y teatro. Sus egresados obtienen títulos avalados por el Ministerio de
Educación Cultura y Deporte como Técnicos Superiores Universitarios en Arte.
Como líder del Ateneo, Oropeza ha llegado lo suficientemente lejos como para
celebrar sus logros, cerrando así el círculo del esquema inicial (¡Llegamos!).
En el año
1999, Oropeza fue electo como presidente de la asociación de ateneos de
Venezuela, desde ahí quiso transmitir su visión al resto de los ateneos del
país y así nació la visión de los Museos sin Muros, es decir, diseñar
instituciones culturales con el fin de establecer una relación geográfica y
ecológica con la comunidad, además de tener una estructura organizativa que
facilite el contacto con el hecho cultural. Sin embargo, debió dejar el cargo por motivos de salud.
Oropeza
se ha definido así mismo como un soñador de grandes metas, tanto en su rol de
artista, gerente y maestro, ha demostrado siempre ser una persona inspiradora
que ha sabido rodearse de los mejores valores humanos en cada una de las áreas
de su vida. Obviamente no se amilana ante los obstáculos y prefiere superarlos
manteniendo la vista fija en su objetivo. Se ha involucrado con cada uno de los
empleados del Ateneo de Valencia y conoce muy bien a su equipo de trabajo.
Además disfruta de sus éxitos y ha demostrado que la gerencia pública eficiente
es posible. Por estos elementos se puede concluir que José Napoleón Oropeza es
un líder de la difusión cultural que sin duda ha dejado una huella para ser
seguida.
1 Antonorsi B. Marcel y Szilágyi Alejandro. Liderazgo
(concepto, proceso, maestría personal). Visión compartida. Caracas.
2 Maxwell, Jhon. Desarrolle al líder que está en usted.
Editorial Caribe. 1996.
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