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Despedidas
El
poeta Pablo Neruda refirió, en uno de sus libros, que la vida es una constante
despedida… como los venezolanos nunca nos habíamos despedido en las actuales
proporciones: esas palabras adquirieron una relevancia que no le dábamos. Todos
nos despedimos de todos y en el fondo sabemos que no nos volveremos a ver – al
menos no en la forma en que nos veíamos – pues el tiempo tiene la facultad de
cambiar el cariz de las cosas y de cambiarnos.
La maestra María Pinto se despidió
de sus dos hijos. El mayor vive en Perú y la menor en Chile. ¿Los ha vuelto a
ver? No. ¿Sabe cuándo los verá? No lo sabe. Cuando mi cuñada María José Aular
se dispuso salir del país para encontrarse con mi hermano Rafael… su madre, con
lágrimas en los ojos, le dijo: “Yo sabía que en algún momento tenías que dejar
la casa, para eso estaba preparada… pero para lo que no estoy preparada es que
te vayas tan lejos”. ¿La ha vuelto a ver? No. ¿Sabe cuándo la verá? No lo sabe.
Mi
compadre Elvis Guzmán se fue a Perú y se despidió de sus tres hijos. ¿Los
volvió a ver? Sí. Pero después de dos largos años. Estuvo con ellos unos días y
se regresó a la nación incaica. ¿La vida de mi compadre y la de sus hijos
volvió a ser la misma que tenían antes del boom migratorio? No volvió a ser la misma.
El Dr. Napoleón Díaz y mi tía Miriam
Aguiar despidieron a su hijo José Gregorio en el Aeropuerto Internacional de
Maiquetía… como es natural quedaron con una tristeza honda y el país perdió uno de sus buenos odontólogos.
El
31 de mayo de 2019 mi primo José Gregorio estuvo de cumpleaños y su papá el Dr. Napoleón le escribió, por las redes sociales, unas palabras que a mi parecer
tienen belleza y se ajustan a este tópico. Transcribo:
“Hola
hijo, feliz cumpleaños, las circunstancias nos ha puesto en una situación
difícil. Te extraño con todas mis fuerzas, pero esta distancia me está
enseñando que el amor no tiene límite y que te puedo sentir con la misma
intensidad que cuando estás a mi lado (…) Recuerda las palabras que te dije al
despedirme de ti en el aeropuerto: que seas un hombre íntegro, sencillo,
trabajador y tendrás el mundo en tus manos”.
En el colegio donde daba clases veía
todos los días cómo mis estudiantes lloraban porque sus compañeros se iban al
extranjero… veía cómo se intercambiaban sus números de teléfonos (“¡Cuando
llegues nos mandas una nota de voz!”) y se escribían dedicatorias en los
cuadernos. Nunca olvidaré la pancarta que le hicieron los chicos de 3er año a
una de sus compañeras para despedirla. La pancarta decía: Luisana, te queremos.
La víspera del viaje a Chile de mi
prima Grecia Arteaga, la familia se reunió para despedirla. No estuve en esa
reunión, pero me contaron que fue muy emotiva. Por lo que a mí respecta me
despedí de pocas personas. Me despedí de mi madre, de algunos hermanos, de mi
cuñada Genelis y de mi sobrino Héctor (que por cierto estaba dormidito en su
cama chupándose el dedo). Mi madre al percatarse del bolso me abrazó y me dijo,
con voz quebrada: “Este día se parece mucho al día que te fuiste al cuartel”.
Tenía razón, pues al igual que el día que me fui al cuartel caminé hasta la
avenida José Laurencio Silva sin voltear. No quería verla llorar, ni que me
viera llorando.
Si
mi padre viviera, me imagino lo triste que se sentiría al ver que sus hijos se
le desparraman por el mundo. Douglas, mi hermano mayor, vive en Perú; Francis,
mi única hermana, vive en la isla de Trinidad y Tobago; al hermano menor me lo
traje, hace unos dos años, a Cartagena… y los que quedan en Venezuela no han
salido porque tienen cosas puntuales que le impiden salir, ejemplo: Manuel no
quiere abandonar la carrera de Derecho pues su sueño de ser abogado se
postergaría quién sabe hasta cuándo.
Hoy
los venezolanos entendemos a cabalidad la sentencia del poeta Neruda, ya que
con cada despedida muere algo de nosotros.
Francisco
Aguiar
Francisco
Aguiar. Escritor venezolano (San Carlos, Cojedes, 1985). Licenciado en
Educación Mención Castellano y Literatura por la Universidad Nacional
Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (UNELLEZ). Cursó en
2014 el Taller de Formación Teatral que auspició la Compañía Nacional de Teatro
(CNT). La revista Memoralia publicó en 2015 su monólogo La Alcantarilla. En 2018 participó en el XXII Festival
Internacional de Poesía Cartagena de Indias (FIPCA). La OIM – Colombia publicó
uno de sus poemas, a mediados de 2019, en la antología que se titula Pido la palabra. Ha publicado
entrevistas, artículos y notas, en revistas, periódicos y blogs. Autor del
libro El cuento más largo.
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Actualizada el 29/09/2023
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