El pintor Ramón Belisario. |
¡Alegría! ¡Alegría! ¡Alegría!
Ni
estaba muerto ni andaba de parranda
sino
de armoniosa cuarentena coloreada
este
Ramón descendiente de Aristóteles
y
por eso algunas reencarnadas veces
es
capaz de lanzarse un poderoso discurso
en griego antiguo
este
Ramón que una tarde en comandita
con
Freddy Ordaz Marco Cupido y Marcelino
Gil
se
robó todas las fiestas
que
estaban sonando en su ardida Chaguaramas
y no
las ha devuelto todavía
este
Ramón que me vendió un cuadro tan de otro mundo
que
ahora quiere quitármelo Arcimboldo
aduciendo
ser él quien lo pintó
a
este Ramón de tantas calles compartidas
que
se llama como un hermano mío
que
es matemático vive en París
que
también es su fan
y
quien ya dice
que
no va a morirse antes
de
que al Ramón de nosotros lo metan en el Louvre
a
este Ramón de las trampas celestiales
que
muchos aprendimos para hacérselas
a
esta ciudad que cuando juega limpio
resulta
sospechosa y hay que ponerla presa
a
este Ramón que cuando se orilla en el Marchica
le
prende una vela a Wladimir
y
cuando cae por La Guairita
le
prende dos a Cristóbal
y
solo él conoce las razones
a
este Ramón que sabe bien que la poesía y el arte vuelven locos
aunque no tanto como
quisieran los siquiatras
a este Ramón de tantas cosas y tan pocas
lo mataron y
resucitaron
lo elevaron hasta la nube más alta
y lo dejaron caer desde veinte mil metros de
altura
pero quedó enterito y por ahí anda feliz
y a lo mejor hasta le gustó más el viaje de
ida
que el viaje de regreso
porque a este Ramón (y a sus muchos Ramones)
lo protegen los negros gatos del ultramundo
egipcio
y no
importa si lo convierten en muerto cibernético
porque
con tantas vidas que ha vivido
siempre
será un muerto de mentira.
Fáver Páez
Valencia, Viernes 17-07-2020
Pintura de Ramón Belisario. |
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