En este momento la red es victima de ataques constantes, y cuando ya se está olvidando el alboroto causado por los cables de Wikileaks, consideramos necesario continuar brindándoles información al respecto. Disfruten de esta entrevista al escritor mejicano Carlos Fuentes publicada en la revista Ñ.
Atentamente
La Gerencia.
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“La vida pública debe estar abierta al conocimiento del público, esconderla le corresponde al pasado”.
Una entrevista a Carlos Fuentes.
El gran novelista mexicano sostiene que no hay nada nuevo en las filtraciones de WikiLeaks. “Ya lo sabíamos todo”, dice.
Por ANDRES HAX - ahax@clarin.com
El escándalo internacional de las filtraciones de WikiLeaks suma un nuevo capítulo cada día, como un culebrón de espionaje internacional. La diversidad de opiniones sobre las acciones de Julian Assange hablan de un anarquista que puede provocar una guerra mundial hasta delirios paranoicos, como la del presidente de Irán, quién sugirió que era una operación de Bandera Falsa: o sea, que Assange, en realidad, es un agente de los Estados Unidos, y que las filtraciones son una acción premeditada para perjudicar a Irán en la opinión pública internacional. Una realidad que “crea obligaciones tanto para los gobiernos como para el periodismo”.
Ayer —martes, 30 de noviembre— hablamos con el gran escritor (y ex-diplomático) Carlos Fuentes, desde su casa en el D.F. mexicano. Con la sabiduría de los experimentados y la calma de los sabios eligió ponerle paños fríos al asunto. Afirmó que lo que se está filtrando no es ninguna novedad. En todo caso, la única novedad que demuestra es que en el Siglo XXI ya no se pueden guardar secretos.
¿Cuál es su análisis de las últimas filtraciones de WikiLeaks?
Mire, que WikiLeaks nos revela lo que ya sabíamos. Básicamente son cosas que ya conocíamos, o que sospechábamos. En el sistema de información actual es inevitable que los actos más secretos del estado lleguen a conocerse… En la actualidad, no hay secreto posible. Los medios de información son demasiado robustos, demasiados universales, demasiado globales para pretender que se mantenga en secreto algo. Dentro de veinte años tal vez nadie se acuerde de esto. Todo pasa a la historia, todo pasa al olvido. Pero claro, es un caso sensacional. Es muy sensacionalista y le crea responsabilidades al Estado Norteamericano.
Ahora, también hay que decir que la mayor parte de los asuntos que se revelan son anteriores al gobierno actual de Obama. Quizá ya hay una reconsideración de estos procedimientos debido a las revelaciones de WikiLeaks… Pero, repito, estas eran todas cosas que ya sabíamos. No me sorprende nada.
Yo creo que le incumbe al gobierno de Barack Obama asegurarse que este tipo de cosas no vuelvan a suceder o que haya procedimientos para que los secretos sean realmente secretos. Es muy difícil guardar un secreto en el Siglo XXI.
Entonces usted no ve esto como un giro radical para el periodismo de investigación... ¿Lo ve más como un tema sensacionalista?
Hay algo de sensacionalismo, desde luego. Pero le repito, hay una especie de ilustración de lo que es la información del mundo actual, que no es lo mismo que hace diez o veinte años. Hay que proceder —los gobiernos y el periodismo— con la conciencia que todo se va a saber. Si no se sabe hoy se sabe mañana. Se sabe muy pronto. Porque los medios de comunicación indagan, se meten, saben absolutamente todo… El problema va ser defender ámbitos de la vida privada en todo esto. Pero la vida pública, por definición, debe estar abierta al conocimiento del público. Y tratar de esconderla es algo que ya le corresponde al pasado.
Lo que probó WikiLeaks es que de ahora en adelante, todo gobierno deberá saber cada acto que cometa se conocerá tarde o temprano.
¿Y en este sentido es un giro para generar optimismo sobre el futuro? ¿El mundo va a mejorar por esto?
Yo no tengo optimismo de nada ya. De muy pocas cosas. Pero en cuanto al periodismo y al conocimiento de la verdad, pienso que esto por lo menos plantea un problema.
¿Usted piensa que lo que hacia Luis XV en privado, en su política secreta se sabía? Pues no se sabía. No había medios. Esto fue aumentando progresivamente.
Entonces, los gobiernos tienen que saber que sus actos van a ser conocidos y van a ser publicados. Y los periodistas tenemos que saber que hay que estar muy, muy, -claros para recoger la información verídica. No la falaz. La información seria. No la sensacionalista. Crea obligaciones tanto para los gobiernos como para el periodismo.
¿Usted considera al señor que encabeza WikiLeaks como periodista?
Yo no sabía nada de él. No sé quién es.
¿Y como novelista se ha puesto a ver los cables? ¿Podrán ser útiles como para inspirar un escritor de ficción?
¡Como novelista mi imaginación es superior a todo lo que dice WikiLeaks! Es que la imaginación de un novelista es siempre superior a la del estadista y al del periodista, inclusive. Porque tenemos la libertad de contar mentiras.
El hecho es que la verdad a veces se encuentra… A ver, dígame usted ¿quién lee los historiadores rusos o franceses del siglo XIX? Se lee Víctor Hugo y Dostoievski. Porque la verdad esta en la imaginación también.
Tomado de la Revista Ñ
Tomado de la Revista Ñ
Entrada actualizada el 22 de julio de 2022.
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