jueves, 15 de agosto de 2013

La Oposición venezolana rechaza la Ley de Cultura



María Corina Machado (izquierda), Tulio Hernández (centro) y Luis Barragán criticaron la propuesta. VENANCIO ALCÁZARES




Después de un decenio ayer Martes 13 (ni te cases ni te embarques) de Agosto fue aprobada la "Ley de Cultura".



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DANIEL FERMÍN |  EL UNIVERSAL 


jueves 8 de agosto de 2013 

La Ley Orgánica de Cultura todavía es motivo de discordia. Mientras en la Asamblea Nacional el proyecto se somete a discusión en sesión ordinaria (hasta la noche del martes se habían aprobado 14 artículos), representantes de la oposición denunciaron ayer en una conferencia de prensa ciertas imprecisiones del documento.

El diputado Luis Barragán (Primero Justicia) criticó la forma y el fondo del proyecto: el predominio del sector oficialista en las consultas públicas realizadas en varias regiones, la premura con que se quiere aprobar la propuesta definitiva, la falta de definiciones importantes en material cultural. "La cultura no se puede regular así. Sólo en los regímenes totalitarios es que se pretende programar la creación artística. Con esta ley, el Estado es el que promueve, el que ve por el resto de los venezolanos (...) La bancada de la oposición se niega a aprobar un proyecto de ley que nos lleva al suicidio", dijo el parlamentario, que sustituye a Richard Mardo.

El documento final que está en discusión es una sexta versión de la que se presentó por primera vez en el año 2002. Entonces Manuel Espinoza era el presidente del antiguo Consejo Nacional de la Cultura. "El actual proyecto es una involución ética, jurídica y cultural en relación con el primero. Cada proyecto que se hizo es más deficiente que el anterior. Esto pone en evidencia que en estos 12 años no ha existido una política de Estado en el campo cultural sino que las estrategias culturales han dependido de los intereses de quienes han tenido el cargo de ministro", dijo Tulio Hernández, profesor de la maestría en Política y Gestión Cultural de la Universidad Central de Venezuela.

El sociólogo cuestionó algunas aspectos de la ley (citas textuales de Hernández):



  • La inconsistencia conceptual. Esta es una ley que no soporta un análisis, que se contradice, que no parte de un marco de definiciones precisas.
  • El segundo problema es que es una ley eminentemente estatista. No aparece ningún otro actor que no sea el Estado. Solamente una vez se menciona al sector privado. Nunca se habla de sociedad civil.
  • La ley tiene omisiones fundamentales: no se habla de industrias culturales, que en todos los países del mundo son las que generan productos que circulan con mayor intensidad. Cultura no es sólo lo popular o artesanal. No se habla nunca de la cultura digital, que es uno de los espacios que mayor peso tiene hoy. No se habla del plan nacional de cultura como el instrumento que permite fijar las metas y estrategias. Tampoco se habla del mecenazgo o auspicio privado a la cultura.
  • El otro problema es que tiene grandes contradicciones (...) Al decir que las culturas populares son los únicos constitutivos de la venezolanidad, además de ser una gran mentira, es una manipulación. Tan sustento de la nacionalidad son las pinturas de Martín Tovar y TovarArturo Michelena, o el arte de Jesús Soto, o los valses académicos de Vicente Emilio Sojo, o el repertorio de José Ignacio Cabrujas, como las culturas indígenas.
  • La otra gran carencia de esta ley es que enuncia cosas y no las desarrolla. Por ejemplo, el Sistema Nacional de Cultura, que en casi todas las leyes latinoamericanas es uno de los puntos más importantes, aquí se le enuncia y no se define ni miembros ni funciones.
  • Otro problema inaceptable es que es una ley absolutamente centralista. No se reconoce lo que la Constitución establece en relación a competencias culturales concurrentes de Alcaldías y Gobernaciones. No habrá descentralización de la cultura si no se hace a través del Gobierno Municipal.
  • La ley no traduce los tres artículos dedicados en la Constitución en la parte de los derechos culturales y educativos. El primero establece que la ley cultural es libre, y eso no está sustentado en el proyecto. La ley tiene que garantizarle a la sociedad que el Estado no va a imponer sus criterios a través del gobierno de turno.
  • Uno de los peligros es que sigue insistiendo en un concepto que en el mundo cultural internacional ha sido superado: la identidad nacional. No se puede decir que el Estado va a asegurar la identidad nacional (...) El reconocimiento de la diversidad es uno de los criterios fundamentales para la elaboración de políticas públicas.
  • Hay otro exabrupto, que es decir que las políticas culturales deben regirse por los valores éticos y caribeños fundamentados en el pensamiento de Simón Bolívar. No se puede fundamentar una cultura en el pensamiento de una persona.

"Un arroz con mango", definió la ley el gestor cultural Nicomedes Febres. "Mi conclusión es que esto no es un resultado aleatorio sin intencionalidad, esto es parte de una sistemática vocación de control y sumisión de la población. Se quiere utilizar la Ley como mecanismo para imponer una sola visión. Eso es peligroso en el sector", agregó María Corina Machado. Así, la Ley de Cultura sigue sin generar consenso definitivo. 

dfermin@eluniversal.com


Tomado de El Universal









Enlace relacionado:

  • Nueva Ley de Cultura   . Programa radial donde conversaron sobre esta ley Cesar Miguel Rondón y La Directora Ejecutiva de Gestión Cultural y Presidenta de la Fundación Cultural Chacao Diana López y el sociólogo y columnista de El Nacional Tulio Hernández.

Actualizada el 29/01/2024






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