2 de agosto de 2013
Daisy
Valera
Juan Breá, un escritor surrealista cubano
termina su recopilación de ensayos “La verdad contemporánea” con una
lista de pensamientos que podríamos calificar de intuitivos o extravagantes.
El
hombre es el único animal capaz de morir por una delicadeza o por una
borrachera. He aquí su diferencia, no su virtud.
Copié
cada página de La verdad…Un libro del año 1941, mucho más conocido del
otro lado del Atlántico que en la isla y condenado a no ser reeditado jamás.
Final
feliz garantizado por mi licenciatura en Radioquímica.
La
Biblioteca Nacional José Martí (BNJM) es, resumiendo: un edificio imponente,
aproximadamente 4 millones de materiales, sillas incómodas, insípidos
cuadros de Kcho, ancianas vigilantes y una política de inscripción infame.
Carnet de la Biblioteca Nacional de Cuba |
Su
política de inscripción instaurada desde el año 2000 no se flexibilizó ni un
ápice a pesar de que las reparaciones y restructuraciones en el seno de la
institución tomaron más de 45 meses.
Para
lograr acceder a los libros tienes que obtener primero un Carnet de Asociado,
requisito totalmente comprensible.
Pero el
mencionado carnet solo te es entregado si perteneces a algunas de las
siguientes categorías: Investigador, Profesional, Estudiante Universitario o de
Enseñanza Artística Especializada.
Lo
anterior se traduce en una exclusión directa de la inmensa mayoría de la
población al patrimonio bibliográfico, documental y sonoro de Cuba. Una
exclusión imposible de justificar con el torpe argumento de la BNJM: la
caracterización de los usuarios es una práctica común en la actividad
bibliotecaria mundial.
Pero el
afán de organizar/limitar el acceso a la información no termina cuando pruebas
con carnet de identidad, fotos y copias de título que perteneces a unos de los
grupos minoritarios a los que la biblioteca abre sus puertas.
Existe
una regulación que establece que el usuario debe consultar los
documentos que realmente necesite para su actividad laboral, investigativa o
docente. Con esto la biblioteca tiene el derecho a impedir el acceso a la
información que no se relacione con el área de formación que aparece reflejada
en el expediente del asociado. Por ejemplo, a un biólogo se le podría negar la
consulta de documentos sobre arquitectura.
Continúa,
para tener acceso a la información contenida en los documentos valiosos
atesorados en la BNJM, el usuario deberá presentar una carta aval de su centro
de trabajo o estudio. Regulación que implica que prácticamente ningún profesional
en Cuba podrá contar con importantes materiales de la biblioteca para emprender
investigaciones no confirmadas por instituciones estatales.
¿Dónde
ha quedado aquella consigna tan inclusiva de crear un pueblo culto y lector?
Los
esfuerzos de la década del 60, que resultaron en la Red Nacional de Bibliotecas
Públicas, la Escuela de Capacitación Bibliotecaria, la Campaña de Lectura
Popular o el Movimiento de Bibliotecas Recuperadas efectivamente lograron
fomentar el hábito de lectura entre la población.
La
conservación de los materiales de la Biblioteca, que podría conseguirse por
multiples vías, no es excusa suficiente para estos 13 años de secuestro de la
información.
La
crítica calidad de la educación en todos los niveles y la constatable disminución
del acceso a la enseñanza universitaria son hechos que reafirman la necesidad
de eliminar semejantes restricciones.
Permitir
la entrada de todos los interesados a las bibliotecas del país no fue, como se
pretende hacer creer en estos tiempos de reforma, un gesto anacrónico de
inicios de la Revolución.
Daisy Valera:
Hasta mediados del 2010 fui una estudiante universitaria. Hoy, con 22
años, soy Licenciada en Química Nuclear y engroso la fila de los
trabajadores cubanos. Amo el cine, los libros y la arquitectura,
incluso de los edificios que se derrumban. Me gusta hacer artesanías
con hilos, piedras y metales. Le temo a la monotonía y estoy
comprometida con el propósito de construir una sociedad mejor.
- See more at:
http://www.havanatimes.org/sp/?p=89189#sthash.NEtlixEf.dpuf
Daisy
Valera: Hasta
mediados del 2010 fui una estudiante universitaria. Hoy, con 22 años, soy
Licenciada en Química Nuclear y engroso la fila de los trabajadores cubanos.
Amo el cine, los libros y la arquitectura, incluso de los edificios que se
derrumban. Me gusta hacer artesanías con hilos, piedras y metales. Le temo a la
monotonía y estoy comprometida con el propósito de construir una sociedad mejor
Tomado de Havana Times
HAVANA TIMES — Juan Breá, un escritor surrealista cubano termina su recopilación de ensayos “La verdad contemporánea” con una lista de pensamientos que podríamos calificar de intuitivos o extravagantes.
El hombre es el único animal capaz de morir por una delicadeza o por una borrachera. He aquí su diferencia, no su virtud.
Copié cada página de La verdad…Un libro del año 1941, mucho más conocido del otro lado del Atlántico que en la isla y condenado a no ser reeditado jamás.
Final feliz garantizado por mi licenciatura en Radioquímica.
La Biblioteca Nacional José Martí (BNJM) es, resumiendo: un edificio imponente, aproximadamente 4 millones de materiales, sillas incómodas, insípidos cuadros de Kcho, ancianas vigilantes y una política de inscripción infame.
La biblioteca reabrió sus puestas al público el pasado octubre casi con sonidos de bombos y platillos y sin escatimar reconocimientos que alcanzaron (quién sabe por qué) hasta a nuestro Ministro del Interior.
Su política de inscripción instaurada desde el año 2000 no se flexibilizó ni un ápice a pesar de que las reparaciones y restructuraciones en el seno de la institución tomaron más de 45 meses.
Para lograr acceder a los libros tienes que obtener primero un Carnet de Asociado, requisito totalmente comprensible.
Pero el mencionado carnet solo te es entregado si perteneces a algunas de las siguientes categorías: Investigador, Profesional, Estudiante Universitario o de Enseñanza Artística Especializada.
Lo anterior se traduce en una exclusión directa de la inmensa mayoría de la población al patrimonio bibliográfico, documental y sonoro de Cuba. Una exclusión imposible de justificar con el torpe argumento de la BNJM: la caracterización de los usuarios es una práctica común en la actividad bibliotecaria mundial.
Pero el afán de organizar/limitar el acceso a la información no termina cuando pruebas con carnet de identidad, fotos y copias de título que perteneces a unos de los grupos minoritarios a los que la biblioteca abre sus puertas.
Existe una regulación que establece que el usuario debe consultar los documentos que realmente necesite para su actividad laboral, investigativa o docente. Con esto la biblioteca tiene el derecho a impedir el acceso a la información que no se relacione con el área de formación que aparece reflejada en el expediente del asociado. Por ejemplo, a un biólogo se le podría negar la consulta de documentos sobre arquitectura.
Continúa, para tener acceso a la información contenida en los documentos valiosos atesorados en la BNJM, el usuario deberá presentar una carta aval de su centro de trabajo o estudio. Regulación que implica que prácticamente ningún profesional en Cuba podrá contar con importantes materiales de la biblioteca para emprender investigaciones no confirmadas por instituciones estatales.
¿Dónde ha quedado aquella consigna tan inclusiva de crear un pueblo culto y lector?
Los esfuerzos de la década del 60, que resultaron en la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, la Escuela de Capacitación Bibliotecaria, la Campaña de Lectura Popular o el Movimiento de Bibliotecas Recuperadas efectivamente lograron fomentar el hábito de lectura entre la población.
La conservación de los materiales de la Biblioteca, que podría conseguirse por multiples vías, no es excusa suficiente para estos 13 años de secuestro de la información.
La crítica calidad de la educación en todos los niveles y la constatable disminución del acceso a la enseñanza universitaria son hechos que reafirman la necesidad de eliminar semejantes restricciones.
Permitir la entrada de todos los interesados a las bibliotecas del país no fue, como se pretende hacer creer en estos tiempos de reforma, un gesto anacrónico de inicios de la Revolución.
- See more at: http://www.havanatimes.org/sp/?p=89189#sthash.KpRYkJV5.dpuf
El hombre es el único animal capaz de morir por una delicadeza o por una borrachera. He aquí su diferencia, no su virtud.
Copié cada página de La verdad…Un libro del año 1941, mucho más conocido del otro lado del Atlántico que en la isla y condenado a no ser reeditado jamás.
Final feliz garantizado por mi licenciatura en Radioquímica.
La Biblioteca Nacional José Martí (BNJM) es, resumiendo: un edificio imponente, aproximadamente 4 millones de materiales, sillas incómodas, insípidos cuadros de Kcho, ancianas vigilantes y una política de inscripción infame.
La biblioteca reabrió sus puestas al público el pasado octubre casi con sonidos de bombos y platillos y sin escatimar reconocimientos que alcanzaron (quién sabe por qué) hasta a nuestro Ministro del Interior.
Su política de inscripción instaurada desde el año 2000 no se flexibilizó ni un ápice a pesar de que las reparaciones y restructuraciones en el seno de la institución tomaron más de 45 meses.
Para lograr acceder a los libros tienes que obtener primero un Carnet de Asociado, requisito totalmente comprensible.
Pero el mencionado carnet solo te es entregado si perteneces a algunas de las siguientes categorías: Investigador, Profesional, Estudiante Universitario o de Enseñanza Artística Especializada.
Lo anterior se traduce en una exclusión directa de la inmensa mayoría de la población al patrimonio bibliográfico, documental y sonoro de Cuba. Una exclusión imposible de justificar con el torpe argumento de la BNJM: la caracterización de los usuarios es una práctica común en la actividad bibliotecaria mundial.
Pero el afán de organizar/limitar el acceso a la información no termina cuando pruebas con carnet de identidad, fotos y copias de título que perteneces a unos de los grupos minoritarios a los que la biblioteca abre sus puertas.
Existe una regulación que establece que el usuario debe consultar los documentos que realmente necesite para su actividad laboral, investigativa o docente. Con esto la biblioteca tiene el derecho a impedir el acceso a la información que no se relacione con el área de formación que aparece reflejada en el expediente del asociado. Por ejemplo, a un biólogo se le podría negar la consulta de documentos sobre arquitectura.
Continúa, para tener acceso a la información contenida en los documentos valiosos atesorados en la BNJM, el usuario deberá presentar una carta aval de su centro de trabajo o estudio. Regulación que implica que prácticamente ningún profesional en Cuba podrá contar con importantes materiales de la biblioteca para emprender investigaciones no confirmadas por instituciones estatales.
¿Dónde ha quedado aquella consigna tan inclusiva de crear un pueblo culto y lector?
Los esfuerzos de la década del 60, que resultaron en la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, la Escuela de Capacitación Bibliotecaria, la Campaña de Lectura Popular o el Movimiento de Bibliotecas Recuperadas efectivamente lograron fomentar el hábito de lectura entre la población.
La conservación de los materiales de la Biblioteca, que podría conseguirse por multiples vías, no es excusa suficiente para estos 13 años de secuestro de la información.
La crítica calidad de la educación en todos los niveles y la constatable disminución del acceso a la enseñanza universitaria son hechos que reafirman la necesidad de eliminar semejantes restricciones.
Permitir la entrada de todos los interesados a las bibliotecas del país no fue, como se pretende hacer creer en estos tiempos de reforma, un gesto anacrónico de inicios de la Revolución.
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HAVANA TIMES — Juan Breá, un escritor surrealista cubano termina su recopilación de ensayos “La verdad contemporánea” con una lista de pensamientos que podríamos calificar de intuitivos o extravagantes.
El hombre es el único animal capaz de morir por una delicadeza o por una borrachera. He aquí su diferencia, no su virtud.
Copié cada página de La verdad…Un libro del año 1941, mucho más conocido del otro lado del Atlántico que en la isla y condenado a no ser reeditado jamás.
Final feliz garantizado por mi licenciatura en Radioquímica.
La Biblioteca Nacional José Martí (BNJM) es, resumiendo: un edificio imponente, aproximadamente 4 millones de materiales, sillas incómodas, insípidos cuadros de Kcho, ancianas vigilantes y una política de inscripción infame.
La biblioteca reabrió sus puestas al público el pasado octubre casi con sonidos de bombos y platillos y sin escatimar reconocimientos que alcanzaron (quién sabe por qué) hasta a nuestro Ministro del Interior.
Su política de inscripción instaurada desde el año 2000 no se flexibilizó ni un ápice a pesar de que las reparaciones y restructuraciones en el seno de la institución tomaron más de 45 meses.
Para lograr acceder a los libros tienes que obtener primero un Carnet de Asociado, requisito totalmente comprensible.
Pero el mencionado carnet solo te es entregado si perteneces a algunas de las siguientes categorías: Investigador, Profesional, Estudiante Universitario o de Enseñanza Artística Especializada.
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El hombre es el único animal capaz de morir por una delicadeza o por una borrachera. He aquí su diferencia, no su virtud.
Copié cada página de La verdad…Un libro del año 1941, mucho más conocido del otro lado del Atlántico que en la isla y condenado a no ser reeditado jamás.
Final feliz garantizado por mi licenciatura en Radioquímica.
La Biblioteca Nacional José Martí (BNJM) es, resumiendo: un edificio imponente, aproximadamente 4 millones de materiales, sillas incómodas, insípidos cuadros de Kcho, ancianas vigilantes y una política de inscripción infame.
La biblioteca reabrió sus puestas al público el pasado octubre casi con sonidos de bombos y platillos y sin escatimar reconocimientos que alcanzaron (quién sabe por qué) hasta a nuestro Ministro del Interior.
Su política de inscripción instaurada desde el año 2000 no se flexibilizó ni un ápice a pesar de que las reparaciones y restructuraciones en el seno de la institución tomaron más de 45 meses.
Para lograr acceder a los libros tienes que obtener primero un Carnet de Asociado, requisito totalmente comprensible.
Pero el mencionado carnet solo te es entregado si perteneces a algunas de las siguientes categorías: Investigador, Profesional, Estudiante Universitario o de Enseñanza Artística Especializada.
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HAVANA TIMES — Juan Breá, un escritor surrealista cubano termina su recopilación de ensayos “La verdad contemporánea” con una lista de pensamientos que podríamos calificar de intuitivos o extravagantes.
El hombre es el único animal capaz de morir por una delicadeza o por una borrachera. He aquí su diferencia, no su virtud.
Copié cada página de La verdad…Un libro del año 1941, mucho más conocido del otro lado del Atlántico que en la isla y condenado a no ser reeditado jamás.
Final feliz garantizado por mi licenciatura en Radioquímica.
La Biblioteca Nacional José Martí (BNJM) es, resumiendo: un edificio imponente, aproximadamente 4 millones de materiales, sillas incómodas, insípidos cuadros de Kcho, ancianas vigilantes y una política de inscripción infame.
La biblioteca reabrió sus puestas al público el pasado octubre casi con sonidos de bombos y platillos y sin escatimar reconocimientos que alcanzaron (quién sabe por qué) hasta a nuestro Ministro del Interior.
Su política de inscripción instaurada desde el año 2000 no se flexibilizó ni un ápice a pesar de que las reparaciones y restructuraciones en el seno de la institución tomaron más de 45 meses.
Para lograr acceder a los libros tienes que obtener primero un Carnet de Asociado, requisito totalmente comprensible.
Pero el mencionado carnet solo te es entregado si perteneces a algunas de las siguientes categorías: Investigador, Profesional, Estudiante Universitario o de Enseñanza Artística Especializada.
- See more at: http://www.havanatimes.org/sp/?p=89189#sthash.KpRYkJV5.dpuf
El hombre es el único animal capaz de morir por una delicadeza o por una borrachera. He aquí su diferencia, no su virtud.
Copié cada página de La verdad…Un libro del año 1941, mucho más conocido del otro lado del Atlántico que en la isla y condenado a no ser reeditado jamás.
Final feliz garantizado por mi licenciatura en Radioquímica.
La Biblioteca Nacional José Martí (BNJM) es, resumiendo: un edificio imponente, aproximadamente 4 millones de materiales, sillas incómodas, insípidos cuadros de Kcho, ancianas vigilantes y una política de inscripción infame.
La biblioteca reabrió sus puestas al público el pasado octubre casi con sonidos de bombos y platillos y sin escatimar reconocimientos que alcanzaron (quién sabe por qué) hasta a nuestro Ministro del Interior.
Su política de inscripción instaurada desde el año 2000 no se flexibilizó ni un ápice a pesar de que las reparaciones y restructuraciones en el seno de la institución tomaron más de 45 meses.
Para lograr acceder a los libros tienes que obtener primero un Carnet de Asociado, requisito totalmente comprensible.
Pero el mencionado carnet solo te es entregado si perteneces a algunas de las siguientes categorías: Investigador, Profesional, Estudiante Universitario o de Enseñanza Artística Especializada.
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