Recuerdos. La memoria es traicionera. Ya en
el primer instante, cuando vamos a crear el recuerdo, ya nos engañamos. Tendemos
a interpretar la realidad de la que estamos creando el recuerdo; unas veces llenando
huecos y otras veces sustituyendo directamente parte de realidad, por la creada
por nuestra razón para memorizar más fácilmente, más cómodamente. Luego llega
el olvido, brutal al principio arrasándolo todo como un tsunami, para después convertirse
lentamente en agente erosionador de la montaña de nuestra memoria. Débil pero
persistente el olvido actúa inexorablemente. Borrando pequeños aspectos de un
recuerdo o directamente eliminándolo de nuestro acervo. Por último y más cruel:
el reciclado de recuerdos. Nuestro cerebro es un superviviente nato, tiende a
encajar y pasar página rápidamente. Para ello no le importa reinterpretar
nuestra biografía al calor de un nuevo evento, un suceso con traumático impacto
en nuestro presente: un nuevo amor, un nuevo desamor, un nuevo trabajo, un gran
éxito… un gran fracaso. Casi cualquier cosa puede disparar el proceso de
reinterpretación de nuestra propia biografía. Analizar nuestro pasado desde el
prisma del acontecimiento desencadenante con el objetivo de darle acomodo, de
crear la sensación de inevitabilidad: visto lo vivido era imposible que no
acabase ocurriéndonos.
La memoria de los muertos (The final cut, 2004) |
¿Y de qué está construida nuestra biografía?
De recuerdos. Los reinterpretamos constantemente, lo que no puede por menos que
alterarlos. Alteración y borrado ese es el futuro de nuestro pasado, el porvenir
de nuestros recuerdos.
Blade Runner |
Afortunadamente nuestra ciencia está lejos de permitirnos grabar todos nuestros
recuerdos en un chip de memoria que nos implanten al nacer. Es ciencia ficción
el puesto de trabajo de Alan Hakman (interpretado por Robin Williams)
consistente en crear un video laudatorio con los mejores momentos de los recién
finados, para solaz y descargo de sus deudos. No, la realidad que el director
Omar Naïm nos cuenta en
La memoria de los muertos (The final cut, 2004) es ficción. Gracias a Dios, porque al igual que el protagonista,
descubriríamos que los recuerdos que tan preciosamente almacenamos no son
reales: están desgastados y alterados. Solo sería necesario revisar la memoria
del chip de un fallecido que compartiese algún recuerdo con nosotros.
La gran mayoría de los humanos no soportaremos con facilidad semejante golpe a nuestra
identidad. Somos nuestros recuerdos, eso nos hace humanos. Leon Kowalski,
Zhora, Pris, Roy Batty y Rachael lo sabía bien. Los Nexus 6 de Blade Runner (El cazador implacable dirigida por Ridley Scott en 1982) buscaban su
breve humanidad en los recuerdos implantados de fábrica.
Procuren no olvidar, ejerciten su mente, preste atención a los consejos que Carlos
Yusti les va a dar ahora mismo. Pero sobre todo vigilen que recuerdan, pues
esos recuerdos los hace humanos.
by
PacoMan
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Carlos Yusti
El pintor y escritor Joe Brainard publicó
un libro titulado Me acuerdo. Libro fronterizo por excelencia (denomino fronterizo
a esos libros que bordean esos limites punteados de varios géneros literarios sin
pertenecer de manera especifica a ninguno de ellos). Este libro de Brainard zigzaguea
el género de memorias, pero no lo es, sino que va más allá. De igual modo hace
equilibrios en las márgenes del cuento hiperbreve, sin amoldarse del todo a ese
género en el que Augusto Monterroso destiló una innegable maestría. Se le podría
incluir en ese renglón del aforismo por la brevedad de los textos y por el
fogonazo de lucidez que encandila, pero los recuerdos de Brainard muerden un
horizonte más modesto, pero cercano a ese hecho particular recuperado como un
recuerdo-flash y que se atrapa en una frase inexacta y a veces poética.
Augusto Monterroso |
El libro de Brainard es una joya rara y
como tal ha tenido sus continuadores/seguidores de rigor. George Perec escribió
Je
me souviens. El escritor Juan Bonilla incluso abrió una web para que
cada quien fuera sumando sus recuerdos. En la Internet cualquiera puede
consultar una curiosa web en la que varios escritores/escritoras registran sus me acuerdo: http://www.mastraviesa.com/
George Perec |
Tengo un amigo que en ocasiones me dice:
“en mi otra vida me encantaban los burdeles” o “en mi otra vida escribía poemas
desgarradores de amor”. Lo dice así ya que ahora no está como apartado de todo
y ni se va juerga prostibularia ni escribe poemas, es como si fuese ese yo es otro patentado por Rimbaud que al
final dejó de ser ese poeta deslumbrante para terminar en Abisinia, convertido
en empresario y traficante de armas. Es que como si la existencia fuese un gran
pastel que consume en pedazos. Trozos que se han consumido/engullido con
intensidad y que con el correr de los años se diluyen, se vuelven borrosos y
por alguna circunstancia externa la memoria los recupera de tal manera que esa
vida que ahora se percibe como extraña vuelve como un impreciso y volátil
recuerdo.
El hallazgo genial de Brainard fue
recuperar todas esas muchas vidas que uno va utilizando como si de trajes se
tratara, especie de vestuario teatral que uno guarda en ese armario oscuro de
la memoria; mientras el escenario reclama de nosotros nueva vestimenta y una
renovada actuación en ese gran escenario que es vivir. Brainard recupera todas
esas vidas a través de frases e imágenes que su memoria despliega como una
baraja de cartas. No es un libro con principio, ni con final y existe cierto
mecanismo aleatorio. Comentando el libro Mauricio Molina acota: “El lector se
enfrenta a Me acuerdo como un
interlocutor que se asoma a una serie de imágenes, frases y pensamientos sin
final ni principio, de modo que el libro puede leerse a partir de cualquier
página”.
La vida de un hombre ordinario, sin
ínfulas de nada ni protagonismos subrayados, es a fin de cuenta una sucesión de
hechos y frases irrelevantes, de asuntos menudos y domésticos que convierten a
cada quien en lo que es por dentro y por fuera. Buscar una definición a este
ejercicio de memoria y escritura breve de Brainard es pisar terreno resbaladizo.
No obstante Perec (citado en un artículo sobre el mismo tema por GuillermoAltares) sobre los suyos anotó: "Los Me
acuerdo son pequeños pedazos de cotidianidad que fueron vividos y
compartidos y luego olvidados. Sin embargo, de repente regresan, por azar o
porque han sido buscados entre amigos una noche: es algo que aprendimos en el
colegio, un campeón, una canción, un cantante, un escándalo, un slogan, un traje
o una costumbre, totalmente banal, que por un milagro es arrancada a su
insignificancia y es reencontrada por unos instantes, provocando unos segundos
de una impalpable y pequeña nostalgia". Con respecto al libro de Perec
escribe Altares lo siguiente: “Algunos Me
acuerdo son pedazos inocentes de memoria, otros escarban en las partes
ocultas de nuestras vidas, algunos tienen sabor, olor, luz, algunos son
crepúsculos dorados y otros amaneceres tristes, muchos ni siquiera sabemos
dónde han estado escondidos, los hay que son como las magdalenas proustianas y
aparecen a borbotones”.
Entrelazar los recuerdos a través de la
escritura es un buen ejercicio para hacer repaso de nuestros deseos y
vivencias, de esas impresiones que hicieron mella en la interioridad de nuestra
infancia, juventud y madurez. Y en eso llega la melancolía. A veces un recuerdo
en un perro nostálgico que se echa a tus pies, un pájaro que deja su jaula o
una mariposa que se traspapela con las flores. Brainard no intenta recuperar la
nostalgia a través de su libro y busca sí que el recuerdo opere como un
engranaje que también atrape al lector y
lo impulse a buscar en la trastienda de su memoria sus recuerdos perdidos, que
reconozca ese yo que se ha ido despaginando varias veces en la existencia y que tratado de no naufragar del todo en la
menudencia del día a día, en la intrascendencia de lo cotidiano. Ver todo desde
el recuerdo y con la distancia necesaria permite descubrir a cualquiera
chispazos de belleza, dulzura y amabilidad de esos instantes que en su momento
resultaron banales, vacíos y hasta carentes de ese golpe de efecto que sólo
aparece en ese recuerdo aislado, especie de poema que se escribe en nuestra
memoria con la levedad aleatoria de una hoja seca que cae del árbol y el viento
arrastra.
Lo de Joe Brainard más que un libro de
recuerdos es un ejercicio de intimidad, de esa intimidad agazapada en un rincón
del alma. Anotó enseguida algunos de esos me acuerdo que acompañan en silencio,
pero que están ahí como una sombra alargada sobre mi espíritu:
Me
acuerdo de mamá sacando de la bolsa de los víveres un libro con el cual
iniciaría mi primera biblioteca.
***
Me acuerdo que con mi amigo Toño, en el Barrio Bello Monte 2, escuchaba por la radio las aventuras de Martín Valiente, el ahijado de la muerte.
***
Me
acuerdo de las emisiones televisas de la lucha libre (“Catch as catch can”)y de
luchadores como Basil Battah, El
Dragón Chino, Kamba, el Salvaje y el Dr. Nelsón.
Me
acuerdo de las fotonovelas.
Me acuerdo que mi primera máquina de escribir me la regaló
mi hermana mayor Miriam.
Me acuerdo del negrito bembón Memín Pinguín al que le pegaban
con una tabla atravesada con un clavo.
Me
acuerdo de la bellas piernas de la Teniente Uhura, de la serie “Viaje a las
estrellas”.
***
Me
acuerdo de esa vez que me trague una locha,
tendría seis años.
***
Me
acuerdo que en vacaciones me iba con mi padrastro (Álvarez Domínguez) a
trabajar como carpintero de la construcción y para mi era la felicidad suprema.
***
Me acuerdo de Iris Chacón.
***
Me
acuerdo de las peleas de Gallo junto a mis hermanas y con mi tío Antonio Yusti,
albañil y gallero.
***
Me
acuerdo de mi tía Juana que era flojísima.
***
Me acuerdo
que repetí el cuarto grado.
Me
acuerdo que en el grupo literario “Los Animales Krakers” bebíamos mucho y
escribíamos poco.
***
Me
acuerdo el día en que murió Alfredo Maneiro.
***
Me
acuerdo con gratitud de las prostitutas del 7 Rojo en Barquisimeto.
Me
acuerdo que una mañana mi amigo Yuri (fotógrafo) y yo fuimos a buscar al poeta
Teófilo Tortolero en un bar del poético pueblo de Nirgua.
Teófilo Tortolero. Fotografía de Yuri Valecillo |
Me
acuerdo de los senos de Afrodita A, la novia de Mazinger Z, que eran mortales
proyectiles.
Me acuerdo
que mi mamá Carmen Elina Cedeño, usaba pelucas.
***
Me
acuerdo de mi maestra Berta de sexto grado.
Me
acuerdo de las borracheras insublimes con el poeta Francisco Arévalo.
Me
acuerdo que Yuri Valecillo y yo estábamos deslumbrados con la biblioteca de los
Téllez.
Pedro Tellez y Carlos Yusti. Fotografía de Yuri Valecillo |
Me
acuerdo que también he llorado con el poemas angelitos negros, recitado por Raúl Amundaray.
***
***
Me
acuerdo de esa expresión del juego de truco: “ven a mí, que tengo flor”.
***
Me
acuerdo de esa especial música de la lluvia sonando en el techo de zinc.
Me
acuerdo del día, el momento, el lugar y la hora en que por primera vez vi a mi
esposa Ana María Marín.
***
Me
cuerdo que Mariana y Daniela (de 6 y 7 años respectivamente) me regalaron en
uno de mis cumpleaños una pequeña bolsa de caramelos y golosinas.
Me acuerdo del fragmento de un poema de Carlos Oquendo de Amat: POR QUE MIS OJOS ERAN NIÑOS/ Y mi corazón/ un botón/ más/ de/ mi camisa de fuerza.
by PacoMan
En 1968 nace. Reside en Málaga desde hace más de tres lustros.
Economista y de vocación docente. En la actualidad, trabaja de Director Técnico.
Aficionado a la Ciencia Ficción desde antes de nacer. Muy de vez en cuando, sube post a su maltratado blog.
Y colabora con el blog de Grupo Li Po
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Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto. |
Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 40 exposiciones individuales. Fue el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Colabora con las publicaciones El correo del Caroní en Guayana y el Notitarde en Valencia y la revista Rasmia. Coordina la página web de arte y literatura Códice y Arte Literal
Tomado de Letralia
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