Estimados Amigos
Hoy compartimos con ustedes el acercamiento que el poeta Alberto Hernández nos hace a la más reciente antología realizada por el portal Ficción Científica.
Deseamos disfruten de la entrada y de la antología.
Atentamente
La Gerencia.
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Crónicas del Olvido
FICCIÓN CIENTÍFICA, VIAJE
VOLITIVO EN UN TUBO DE ENSAYO
**Alberto
Hernández**
1.-
Se me ocurre pensar en un laboratorio de
química, puesto que leo desde un experimento lo que tendría que ser creíble. No
se trata de una distopía. No se trata de volver a la utopía. No se trata de
resquebrajar el tiempo real y convertirlo en una madeja de significados. No; se
trata de creer en lo que leemos. Es decir, quien escribe ciencia ficción está
en el deber de hacérsenos creer en lo que es inexistente. Y vivirlo. Regresarnos
a la inocencia o favorecer la idea de que estamos en la búsqueda de lo
imposible a través de fórmulas, pruebas de ensayo y errores, combinaciones de
sustancias delicadas, de vapores y hasta de voces que esgrimen su defensa desde
el misterio o desde el fondo más lejano del Universo.
La ciencia ficción, ese género que atañe a
lo inconquistable en la realidad, es posible en el imaginario de quien se
atreve a crear, inventar, con la intención de que el lector se lo crea. De esta
manera, tanto escritor como lector pasan a ser cómplices de una “culpa” que no
desdeña lo insondable: el misterio, la eternidad, los huecos negros de las
distintas galaxias, muertos vivientes, seres vivos creados por la mano humana,
máquinas del tiempo, viajes interminables a través de diversos colores donde no
existe el horizonte, experimentos que facilitan la vida más allá de lo creíble,
oscuridades luminosas, cuerpos que flotan: una larga lista de imposibles que se
constituyen antología en manos de José Antonio Cordobés Montés, quien lleva el
castrense título de “Comandante de la Nave de Propulsión Volitiva Ficción
Científica”, y que no deja pasar el apelativo puesto que le sirve para
transitar por los lugares más increíbles a través de una también larga lista de
cotejo en la que se entretejen todos los temas relacionados con este género.
Adivinen quien es José Antonio Cordobés Montés |
2.-
Juan González Mesa, quien escribe el
prólogo de esta antología, afirma que se trata de “Contar historias acerca de
lo que es imposible”, pero “que las hacemos verosímiles”. De modo que quien
habla en este segmento inicial del libro nos invita a viajar por sitios
inexistentes, inimaginables, presentes en este extenso mosaico de nombres tanto
de autores como de relatos, que nos hacen ver, oír, oler, tocar y saborear lo
que no existe.
El libro muestra los títulos en orden alfabético y las identificaciones de los autores como si se tratara de alumnos que atienden al llamado del maestro a la hora de iniciar la clase: primero el o los apellidos y luego el o los nombres de pila.
Juan González Mesa |
El libro muestra los títulos en orden alfabético y las identificaciones de los autores como si se tratara de alumnos que atienden al llamado del maestro a la hora de iniciar la clase: primero el o los apellidos y luego el o los nombres de pila.
En esta aventura están los relatos Baile con la negra madre, de Manuel
Moledo; China, de José Cascales; Cuestión de supervivencia y Demasiado viejo para esto, de Dolo
Espinosa; Deseo, de Teresa P. Mira de
Echeverría; El día del padre, de
Carlos J. Eguren; El exterminador, de
Manuel Moledo; El final, de Guillermo
Echeverría; El límite del universo,
de Juan Manuel Sánchez; El otro, de
Roxana Lozano; El pequeño dios, de
Dolo Espinosa; El príncipe azul se cortó
las venas, de Carlos J. Eguren; El
quejica, de Dolo Espinosa; El
subsuelo, de Guillermo Echeverría; El
zombi, de Dolo Espinosa; Escombros,
de Federico Carivano; Homo economicus,
by Pacoman; Índigo y argento, de Dani
Durán; La cuarta ley, de Nieves
Delgado; La habitación de pensar, de
Alicia Pérez Gil; La justicia del rey,
de Manuel Moledo; Melodía en verde,
de Alicia Pérez Gil; Pluriempleo, de
Ricardo Manzanaro; Principito, de
José Cascales Vázquez; Sidfrid, de
Laura Ponce; Soledad, de Dolo Espinosa;
Solenopsis invicta, de Carmen Rosa
Signes Urrea; Sólo sabemos que estamos
aquí, de Carlos J. Eguren, y Sunit,
de Dolo Espinosa.
3.-
Se me ocurre retornar al tubo de ensayo y
mezclar todos los temas, los personajes, los paisajes. Se me ocurre hacer el
experimento y leer desde el comienzo hasta el final las historias increíbles
que Cordobés Montés recogió entre los nombres provenientes de España y de
algunos países latinoamericanos. Se me ocurre combinar todo eso y fijar la
mirada en una sola historia en la que todos esos nombres y apellidos se muevan
y hablen en voz alta. Circulen por las diversas corrientes del espacio y no se
detengan ante el ojo inmenso de un agujero negro sometido a los saltos de una
vieja nave espacial, volitivamente ficcional.
La tradición narrativa dedicada a este
género no tiene final, como el mismo universo donde se mueve. Personajes
extrovertidos, silenciosos, invisibles, monstruosamente bondadosos o
brujeadores, alambiques para filtrar estrellas y hacerlas polvo luminoso.
Y se me ocurre exagerar, porque la misma
lectura me conduce a eso, a magnificar, a hiperbolizar la lectura para no
olvidar los pasos y las huellas dejadas por los personajes que habitan estos
cuentos.
Me queda pensar qué sustancias combinar
para definir el asombro que esta larga antología provoca en el lector. Un
ensayo científico. Un relato que se traslada en los sueños, en la imaginación
interminable de sus autores.
CODA:
Como lector he quedado atrapado en mi
propia fórmula: en el poco espacio de este tubo de ensayo veo a través del
cristal el movimiento y los gestos del paisaje espacial, de los rastros que
dejan los personajes al pasar, de las sombras que se ciñen al cuerpo de sujetos
que se ambulan por el silencio mundo de la imaginación.
Al final, me convierto en un viajero
impenitente.
Descarga la antología pulsando aquí
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Alberto Hernández
Nació en Calabozo, estado Guárico, el 25 de octubre de 1952. Poeta, narrador y periodista. Se desempeña como secretario de redacción del diario “El Periodiquito” de la ciudad de Maracay, estado Aragua.
Fundador de la revista literaria Umbra, es miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo y colaborador de publicaciones locales y extranjeras. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria.
Ha publicado los poemarios La mofa del musgo (1980), Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el libro de cuentos Fragmentos de la misma memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999). Recientemente ha publicado «Poética del desatino» y «El sollozo absurdo».
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