Foto: OSWER DÍAZ MIRELLES/ARCHIVO |
DANIEL FERMÍN
miércoles 2 de mayo de 2012
"No creo que por leer autoayuda la gente vaya a convertirse en un lector de Dostoievski"
María Fernanda Palacios (Caracas, 1945) es una escritora que traza sus
textos en el aire. Ya Roberto Martínez Bachrich dijo que ella hace de
sus clases un género literario. Que todo alumno que pasa por sus salones
termina enamorado. Por eso, el Festival de la Lectura Chacao decidió
rendirle tributo: para honrar toda una vida dedicada a formar lectores.
A la venezolana le avergüenza recibir un homenaje en vida. Dice que son embarazosos, que no merece alguno. Que lo recibe en nombre de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Ahí tiene más de cuatro décadas como profesora. "Si el futuro de la literatura está en manos de los lectores, hay que ser optimistas. La Escuela de Letras es un semillero de excelentes lectores", indicó la autora de Sabor y saber de la lengua.
La ensayista tenía 38 años sin publicar un libro de poemas. Ella cuaja su poesía lentamente, entre la pausa, los silencios, la espera. Así editó el año pasado Y todo será cuento un día, una selección de versos escritos en los años 70 y 80. "Hay escritores que escriben toda la vida. Yo no me siento poeta en ese sentido. Soy más docente. Para mí, la poesía es algo que por rachas me acompaña. De ahí a atreverme a publicar es otra cosa. Uno hace poesía, pero ni toda es publicable ni uno está dispuesto a publicar todo", indicó la caraqueña, que en el 74 editó Por alto/por bajo.
Palacios cree que hay autores que publican más de lo que deberían como para que ella también haga lo mismo. Por eso publica poco. "Es muy malo cuando un escritor se siente obligado a publicar una novela todos los años. O que siente que si no publica es como si hubiese dejado de existir. Hay muchos que se apresuran, o que se ponen a inventar. Andan buscando un tema en vez de esperar que el tema los busque a ellos".
Las editoriales también hacen lo suyo. Libros efímeros de autores mediáticos que aseguran grandes ingresos reinan en las librerías. También en las ferias. "La parte comercial del negocio editorial convierte la literatura en un consumismo, como también ciertas políticas de Estado que publican una barbaridad de libros para el adoctrinamiento. Pero la otra cosa siempre existe, el lector exigente que sabe lo que viene a buscar", agregó la poeta, que destaca la atmósfera que encuentra en festivales literarios.
Ya el mexicano Gabriel Zaid dijo que la medida de la lectura no debe ser el número de libros leídos, sino el estado en que nos dejan. "Y él tiene razón en lo que dice. El problema no es el número de libros que leas. La cultura no toda es libresca. Hay mucho libro que hace daño", agregó la autora del ensayo Ifigenia: mitología de la doncella criolla (2001).
Por eso, la escritora tiene cuidado con ciertas campañas. "Uno no tiene que convertir esto en un eslogan, decir 'hay que leer'. Hay que ver qué leemos también. Hay que leer con conciencia, saber qué se está leyendo, Pero sí hay que estimular a que la gente se acerque a ciertos libros u ofrecer orientación abierta. Yo preferiría que la gente leyera más literatura y menos autoayuda, menos libros de dietas. No creo que por leer libros de autoayuda la gente vaya a convertirse en un lector de Dostoievski o de Rulfo".
Si Mario Vargas Llosa dijo, en su último libro, que la banalización llegó a la cultura, Palacios cree que no hay forma de evitarlo. "Es una realidad de los tiempos. Hay que vivir con eso. No es la primera vez que una sociedad se queja de ello. Ahorita leo mucho sobre la Francia del siglo XIX, que vemos con añoranza. Y al leer la crítica de esa época, la gente se quejaba de lo mismo. Como que eso es parte de ser culto".
Así, Palacios también añora las lecturas de antaño. "La literatura popular eran las novelas de vaqueros, de detectives. Y eso sí te lleva a leer literatura. La autoayuda te ofrece una receta para convertirte en un zombi", agregó la poeta, que cree que el lector debe iniciarse en la infancia. "Hay que revisar la manera de enseñar a niveles primarios. La literatura infantil de ahora está más enfocada en los dibujos. Los cuentos de antes, Tío Tigre y Tío conejo, sí eran cuentos de iniciación del niño en lo que es la vida. Eso sí es literatura", concluyó Palacios. La suya, sus clases, sus poemas, también lo son.
A la venezolana le avergüenza recibir un homenaje en vida. Dice que son embarazosos, que no merece alguno. Que lo recibe en nombre de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Ahí tiene más de cuatro décadas como profesora. "Si el futuro de la literatura está en manos de los lectores, hay que ser optimistas. La Escuela de Letras es un semillero de excelentes lectores", indicó la autora de Sabor y saber de la lengua.
La ensayista tenía 38 años sin publicar un libro de poemas. Ella cuaja su poesía lentamente, entre la pausa, los silencios, la espera. Así editó el año pasado Y todo será cuento un día, una selección de versos escritos en los años 70 y 80. "Hay escritores que escriben toda la vida. Yo no me siento poeta en ese sentido. Soy más docente. Para mí, la poesía es algo que por rachas me acompaña. De ahí a atreverme a publicar es otra cosa. Uno hace poesía, pero ni toda es publicable ni uno está dispuesto a publicar todo", indicó la caraqueña, que en el 74 editó Por alto/por bajo.
Palacios cree que hay autores que publican más de lo que deberían como para que ella también haga lo mismo. Por eso publica poco. "Es muy malo cuando un escritor se siente obligado a publicar una novela todos los años. O que siente que si no publica es como si hubiese dejado de existir. Hay muchos que se apresuran, o que se ponen a inventar. Andan buscando un tema en vez de esperar que el tema los busque a ellos".
Las editoriales también hacen lo suyo. Libros efímeros de autores mediáticos que aseguran grandes ingresos reinan en las librerías. También en las ferias. "La parte comercial del negocio editorial convierte la literatura en un consumismo, como también ciertas políticas de Estado que publican una barbaridad de libros para el adoctrinamiento. Pero la otra cosa siempre existe, el lector exigente que sabe lo que viene a buscar", agregó la poeta, que destaca la atmósfera que encuentra en festivales literarios.
Ya el mexicano Gabriel Zaid dijo que la medida de la lectura no debe ser el número de libros leídos, sino el estado en que nos dejan. "Y él tiene razón en lo que dice. El problema no es el número de libros que leas. La cultura no toda es libresca. Hay mucho libro que hace daño", agregó la autora del ensayo Ifigenia: mitología de la doncella criolla (2001).
Por eso, la escritora tiene cuidado con ciertas campañas. "Uno no tiene que convertir esto en un eslogan, decir 'hay que leer'. Hay que ver qué leemos también. Hay que leer con conciencia, saber qué se está leyendo, Pero sí hay que estimular a que la gente se acerque a ciertos libros u ofrecer orientación abierta. Yo preferiría que la gente leyera más literatura y menos autoayuda, menos libros de dietas. No creo que por leer libros de autoayuda la gente vaya a convertirse en un lector de Dostoievski o de Rulfo".
Si Mario Vargas Llosa dijo, en su último libro, que la banalización llegó a la cultura, Palacios cree que no hay forma de evitarlo. "Es una realidad de los tiempos. Hay que vivir con eso. No es la primera vez que una sociedad se queja de ello. Ahorita leo mucho sobre la Francia del siglo XIX, que vemos con añoranza. Y al leer la crítica de esa época, la gente se quejaba de lo mismo. Como que eso es parte de ser culto".
Así, Palacios también añora las lecturas de antaño. "La literatura popular eran las novelas de vaqueros, de detectives. Y eso sí te lleva a leer literatura. La autoayuda te ofrece una receta para convertirte en un zombi", agregó la poeta, que cree que el lector debe iniciarse en la infancia. "Hay que revisar la manera de enseñar a niveles primarios. La literatura infantil de ahora está más enfocada en los dibujos. Los cuentos de antes, Tío Tigre y Tío conejo, sí eran cuentos de iniciación del niño en lo que es la vida. Eso sí es literatura", concluyó Palacios. La suya, sus clases, sus poemas, también lo son.
dfermin@eluniversal.com
Tomado de El Universal.
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Muy buen artículo, concuerdo con la escritora, promover la lectura, pero que sea de calidad, lamentablemente hoy en día se ha banalizado todo, incluyendo la lectura. La vida cotidiana está llena de superficialidades y parece no importarle a casi nadie.
ResponderEliminarGracias Carmen Feliz por dejar tu comentario
EliminarQué afortunado el haberla tenido como guía en la experiencia viva y apasionada de tanta riqueza literaria.
ResponderEliminarGracias Antonio por tu visita y comentario.
EliminarExcelente!
ResponderEliminarGracias Genny por tu visita!
EliminarPienso que de todos los libros,aunque no sean los mejores se puede aprender algo,todo depende de lo que estemos buscando al momento de leerlo,bien sea ,distracción,conocimientos,recapacitar sobre nuestros valores o un aliciente para un momento determinado,y aunque estoy de acuerdo con muchos puntos de vista planteados acá,creo que los libros de autoayuda si cumplen con la función para los cuales son escritos.
ResponderEliminarMuchas gracias estimado desconocido por compartir tu parecer con nosotros.
EliminarTuve la gran suerte de ser su alumna en la Escuela de Letras de la UCV. Extraordinaria y brillante docente.
ResponderEliminarTuve la gran suerte de ser su alumna en la Escuela de Letras de la UCV. Extraordinaria y brillante docente.
ResponderEliminarGracias por compartit con nosotros Marisol!
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