Carlos Yusti
Cualquier proyecto literario (para el papel o la Internet) está
impregnado por el azar, el traspiés fortuito y el albur conspirativo del
universo. Comienza con individuos reunidos por carambola en un espacio
determinado. Lo único en común que los congrega es una fe volátil por la palabra escrita, aunque no lo sepan.
Unos son poetas, otros garabatean, con letra temblorosa de resaca,
en cuadernos su primera novela y algún otro se entretienen con el ensayo
tratando de sacarle chispas a un género opacado de tanta revista arbitrada.
También están esos seres que en vez de escribir el poema lo viven a cada
momento y dejan todo su talento como manchas informes en la tensa pared de los
días y por alguna calleja se alejan, sin obra, sin nada en los bolsillos, pero
con la plenitud pulimentándole las pupilas.
Primera presentación de humo solido.Fotografía Yuri Valecillo |
Muchos planes literarios surgen en un café (o en la mesa de un bar)
donde las moscas de la improvisación revoletean a cada tanto y el humo del cigarrillo
dibuja formas efímeras. No hay reglas. Tampoco existe un fichaje de miembros.
Todo se concatena de manera fortuita. Sin burocracia. Lo más probable es que a
medida que se avance surgirán los desacuerdos y las discusiones. La deserción
de uno que otro será inevitable, pero de igual modo vendrán nuevos adeptos.
Todo fluye.
En Ciudad de México surgió un proyecto
literario inusual llamado Humo Sólido.
Se trataba de una hoja volante, un tanto impulsiva. Por un lado traía la
fotografía de un poeta fumando. Era una fotografía que descuadraba ese cliché
de “autor en pose trascendental”. En el reverso estaban los poemas impresos. El
lema de la publicación era bastante característico: “Cuando ya todo esté
prohibido”. En los créditos los promotores del proyecto: Mario Guzmán y Daniel
Olivares Viniegra. Acompañados por una serie de colaboradores como Cristian
Galicia, Jesús Garrido Gatica, Roberto López Moreno, Ulises Zamora, Yuri
Valecillo y otro(a)s.
Humo Sólido en pleno. Fotografía de Mario Guzmán. |
La distribución de Humo
Sólido era gratuita y en algunas ediciones llegaron a imprimir de cinco a
ocho mil ejemplares. Esta hoja volante tuvo iniciativas primigenias en
publicaciones como “La hoja” y “Genio y Figura” o como lo acota Mario Guzmán
rememorando esos accidentados inicios: “Cuando fundamos esta hija de poesía
fuimos invitados por Yuri Valecillo a realizar una publicación más, porque ya
teníamos impresa “la Hoja” y “Genio y Figura”, que eran de interés
por la fotografía y por la poesía. Autores connotados formaron parte de la
ilustración de esas páginas, gracias al deber y a la lente de Yuri Valecillo.
Bebimos güisqui y café con Jesús Garrido y al final fumamos unos tremendos
puros. Sólo faltaba un lema que le diera
sentido, eran como dije tiempos difíciles, creo siempre lo han sido…”
Se editaron varios números y el lema de Humo Sólido (intuición de mi parte) quizá se deba a ese fantasma
que recorre el mundo de corrección política y de censura moderada como esa que
te prohíbe fumar en sitios públicos. Hoy existe una creciente gazmoñería e
intolerancia, metidas en las uñas de la cotidianidad, que sólo se puede
combatir a través de la literatura a contracorriente e insolente. Otro aspecto
a destacar de dicha publicación era que no dependía de ningún organismo
cultural del estado (o universitario) para editarse.
Que los escritores de Humo Sólido salgan fumando fue una
premeditación alevosa. Si antes poetas y escritores (o cualquiera que buscara
pasar por erudito) salían retratados ante enormes bibliotecas, ahora lo hacen
exhibiendo sus vicios; evidenciando con ello que aparte de escribir son
individuos con virtudes y defectos. Sin magia. Sin musa. Todo descarnado. Además
subrayaba la construcción de castillos en el aire, de lo
etéreo de todo como el humo.
Esta primera etapa de Humo
Sólido concluye en un libro antológico: Humo Sólido.
Cuando ya todo esté
prohibido. Antología / Volumen 1 (Primera Época).
El libro recopila el trabajo poético de Jesús Garrido Gatica, Cristian Galicia,
Daniel Olivares Viniegra, Roberto López Moreno, Paul Ulises Martínez Zamora,
Uriel Reyes Deloya, Mónica Martz, Mario Guzmán Pérez, Marizela Ríos Toledo,
Jorge Contreras Herrera.
Lo bueno de este libro es que no es rígido en la selección de los
poetas, cuyos estilos y edades es bastante diversa. En un Pre-ludio al libro se
lee: “Pertenecientes a muy distintas generaciones, los autores de Humo Sólido comparten entre sí, y
también hacia los demás, una renovada y perenne fe en el fenómeno
palabra–poema–creación y su puesta en escena mediante la lectura en vivo,…”.
Algo de fugitivo tenía la hoja suelta de Humo Sólido y ese espíritu fugaz se mantiene en el libro como acota
en el prólogo Hans Giébe: “La naturaleza del humo es esencia de lo fugaz, cual
la mutabilidad de sus formas que se diluyen en el viento. Desde aquel encuentro
prometeico que tuvimos con el fuego, la historia del hombre no ha sido más que
la sublimación de su más absurda insignificancia. Cree que es amo y señor de
las realidades, cree que su poder imaginativo es más poderoso que la esencia de
las cosas, y quizá sí lo sea, pero a la vez todo es apenas humo”.
La hoja de Humo Sólido se
imprimió por encima de todos los obstáculos posibles. En esta era digital las
publicaciones en papel de seguro se volverán algo raras, objetos invaluables.
En la presentación del libro Mario Guzman dijo: “Ahora nos toca celebrar a la
palabra impresa, celebramos a la creación de la imprenta, celebramos al offset,
tal vez sea los últimos impresos que podamos exponer porque la industria
editorial tal cual la conocimos está desapareciendo. Por esto es que
presentamos estos hombres, estos soñadores, estos hilvanadores de sueños de
humo, estos remendadores de palabras, estos poetas. Hicimos un viaje largo,
muchos aguaceros cayeron sobre nosotros. Hubo tormentas y hubo arcoíris, pero
al final la nave de humos sigue entre mares de entelequias y bizarros caprichos…”
Mario Guzmán. Fotografía de Yuri Valecillo. |
La palabra poética busca los caminos sinuosos en publicaciones no
tradicionales para darle una oportunidad al lenguaje, para que las palabras
recobren su vigor expresivo y su espiritualidad. La escritora Siri Hustvedt ha
escrito: “Cada momento político tiene su particular clima retórico. El lenguaje
importa no sólo porque expresa la ideología dominante en un periodo, sino
porque crea, altera y determina nuestra percepción del mundo”.
Cuando el lenguaje se disfraza de poesía, de populismo encadenante
y de utopía realizable en media tarde el escritor tiene que devolverle a las
palabras su corazón detonante, sus nervios de bisturí para diseccionar la
realidad y desenmascarar esa falsa grandilocuencia del poder en todos sus
estamentos.
Hay un humo que no se desvanece en el aire y ese humo permanente
es el de la palabra escrita, de esa palabra solitaria edificando constantemente
nuevos mundos desde esa insobornable/ingobernable trinchera que llaman imaginación.
Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto.
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Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 40 exposiciones individuales. Fue el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Colabora con las publicaciones El correo del Caroní en Guayana y el Notitarde en Valencia y la revista Rasmia. Coordina la página web de arte y literatura Códice y Arte Literal
Tomado de Letralia
Gracias Carlos Yusti por ser parte también de este azaroso e irrefrenable proyecto expansivo... Abrazo siempre. (Por Humo Sólido: Daniel Olivares y Mario Guzmán).
ResponderEliminarGracias a Daniel Olivares y Mario Guzmán por la visita
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