viernes, 21 de septiembre de 2018

La rutina de ejercicios de Walt Whitman para tener un cuerpo eléctrico




Estimados Liponautas

Hoy tenemos el gusto de hacerles llegar este par de notas sobre un aspecto poco conocido del poeta estadounidense Walt Whitman.

AL inicio de esta entrada disfrutaran de un fragmento del poema Yo canto al cuerpo eléctrico, al final de las dos notas podrán disfrutar del poema de forma integra y de su versión original en inglés.  La versión al español fue hecha por Jorge Luis Borges.

Esperamos disfruten de la entrada.


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Yo canto al cuerpo eléctrico. 


1

Yo canto al cuerpo eléctrico,
Me abrazan los ejércitos de quienes amo y yo los abrazo,
No han de soltarme hasta que yo vaya con ellos, hasta que les responda,
Hasta que yo los purifique y los colme con la carga de mi alma.

¿No es sabido que quienes corrompen su cuerpo están ocultándose?
¿Y quienes profanan a los vivos son tan viles como quienes profanan a los muertos?
¿Y que el cuerpo no vale menos que el alma?
¿Y si el cuerpo no fuese alma, qué es el alma?


2

El alma del cuerpo de un hombre o del cuerpo de una mujer no admite explicación,
El cuerpo del hombre es perfecto, y es perfecto el cuerpo de la mujer.

La expresión de la cara no admite explicación,
Pero la expresión de un hombre cabal no sólo está en la cara,
Está en los miembros y en las coyunturas también, está, curiosamente, en las coyunturas de las caderas y de las muñecas,
Está en su andar, en el porte de su cuello, en la flexión del talle y de las rodillas; la ropa no la oculta;
Su fuerte y dulce identidad se abre paso a través del algodón y la lustrina,
Verlo pasar expresa tanto como el mejor poema, y acaso más,
Os detenéis para mirar su espalda y su nuca y sus hombros.


Fragmento.


Walt Whitman 


Traducción de Jorge Luis Borges


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Walt Whitman, el poeta que puso ‘cachas’ a los hombres estadounidenses


Beatriz García 13 SEP 2018 

Aconsejaba hacer una hora de deporte al día, dejarse la barba para no resfriarse, lanzar piedras al aire y “sacudir a un enemigo invisible”. La editorial Nórdica ha publicado ‘La Guía de la salud y el entrenamiento masculinos’, los artículos que el autor de ‘Hojas de Hierba’ escribió como columnista de fitness.



“A ti, oficinista, hombre de letras, persona sedentaria, hombre de fortuna, ocioso, te digo… ¡LEVÁNTATE!”. O mejor, sigue leyendo. Porque el autor de frases como esta fue nada menos que uno de los más grandes poetas de todos los tiempos, Walt Whitman, que además de haber cantado ‘al cuerpo eléctrico’ en el magistral poemario ‘Hojas de hierba’, que Gertrude Stein definió como “la autobiografía de todo el mundo”, también “entrenó” el cuerpo de los estadounidenses. Sí, el hombre que revolucionó la poesía norteamericana fue columnista de fitness en el otoño más ‘healthy’ de su vida.




Hace un par de años un estudiante de doctorado de la Universidad de Houston descubrió una serie de artículos titulados ‘La salud y el entrenamiento masculinos’ publicados en 1858 en un diario que ya pasó a mejor vida, el ‘New York Atlas’. Su autor firmaba como Mose Velsor, uno de los seudónimos empleados por el poeta, que tuvo que trabajar como periodista para hacer frente a dificultades financieras tras haber publicado ‘Hojas de Hierba’ –él mismo se costeó su primera edición-. Y como nadie puede esquivar su pasado, ni siquiera haciendo sentadillas, sus columnas de consejos sobre dieta y ejercicio, sexo, aseo, belleza e incluso calzado fueron recopiladas primero por el ‘Walt Whitman Quarterly’, y ahora llegan a España de la mano de Nórdica, en una en edición adaptada y maravillosamente ilustrada por Matthew Allen.



“La salud masculina. ¿No hay cierto encanto, una magia fascinante en estas palabras?”, escribió Velsor-Whitman, en esta ‘Guía para la salud y el entrenamiento masculinos’ que, más allá de la anécdota, destila parte de la filosofía vital de alguien que siempre amó la naturaleza y las cosas bellas de la vida, un ‘poeta de la gente’ que rompió moldes en su tiempo hablando sobre lo que nadie hablaba y escribiendo como nadie lo hacía. Pero además nos permite conocer una época oscura de su vida, con los fracasos comerciales de ‘Hojas de Hierba’, las durísimas críticas sobre su contenido sexual –llegaron a catalogarlo de “basura profana y obscena” y a él de “gil pretencioso”- y la escritura en paralelo de los poemas de ‘Calamus’,  que hablan de las relaciones del narrador con su amante también varón. Aunque, de acuerdo a Ed Folson, editor del ‘Walt Whitman Quarterly’, sobre todo exploran el afecto masculino justo antes de la Guerra Civil y “cómo sería el país si los hombres se relacionasen no a través de la competición sino del cariño”, publicó el ‘Houston Chronicle’. De hecho, el poeta comulgó con el ejemplo al marchar de enfermero voluntario a la guerra.



Dado que hay quien rescata del Paleolítico (y reinventa) hábitos de vida saludables que siguen hasta futbolistas, te proponemos (a ti, varón) ‘el Método Whitman’ para lograr “una mirada despejada, la tez transparente, un aliento agradable, la voz timbrada y un temperamento poco o nada irritable”; es decir, una salud de hierro. Si funciona, ya sabes a quién agradecérselo…




1. Haz tres comidas diarias

“El desayuno normal de un hombre sano podría consistir en un plato de carne fresca, poco hecha, magra, sin grasa ni jugo, una rebanada de pan y, si se quiere, una taza de té, que debe dejarse para el final. Si hay patatas cocidas, y se quiere tomar una, se puede hacer. La comida debería consistir en un buen plato de carne fresca (si es de vaca, magra, poco hecha, a la parrilla o asada, mejor), con los menos condimentos posibles. Recomendamos que la cena, que no debe ser a una hora tardía, siempre sea ligera. De vez en cuando esta comida podría consistir en fruta, ya sea fresca, a mediados y finales del verano, o en compota, en invierno y primavera”.





2. Practica una hora de ejercicio cada mañana

“(Aquel) que pone atención… en el fortalecimiento de la salud y de un físico varonil hará bien en dedicar una hora por la mañana (pongamos que de 10 a 11) a algunos ejercicios para los brazos, manos, pecho, columna, hombros y cintura: levantar pesas, hacer ejercicios de boxeo o atacar con brío el saco (un gran saco lleno de arena, colgado de tal manera que pueda ser golpeado convenientemente con los puños). Esto debería hacerse sistemáticamente, y aumentarse gradualmente a medida que se va endureciendo el ejercicio”.






3. Mejor al aire libre que en el gimnasio

“Lanzar una piedra al aire con una mano y cogerla con la otra mientras se camina durante media hora o una hora seguida. Empujar o hacer rodar una piedra pequeña con el pie, aumentando así la fuerza de las rodillas, tobillos y músculos de la pantorrilla. Sacudir a un enemigo imaginario, lanzando golpes decididos y continuos con los puños cerrados (…) Estos, y muchos más trucos sencillos, están al alcance de cualquiera, todos ellos buenos y conducentes a la salud, destreza y desarrollo varoniles, y para muchos, preferibles al gimnasio organizado”.

4. No pases mucho tiempo con mujeres. Sí con amigos

“El hombre que se agota de continuo entre mujeres no es apto, ni puede serlo, para engendrar hijos sanos y varoniles. Estos serán enclenques y escrofulosos, un tormento para sí mismos y para quienes estén a su cargo”.



5. Déjate barba para no resfriarte y ponte calcetines

La barba es una gran protección sanitaria para la garganta. A efectos de la salud, se debería llevar siempre, igual que el cabello. Vestir los pies es importante. Calcetines limpios, de algodón en verano y de lana en invierno, con cuidado de elegir bien la talla. Son pequeñas cosas, pero de estas cosas pequeñas dependen muchas otras, sí, hasta las más importantes…”.




Y si esto no es suficiente, prueba a hacer pesas con la última edición de ‘Hojas de Hierba’, porque 389 poemas escritos en casi 40 años pesan lo suyo. Mens sana incorpore sano. O eso dicen.

Tomado de The Objetive



Parte II


Cuando Walt Whitman fue «personal trainer»: diez consejos del poeta para una vida saludable.


Antes de que «Hojas de hierba» noquease a la poesía decimonónica, el lírico escribió una serie de columnas en «The New York Atlas» sobre la necesidad de ejercitar el cuerpo, que ahora recupera en España la editorial Nórdica




Bruno Pardo Porto
@brunopardoo

11/09/2018


En 1858, cuando «Hojas de hierba» todavía no tenía su forma definitiva y la revolución poética no había llegado a Estados Unidos, Walt Whitman dedicó su pluma a cantar las maravillas de la vida saludable, como si de un «personal trainer» se tratase. «Ninguna cantidad de cultura, intelecto riqueza podrá compensar jamás a una comunidad por la falta de músculos, capacidad o coraje varoniles», sentenciaba entonces. Sus consejos se publicaron en «The New York Atlas» en una serie de columnas que firmó como Mose Velsor y a las que dio un título más burocrático que literario: «La salud y el entrenamiento masculinos, con pistas informales sobre su condición». Aquellas 47.000 palabras pasaron desapercibidas durante más de 150 años, hasta que se descubrió su verdadera autoría. Ahora, llegan a España de la mano de Nórdica, que las ha convertido en una peculiar guía de estilo de vida.


Visto en retrospectiva, no es extraño esta preocupación por lo corporal en Whitman, que ya en uno de los primeros poemas de «Hojas de hierba» cantaba la unión de la materia y el espíritu, su estrecha relación, el reflejo inevitable de lo visible en lo invisible, y viceversa: «Haré los poemas de la materia, porque creo que habrán de ser los poemas más espirituales / Y haré los poemas de mi cuerpo y de la mortalidad, / Porque creo que entonces me proveeré de los poemas de mi alma y la inmortalidad». Pero estos artículos periodísticos de los que hablamos bajan de las cumbres del Helicón hasta rozar el sudor de los gimnasios.

1. El camino del héroe

«Con perfecta salud (y una ocupación regular y agradable) no hay abatimiento, ni puede haberlo. El hombre hace realidad el viejo mito de los poetas: es un dios que camina sobre la tierra», escribe Whitman. También insiste, quizá pensando en la escultura griega y sus divinas proporciones, que «no puede haber heroísmo de primera más que en un cuerpo sano». El del Doríforo, por ejemplo.



2. Cuerpo sana, mente sana

«Cumplir las leyes del entrenamiento masculino, si se siguen debidamente, puede vencer y erradicar la maldición de una mente deprimida, la melancolía y el hastío que actualmente arruinan buena parte de los días de más de la mitad de los hombres en Norteamérica».

3. Las «desconocidas» virtudes del aire puro

«Pocos saben cuántas virtudes contiene el aire puro. Por encima de todos los hechizos o medicaciones, es lo que renueva la vitalidad, y, tanto como el sueño nocturno, protege al organismo de la extenuación y el anquilosamiento», afirma el poeta. Lo de huir de la polución ya era una preocupación entonces, a pesar de que todavía no conocían todos sus efectos nocivos: el último, que daña el intelecto y reduce las habilidades verbales y de cálculo, según publica el Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).



4. Los deportes más recomendables.

«Levantar pesas, hacer ejercicios de boxeo o atacar con brío el saco», aconseja. También los «chapuzones» diarios, el remo, y el béisbol. No se olvidó del baile, «algo digno de interés», aunque antes que nada, Whitman recomendaba caminar. «En cualquiera de sus variedades, es el mejor ejercicio de la naturaleza, tan superior a todos los demás, que no pueden comparársele». Esto ya lo había dicho su «colega» Thoreau, otro trasdencentalista, en un breve ensayo que dedicó al arte de deambular.

5. El alcohol, con moderación

Aunque escribió una novela sobre lo autodestructivo del alcohol –«Franklin Evans, el borracho»–, el poeta parece abandonar aquí su postura tajante y no descarta un buen trago en ciertas ocasiones. «Gran parte de la virulenta cruzada de nuestros días contra los licores fermentados y destilados no está en absoluto justificada por la verdadera teoría de la salud o de las leyes fisiológicas, siempre que esos licores no se tomen en cantidades indebidas y a horas intempestivas, lo que perturba la digestión», sostiene. El consejo no llegó a Francia. Solo cuatro años después, en 1862, Baudelaire le escribió una oda a la ebriedad, donde no se hablaba ni de horarios ni de mesura en el consumo.

6. Los secretos de una supuesta buena dieta

«La parte principal de la dieta ha de ser la carne, con exclusión de todo lo demás», asevera. Carne en el desayuno y la comida. De cena, fruta. Ni rastro de pescado en su menú.

7. La noche es sana

«Un tentempié ligero y moderado por la noche es admisible. De hecho, si va acompañado del placer social de la amistad, las canciones alegres, el entusiasmo compartido y el sano estímulo de hallarse rodeado de buenos amigos, resulta recomendable en todos los sentidos». Ya se sabe: no solo de comida vive el espíritu.

8. La barba es un deber

«La barba es una gran protección sanitaria para la garganta. A efectos de la salud, se debería llevar siempre, igual que el cabello (...) La naturaleza señala la necesidad de cubrir esa parte por abundantes y suficientes razones». Bueno... solo hay que ver una de sus fotografías para entender el argumento.

9. Una receta contra el sudor

«Después del ejercicio, si el cuerpo está sudoroso, y es muy probable que lo esté, lo mejor es desnudarse, frotarse enérgicamente con paños secos, y cambiarse de ropa interior». Más claro, agua. O paño.

10. Los signos de la buena vida

Decía Whitman que, al final, la vida saludable se reflejaba en el aspecto físico, en la piel y en la retina y en la garganta; que, al cabo, la salud, en su acepción más amplia, se materializaba. Estos eran sus signos: «una mirada despejada, la tez transparente y acaso bronceada (esto último no necesariamente), la postura erguida, el paso ágil, un aliento agradable, la voz timbrada y un temperamento poco o nada irritable».


Tomado de ABC

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Yo canto al cuerpo eléctrico 

Walt Whitman 

Traducción: Jorge Luis Borges





1

Yo canto al cuerpo eléctrico,
Me abrazan los ejércitos de quienes amo y yo los abrazo,
No han de soltarme hasta que yo vaya con ellos, hasta que les responda,
Hasta que yo los purifique y los colme con la carga de mi alma.

¿No es sabido que quienes corrompen su cuerpo están ocultándose?
¿Y quienes profanan a los vivos son tan viles como quienes profanan a los muertos?
¿Y que el cuerpo no vale menos que el alma?
¿Y si el cuerpo no fuese alma, qué es el alma?


2

El alma del cuerpo de un hombre o del cuerpo de una mujer no admite explicación,
El cuerpo del hombre es perfecto, y es perfecto el cuerpo de la mujer.

La expresión de la cara no admite explicación,
Pero la expresión de un hombre cabal no sólo está en la cara,
Está en los miembros y en las coyunturas también, está, curiosamente, en las coyunturas de las caderas y de las muñecas,
Está en su andar, en el porte de su cuello, en la flexión del talle y de las rodillas; la ropa no la oculta;
Su fuerte y dulce identidad se abre paso a través del algodón y la lustrina,
Verlo pasar expresa tanto como el mejor poema, y acaso más,
Os detenéis para mirar su espalda y su nuca y sus hombros.

La negligencia y la redondez de los niños, los senos y las cabezas de las mujeres, los pliegues de sus vestidos, su andar al cruzarse en la calle con nosotros, el contorno de sus caderas,
El nadador desnudo en la pileta atravesando el transparente resplandor verde y tendido de espaldas y silenciosamente flotando sobre las agitadas aguas,
El rítmico balanceo de los remeros en los botes de remo, el jinete en su silla
Muchachas, madres, amas de llaves en todas sus tareas,
El grupo de trabajadores sentados al mediodía ante la comida y sus mujeres que les sirven,
La mujer que sosiega al niño, la hija del granjero en el huerto o en el establo,
el peón que está carpiendo el maizal, el conductor del trineo que guía entre la turba a sus seis caballos,
El forcejear de los que luchan, dos aprendices ya crecidos, animosos, afables, americanos, en el baldío al atardecer después del trabajo,
Los sacos y las gorras tiradas, el abrazo del amor y de la resistencia,
El abrazo de arriba y el de abajo, el pelo revuelto que les encegué los ojos;
La marcha de los bomberos uniformados, el juego de los músculos varoniles a través de los pantalones ceñidos y de los cintos,
El cansado regreso desde el incendio, la pausa cuando la campana vuelve a sonar y su llamado los detiene,
Las diversas actitudes, espontáneas, perfectas, la cabeza inclinada, los cuellos encorvados y el contar;
A ellos los quiero, me suelto, paso sin traba y estoy en el regazo de la madre con el pequeño,
Nado con los que nadan, lucho con los que luchan, marcho con los bomberos y me detengo, escucho, cuento.


3

Conocí a un hombre, un sencillo granjero padre de cinco hijos,
Y éstos los padres de otros, y éstos los padres de otros hijos.

Este hombre era de una fuerza maravillosa, sereno, hermoso,
La forma de su cabeza, el amarillo claro y la blancura y la blancura de su pelo y su barba, la insondable profundidad de sus ojos negros,la plenitud y la riqueza de sus modales;
Para ver esas cosas yo solía ir a visitarlo, era sabio también,
Tenía seis pies de estatura y ya había cumplido ochenta años; sus hijos fornidos, puros, barbados, de piel curtida, hermosos;
Ellos y sus hijas lo querían, todos quienes lo vieron lo querían,
No lo querían por costumbre, lo querían con amor personal,
No bebía más que agua, la roja sangre se traslucía en su piel morena,
Le gustaba cazar y pescar, dirigía él mismo su bote, era dueño de un fuerte bote que un armador le había regalado, tenía escopetas que hombres que lo querían le habían regalado;
Cuando salía con sus cinco hijos y con sus muchos nietos a cazar o a pescar, lo hubiera señalado como el más hermoso y el más fuerte de todos,
Habrías deseado quedarte con él mucho tiempo, habrías deseado estar en el bote para poder tocarlo.


4

Me he dado cuenta de que basta estar con los que uno quiere,
Me basta demorarme al atardecer con aquellos que quiero,
Me basta sentir cerca la hermosa carne, la carne que es curiosa, que respira y que ama.
¿Pasar entre la gente y tocar alguno, o rozar con el brazo el cuello de un hombre o de una mujer, no es esto mucho?
No pido otra alegría, nado en ella como en el mar.
Hay algo en estar cerca del hombre y de mujeres y de mirarlos, y en su contacto y en su olor, que es grato al alma,
Todas las cosas son gratas al alma, pero esta es la más grata.


5

Esta es la forma femenina

Exhala de pies a cabeza una divina aureola,
Atrae con irresistible atracción,
Me atrae su aliento como si yo no fuera otra cosa que un indefenso vaho, todo desparece salvo ese aliento y yo,
Los libros, el arte, la religión, el tiempo, la visible y sólida tierra, y lo que del cielo esperábamos y lo que del infierno temíamos, todo se ha consumido,
Mis frenéticos filamentos, indómitos, brotan de él, a reacción también es indómita,
El pelo, el pecho, las caderas, la curva de las piernas, las negligentes manos que sueltan, las mías que se sueltan,
La marea aguijoneada por el reflujo, el reflujo por la marea, carne de amor henchida y deliciosamente doliendo,
Límpidos, ilimitados chorros de amor, calientes y enormes, trémula jalea de amor, zumo espumoso y delirante,
Noche nupcial de amor que se abre camino con delicadeza y demora en el alba yacente,
Penetrando en el día dócil que cede,
Perdida en el abrazo de la profunda y dulce carne del día.
Este es el núcleo - primero el niño nace de la mujer, el hombre nace de la mujer,
Este es el baño del sexo, ésta la fusión de lo grande y de lo pequeño, y otra vez la salida.

No sintáis vergüenza, mujeres, vuestro privilegio incluye a los otros y es el manantial de los otros,
Sois las puertas del cuerpo y también las puertas del alma.


La mujer encierra todas las cualidades y las afina,
Está en su lugar y avanza con equilibrio perfecto,
En todas las cosas debidamente veladas, es a la vez pasiva y activa,
Su destino es concebir hijas e hijos, y asimismo hijos e hijas.

Veo mi alma que se refleja en la Naturaleza,
Veo a través de una neblina a la Única, de inexpresable plenitud, cordura y belleza,
Veo la cabeza inclinada y los brazos cruzados sobre el pecho, veo a la Mujer.


6

El varón también es el alma, él también está en su lugar.
El también es todas las cualidades, es acción y poder,
La plenitud del hombre visible está en él,
El desdén le sienta, el deseo y el desafío le sientan,
Las pasiones más impetuosas y más vastas, el ápice del gozo, el mayor pesar le conviene, para él se ha hecho el orgullo.
El infinito orgullo del hombre sosiega el alma y la enaltece,
El conocimiento le sienta, siempre le agrada, todas las cosas las somete a su propia prueba,
Sea lo que fuere el examen, sean lo que fueren el mar y la nave, sólo arrojará la sonda en sí mismo. (¿Dónde, sino en sí mismo, podrá arrojar la sonda?)

Sagrado es el cuerpo del hombre y sagrado es el cuerpo de la mujer,
No importa de quién sea, es sagrado -¿es el del peón más despreciable de la cuadrilla?
¿Es el de uno de los inmigrantes más torpes que acaban de desembarcar en el muelle?
Todos, aquí o allá, tienen su lugar, no menos que el más rico, no menos que tú,
Todos, hombre o mujer, tienen su lugar en la procesión.

(Todo es una procesión,
El Universo es una procesión de paso medido y perfecto.)

¿Tan grande es tu saber que puedes llamar ignorante al más bajo?
¿Te crees acaso con derecho a mirar un bello espectáculo, negado a él o a ella?
¿Piensas que la materia se ha congregado desde su vaga nube y que la tierra ocupa la superficie y que el agua corre y brotan las planteas,
Para ti sólo, y no para él o para ella?


7

Un cuerpo de hombre en el mercado,
(Porque antes de la guerra yo solía concurrir al mercado y mirar la venta),
Ayudo al rematador; el holgazán no sabe su oficio.

Caballeros, atención a esta maravilla,

Por más que pujen los compradores, no ofrecerán bastante,
Sin un animal ni una planta la tierra tardó quintillones de años en engendrarlo,
Para él giraron pacientes e incesantes los ciclos.

Dentro de esta cabeza, el inescrutable cerebro,
En él y abajo, la creación de los héroes.

Ved estos miembros, colorados, negros o blancos, sus tendones y nervios son intricados,
Los desnudarán para que estén bien a la vista.

Sentidos exquisitos, ojos que la vida ilumina, coraje, voluntad,
Láminas de los músculos del pecho, espinazo y cuello flexible, carne tensa, fuertes brazos y piernas,
Y dentro, aún más prodigios.

Adentro la sangre que corre,
¡La misma antigua sangre! ¡La misma sangre roja que corre!
Ahí se dilata y fluye un corazón, ahí están todas las pasiones, deseos, anhelos, aspiraciones.
(¿Crees que no están ahí porque no se expresan en salones o en las aulas?)

Este no es sólo un hombre, es el padre de otros, que serán padres a su vez,
En él está el origen de populosos estados y de ricas repúblicas,
En él, innumerables vidas inmortales, innumerables encarnaciones y dichas.

¿Cómo saber quiénes nacerán de su prole a través de los siglos?
(¿De quién supones que has nacido tú mismo si pudieras exhumar los siglos que fueron?)


8

Un cuerpo de mujer en el mercado,
Ella tampoco es sólo ella misma, es la fecunda madre de madres,
Es la que lleva a aquellos que crecerán y serán compañeros de las madres.

¿Amaste alguna vez el cuerpo de una mujer?
¿Amaste alguna vez el cuerpo de un hombre?
¿No ves que son los mismos para todos en todas las naciones y en todas las épocas de la tierra?

Si algo hay sagrado, el cuerpo humano lo es,
Y el esplendor y la dulzura de un hombre son el sello de su hombría sin mancha,
Y en el hombre o en la mujer, un cuerpo limpio, fuerte, de fibra firme, es más bello que la cara más bella.

¿Has visto al insensato que profanó su propio cuerpo vivo?
No se ocultan, no pueden ocultarse.


9

¡Oh, cuerpo mío!, no me atrevo a abandonar a tus semejantes en otros hombres y otras mujeres, ni a los semejantes de las partes que te componen;
Creo que tus semejantes perdurarán o morirán con los semejantes del alma (y que son el alma),
Creo que tus semejantes perdurarán o morirán con mis poemas, y que son mis poemas,
Poemas del hombre, de la mujer, del niño, del muchacho, de la esposa, del esposo, de la madre, del padre, del joven y de la joven,
Cabeza, cuello, pelo, orejas, lóbulo y tímpano de la oreja,
Ojos, pestañas, iris del ojo, cejas y la vigilia o sueño de los párpados,
Boca, lengua, labios, dientes, paladar, mandíbulas y articulaciones de las mandíbulas,
Nariz, aletas de la nariz y tabique,
Mejillas, sienes, frente, mentón, garganta, nuca, forma del cuello,
fuertes hombros, barba viril, omóplatos, espalda, y el ámbito del pecho,
Brazo, axila, junta del codo, antebrazo, músculos del brazo, huesos del brazo,
Muñeca y coyunturas de la muñeca, mano, palma, nudillos, pulgar, índice, articulaciones de los dedos, uñas,
Amplio pecho, rizado vello del pecho, esternón, costados,
Costillas, vientre, espinazo, vértebras,
Caderas, articulaciones de las caderas, fuerzas de las caderas, redondez cóncava y convexa, testículos, raíz del hombre,
Muslos, que son la firme base del tronco, Músculos de la pierna, rodilla, rótula, piernas,
Tobillos, empeine, planta del pie, dedos del pie, talón,
Todas las actitudes, todas las bellezas, todos los bienes de mi cuerpo o el tuyo,o del cuerpo de cualquier otro, varón o mujer,
Las celdillas de los pulmones, el estómago, las entrañas dulces y limpias,
El cerebro y sus pliegues dentro del cráneo,
Simpatías, válvulas del corazón, válvulas del paladar, sexo, maternidad,
Lo femenino y todo lo que pertenece a la mujer, y al hombre que nace de la mujer,
El seno, los pechos, los pezones, la leche del pezón, las lágrimas, la risa, el llanto, las miradas de amor, la amorosa inquietud, las erecciones,
La voz, la articulación, el lenguaje, el susurro, el grito,
El alimento, la bebida, el pulso, la digestión, el sudor, el sueño, caminar, nadar,
Porte de las caderas, saltar, recostarse, abrazarse, brazos que se curvan y aprietan,
El continuo movimiento de las comisuras de los labios y de los ojos,
La piel, la mejilla tostada, las pecas, el pelo,
La sensación curiosa de la mano al rozar la desnuda carne del cuerpo,
Los ríos incesantes del aliento, de la inspiración y la exhalación,
La belleza del talle y de las caderas, y más abajo, hasta las rodillas,
Las mínimas partículas rojas que llevo y que tú llevas, los huesos y la médula de los huesos,
La sensación deliciosa de la salud;
Afirmo que estas cosas no sólo son los poemas del cuerpo, sino también del alma,
Afirmo que son el alma.


En Hojas de hierba
Traducción: Jorge Luis Borges, 1972



I Sing the Body Electric

1
I sing the body electric,
The armies of those I love engirth me and I engirth them,
They will not let me off till I go with them, respond to them,
And discorrupt them, and charge them full with the charge of the soul.

Was it doubted that those who corrupt their own bodies conceal themselves?
And if those who defile the living are as bad as they who defile the dead?
And if the body does not do fully as much as the soul?
And if the body were not the soul, what is the soul?

2
The love of the body of man or woman balks account, the body itself balks account,
That of the male is perfect, and that of the female is perfect.

The expression of the face balks account,
But the expression of a well-made man appears not only in his face,
It is in his limbs and joints also, it is curiously in the joints of his hips and wrists,
It is in his walk, the carriage of his neck, the flex of his waist and knees, dress does not hide him,
The strong sweet quality he has strikes through the cotton and broadcloth,
To see him pass conveys as much as the best poem, perhaps more,
You linger to see his back, and the back of his neck and shoulder-side.

The sprawl and fulness of babes, the bosoms and heads of women, the folds of their dress, their style as we pass in the street, the contour of their shape downwards,
The swimmer naked in the swimming-bath, seen as he swims through the transparent green-shine, or lies with his face up and rolls silently to and fro in the heave of the water,
The bending forward and backward of rowers in row-boats, the horseman in his saddle,
Girls, mothers, house-keepers, in all their performances,
The group of laborers seated at noon-time with their open dinner-kettles, and their wives waiting,
The female soothing a child, the farmer’s daughter in the garden or cow-yard,
The young fellow hoeing corn, the sleigh-driver driving his six horses through the crowd,
The wrestle of wrestlers, two apprentice-boys, quite grown, lusty, good-natured, native-born, out on the vacant lot at sun-down after work,
The coats and caps thrown down, the embrace of love and resistance,
The upper-hold and under-hold, the hair rumpled over and blinding the eyes;
The march of firemen in their own costumes, the play of masculine muscle through clean-setting trowsers and waist-straps,
The slow return from the fire, the pause when the bell strikes suddenly again, and the listening on the alert,
The natural, perfect, varied attitudes, the bent head, the curv’d neck and the counting;
Such-like I love—I loosen myself, pass freely, am at the mother’s breast with the little child,
Swim with the swimmers, wrestle with wrestlers, march in line with the firemen, and pause, listen, count.

3
I knew a man, a common farmer, the father of five sons,
And in them the fathers of sons, and in them the fathers of sons.

This man was of wonderful vigor, calmness, beauty of person,
The shape of his head, the pale yellow and white of his hair and beard, the immeasurable meaning of his black eyes, the richness and breadth of his manners,
These I used to go and visit him to see, he was wise also,
He was six feet tall, he was over eighty years old, his sons were massive, clean, bearded, tan-faced, handsome,
They and his daughters loved him, all who saw him loved him,
They did not love him by allowance, they loved him with personal love,
He drank water only, the blood show’d like scarlet through the clear-brown skin of his face,
He was a frequent gunner and fisher, he sail’d his boat himself, he had a fine one presented to him by a ship-joiner, he had fowling-pieces presented to him by men that loved him,
When he went with his five sons and many grand-sons to hunt or fish, you would pick him out as the most beautiful and vigorous of the gang,
You would wish long and long to be with him, you would wish to sit by him in the boat that you and he might touch each other.

4
I have perceiv’d that to be with those I like is enough,
To stop in company with the rest at evening is enough,
To be surrounded by beautiful, curious, breathing, laughing flesh is enough,
To pass among them or touch any one, or rest my arm ever so lightly round his or her neck for a moment, what is this then?
I do not ask any more delight, I swim in it as in a sea.

There is something in staying close to men and women and looking on them, and in the contact and odor of them, that pleases the soul well,
All things please the soul, but these please the soul well.

5
This is the female form,
A divine nimbus exhales from it from head to foot,
It attracts with fierce undeniable attraction,
I am drawn by its breath as if I were no more than a helpless vapor, all falls aside but myself and it,
Books, art, religion, time, the visible and solid earth, and what was expected of heaven or fear’d of hell, are now consumed,
Mad filaments, ungovernable shoots play out of it, the response likewise ungovernable,
Hair, bosom, hips, bend of legs, negligent falling hands all diffused, mine too diffused,
Ebb stung by the flow and flow stung by the ebb, love-flesh swelling and deliciously aching,
Limitless limpid jets of love hot and enormous, quivering jelly of love, white-blow and delirious juice,
Bridegroom night of love working surely and softly into the prostrate dawn,
Undulating into the willing and yielding day,
Lost in the cleave of the clasping and sweet-flesh’d day.

This the nucleus—after the child is born of woman, man is born of woman,
This the bath of birth, this the merge of small and large, and the outlet again.

Be not ashamed women, your privilege encloses the rest, and is the exit of the rest,
You are the gates of the body, and you are the gates of the soul.

The female contains all qualities and tempers them,
She is in her place and moves with perfect balance,
She is all things duly veil’d, she is both passive and active,
She is to conceive daughters as well as sons, and sons as well as daughters.

As I see my soul reflected in Nature,
As I see through a mist, One with inexpressible completeness, sanity, beauty,
See the bent head and arms folded over the breast, the Female I see.

6
The male is not less the soul nor more, he too is in his place,
He too is all qualities, he is action and power,
The flush of the known universe is in him,
Scorn becomes him well, and appetite and defiance become him well,
The wildest largest passions, bliss that is utmost, sorrow that is utmost become him well, pride is for him,
The full-spread pride of man is calming and excellent to the soul,
Knowledge becomes him, he likes it always, he brings every thing to the test of himself,
Whatever the survey, whatever the sea and the sail he strikes soundings at last only here,
(Where else does he strike soundings except here?)

The man’s body is sacred and the woman’s body is sacred,
No matter who it is, it is sacred—is it the meanest one in the laborers’ gang?
Is it one of the dull-faced immigrants just landed on the wharf?
Each belongs here or anywhere just as much as the well-off, just as much as you,
Each has his or her place in the procession.

(All is a procession,
The universe is a procession with measured and perfect motion.)

Do you know so much yourself that you call the meanest ignorant?
Do you suppose you have a right to a good sight, and he or she has no right to a sight?
Do you think matter has cohered together from its diffuse float, and the soil is on the surface, and water runs and vegetation sprouts,
For you only, and not for him and her?

7
A man’s body at auction,
(For before the war I often go to the slave-mart and watch the sale,)
I help the auctioneer, the sloven does not half know his business.

Gentlemen look on this wonder,
Whatever the bids of the bidders they cannot be high enough for it,
For it the globe lay preparing quintillions of years without one animal or plant,
For it the revolving cycles truly and steadily roll’d.

In this head the all-baffling brain,
In it and below it the makings of heroes.

Examine these limbs, red, black, or white, they are cunning in tendon and nerve,
They shall be stript that you may see them.

Exquisite senses, life-lit eyes, pluck, volition,
Flakes of breast-muscle, pliant backbone and neck, flesh not flabby, good-sized arms and legs,
And wonders within there yet.

Within there runs blood,
The same old blood! the same red-running blood!
There swells and jets a heart, there all passions, desires, reachings, aspirations,
(Do you think they are not there because they are not express’d in parlors and lecture-rooms?)

This is not only one man, this the father of those who shall be fathers in their turns,
In him the start of populous states and rich republics,
Of him countless immortal lives with countless embodiments and enjoyments.

How do you know who shall come from the offspring of his offspring through the centuries?
(Who might you find you have come from yourself, if you could trace back through the centuries?)

8
A woman’s body at auction,
She too is not only herself, she is the teeming mother of mothers,
She is the bearer of them that shall grow and be mates to the mothers.

Have you ever loved the body of a woman?
Have you ever loved the body of a man?
Do you not see that these are exactly the same to all in all nations and times all over the earth?

If any thing is sacred the human body is sacred,
And the glory and sweet of a man is the token of manhood untainted,
And in man or woman a clean, strong, firm-fibred body, is more beautiful than the most beautiful face.

Have you seen the fool that corrupted his own live body? or the fool that corrupted her own live body?
For they do not conceal themselves, and cannot conceal themselves.

9
O my body! I dare not desert the likes of you in other men and women, nor the likes of the parts of you,
I believe the likes of you are to stand or fall with the likes of the soul, (and that they are the soul,)
I believe the likes of you shall stand or fall with my poems, and that they are my poems,
Man’s, woman’s, child’s, youth’s, wife’s, husband’s, mother’s, father’s, young man’s, young woman’s poems,
Head, neck, hair, ears, drop and tympan of the ears,
Eyes, eye-fringes, iris of the eye, eyebrows, and the waking or sleeping of the lids,
Mouth, tongue, lips, teeth, roof of the mouth, jaws, and the jaw-hinges,
Nose, nostrils of the nose, and the partition,
Cheeks, temples, forehead, chin, throat, back of the neck, neck-slue,
Strong shoulders, manly beard, scapula, hind-shoulders, and the ample side-round of the chest,
Upper-arm, armpit, elbow-socket, lower-arm, arm-sinews, arm-bones,
Wrist and wrist-joints, hand, palm, knuckles, thumb, forefinger, finger-joints, finger-nails,
Broad breast-front, curling hair of the breast, breast-bone, breast-side,
Ribs, belly, backbone, joints of the backbone,
Hips, hip-sockets, hip-strength, inward and outward round, man-balls, man-root,
Strong set of thighs, well carrying the trunk above,
Leg fibres, knee, knee-pan, upper-leg, under-leg,
Ankles, instep, foot-ball, toes, toe-joints, the heel;
All attitudes, all the shapeliness, all the belongings of my or your body or of any one’s body, male or female,
The lung-sponges, the stomach-sac, the bowels sweet and clean,
The brain in its folds inside the skull-frame,
Sympathies, heart-valves, palate-valves, sexuality, maternity,
Womanhood, and all that is a woman, and the man that comes from woman,
The womb, the teats, nipples, breast-milk, tears, laughter, weeping, love-looks, love-perturbations and risings,
The voice, articulation, language, whispering, shouting aloud,
Food, drink, pulse, digestion, sweat, sleep, walking, swimming,
Poise on the hips, leaping, reclining, embracing, arm-curving and tightening,
The continual changes of the flex of the mouth, and around the eyes,
The skin, the sunburnt shade, freckles, hair,
The curious sympathy one feels when feeling with the hand the naked meat of the body,
The circling rivers the breath, and breathing it in and out,
The beauty of the waist, and thence of the hips, and thence downward toward the knees,
The thin red jellies within you or within me, the bones and the marrow in the bones,
The exquisite realization of health;
O I say these are not the parts and poems of the body only, but of the soul,
O I say now these are the soul!



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Actualizada el 14/03/2023



4 comentarios:

  1. Para todos aquellos que no están satisfechos con el tamaño de su pene, entonces deben leer este artículo

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  2. a ofreceros 4 ejercicios para el abdomen en casa, con los cuales completar nuestros entrenamientos. Sin embargo, es importante, conseguir dominar su técnica. Pero no os preocupéis, que además de la explicación, al final del artículo os dejo un compendio con todos los vídeos de estos ejerci wikitree.es/que-fue-el-siglo-xvii/

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