Joven soldado del ejército rojo en la ilustración de estilo de cartel. Imagen tomada de Publicdomainvectors.org |
Jorge Luis Borges
Los himnos rojos
RUSIA
La trinchera avanzada es en la estepa un barco al abordaje
con gallardetes de hurras
mediodías estallan en los ojos
Bajo estandartes de silencio pasan las muchedumbres
y el sol crucificado en los ponientes
se pluraliza en la vocinglería
de las torres del
Kremlin
El mar vendrá nadando a esos ejércitos
que envolverán los torsos
en todas las praderas del continente
En el cuerno salvaje de un arco iris clamaremos su gesta
bayonetas
que portan en la punta las mañanas.
1
Este Borges, como los otros, se niega a él mismo. Se oculta desde todos los años del pasado, recogido por la curiosidad, por traviesos arqueólogos, como dice la nota introductoria a este libro extraño, desconocido, raro. Así, desde sus páginas, Borges comenzaba a buscarse en su propio laberinto.
Este es el libro de la metáfora, el libro del giro analógico donde dos imágenes se pelean para conseguir una sombra alargada. Libro renegado, por las cojeras que todo libro inicial pueda contener. Áridos poemas de la equivocada secta ultraísta, diría Borges. Pero, como siempre, hay quienes guardan en baúles y cajones lo que otros desechan. Guillermo de Torres, Marcos R. Barnatán y Carlos Meneses hicieron de las suyas. Ahora, en este formato, Borges se ve más lejano, como un vértigo que tiene en la distancia las imágenes, los reflejos, los recargamientos que el Borges del más cercano presente rechazó. Un disgusto elegante forzaba sus respuestas cuando era abordado acerca de aquellos poemas que ahora se hacen libro en Los himnos rojos (La Liebre Libre).
Jorge Luis Borges a los 21 años. Imagen tomada de Borges todo el año. |
El mismo autor de Ficciones, en una nota aparecida el 23 de enero de 1927 en La Nación de Buenos Aires, titulada “La fruición literaria”, dice: “...Ahora es vulgarísima tarea la de hacer metáforas; sustituir tragar por quemar, no es un canje muy provechoso...”. La referencia se centra en la oración “El incendio, con feroces mandíbulas, devora el campo”.
CATEDRAL
Las olas de rodillas
los músculos
del viento
las torres verticales como goitos
la catedral colgada de un
lucero
la catedral que es una inmensa parva
con espigas
de rezos
Lejos
Lejos
los mástiles hilvanaban horizontes
y en las playas
ingenuas
las olas nuevas cantan los maitines
La catedral es un avión de piedra
que puja por
romper las mil amarras
que lo encarcelan
la catedral sonora como un aplauso
o como un
beso.
2
¿A quién pueden atrapar ejemplos como éstos?:
Son jirones vagos que gotean isócronos
del cielo raso.
Es la lectura lenta de la sangre.
Gusto salobre: texto de alargada torpeza, de imágenes pobres fuera de cualquier antología personal borgeana.
Imagen tomada de Borges todo el año. |
Jorge Luis Borges miraba mal estos poemas. Y tenía razón: El viento es la bandera que se enreda en las lanzas..., huida del ultraísmo y de esa forma de no inmortalizarlos.
El propósito ha sido publicar estos poemas para mostrar al público los inicios de este extraordinario escritor, para que no haya pérdida de la totalidad. Ubicados entre 1919 y 1922, aparecieron en las revistas Grecia, Ultra, Tablero, Baleares y Cosmópolis.
Imagen tomada de editorial Renacimiento. |
Al calor de la fama, del deslumbramiento universal, estos trabajos del narrador y poeta argentino seguramente causarán —y siguen causando— en los lectores diferentes reacciones. Ideales —los textos— para los que laboran en excavaciones literarias.
Imagen tomada de Monografias.com |
POEMA
La estrella
que
huyó de tu garganta madura
no es más que un eco del formidable poema,
Alguien lo rima
en la orquesta monstruosa de tus nervios.
Alguien lo escribe
sobre la tela gris de tus días
y en el sopor de las alcobas pesadas
dolorosa, pueril, absurdamente.
Apenas dibujado el último rasgo
hace jirones de la obra
y su desnuda noche
en el obaje del silencio se
posa.
Cajita negra para el violín que se ha roto.
Imagen tomada de caracteristicas.co |
3
El Borges de este inusual libro —por tratarse de este autor, pese al común tropiezo juvenil— no conocía aún a Emmanuel Swedenborg. No sabía de la doctrina de las correspondencias. De una cultura que posteriormente lo convertiría en el más agudo y penetrante pensador de este convulsionado siglo. O del más odiado o amado.
Curiosidad, plato para los buscadores de textos olvidados.
HIMNO DEL MAR
Para Adriano del Valle
Yo he ansiado un himno del Mar con ritmos
(amplios como como las olas que gritan;
Del Mar cuando el sol en sus aguas cual bandera
(escarlata flamea;
Del Mar cuando besa los pechos dorados de vírgenes
(playas que aguardan sedientas;
Del Mar al aullar sus mesnadas, al lanzar sus blasfemias
(los vientos,
Cuando brilla en las aguas de acero la luna bruñida y
(sangrienta;
Del Mar cuando vierte sobre él su tristeza sin fondo
La Copa de Estrellas
Hoy he bajado de la montaña al valle
y del valle hasta el mar.
El camino fue largo como un beso.
Los almendros lanzaban madejas azuladas de sombra
(sobre la carretera
Y, al terminar el valle, el sol
Gritó rubios Golcondas sobre tu glauca selva
¡Mar!
¡Hermano, Padre, Amado…!
Entro al jardín enorme de tus aguas y nado lejos
(de la tierra.
Las olas vienen con cimera frágil de espuma,
En fuga hacia el fracaso, Hacia la cosa,
con sus picachos rojos,
con sus casas geométricas,
con sus palmeras de juguete,
que ahora se han vuelto lívidos y absurdos como
(recuerdos
yertos!
Yo estoy contigo, Mar. Y mi cuerpo tendido como
(un arco
lucha contra tus músculos raudos. Sólo tú existes.
Mi alma desecha todo su pasado
Como en nórdico cielo que se deshoja en copos
errantes!
Oh instante de plenitud magnífica;
Antes de conocerte, Mar hermano,
Largamente he vagado por errantes calles azules
(con oriflamas de faroles
Y en la sagrada media noche yo he tejido guirnaldas
De besos sobre carnes y labios que se ofrendaban,
Solemnes de silencio,
En una floración,
En una floración
Sangrienta…
Pero ahora yo hago don de los vientos
De todas esas cosas pretéritas,
pretéritas… Sólo tú existes.
Atlético y desnudo. Sólo este fresco aliento y
(estas olas,
y las Copas Azules, y el milagro de las Copas Azules.
(Yo he amado un Himno del Mar con ritmos
(amplios como las olas jadeantes).
Ansío aún créate un poema
Con la cadencia adánica de tu oleaje,
Con un salino y primeral aliento,
Con el trueno de las anclas sonoras ante Thulés
(ebrias de luz y lepra,
Con voces marineras, luces y ecos
De grietas abismales
Donde tus raudas manos monjiles acarician
(constantemente a los muertos…
Un himno…
Constelado de imágenes rojas, lumínicas.
Oh mar! Oh mito! Oh sol! Oh largo lecho!
Y sé por qué te amo. Sé que somos muy viejos,
Que ambos nos conocemos desde siglos.
Sé que en tus aguas venerandas y rientes ardió
(la aurora de la Vida.
(En la ceniza de una tarde terciaria vibre por
(primera vez en tu seno),
Oh proteico, yo he salido de ti.
¡Ambos encadenados y nómadas
Ambos con una sed intensa de estrellas;
Ambos con esperanza y desengaños;
Ambos, aire, luz, fuerza, obscuridades;
Ambos con nuestro vasto deseo y ambos con
(nuestra grande miseria!
Imagen tomada de soypielroja. |
Tomado de Letralia.
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