lunes, 3 de septiembre de 2018

Babylon Berlin: Baile y excesos en el Berlín de entreguerras o En el Mundo entero hoy






Mi amigo el escritor argentino afincado en Barcelona Carlos Piegari me hizo conocer este magnífico artículo de El País publicado el 31 de Agosto de 2018 sobre el Berlín entre guerras. Tras la presentación en Málaga de su último libro: Kitschfilm (mi crónica de la presentación disponible aquí) frente a unas cervezas y junto a otros contertulio mantuve una intensa conversación sobre Alemania y sus guerras, no en vano el protagonista de su novela, Adolf Neunteufel es un alemán que fue a Paraguay, retornó a la Alemania nazi a luchar, perder y huir de nuevo al Paraguay más selvático. Hablamos de la Alemania entre guerras, de hiperinflación y cabarets.

El artículo que introduzco, tomando como excusa la exitosa serie televisiva alemana: Babylon Berlín, nos muestra la coexistencia de la bien conocida pobreza (perfecto caldo de cultivo del nacionalsocialismo y el comunismo) con el poco conocido lujo de los cabarets. No desvelo más, el artículo de Ana Carbajosa es estupendo.

Pocas veces centro una entradilla en las últimas frases del artículo que introduzco, pero esta es una de ellas:

"... Pero también hay comentaristas que palpan en aquellos años un clima político que, de alguna manera recuerda al actual ascenso de los populismos de extrema derecha que florecen prácticamente en toda Europa. Y Alemania, con Alternativa por Alemania convertida en primera fuerza de la oposición ha dejado de ser una excepción. La vacuna histórica parece haber caducado también en la gran potencia económica europea. ...".

Terrible forma de acabar un artículo, agitando la bandera de la amenaza de una Alemania totalitaria. Ya sería la tercera vez en menos de un siglo. Pero por desgracia no es sólo Alemania, es toda Europa desde Ciudadanos, pasando por Alternativa para Alemania hasta Verdaderos Finlandeses la ultraderecha florece.


Hoy: escuadrones nocturnos de limpieza de Ciudadanos y ayer: Ku Klux Klan.


Un triste comentario y dos terrores.

El comentario es decadente, quizás la premonición de lo que se les avecinaba a los berlineses de los años 20 fue el acicate de esa burbuja de creatividad y libertad que vivieron sus élites: el fascismo y el comunismo avanzaban sin freno, eran conscientes del fin de su forma de vida, por eso brillaron tan intensamente como un Nexus 6 consciente de lo efímero de su tiempo.

Hijo prodigio. Blade Runner (1982, Ridley Scott)

Los terrores son peores. Supuestamente convivimos con la generación más preparada y culta de jóvenes europeos, y nótese que las anteriores generaciones tampoco fueron moco de pavo. Y sin embargo los totalitarismos con su discurso vacío crecen en Europa y en los demás continentes: Trump, Erdogan, Maduro, Putin...

1º terror. La educación no sirve para hacer cultos a los pueblos. La educación no permite mantener operativa "las vacunas históricas" que Ana nos indica al final de su artículo. Esta máxima tiene un colorario terrible: el dinero gastado en educación es dinero lanzado a la basura.

Pero aun se ve superada por su alternativa. Imaginemos que esta premisa es falsa, por lo tanto la educación si sirve como prevención de los fascismos. Europa democrática es incapaz de frenar el avance del fascismo. Preparen las vendas: Europa no lo consigue, porque el sistema educativo europeo (incluida Finlandia) no educa, es un fracaso, es un desastre crea ladrillos de un muro de odio e insensatez.

 Pink Floyd tiene razón. Another brick the wall tema de la banda sonora de Pink Floyd: The Wall, 1982, dirigida por Alan Parker.

2º terror. José Ortega y Gasset tenía razón en La rebelión de las masas (1929). Pero no describe el ascenso del proletario al poder y por tanto la caída de la elite burguesa, eso que tanto asustaba a Ortega, tan enamorado del Discreto encanto de la burguesía (1972, Luis Buñuel). Narra la conversión de los ciudadanos en masa. El individuo puede ser culto, educado y buena persona, pero cuando entra en trance, cuando muta en masa, cuando se inocula de "cuñadismo" con aliento de cerveza y berberechos abandona todo pensamiento racional y sigue la senda que le marcan. Hablando de Alemania y de masas es imposible no recordar al padre de la moderna teoría de la comunicación (manipulación); el nazi Joseph Goebbels y su actual alumno aventajado Donald Trump. Nunca ha sido más fácil (que no barato) manipular la opinión pública, nunca han existido más herramientas predispuestas (medios de comunicación), más ejercicios de calentamiento: fútbol... nunca ha sido más fácil convertirnos en masa, en rebaño para servir al amo.

 El amo ordena, los medios obedecen. Network (1976, Sidney Lumet)

El pensamiento crítico es un hijo bastardo, un apestado es un héroe griego clásico enfrentándose al drama de su destino... es Robert Thorn (Charlton Heston) huyendo de la masa famélica que huye a su vez de los camiones del totalitarismos en la escena más angustiosa de Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, 1973, Richard Fleischer).

 Comentario sobre Cuando el destino nos alcance.


Un puñado de viejas películas de ciencia ficción del siglo pasado nos han traído hasta aquí, abocados a repetir nuestra historia. Seguramente hayamos fracasado como sociedad. Aprestémonos a disfrutar este breve tiempo que nos queda en una dolce vita sin mañana. Como los burgueses berlineses salgamos a los cabarets a disfrutar las últimas migajas de libertad, con la certeza que serán nuestros hijos, nuestros ladrillos en el muro, los que nos darán el tiro de gracia. Chicho ya lo contó.

¿Quién puede matar a un niño? (1976, Narciso Ibáñez Serrador)



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SERIES QUE EXPLICAN EL MUNDO / ALEMANIA, BABYLON BERLIN

Baile y excesos en el Berlín de entreguerras

La explosión hedonista y de creatividad de los años veinte retratada en 'Babylon Berlin' se resiste a morir en la capital alemana

ANA CARBAJOSA

Berlín 31 AGO 2018

¿Quién dijo austeridad?. La Alemania, o más bien el Berlín de finales de los veinte que pinta la serie alemana de moda es todo despilfarro y excesos. Y música y salas en las que bailan los que han sobrevivido a la gran guerra y saben que el dinero es capaz de evaporarse en nombre de la maldita hiperinflación. A gastar, a beber, a fornicar. Hicieron bien, porque lo peor –Adolf Hitler y el nacionalsocialismo– llegaría poco después.


Marlene Dietrich



La capital alemana de los tiempos de la República de Weimar es la musa de Babylon Berlin, la serie alemana, global a estas alturas. Aquella ciudad se encontraba en los desatados años veinte, en plena eclosión creativa. La serie se recrea en ese mundo urbano, en el que la extrema pobreza convive con una vanguardia muy creativa, una burguesía hedonista y mujeres poderosas y emancipadas con el pelo cortado a lo garçon.

WH Auden, Christopher Isherwood y Cecil Day Lewis en Dorland Hall, Lower Regent St, 1937

Era una gran ciudad con cuatro millones de habitantes electrizada y abierta, en la que florece el cabaret y el género burlesco, pero donde también se programa el buen jazz y hasta donde viajan los grandes intérpretes de música negra. Es el Berlín de Marlene Dietrich y también de la estadounidense Josephine Baker, que bailó el Charleston en el teatro Nelson en Kurfürstendammm. Fue el disfrute de parte de una generación, que como escribió el intelectual y diplomático alemán, Harry Graf Kessler, bailó "sobre el volcán".


Josephine Baker

Cargas policiales y 'swing'

Todo eso y bastante más aparece en los 16 capítulos de la multimillonaria, cuidadísima y carísima producción –38 millones de euros– de Babylon Berlin, basada en la novela de Volker Kutscher y rodada en escenarios que aún hoy se pueden visitar.



La trama la protagoniza Gereon Rath, un atractivo detective de provincias, que desembarca en la capital para resolver un crimen que acabará envolviéndole en toda suerte de turbios asuntos criminales y políticos. Su ayudante, la también espléndida Charlotte Ritter nos abre la puerta de los muy bajos fondos berlineses y muestra la dureza de una familia que sobrevive en una gran ciudad en condiciones de pobreza extrema. Cargas policiales contra comunistas en las calles, narcóticos, hipnotizadores, golpistas y productores de cine porno salpimentan un thriller al que no le falta casi de nada y si acaso le sobra algo de acción y retorcimiento de guión. Todo, a un ritmo frenético y pegadizo.



Había muchos heridos de guerra y mucha pobreza, pero también había nuevos ricos y muchas ganas de salir y olvidar los horrores

STEPHAN WUTHE, BERLINÓLOGO




En el corazón de la ciudad, en Alexanderplatz, se encuentra la comisaría policía donde trabaja Rath. El detective almuerza en un restaurante cercano, que en realidad es hoy la espectacular cantina del Ayuntamiento de Schöneberg, un comedor forrado con paneles de madera oscura, suelos de mármol y molduras modernistas. Merece la pena la visita y el menú, bien servido por cinco euros, que atrae a no pocos jubilados de la zona.



Las célebres salas de baile de los tiempos de la República de Weimar han corrido una suerte muy diversa. La mayoría ya no existe o ha sido reconvertida en tiendas, hoteles o comercios y son hoy prácticamente irreconocibles, según repasa con pasión Stephan Wuthe, berlinólogo y autor de El tiempo del Swing en Alemania (Transit).


Cartel de un espectáculo de la época cedido por Stephan Wuthe.



En su piso de Schöneberg, al oeste de Berlín, Wuhte saca un gramófono con forma de maleta, la abre, encaja una aguja y coloca uno de sus más de 8.000 vinilos de la época. Con el inconfundible sonido del swing de fondo, Wuthe hace recuento del dilatado listado de locales que acogían a los noctámbulos en los veinte, algunos con capacidad para 3.000 personas. "Cuando el jazz desembarcó en Berlín, los cafés y las pastelerías se convirtieron en salas de baile y cabarets. Había muchos heridos de guerra y mucha pobreza, pero también había nuevos ricos y muchas ganas de salir y olvidar los horrores". La tecnología y sobre todo, la llegada de la radio popularizó la música, que se volvió muy presente. Su abuela, cuenta Wuthe aprendió a bailar el charleston con Josephine Baker.

Swings Kids. 1993. Trailer

Años de liberación

El Moka Efti es la gran sala de fiesta en torno a la que gira la trama de Babylon Berlin y en la que se pueden ver las escenas tal vez más poderosas de la serie. El lugar ya no existe, pero las secuencias se rodaron sin embargo en el Delphi, un espectacular cine mudo que aún existe al norte de Berlín, mientras que los exteriores se filmaron en los míticos estudios Babelsberg.

Stephan Wuthe

El local original del Efti, estaba en el centro de la ciudad, en la Friedrichstrasse a finales de los años veinte, pero en una versión algo menos peliculera, según advierten estudiosos como Wuthe. "La idea de que había prostitución en el sótano del Efti es absurdo, allí la gente iba con smoking y vestido largo, era un lugar de encuentros sociales". Puede que no fuera justo en aquellos locales, pero como describe Christopher Isherwood, en Adiós a Berlín, mujeres jóvenes vendían sexo por poco dinero en pleno centro de Berlín. Muchas otras, como cuenta el escritor inglés cuyos los relatos inspirarían más tarde Cabaret, trataban de abrirse camino en el mundo del espectáculo, proporcionando entretenimiento a acaudalados productores y supuestos cazatalentos artísticos.






El propio Ayuntamiento de Berlín propone a los turistas un recorrido por el Berlín de los años veinte, porque según escribe en su web oficial "dicen que el punk no ha muerto, pero el Berlín de los veinte también vive". Aquella época y sobre todo el swing provocan una fascinación singular que vive ahora una resurrección. Proliferan los DJ especializados y las sesiones de swing. En Berlín, además de en salas como el Clärchens Ballhaus, se puede ver a los bailongos por la noche, junto al río, frente al museo Bode.




La historia continua hoy

"Cuando vienen los turistas a Berlín, se interesan por el muro, pero también por los años veinte", asegura Michael Bienert, autor de varios libros sobre el Berlín de la República de Weimar. La cita con Bienert es frente al cine Babylon en Mitte, en la plaza Rosa Luxemburgo, en pleno centro de la ciudad. Abrió en 1929, el año en el que arranca el thriller televisivo alemán y al mirarlo, da la sensación por un momento de que el tiempo se hubiera congelado. Allí todavía se puede ver cine mudo, con el sonido de un gran órgano de fondo. Enfrente, el majestuoso teatro Volksbuhne.


Cartel de un espectáculo de la época cedido por Stephan Wuthe.

Bienert recalca que la explosión creativa de los veinte comenzó en realidad bastante antes y que fue la caída de la monarquía la que "levantó la tapadera y las corrientes modernas que hasta entonces eran marginales, se situaron en el centro de la sociedad". Según el recuento de Bienert, hasta 10.000 personas desembarcaban por las noches en la estación de la Friedrichstrasse para ir a los teatros. La liberación sexual, añade fue también posible "porque con la guerra y la caída de la monarquía se derrumba la legitimidad del sistema político y su autoridad moral respecto al sexo pierde validez". Después llegó el nacionalsocialismo y con él, el desprecio por "la música negra", explica Bienert, "la restauración de la moral sexual. Las mujeres debían quedarse con su familia y producir soldados".



Hay quien ve cierta continuidad de aquellos años en la cultura de los legendarios clubs berlineses que ahora atraen a hordas de jóvenes de medio mundo a la capital del tecno. Clubs, que pese a todos los pesares gentrifricadores, siguen siendo templos de baile, sexo y diversión únicos en Europa. Que hacen que el Berlín canalla se resista a morir. Pero también hay comentaristas que palpan en aquellos años un clima político que, de alguna manera recuerda al actual ascenso de los populismos de extrema derecha que florecen prácticamente en toda Europa. Y Alemania, con Alternativa por Alemania convertida en primera fuerza de la oposición ha dejado de ser una excepción. La vacuna histórica parece haber caducado también en la gran potencia económica europea

Tomado de El País





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by PacoMan 

En 1968 nace. Reside en Málaga desde hace más de tres lustros.

Economista y de vocación docente. En la actualidad, trabaja de Director Técnico.


Aficionado a la Ciencia Ficción desde antes de nacer. Muy de vez en cuando, sube post a su maltratado blog.

Y colabora con el blog de Grupo Li Po


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