Imagen tomada de depositphotos. |
Desde un punto de mi cama en esta reclusión obligada, observo cada detalle de la silla donde mi madre anidó parte de sus 99 años. En este hoy confundo el calendario. Me doy cuenta que no es hoy. El hoy es parte de la quimera inventada y mi reflejo está inquieto en el espejo del pasado. Tal vez nadie me escuche. No miro la computadora Como de costumbre, la luz, el internet y el aislamiento son injustos con mi corazón. Aparto mi mirada del monitor. Juego a saltar la cuerda sobre las redes para que la palabra que no expreso no se pierda en su centro. Mi centro amado, ahora oculto en las lluvias de las estaciones tempranas.
Me siento en la silla de mi madre Analizo los cojines sueltos, los nudos como crinejas de adolescente rebelde emergiendo del espaldar de mimbre, el arco de los apoya brazos insinuando el reposo. Su energía me acerca a los primeros pasos de la infancia, a la juventud acurrucada al calor de quienes ya no están presentes, a la madurez donde sembré lágrimas y gritos, a mi orgullo de haber dejado huellas del amor en cada uno de los puertos visitados
Miro la silla de mi madre. La infancia se esfumó con el color del mimbre, los años se escondieron detrás de los cojines, los amantes quedaron atrapados en el museo del tiempo. Regreso a mi presente:
La silla está vacía
Gladys Ramos
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Gladys Ramos
Maracay (1950). Poeta venezolana Estudió Derecho en la Universidad Central de Venezuela. Tiene un posgrado en Derecho Penal en la Universidad de Carabobo, y un diplomado en Docencia, en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Trabajó como abogada para diversos entes públicos y privados y fue Fiscal del Ministerio Público. Por más de diez años dirigió la sala de exposición de pintura y fotografía del Colegio de Abogados del estado Aragua. Ganó el primer premio en el Concurso Orígenes del diario El Aragüeño (1980). Publicó el poemario Tiempo de pájaros caídos (Ediciones del Concejo Municipal de Girardot). Textos suyos han sido publicados en los diarios El Periodiquito, El Siglo, El Aragüeño y El Carabobeño, así como en la revista Estrías y Letralia.
Su poemario Donde la piel se hace silencio, prologado por el poeta Luis Alfonso Bueno, permanece inédito.
Simplemente precioso, triste y precioso. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por tu tiempo A.M.G. Disculpa la tardanza. Abrazos para ti.
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