LA HORA DE MILAGROS
"Hasta que cumplí los doce años fui una niña enfermiza con una madre sobreprotectora, así que, en vez de jugar al aire libre y en el glorioso patio (que aprendí luego a disfrutar) me estaba mucho rato en mi habitación, siempre leyendo. Antes de dormirme, inventaba historias que teatralizaba para mí. Era lo que mi madre llamaba la hora de Milagros"
Milagros Mata Gil
Pertinente, diría ella. He compartido con el mayor de los orgullos, el póster del nuevo logo de nuestro sello editorial. Pero no solo es el logo, sino que hasta la musiquita que lo acompaña tiene su historia que en otro texto explicaré. Es que han transcurrido seis meses del fallecimiento de la escritora y al propio tiempo, se asoma un nuevo año. Desde luego, no me parece justo que reiniciemos actividades editoriales, sin antes hacer memoria de Milagros Mata Gil, Directora General de Itaca y referente vigoroso de la Letra Venezolana. Wikipedia asoma muchas de las cosas que hizo Milagros en favor de la Literatura y nos recuerda todos los premios ganados, además de su honroso sitial en la Academia Venezolana de la Lengua. Por supuesto, no tiene el portal maneras de saber que el último recuerdo de la niña Milagros con respecto a su propia caraqueñidad, fue ver cómo la gran bola de Pilotes Frankie hacía añicos su casa de siempre, para dar paso a la avenida San Martín. Esa visión la marcó, y mudarse a Ciudad Bolívar no hizo sino concitar en ella una hondura de amores sin igual por el oriente venezolano. Hablo de amores que parieron en sus dedos la letra del himno de Ciudad Bolívar (Es Autora de la letra del himno del municipio Heres del estado Bolívar. Nota del editor). Hablo de simposios y de millones de eventos y tenidas. Milagros y el río Orinoco. Milagros y la Casa de las Doce Ventanas. Milagros y Piar. Milagros y Américo Fernandez. Milagros y su padre, el señor del puesto de revistas. Milagros y las monjas del colegio. Milagros niña. Milagros grande. Milagros, ya de salida.
Esta es la hora de Milagros. Y mi intención no es pescarle bonituras. Me lo reclamaría airadamente. Sin embargo, no puedo olvidar su posterior residencia en la ciudad de El Tigre. Su capacidad de redactar noticias en los brevísimos espacios que le cedió el tigrense diario Antorcha a sus pingües trece años, le ganaron el respeto de los grandes. Luego vinieron los amores, los hijos y en fin, el extraño pathos que implica este oficio del vivir tratando de entender -escribiendo- de qué cuernos va la cosa. Yo, para meter baza, le decía que su casa no tenía patios, sino que allí pervivían vastos jardines colgantes ahítos en aguacates. Y que en esa comarca, ella no podría ser otra que la gran reina de las estepas de Guanipa:
-Tú jodes, Chino.
Tenía este texto atarugado. Lo tomo de mis entrañas. Como a veces pasa, nuestra amistad se forjó en la lectura mutua. Yo la redescubrí en la entrevista que le hiciera en 2020 otro grande, el escritor José Pulido, que la describe hermosamente:
Es la hora de Milagros y para la editorial, siempre lo será. Milagros y sus gatos Matilda y Bob. Milagros y sus arepas chuecas. Milagros y el fuego de la escritura:
-Chino, me llamó un pran de la cárcel de Vista Hermosa. Antes ya me había contactado.
- ¿Un pran? Coño, es que tú para hacer amigos raros estás mandada a hacer...
- ¿Y por qué crees que te convoqué a la editorial? más raro que tú, dificulto, mijo.
El preso tenía una gran obsesión por el origen de algunos términos. Y contaba, ciertamente, con mucho tiempo vacuo, como para investigar que inmolar no tiene que ver con incendios o grandes quemazones, al menos en principio:
-Aprende, Chino, aprende. Si no ¿cómo escribirás?. Al término se le aprecia en el latín como immolāre, entendiéndose originalmente como tal, una práctica romana en la que se preparaba un animal previo a su sacrificio, esparciendo sobre el mismo una harina tostada y con sal denominada mola salsa, de esta forma comprende una composición dada por el prefijo in-, por en, y molā, con referencia en el griego mýlē, para corresponder a la harina, asociado al verbo molĕre, por la acción de moler, evidenciando raíz en el indoeuropeo *mel, por moler o exprimir.
-Ajá. ¿Y cómo queda Moliére en todo esto?
-¿El dramaturgo? ¿Y qué tiene que ver, vale? tú jodes.
Como diría el título del libro aquel "Asi se templó el acero". Cada día, una catajarra de libros muy extraños amanecían en mi bandeja de entrada. Deben ser más de 3.000 textos uno mejor que el otro. Y términos y acepciones y sobre todo, su lucha con mis comas y con el corpus de cualquiera de mis textos "que no son malos, pero hablas mucha paja".
A lo largo de estos meses, me he dedicado entre otras cosas a transcribir unos ensayos de Milagros que la gente tiene que re-conocer y que llevan por título "Reloj a Contracorriente". Dice la autora:
"Más adelante, en esa época que Carl Jung llama la Crisis de los Treinta Años, y Dante, la mitad del camino de la vida, en plena selva oscura, el hombre siente la necesidad de mirar hacia atrás, hacer un inventario de lo vivido y calcular cuánto aun puede vivir. Ese período de recuperaciones, es, de hecho, otra edad de la razón":
-Chino, es el Tiempo como acumulación de instantes. Y es el Tiempo como perspectiva de realidad, y, en medio de todo, el momento condensado donde al parecer, existimos verdaderamente.
Si. Milagros existe verdaderamente. Y ha trascendiendo lo que Bachelar denominaba Los Dos Instantes de la Flecha de Zenón. Por lo tanto, no me queda más que agradecer a todos los amigos que nos acompañaron en la hora de su partida y que de muchas maneras, siguen apoyando el devenir de nuestra editorial. Gracias. Mi compromiso es grande, como grandes son mis ganas de seguir adelante. Milagros y la editorial. Milagros, la gran intelectual. Milagros siempre será Don Quijote y yo a perpetuidad, el Sancho que la acompañará allá en la colina donde todos duermen. Milagros es Ítaca.
Agradezco la gentileza del profesor David De los Reyes, artífice de esta imagen que traigo de Milagros Mata Gil. A ella le encantaría
Eziongeber Chino Alvarez
Aquí ahora podrán leer y descargar una antología de cuentos venezolanos hecha por Milagros Mata Gil. Agradecemos a nuestro amigo Javier Domínguez habernos facilitado el libro.
Milagros Mata Gil, Antología Personal de Cuentos Venezolanos, Vol 1 by Dimitri Lipo on Scribd
MILAGROS MATA GIL
Escritora: Profesora de Castellano, Literatura y Latín, periodista, narradora e investigadora en literatura venezolana. Miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua desde 2011. Autora de la letra del himno del municipio Heres del estado Bolívar.
Libros de ensayo de Milagros Mata Gil: Héroes y tumbas en Armas Alfonzo; La Cuenca del Unare según Alfredo Armas Alfonzo; La rebelión de las ficciones; El pregón mercadero (relaciones entre crítica literaria y mercado editorial en América Latina); Ensayos diversos, Sobre una ciudad campamento (In Loco Remoto); Una reflexión sobre el espacio en la novela venezolana; Los signos de la trama; El Orinoco es una identidad; Balza: el cuerpo fluvial; Tiempo y muerte en Alfredo Armas Alfonzo y José Balza; Elipse sobre una ciudad sin nombres; Lucila Palacios: tiempo y siembra (en proceso); Imágenes e impresiones de El Tigre (entrevistas, reflexiones, reportajes, en proceso).
Novelas: La casa en llamas (1986); Memorias de una antigua primavera (1989); Mata El Caracol (1990); El diario íntimo de Francisca Malabar (1992); El caso del Pastor Acosado (2019); Piar: del traidor y del héroe (en proceso); Los manuscritos de Lyon (en proceso), antología personal de cuentos venezolanos.
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