Sigan aguantando mis parrafadas, amigas y amigos. Serán siempre para ustedes. La segunda fotografía es del maestro Carlos Ayesta
COMENCEMOS EL AÑO
Vamos a inventar que somos hojas de papel y que cada año que comienza no es otra cosa que un bello monstruo viniendo en forma de brisa.
Y es monstruo porque siendo brisa se convierte de pronto en viento brusco, en tormenta, en inundación. Y es bello porque permite que estemos en su escenario y copiemos su mímesis: nosotros, las hojas de papel, asumimos formas que ayudan a preservar el mensaje que somos, el mensaje generacional en busca de justicia y amor que somos.
Asumimos formas de barcos, de Ave Fénix, de madres invencibles y de padres persistentes, de hermanos y amigos cuyas voces fortalecerán y alegrarán los horarios. Hasta el mensaje más tonto que las hojas de papel llevamos escrito, actúa como un mantra: “A levantarse, a levantarse que es lunes”.
Uno sabe que el tiempo pasa, que estamos en sus invisibles y eternas manos. Uno sabe que vivir es transcurrir un día tras otro haciendo cosas que nos alegran y nos entristecen, pero es necesario hacerlas porque eso es vivir: no detenerse, seguir fastidiando los relojes, elaborando nuestra propia trayectoria, nuestro propio destino.
Lo importante es entender que el pasado, el presente y el futuro nos pertenecen de una sola vez, como un regalo metido en una cajita.
Porque el pasado que vivimos no es el pasado que vivieron otros. Cada quien tiene un pasado con gente definida, con rostros de familiares y de amistades que materializan la cercanía, la verdad personal. La anécdota feliz, la pena más honda.
Jesucristo, Simón Bolívar, la caminata en la luna, son pasados compartidos por multitudes y aunque signifiquen mucho se diferencian de lo particular porque nuestro añorado pasado nunca deja de ser casero: a veces se compone de cómo se hacían las hallacas de Navidad en familia (busquen el pabilo, ¿dónde está el ponche crema?) y de las misas de aguinaldo con sahumerio de arepitas dulces y ruedas de patines rasgando el silencio del pavimento en la madrugada.
El presente también es un tiempo que muchos no están viviendo en este instante y cuyas vidas debemos recordar para que nos acompañen, así como nuestro recuerdo acompañará a quienes vivan en el futuro la sensación presente, ese fenómeno instantáneo que sirve de materia prima al pasado y al porvenir.
María Zambrano |
María Zambrano decía: “En el vacío entre el ayer y el hoy se da lo irreparable del paso del tiempo. El ayer es un lugar tan nuestro como el hoy”.
Y Jorge Luis Borges, inolvidable, padre persistente sin haber tenido un solo hijo, también dejó dicho lo suyo:
“Podemos conocer el pasado, pero el presente nos está vedado, el presente lo conocerán los historiadores, o esos novelistas que se llaman a sí mismos historiadores. Pero qué es lo que realmente está sucediendo hoy, bueno… eso es algo que forma parte del misterio general del universo”.
Quería decir algo interesante relacionado con el 2024 que ya está aquí, a la vuelta de la esquina, pero no he podido lograrlo porque lo que más quisiera, en este momento, es que todos pudiéramos abrazarnos sinceramente. Y estamos muy dispersos.
Bueno: somos millones de hojas de papel y a la larga eso compondrá un magnífico libro. Un libro históricamente tocado por el amor.
José Pulido. Fotografía de Gabriela Pulido Simne |
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