martes, 18 de octubre de 2016

LA CORTEZA NO BASTA, SE DESCUBRE EN LA FILUC 2016






Estimados Amigos

Hoy tenemos el gusto de compartir la presentación del libro La Corteza no basta de nuestra amiga Sandy Juhasz que nuestro amigo el infalible  Alberto Hernández leyó el domingo 16 de octubre de 2016 en el salón Teresa de la Parra en la Feria del Libro de la Universidad de Carabobo FILUC. Este 2016 la feria volvió a Naguanagua municipio sede de la Universidad de Carabobo. Se cambió el estacionamiento del centro comercial Metrópolis por el CIEM un centro de convenciones mucho más amplio y agradable. En un espacio pequeño ante un publico muy intimo se pudo disfrutar de la cálida lectura que nos invitaba a adentrarnos en la pulpas del libro de Juhasz. Al finalizar la lectura de presentación del libro hecha por el reconocido escritor Hernández la poetisa  Sandy Juhasz deleitó al público con la lectura de algunos de sus poemas.

Teresa de la Parra


Deseamos disfruten de ahora de la entrada, de la FILUC si pueden acercarse y que la entrada le sirva de aperitivo a  la lectura del libro


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Alberto Hernández

1.-

Una cubierta verbal asoma el poema, lo descubre. La corteza de su sonido se hace otra voz, la que alberga la poesía, “esa palabra (que) muerde la lengua”.

De esta manera podría comenzar la lectura de este libro de Sandy Juhazs, a quien cabe preguntar, ¿acaso quien traza esa voz, quien la pronuncia, es la boca del otro?

Una oración, el componente espiritual del sonido poético, traza el espacio para poder ser. Y ser es estar. Un ser y estar que prevé la presencia de un lugar salvaje, dotado por una fronda que se enfoca en la metonimia de la mímesis.



En “La corteza no basta” (Oscar Todtmann Editores, Caracas 2016) la autora sugiere usar un estilete para cortar y descubrir lo que hay en el interior, en el espacio que se encuentra en “el limpio silencio (que) nos junta en el rezo de la mantis / para que la flor mordida por el gusano / sea el único vacío / que oscurezca la tierra”.

Podría tratarse de una poética o de la preparación para develar un instante místico, más allá de lo religioso. O simplemente, tentativo.

El poema sigue cubierto por esa trama que lo oculta, que lo arropa o mimetiza. Lo esconde mostrándolo al lector: condición aparente de una lectura iniciática que se sostiene en la medida en que la oficiante, la que escribe y se oye a solas, sabe que el poema la agobia, la hace cuerpo en otro.


Sandra Juhasz, Alberto Hernández y cecilia Ortiz durante la presentación de "La corteza no basta" y de "La espera Imposible" . Fotografía de Alberto H. Cobo
2.-

Este libro, que se ancla en varios temas, tiene en el amor, palabra tan peligrosa y a la vez delicada, una especie de piedra arrojadiza, un vocablo ajeno, que pertenece a quien la pronuncia sin dejar de ser de otro. La lengua, la que se succiona, la que se besa o se lame y la que se habla en un lugar corporizan la imagen de la ausencia, un espacio también oculto que posibilita la asimilación del poema que huye, se desplaza. Es decir, la poeta también huye hacia alguien que siempre deja un rastro ineludible, el cuerpo. El cuerpo del otro. El ajeno y el que se es. Se elude, muchas veces, el cuerpo que se usa como propio.

Y como el engaño, el olor del cuerpo en el deseo mismo, el que se advierte como un “reino sin palabras”.

Más allá de ese reino, otro reino, el selvático como símbolo, el que nace para ser cazado en la bestia que se calca en ese otro.

En el tigre de Borges, el que emerge del reflejo de la ceguera.

“Me acuesto en el espejo de la noche

sin romperlo 

 los tigres vienen por mi piel 

lluviosa de labios 

dulce en la lengua tentadora 

 la luna nunca se seca 

rayo de un goce secreto 

suplica el fuego la mirada zorra 

irreal como mi cuerpo

al piel de un árbol 

soñando tigres”.


Sandra Juhasz, leyendo algunos de sus poemas. Fotografía de Alberto H. Cobo
3.-

En la búsqueda de despojar el poema de su envoltura, el cuerpo, interregno y a la vez lugar preciso, habiendo sido doble, se hace uno solo, una sola savia, una sola metáfora. Un cuerpo o los pedazos de él.

Un cuerpo que se construye en el poema para ser otro o de otro, no prescinde de la indagación. Es necesario verterlo en el texto. Hacerlo texto, poema / estadio que el mismo corpus (y aquí es necesario decir del vacío ya nombrado) revierte, se hace tierra baldía, desierto, sequedad. 

De esa manera el poema que se oculta, emerge en el cuerpo sospechado o conocido.

4.-

Imágenes recurrentes en esta poética: cuerpo, selva, tigre. La figura de la bestia frecuenta el temblor de la voz que la traza. De allí a la muerte, sólo para asomarla como referente amoroso: la fiesta del cuerpo, la de sus líquidos contenidos bajo la piel: el renacer desde la luz. Y un animal que acecha en medio de la selva verbal.

La voz que dice es hembra, como su lengua, la que muerde y la que habla. 

El espacio metonímico, tan dado en este libro, tiene sitio en los sueños, en una especie de flora vocálica y carnal que despeja la corteza, el ocultamiento: la geografía mimetiza el temblor, se hace paisaje al nombrarla, en un río, el Orinoco, en un trueno, en la distancia, en el silencio que Basho invita a recorrer a través de un árbol indagador, como el de la sabiduría budista.

Entonces, ese “único vacío” trasciende.  Y lo hace al “Nacer en selva”:

“Una selva puede nacer en cualquier lugar 

en las ruinas que llevamos dentro 

o en la huella de lo nuevo que se asoma 

la he visto en la chispa de las piedras 

 y en la cercanía de las almas que se tocan”.

He aquí el lugar. He aquí el sitio donde irrumpe el poema al romper la corteza y ser lo que anhela: cuerpo, lengua que habla, lengua que ama, lengua que toca. Bestia que acecha.


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Alberto Hernández

Nació en Calabozo, estado Guárico, el 25 de octubre de 1952. Poeta, narrador y periodista. Se desempeña como secretario de redacción del diario “El Periodiquito” de la ciudad de Maracay, estado Aragua. 

Fundador de la revista literaria Umbra, es miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo y colaborador de publicaciones locales y  extranjeras. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria.

Ha publicado los poemarios La mofa del musgo (1980), Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el libro de cuentos Fragmentos de la misma memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999).  Recientemente ha publicado «Poética del desatino» y «El sollozo absurdo».


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