domingo, 21 de mayo de 2017

LECTORES

(Para celebrar el millón de lectores/visitantes del Grupo Li Po).

Por Carlos Yusti






Carlos Yusti



Esta fase teleinformática en la que estamos enganchados ha cambiado la manera de comunicarnos y relacionarnos. Los adminículos electrónicos se han convertido en extensiones no sólo del cuerpo, sino de las emociones y el pensamiento. En una reunión la gente ya no necesita compartir con los demás de la manera tradicional ahora cada individuo es un ser simultáneo  que atiende una llamada por el móvil, mira un video en la tabla, toma fotos y las sube de manera inmediata a la red. Ya lo social no tiene ninguna rigidez formal y se caracteriza por esa simultaneidad que proporciona estar conectados a la red. El mundo ha dejado de ser una vastedad inusual (o inexplorada) para devenir en un punto simultáneo de hechos, imágenes y noticias.


Dinosaurio de la máquina de escribir jamás imaginé (encerrado en mi cuarto tecleando sobre mi destartalada Brother mis primeros textos, el giro espasmódico que daría mi entorno inmediato con el advenimiento del computador personal y la Internet.

Portadade la  revista Zikeh


Todavía recuerdo la primera revista multigrafiada (500 ejemplares) que hice con otros amigos de farra y literatura. Todo el esfuerzo y el dinero invertido; todos los innumerables desasosiegos y sinsabores que soportamos para editar, en un lapso de tres años, los cuatro números que logramos costear sin ningún subsidio institucional ni cosa parecida y sin duda con un contingente de lectores irrisorio.




Hoy todo desde esta distancia resulta una anécdota de hemeroteca, sólo nostalgia amarillenta ya que la Internet hizo desaparecer por el desagüe de los días  la manera de leer e incluso de diseñar una revista. A pesar que los utensilios para elaborar una revista y subirla a la Web son más de la ciencia ficción, que una mecánica máquina de escribir, el esténcil y el multígrafo, las vicisitudes (y los pájaros agoreros que nunca faltan) para subir el contenido a la red no ha cambiado un ápice.

Una revista literaria, un blog, una página poética por la Internet, además de manejar los recursos de la tecnología al uso, posee un mecanismo y un ritmo distinto a una publicación en papel, sin mencionar los costos. En lo particular asumo que la pasión por la palabra escrita es determinante, luego debe estar la perseverancia como ese combustible necesario e indispensable para vencer todos los obstáculos y poder llevar a buen puerto todo proyecto de  carácter literario y en eso Dimitri Lipo y la gente (quienes arriman el hombro para contribuir con la publicación) que hace posible el GRUPO LI  PO[1], los cuales ha demostrado pasión y perseverancia a toda prueba que es ya decir bastante si de un proyecto con característica literarias y culturales se trata, sin hacer mención que la ciudad de Valencia, de San Desiderio que dijeran mis amigos Slavko Zupcic[2] y José Carlos De Nóbrega[3], no es el patio ideal para la siembra de las palabras y las ideas.

Légitimo escudo de Valencia


Valencia por su raigambre tan pacata y conservadora, hoy sin embargo ha perdido algo de brillo y pedigrí, no se rinde con facilidad ante la inteligencia o el talento, prefiere la periferia del individuo (sin bienes de fortuna, su apellido con registros, los títulos académicos, etc.) para sentirse a gusto. Nunca ha tolerado la inteligencia a contracorriente y mucho el talento respondón. A pesar de esa hostilidad, disimulada con buenas maneras, la inteligencia se abre paso y le ofrece a la ciudad su lado más afable.



Como es lógico no hago referencia a la inteligencia modosa o acomodaticia, sino a esa inteligencia filosa, aguda y creativa que busca comunicar cierta dosis de espiritualidad; de imaginación fecunda que accione los mecanismos prácticos para darle impulso a la escritura sin domesticidad alguna.

Con la Internet se ha incrementado el lenguaje y hay una especie de neolengua pero en un sentido inverso al pronosticado por Orwell en su novela. Byung-Chul Han ha escrito: “Neolengua es la lengua ideal en Estado vigilante de Orwell. Tiene que desplazar totalmente a la vieja lengua. La neolengua tiene como único fin estrechar el espacio de pensamiento. Cada año el número de palabras disminuye y el espacio de la conciencia se reduce. Syme, un amigo del protagonista Wiston, está entusiasmado por lo bella que es la aniquilación de palabras. Los delitos de pensamiento deben resultar imposibles erradicando del vocabulario de la neolengua las palabras que se requieran para estos delitos.  Así también se elimina el concepto de libertad. Ya en esto se distingue sustancialmente del panóptico digital, que hace un uso excesivo de libertad. No la eliminación, sino el incremento de palabras sería lo característico de la sociedad de información actual”.


Esta libertad de enriquecer la lengua no es suficiente en un sitio web (o en un blog) que le de espacio a otros escritores. En tal sentido no puede ser unidireccional y mucho menos estar anclado a determinada ideología. Un sitio web debe aspirar (en la medida que la administración, o el estado vigilante, lo permitan) a poseer un gran sentido de pluralidad y tener presente aquella frase atribuida erróneamente a  Voltaire, pero con visos volteriano indiscutibles: “Combato tus ideas, que son contrarias a las mías, pero estoy dispuesto a luchar hasta perder la vida para que tú puedas expresar tus ideas libremente”.



Meterse en lo zapatos del otro siempre es un asunto complicado. Aunque es bueno tener presente que las ideas del otro no son nada y se pueden pisotear, responder o colocarla en el cesto de basura lo que es intocable es aquel que emite la ideas. A propósito de Voltaire hay una anécdota ilustrativa. En cierta ocasión en una reunión con ilustres ciudadanos y militares las puyas y de dardos de Voltaire dieron blanco en un militar encopetado y con ínfulas. Como este carecía de inteligencia e ingenio no fue capaz de responder las banderillas ingeniosas del filósofo. Para desquitarse del tal afrenta pública contrató a dos vagos de cantina para que le dieran una lección de puñetazos al descarado hombre de letras. Los vagos cumplieron su cometido y el militar veía todo desde su carruaje deleitándose, pero como los vagos golpeaban a Voltaire en la cabeza se bajó del carruaje y se acercó gritando: “No lo golpeen en la cabeza, en la cabeza no, que de allí puede que salga algo bueno”. Cuando no hay argumentos se recurre a la fuerza, sin embargo la inteligencia siempre seduce incluso al enemigo más conspicuo.

Un sitio web debe tener entre sus premisas argumentos y mucha dosis de tolerancia y manejar los prejuicios con cierta equilibrada disposición a meter el pie.



Tanto la poesía como la literatura hacen daño y es bueno tener esto presente cuando se tiene un sitio web. Un hombre que lee es un hombre que piensa y ahí comienzan las elucubraciones menos perversas. Hay que desterrar todo romanticismo y entregarnos al practicismos verborreico (envolvente e inútil) de los coachs o como ironizaba Fernando Savater en un artículo: “Si duele no es amor”, han decretado los coachs(esos psicólogos para quienes no tienen ya psique). Así podemos despachar el estorbo de casi toda la literatura occidental, basada en que solo es amor si duele. Y sus contradicciones: el poeta que se queja de la espina en el corazón clavada y cuando se la quitan protesta porque ya no siente el corazón... ¡Bah, no tienen pensamiento positivo, no saben pasarlo bien! Así les va a las pobres chicas, Emma, Ana, Desdémona... el último beso de Otelo. ¡Otelo! ¡Cómo no le da vergüenza a Shakespeare ser tan romántico al hablar de la violencia de género! Necesitamos menos poetas y más pilates: hay que decírselo a los adolescentes enseguida, para que no se amarguen la vida”.

Todo espacio en la Internet que enriquezca nuestra vida, nuestro cerebro y nuestra alma siempre es bienvenido y que, por otra parte, no se amolde del todo a los dictados de la administración es ya una ganancia que se agradece.

Creo que no importa el soporte para que la escritura descanse (la web, la piedra, el papel, las pieles de animales, la madera, la tablilla de arcilla, etc.). Lo importante al parecer es tender un puente de palabras con el otro. Se escribe sin saber si lo escrito tendrá lectores. Es como la araña que teje su esplendida tela sin saber si habrá insectos en el mundo. De igual modo uno teje con palabras una tela a la espera de ese lector ideal y que puede ser uno, doscientos o ninguno o incluso uno mismo. En una oportunidad Juan Rulfo dijo que escribió su novela Pedro Páramo  debido a que deseaba leer un libro como ese y que no había encontrado. Alberto Manguel ha escrito: “Leer nos brinda el placer de una memoria común, una memoria que nos dice quiénes somos y con quiénes compartimos este mundo, memoria que atrapamos en delicadas redes de palabras”. Algo permanece cuando escribimos/leemos.


Para cerrar el círculo este poema de Li Po



EL SUEÑO DE CHUANG CHENG

EN SUEÑOS, CHUANG CHEN SE CONVIERTE EN MARIPOSA
y la mariposa vuelve a ser Chuang Chen.
Un solo cuerpo toma diversas formas.
Las cosas de aquí abajo son en verdad inciertas.
¡Quién sabe si el agua de Pen-lai no proviene de un
humilde arroyuelo!
El que ahora cultiva melones en Puertas Verdes
era ayer el duque de Tong-ling.
Nobleza y fortuna son así, fugitivas.
¿Hacia qué parte corres y qué es lo que deseas?







[1] El escritor mexicano José de la Colina ha escrito: “Li Po (701-762), nacido en la nobleza provinciana, pasó la mocedad estudiando libros "raros", ejercitándose en las armas, soñando ser una especie de don Quijote: un hsieh, un héroe vengador de los agravios que sufrían las mujeres desvalidas, los huérfanos, los pobres, los humillados y ofendidos. Durante unos años convivió en los montes y fuera del hogar con un monje taoísta al que llamaba el Maestro del Acantilado Oriental. "Nunca poníamos los pies en una ciudad —escribió—, y miles de pájaros acudían a comer en mi mano sin dar signos de desconfianza o temor." De tal gusto por los estudios, por la vida viajera, por las soledades, lo apartarían las seducciones mundanas. Cantó la vida cotidiana de los guerreros, y, llamado en 1843 a la ciudad capital de la dinastía por un alto funcionario admirador suyo, fue un poeta áulico: celebrador de las fiestas de la Corte. Con unos letrados heterodoxos formó la sociedad Los Ocho Inmortales de la Bebida, quienes “bebían sus poemas y se recitaban entre ellos el vino”.

[2] “Quien hizo traer los huesos de San Desiderio a Valencia fue el padre Ricardo Alterio. Era Director del Seminario Salesiano de Altamira. En 1947, visitando las catacumbas de San Calixto en Roma, compró para el Seminario las reliquias de San Desiderio e hizo que las transportaran a Caracas. Las reliquias viajaron en barco, como era usual entonces. Cuando finalmente llegaron, el Padre Alterio ya no estaba en Altamira y, años después, en 1969, días antes de la consagración del Santuario de María Auxiliadora, como viera que las reliquias de San Desiderio no estaban precisamente en un lugar privilegiado del Seminario sino, todo lo contrario arrumadas en un rincón oscuro de sus dependencias, las trajo a Valencia y las colocó en la primera capilla”.

[3]En la Valencia del Rey, preferiblemente de San Desiderio como lo novelaba y ensayaba Slavko Zupcic, todavía se cree que el Morocho del Abasto merodea los bares de la ciudad en un nuevo exilio que desmiente su muerte trágica en Medellín, recostando su manoseada humanidad en la rocola clásica, la de los acetatos de 45 rpm”.



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Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto.



Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 40 exposiciones individuales. Fue el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Colabora con las publicaciones  El correo del Caroní en Guayana y  el Notitarde en Valencia y la revista Rasmia. Coordina la página web de arte y literatura Códice y Arte Literal


 Tomado de Letralia


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