¿Qué es geografía? Y usted responde lógicamente: Es el arte de escuchar cantando a una paraulata sabanera sin que se te salgan las lágrimas.
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INMENSIDAD Y CERCANÍA
EN LA VOZ DE ADHELY
RIVERO
José Pulido
Su voz no necesita afinamiento: viene con música solemne.
Quienes lo han leído saben que estoy hablando del poeta Adhely Rivero.
Quienes no lo han leído deberían buscar sus poemas en cuya estructura la
geografía se torna gramática y esa gramática comienza a deletrear situaciones
para que el alma escuche, hasta el punto de parecer una clase donde a usted le
preguntan ¿Qué es geografía? Y usted responde lógicamente: Es el arte de
escuchar cantando a una paraulata sabanera sin que se te salgan las lágrimas.
Adhely Rivero aprendió a tocar el paisaje con las
mismas palabras que el paisaje le dio. Como el aire que el llano le entrega a
las aves para que vuelen flotando en paz, así el llano le otorgó su ritmo de
levedades íntimas cargadas de olores y sonidos, de inmensidad y cercanía.
He estado leyendo la
antología titulada Dios se está poniendo viejo (40 años de poesía) y no
he podido apartarme de toda esa placenta conversada que atrapa el alma a sabiendas
de que en la gente nuestra, en la tierra nuestra, en la naturaleza nuestra, hay
un espíritu cantor que convierte a Dios en canción. Un espíritu capaz de
materializarse de repente en una frase sencilla, emanada de ancestro en
ancestro hasta florecer en boca materna, paterna, fraterna.
Los seres familiares
del poeta Adhely Rivero representan lo que realmente somos, lo desamparados que
somos, lo amparadores que somos, el amor sencillo inocente que hemos sido
cuando Dios se presentía menor de edad.
Paul Valéry contó algo
que ya es muy conocido pero que vale la pena recordar aquí:
“Degas dijo un día a
Mallarmé: “Su oficio es infernal. No consigo hacer lo que quiero y sin embargo
estoy lleno de ideas…”. Y Mallarmé le respondió: “No es con las ideas, mi querido
Degas, con lo que se hacen los versos. Es con las palabras”.
Pero esas palabras,
esas frases íntimas que llamaba sus ideas, todas esas intenciones y esas
percepciones del espíritu, todo eso hace los versos.
Hay entonces otra cosa,
una modificación, una transformación, brusca o no, espontánea o no, laboriosa o
no, que se interpone necesariamente entre ese pensamiento productor de ideas,
esa actividad y esa multiplicidad de preguntas y de resoluciones interiores; y
luego, esos discursos tan diferentes de los discursos ordinarios que son los
versos, que están extrañamente ordenados, que no responden a ninguna necesidad,
si no es la necesidad que deben crear ellos mismos; que nunca hablan más que de
cosas ausentes o de cosas profundamente y secretamente sentidas; extraños
discursos, que parecen hechos por otro personaje que el que los dice, y
dirigirse a otro que el que los escucha. En suma, es un lenguaje dentro de un
lenguaje”. (Libro: Teoría poética y estética)
He traído a colación lo
de Paul Valéry porque la poesía de Adhely Rivero es precisamente lo que debería
ser, gracias a que toca las almas y se va, toca las almas y remonta vuelo: un
lenguaje dentro de un lenguaje. Cada poema de Adhely se queda dentro del
lector, no quiere irse y el lector lo adopta de inmediato sin que tenga
necesidad de hacerlo. Pero es que al leer un poema de Adhely Rivero se acepta
de una vez por todas que deseamos seguir escuchando lo que dice. Porque forma
parte de nuestro pasado y de nuestro presente. Su poesía es familia de nuestro
espíritu. Su poesía es tan nuestra que al leerla se la quitamos.
En el llano vas a todas
partes como si avanzaras rumbo a la nada. Es un universo vibrátil. Ningún
movimiento escapa a los sentidos. El horizonte muestra quién viene y quién va.
Nidos y refugios son evidentes, nunca están demasiado escondidos. Se escuchan
la paloma maraquera, el deslizamiento de la macaurel, la quietud de la garza.
El viento y el repicar de los cascos han estado allí desde hace mucho tiempo
marcando un ritmo que el ser humano copia y perfecciona. El sol tiempla los
tambores invisibles. La naturaleza es como una orquesta sinfónica, donde la
esencialidad del arpa predomina con su melancolía bailable. Todo se parece al
arpa. La finura y lo rústico.
Todo eso y más renace y
surge en la voz de Adhely.
Lo cotidiano jamás
desaparece. Lo verdadero jamás desaparece. La belleza encontrada por Adhely
Rivero mejora toda la cotidianidad que nos rodea.
En el poema titulado desarmado,
Adhely dice:
A la ciudad se debe entrar desarmado.
Nadie portará un doble corazón
con los ojos en el pecho.
El amor ya no es un puerto seguro.
Y en el poema que titula Hoja de vida escribe estos versos:
Tengo planes de hacerte feliz,
busco recursos para dos
en la economía salvaje.
La presunción
es construir un espacio
para la felicidad cotidiana,
una vida común, gente de bien.
Hoy encontré una verdad precaria:
vivir juntos no es la solución.
No estoy con la familia,
se pelean a muerte.
Voy a quedarme en la poesía
para ver si podemos vivir,
tú en tu hogar
y yo residente del mundo.
Si no lees poesía
no tendrás felicidad en el amor
ni paz en el alma.
La poesía como refugio.
La poesía que vislumbró desde la infancia escuchando a sus mayores, observando
el comportamiento de la naturaleza. El sonido y el ritmo que entraron a su
torrente sanguíneo y lo convirtieron en una prolongación del lugar, esa matriz
ardiente. Enamoramiento de garzas y lagunas, tristeza en el amor.
El llano es una caja de
resonancia y todo lo que transcurre encima de la llanura es una vibración de
cuerdas que ejecutan su musicalidad: la brisa, los ventarrones, el aguacero,
las ramas, las palmas, los ríos y las lagunas, los insectos, los animales de
mata y de ribera, de sabana y de esteros; el hombre y el ganado se juntan en
una cantata cotidiana. Adhely Rivero ha sido engendrado por esa naturaleza,
gracias a Dios por un poeta así.
La soledad que abruma
de repente es el ritmo, es la percusión. La soledad que encuentra cuerdas finas
y cuerdas gruesas en la escritura del poeta. Tintineo y bordoneo. Un sonido así
en aquella tosquedad. Monedas rebotando en un corredor, vidrios quebrándose en
el botiquín, corazón acelerado, eco encajonado. Prima y bordón. Adhely Rivero
nació con un corazón de arpa, con unos ojos de gavilán escudriñando almas. Debo
decir y afirmar, sin exageración alguna que esta poesía genera pájaros,
crujidos de monte, gotas de aguacero. Como lector de poesía lo he sentido
profundamente. Inclusive: me ha llegado y me ha perturbado el temblor de los
músculos de los caballos y el olor del mastranto que surca los tiempos
infantiles del poeta. Músculos de poeta todas esas palabras que ha vertido.
Adhely Rivero nació en Arismendi, estado Barinas, Venezuela en 1954. Está residenciado en Valencia desde 1970. Licenciado en Educación mención Lengua y Literatura por la Universidad de Carabobo. Fue Jefe del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo, donde dirigió la Revista Poesía y coordinó el Encuentro Internacional Poesía de Universidad de Carabobo. Ha obtenido varios premios por su trabajo poético, entre ellos el Premio de Poesía Facultad de Ciencias de la Educación (dos años consecutivos) U. C. Premio ‘Miguel José Sanz’ de la Facultad de Derecho de la Universidad de Carabobo. Premio de Poesía de la Universidad de Carabobo. Premio de Poesía Universidad ‘Rómulo Gallegos’. Premio de Poesía ‘Cecilio Chío Zubillaga’ de Carora. Premio Único de Poesía 40 Aniversarios de la Reapertura de la Universidad de Carabobo. Ha publicado los libros: 15 Poemas (1984); En sol de sed (1990); Los poemas de Arismendi (1996); Tierras de Gadín (1999); Los Poemas del Viejo (2002); Antología Poética (2003); Medio Siglo, La Vida Entera (2005); Half a Century, The Entire Life, (2009): versión al Inglés de Sam Hamill y Esteban Moore. Poemas (Antología editada en Costa Rica) (2009): Compañera (2012). Poesíe Caré, Poemas queridos (2016), Versión al italiano de Emilio Coco, publicado en Colombia. Está representado en varias antologías nacionales y en la antología italiana La Flor de la Poesía Latinoamericana de hoy, tomo I, II, editada en Italia, 2016. Ha participado en diversos e importantes Festivales de poesía a nivel nacional e internacional, entre ellos, el Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, en 2007 y 2016. Festival Internacional de Poesía Al-Mutanabi en Suiza. 2008. Festival Internacional de Poesía de Bogotá, Festival Internacional de Poesía del Mundo Latino, México. Festival Internacional de Poesía de los llanos Colombo-Venezolano en Yopal, Colombia. Feria Internacional del Libro de Bogotá, Colombia, Feria Internacional del Libro de Caracas, Venezuela. Festival Internacional de Poesía de Venezuela. Festival Internacional de poesía de los llanos colombo-venezolano en Arauca, Colombia. Encuentro Internacional Poesía Universidad de Carabobo, Feria Internacional del Libro Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela. Bienal Internacional de Literatura “Mariano Picón Salas”, Mérida, Venezuela. Sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués, italiano, alemán, francés y árabe. La revista POESIA le rindió homenaje en su número 156.
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José Pulido. Fotografía de Gabriela Pulido Simne |
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