martes, 1 de enero de 2019

Elizabeth Schön y Las anáforas fotograficas de Alfredo Cortina





Las anáforas fotograficas de Alfredo Cortina


Crónicas del Olvido

ALFREDO CORTINA / FOTOGRAFÍAS


Alberto Hernández 


“La anáfora puede ser homologada a la figura retórica de la repetición en el caso del texto icónico, si la consideramos como una reiteración de una forma visual mediante figuras que funcionan como sinónimos o con variaciones expresivas”.
**Lorenzo Vilches: “La lectura de la imagen”.


1.-
En todas las fotografías que contiene este libro está una mujer, hay una mujer. En todas ellas, en las imágenes, la mujer está de pie. Pareciera que busca un horizonte, un lugar más allá de su mirada, porque la del fotógrafo se concentra en ella, en la mujer y en el paisaje que la rodea. 

En este libro de fotografías de Alfredo Cortina, el conocido hombre de radio y televisión, aparece, sí, con insistencia una mujer de falda larga, ajustada a la fecha, al mismo paisaje, si se quiere. 

Elizabeth Schön y Alfredo Cortina

La mujer mira de frente, a los lados y muchas veces pareciera que no atendiera a ningún espacio para que sus ojos nos adviertan de su presencia. La mujer, Elizabeth Schön, esposa del fotógrafo, se nos revela icono, representación, instante eterno gracias a estas fotos que fueron tomadas en varios escenarios, tanto naturales como humanos de nuestro país.

Se trata –entonces, también- de un libro donde la mujer viaja y se trae el nombre de los lugares al libro que publicaron conjuntamente la Sala Mendoza y el Archivo Fotografía Urbana, en Caracas en el año 2015.



Con textos de Germán Sifontes Tovar, Luis Pérez Oramas y Ariel Jiménez, estamos frente a un álbum monográfico porque se trata de un objetivo único: la mujer que mira el paisaje nos mira o no lo hace porque a veces es el paisaje quien la reconstruye, la formula presencia ante el ojo de quien la captura con la cámara.

La anáfora, la reiteración de una imagen, de la mujer que fascina el obturador del artista visual, inventa un nuevo destino, porque el tiempo se traduce en los días, meses o años que han pasado por la vida de Elizabeth Schön, quien sin palabras hace de ella el poema de su esposo.

Chichiriviche, 1960 Alfredo Cortina


2.-

Ella es sinónimo de paz, dulzura, silencio, revelación. Su rostro no muestra muchas marcas expresivas. Una mujer cuyo rostro es de limitados gestos faciales. Ella está allí, como afirma Pérez Oramas, sigue allí, detenida ante el espectador, pero antes, estacionada frente a una cámara que la toma y la repite hasta hacerla el icono de quien la forjó en imagen y de quien la recibe como espectador.

Ella, una representación visual que se hizo con el pasar de los años, fuera y dentro de la fotografía, en una de las poetas más importantes de nuestro país. Ella se parece a su poesía, a las fotografías donde respira, algo herméticas en tanto marco significativo: la fotografía, que podría advertirse sencilla como retrato, como testarudez de su autor, califica desde la luz y la sombra, aunque algunas –donde la figura femenina está muy distante del lente- son más el paisaje que la rodea que su propia presencia corporal.

Las figuras humanas que se quedan como fotografías aparecen como duendes en la imaginación del lector, quien traduce el tiempo, el clima y la topografía en la que habita el personaje. En este caso, la reiteración del objetivo nos conduce a imaginar a un fantasma cuya belleza remota activa la quietud, el estatismo, la levedad, tan cercana a ese Kundera que retrata en sus páginas a los personajes de su novela.

Vilches destaca que “La anáfora…tendría una intencionalidad persuasoria directa en la medida que, valiéndose de la noción de “focalización”, sirve para llamar la atención sobre un tema, al mismo tiempo que lo amplifica”.

En este mismo sentido, Cortina transita por la figura de su esposa para dirigir la atención, “persuadir” o motivar al lector en el reconocimiento de quien hoy es una de nuestras más insignes poetas. Es decir, la construcción de un icono visual, “focalizado” desde la reiteración producto del afecto e intimidad entre ambos elementos: fotógrafo y fotografiada.




*******



Alberto Hernández. Fotografía de Alberto H. Cobo.



Alberto Hernández, es poeta, narrador y periodista, Fue secretario de redacción del diario El Periodiquito. Es egresado del Pedagógico de Maracay con estudios de postgrado de Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar. Es fundador de la revista literaria Umbra y colabora además en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Ha publicado un importante número de poemarios: La mofa del musgo (1980), Última instancia (1985) ; Párpado de insolación (1989),  Ojos de afuera (1989) ganadora del 1r Premio del II Concurso Literario Ipasme; Nortes ( 1991), ; Intentos y el exilio(1996), libro ganador del Premio II Bienal Nueva Esparta; Bestias de superficie (1998) premio de Poesía del Ateneo de El Tigre y diario Antorcha 1992 y traducido al idioma árabe por Abdul Zagbour en 2005; Poética del desatino (2001); En boca ajena. Antología poética 1980-2001 (México, 2001);Tierra de la que soy, Universidad de Nueva York (2002). Nortes/ Norths (Universidad de Nueva York, 2002); El poema de la ciudad (2003). Ha escrito también cuentos como Fragmentos de la misma memoria (1994); Cortoletraje (1999) y Virginidades y otros desafíos.  (Universidad de Nueva York, 2000); cuenta también con libros de ensayo literario y crónicas. Publica un blog llamado Puertas de Gallina. Parte de su obra ha sido traducida al árabe, italiano, portugués e inglés.

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