martes, 3 de marzo de 2020

ALÍ BRETT MARTÍNEZ EN OTRAS PALABRAS





Crónicas del Olvido

ALÍ BRETT MARTÍNEZ


(La luz puntual que nos alumbra)



**Alberto Hernández**


I


¿Quién sabía en Maracay que había nacido en Carirubana, en un pueblo de pescadores de la Península de Paraguaná? ¿Quién lo podía imaginar con los ojos puestos en hora de luna llena cuando la brisa del mar le permitía quedarse en silencio por las noches?



Alí Brett Martínez también fue maracayero un buen tiempo. Mientras ejercía como corresponsal del diario El Nacional, este peninsular entró en contacto con vivos y fantasmas de esta ciudad de olvidos e improntas, tan dada a entregarse y dejarse llevar por la infamia y por algunas bondades propias de quienes saben reconocer el talento y la cercanía de los dioses en almas invadidas por la poesía y los sonidos interiores.





Alí Brett fue uno de aquellos que tenía la virtud de ser reconocido en cualquier esquina. Su inteligencia, su amabilidad, su don de península hacia un mar proceloso y a la vez manso.



Quienes dicen de él en Maracay lo hacen con afecto, con admiración y se confiesan ignorantes de su muerte. Se saben poseedores de una amistad eterna, de un café en la esquina del Cine Tropical o por los lados de Calicanto. Otros hablan de su gusto por Las Delicias. Pero más allá por este amor ecológico, Alí Brett Martínez era abierto al dolor de los demás, a esa piel rota hecha propia, por muy ajena y lejana.


II


Cuando han pasado décadas de su partida de Maracay y de este mundo, aparece en Falcón, su tierra de mar, arena y viento el libro, memorabilia de los afectos, Alí Brett Martínez, La luz puntual que nos alumbra, donde Luis Alfonso Bueno, Andrés Castillo, José Luis Mendoza, Nandy García, Alberto Jordán Hernández e Isaac López lo recuperan para nuestra alegría, para bien de nuestro espíritu.



Cronista mayor de Paraguaná, Alí Brett Martínez dejó una obra cuyas raíces nunca podrán despegarse de la tierra árida y ardida de Falcón. Podemos nombrar Aquella Paraguaná, Paraguaná en otras palabras y Suriquiva mar afuera. De ella, del trabajo de esta afable voz, nos dice Simón Petit: “Si bien algunos textos aislados se asomaron como dignos ensayos de escritores regionales que nos comentaban sobre determinados sucesos de la península, serán los libros Aquella Paraguaná y Paraguaná en otras palabras, de Alí Brett Martínez, los que marcarán la impronta de este escritor que se convirtió en el más amoroso de los cronistas locales. Son testimonios que en la voz de Brett Martínez adquieren una particular y mágica dimensión. Un viaje donde nos invita a ser testigos de excepción, para mostrar una realidad en la que narra espontáneamente la vida de un pueblo y que nos permite vivir, fuera de distanciamientos, la Paraguaná que en ese momento existía, sin el punto ni la raya que el progreso con sus hombres fijaría en los mapas de la Paraguaná contemporánea”.






III


Escrito desde el afecto, pero también desde la seriedad que merecen los escritos de Alí Brett Martínez, los autores de La luz puntual que nos alumbra apostaron al retorno a lo más hondo de aquel país que a diario nacía en el talento del personaje que nos tocan muy de cerca. Se trata entonces de un cuaderno donde han quedado anotadas andanzas y silencios, el acoso político y los pequeños detalles de este hombre que poco conoce este país de olvidos. Alí Brett Martínez, en efecto, como nos lo confiesa Luis Alfonso Bueno, es un ejemplo que flota en la memoria de quienes tienen conocimiento de su tránsito por la existencia: “Los frutos de una dedicación que aun dentro de circunstancias adversas determinadas por los cambios de residencia de una ciudad a otra (corresponsal en Barcelona, en Coro, Maracay, El Tigre, Puerto Cabello), debido a la persecución más o menos solapada por cuestiones políticas, por las privaciones materiales y la relativa lejanía de las fuentes de información bibliográfica o archivística, ubican a Alí Brett Martínez entre los más meritorios exponentes de nuestra escritura literaria, con énfasis en lo vivencial, en la certificante genuinidad del testimonio, en la constatación del dato detectado con empeño, y trabajado y transmitido, con acierto y hermosura que bien pueden resistir lo perdurable”.


IV


Carirubana lo vio nacer el 28 de noviembre de 1922. Hizo del periodismo un afán, una profesión de fe, un oficio para ahondar en el espíritu de un país y su gente, sobre todo de los lugares donde se instalaba, pero con arraigo en el aire de sus amores, Paraguaná.







Testigo de excepción del levantamiento militar conocido como El Porteñazo, Alí Brett Martínez, “incurable reportero”, como lo llama Luis Alfonso Bueno, “casi lo fue de guerra” cuando cubrió aquella violencia que dejó páginas e imágenes memorables. El paraguanero trazó para el tiempo El porteñazo, historia de una rebelión, texto que aún provoca en el lector encontrados sentimientos. Ese trabajo recorrió todos los rincones de Venezuela. Corría el año 1970.



Historia, crónicas, relatos, acercamientos amorosos a aquella tierra metida en el mar. Brett Martínez repasó casi todos los géneros. No dejó momento de su lugar de origen al olvido. Todo le concernía.


V


Muchos son los personajes que navegan en la obra de Alí Brett Martínez, sobre todo los que le ardían en sus adentros: Paraguaná supo quedarse en Suriquiva mar afuera, como nos dicta Nandy García: “En la novela podemos localizar una cadena de temas que retratan las situaciones de ese tiempo y conforman el tejido de la historia: el amor, la guerra, la prostitución, el cambio del pueblo producto del petróleo, la vida en el mar, la justicia como valor trascendental en la historia, el paisaje falconiano, entre otros”. Así, Suriquiva mar afuera relata las peripecias, la vida de mucha gente relacionada con el mar, apegada al clima de ese monstruo que se mueve frente al misterio. Mar y petróleo se conjugan para inventariar una topografía espiritual construida a través de un discurso fotográfico donde se mueven unos seres atrapados por la costa y el destino más inmediato: el exilio hacia el petróleo o hacia otros derroteros donde la vida sea menos pesada. No obstante, el paisaje falconiano continúa vivo en el dolor de quienes se saben alejados del canto diario de la tierra.


VI


No se queda Alí Brett Martínez sin la rúbrica de otro cronista e historiador de la bella y sentida Paraguaná. Isaac López se pasea por la memoria de la tierra que le dio aliento a nuestro personaje: “Hasta fecha reciente, la memoria regional venezolana se expresaba predominantemente en las voces de cronistas o historiadores de oficio, así, el Lara de Don Chío Zubillaga, la Mérida de Tulio Febres Cordero o el Zulia de Juan Bessón. También la Barinas de José León Tapia, o la Margarita de José Manuel Subero. Cualquiera que intente un examen de la historiografía de esas regiones no puede dejar de lado esos nombres, pues ellos, con sus méritos y limitaciones, intentaron ser la memoria de sus comarcas y localidades, asumieron rescatar del olvido el transcurrir del tiempo en esos espacios marginados del poder central”.



Este asomado cronista agregaría a Luis Guillermo Castillo Lara, un apasionado por el país, escritor y escribidor de una vocación asumida en medio del tráfago de la desmemoria.



Isaac López inserta a Alí Brett Martínez en la categoría de hombre mundial, de hombre salido del vientre de Falcón con la noble fuerza de quien no tiene fronteras, salido de esa lengua de tierra que va y viene al mismo tiempo. Y lo logra: Alí Brett Martínez “fue autor de trabajos como El Porteñazo, historia de una rebelión (1970), El Periodismo y las imprentas de Puerto Cabello 1806-1945 (1973), Paraguaná en otras palabras (1974), De Sutherland a Rubén el Campanero (1976), El Cojo Ilustrado y los escritores falconianos (1976) y Suriquiva mar afuera (1978). Por supuesto, Aquella Paraguaná, aparecido en 1971, “su libro, más que la historia (...) es la crónica de los hechos —cotidianos, menudos, aldeanos— que se produjeron en su pueblo natal bajo el influjo de la explotación petrolera, pero que van a determinar un cambio sustancial en la vida de toda la península de Paraguaná”.







Este libro, bellamente editado, contiene fotografías donde Alí Brett Martínez vive momentos de plena vida. Con Alberto Taylhardat, ex comandante de la Base Naval de Puerto Cabello, con Alfredo Mejías, el pintor Lucho Arriaga, Rafael Salvador Camero, Víctor Hugo Morales, el cineasta Villegas Blanco, con el torero Eleazar Sananes (Rubito), con Barbarito Diez, con Alfredo Armas Alfonzo, Carlos Contramaestre, Junio Pérez Blasini, Caupolicán Ovalles, Jesús Sevillano, Betsi Brett, José Antonio Guzmán, Luis Alfonso Bueno, entre otros.



Estas hojas, publicadas por la Fundación Literaria León Bienvenido Weffer, el Grupo Tiquiba, la Fundación Cultural Josefa Camejo, la Asociación Amigos del Complejo Cultural Josefa Camejo, el Centro Nacional del Libro y el Instituto de las Artes Escénicas y Musicales, son un acierto que nos acercan aquel país que aún vibra en la memoria, no sólo de los falconianos sino de todos los que tuvieron la gracia de conocer y estar cerca de Alí Brett Martínez, un venezolano excepcional


Alí Brett Martínez y Luis Alfonso Bueno

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Alberto Hernández. Fotografía de Alberto H. Cobo.


Alberto Hernández, es poeta, narrador y periodista, Fue secretario de redacción del diario El Periodiquito. Es egresado del Pedagógico de Maracay con estudios de postgrado de Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar. Es fundador de la revista literaria Umbra y colabora además en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Ha publicado un importante número de poemarios: La mofa del musgo (1980), Última instancia (1985) ; Párpado de insolación (1989),  Ojos de afuera (1989) ganadora del 1r Premio del II Concurso Literario Ipasme; Nortes ( 1991), ; Intentos y el exilio(1996), libro ganador del Premio II Bienal Nueva Esparta; Bestias de superficie (1998) premio de Poesía del Ateneo de El Tigre y diario Antorcha 1992 y traducido al idioma árabe por Abdul Zagbour en 2005; Poética del desatino (2001); En boca ajena. Antología poética 1980-2001 (México, 2001);Tierra de la que soy, Universidad de Nueva York (2002). Nortes/ Norths (Universidad de Nueva York, 2002); El poema de la ciudad (2003). Ha escrito también cuentos como Fragmentos de la misma memoria (1994); Cortoletraje (1999) y Virginidades y otros desafíos.  (Universidad de Nueva York, 2000); cuenta también con libros de ensayo literario y crónicas. Publica un blog llamado Puertas de Gallina. Parte de su obra ha sido traducida al árabe, italiano, portugués e inglés. 


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